Estimada María Sol:

En su cuenta de Twitter enlista todos sus logros (títulos y cargos políticos) y se presenta como una activista por la mujer. Entre sus áreas de expertise, menciona ser especialista en Imagen Política. Pero su reciente campaña, en la que usa la frase #YaTocaAlasMujeres (desafortunada por su ambigüedad y su vacío de sentido) acompañada de unas aún más desafortunadas fotografías con mujeres con huellas de manos negras en su rostro, me deja dudas acerca de su honestidad como “activista por la mujer“. Me da la sensación, María Sol, de que en cambio busca acaparar los espacios que los movimientos feministas luchan por tener desde hace décadas; de que busca aprovechar el clima político de indignación por la violencia que vivimos las mujeres en el país, para lanzar su campaña a la Alcaldía de Quito.

Quizá pensó que un poco de polémica le vendría bien a su imagen política. Quizá decidió, junto a su equipo de trabajo, apostar por ese viejo mito de que “mejor es que hablen mal de uno, a que no hablen”. Quizá subestimó a las mujeres ecuatorianas, y pensó que íbamos a agradecerle por enfocar su campaña en la inseguridad que vivimos, que no nos percataríamos de su carencia ética al pretender hablar por las mujeres con eslóganes superficiales y ambiguos, e imágenes sensacionalistas. #YaTocaAlasMujeres decían sus carteles en el Parque El Ejido. Me pregunto, María Sol: ¿qué les toca?, ¿a quiénes les toca?, ¿quién las toca? Y sobre todo ¿por qué acompaña esta frase tan críptica con imágenes de mujeres que parecen tener huellas de cachetadas en sus caras? Me pregunto si en el proceso de creación de esta campaña hubo una sola persona en el equipo con perspectiva feminista y de género.

De hecho, en una entrevista reciente con GK, usted afirma no ser feminista. Se describe como “pro-mujer“ (aunque no aclara qué conlleva esa postura) y dice que no comparte algunas posturas feministas porque para usted “los hombres cumplen un rol y son nuestros compañeros en el camino“. Cuando la entrevistadora le aclara que el feminismo es la búsqueda de igualdad de derechos entre hombres y mujeres, usted insiste en que hay feministas que odian a los varones. Pienso que aquí radica el problema de esta campaña, en su confusión sobre lo que conlleva ser una activista por la mujer. El feminismo ha logrado conquistas sociales y legales imprescindibles para las mujeres: el derecho a votar, el derecho al divorcio, el derecho a la propiedad privada, el derecho a estudiar una carrera. En la actualidad, seguimos luchando por erradicar la inequidad entre hombres y mujeres, porque aún existe. Salimos a las calles a reclamar que no nos maten, violen y agredan por ser mujeres. Que usted reduzca nuestra lucha a un odio hacia los hombres para luego enunciarse como “activista por la mujer“ es una contradicción irreconciliable. Sobre todo cuando pretende basar su campaña en construir una mejor ciudad “para las mujeres y para todos“.

Se define como una activista por la mujer, por eso me imagino que está al tanto de la lucha de movimientos locales como Vivas Nos Queremos por erradicar la violencia de género con frases como: “si tocan a una, tocan a todas”. ¿No cree que la frase en su campaña contradice estas consignas? ¿Está al tanto de que la violencia de género es una epidemia en el país? En el contexto que vivimos (la violación en grupo a Martha en Quito, los femicidios de Diana y Amelia, el caso de Juliana Campoverde) ¿Le  parece justo utilizar la imagen de una mujer con la huella de un golpe en su cara en una campaña política? Como experta en imagen política trabajó en el gobierno de Rafael Correa, conocido por varias posturas machistas y misóginas en sus 10 años en el poder. ¿Alguna vez usó su posición de activista por la mujer para exigirle que reconozca nuestros derechos? En su experiencia como Concejala y Vicealcaldesa de la ciudad durante el gobierno de Augusto Barrera, ¿qué medidas tomó para mejorar la calidad de vida de las mujeres en la ciudad?

Como activista por la mujer, ¿está al tanto de que una de las luchas feministas más urgentes en el país es la despenalización de aborto por violación? En la misma entrevista con GK, no logró dar una respuesta clara cuando le preguntaron sobre este tema, tan importante para los derechos de las mujeres y las niñas. En el Ecuador cerca de 18 mil niñas fueron violadas entre 2009 y 2016, y fueron obligadas a parir. Las cifras oficiales hablan de 15 violaciones a niñas y mujeres cada día. Hay más de 300 mujeres criminalizadas por abortar. Sin embargo, no supo responder esa pregunta (tan sencilla de contestar para alguien que se considera activista por la mujer) cuando fue consultada. Afirmó estar “siempre a favor de la vida“ y luego dijo que no estaba a favor de que mujeres vayan presas por abortar. Pero este tema reclama posturas claras, sin ambigüedades. ¿Está o no a favor de la despenalización del aborto por violación? Si los derechos de las mujeres son importantes para usted, la respuesta debería ser inequívoca: a favor.

En los últimos días he visto al aire una serie de spots de campaña en los que retrata a sus rivales políticos como “los mismos de siempre“ y llama a la mujeres a darles un “chancletazo“. En uno incluso aparece usted con una chancleta rosada para atacarlos. Más allá de usar un estereotipo caduco de la mujer y la chancleta (la “vieja chancluda“ de Doña Florinda, la ubicua imagen de la madre latinoamericana que cae a chancletazos para castigar las travesuras) ¿cuál es la propuesta que está ofreciendo a las mujeres en estos spots? ¿Dónde están las políticas públicas para hacer de Quito una ciudad más segura “para las mujeres y para todos” como afirma en varias entrevistas? En su cuenta de Twitter menciona que en su Alcaldía  las mujeres van a ocupar la mitad de las gerencias de las empresas municipales y secretarías. Pero si no lo hacen con perspectiva de género, María Sol, no cambiará nada. Porque no basta con suplir una cuota de mujeres. Necesitamos personas que entiendan que la violencia y la desigualdad de género se erradican con políticas públicas claras. Que las mujeres no pedimos derechos o leyes especiales, pero que la realidad que vivimos reclama medidas oportunas.

Abogar por la mujer y sus derechos no es una moda que se pueda “aprovechar“ para sumar más votos. No es un elemento que puede agregar a su hoja de vida para despertar más empatía con las mujeres quiteñas, sobre todo cuando no parece tener claro de qué va el feminismo. Es una postura política que requiere de honestidad, aprendizaje y la capacidad de cuestionarse a una misma: desde qué privilegios hablamos, cómo podemos usar esos privilegios para cerrar la brecha de género para todas las mujeres, en especial las más vulnerables (mujeres trans, indígenas, negras, empleadas domésticas, prostitutas, madres solteras subcontratadas y mal pagadas, mujeres de áreas rurales, por mencionar algunas). No basta con eslóganes y frases hechas. El activismo por los derechos de la mujer es un trabajo que toma años, y espero que usted lo tome en serio, porque se necesitan más personas de alto perfil comprometidas a usar sus puestos de poder para cuestionar y erradicar al machismo, la misoginia, la descalificación, la violencia y la discriminación que aún vivimos las mujeres en este país.