Quizá no lo veamos, pero estamos un momento que podría ser histórico. En 2018 se creó la primera campaña en el Ecuador para promover el aborto libre. En 2018 por primera vez miles de personas marcharon el 28 de septiembre por el Día por la Despenalización y Legalización del Aborto. El 2018 tuvo grandes avances para esta lucha pero no fue el año en que comenzó. Pensar que todo surgió de repente, que solo fue un contagio de la marea verde en Argentina (como se denominó a quienes apoyaban la despenalización del aborto en ese país debido a los pañuelos de ese color que usaron) también es un error.

Hay un pasado reciente que es importante recordar para entender por qué es tan importante esta discusión. Hoy en el Ecuador, el aborto es legal solamente en dos casos: cuando está en riesgo la vida de la madre y cuando una mujer con discapacidad mental ha sido violada.

Lograr que el aborto por violación se discuta en 2019 entre las reformas del Código Orgánico Integral Penal (COIP) es el resultado de una lucha de años desde colectivos, grupos y organizaciones que promueven los derechos de las mujeres, que no debe ser ignorada.

Esa lucha tiene su flashback más reciente en 2013. En ese año tampoco comenzó la búsqueda para que las mujeres, adolescentes y niñas violadas puedan elegir, pero sí fue un momento relevante. El esfuerzo logró que la conversación llegue hasta la Asamblea. Y aunque no se debatió de manera formal, permitió que más personas se involucren.

A ratos provoca olvidar ese 2013 y ese intento de que se apruebe el aborto en casos de violación en la Asamblea Nacional. Provoca olvidar cómo un grupo de asambleístas de Alianza País —o de la Revolución Ciudadana, o aliadas a Rafael Correa— habló categóricamente sobre las razones por las que debía incluirse el tema en el debate. Provoca olvidar cómo ese grupo de asambleístas de Alianza País —o de la Revolución Ciudadana, o aliadas a Rafael Correa— fue silenciado. Provoca olvidar cómo el entonces Presidente le dijo a ese grupo de asambleístas de Alianza País —o de la Revolución Ciudadana, o aliadas a Rafael Correa— que eran desleales, y que renunciaría si seguían apoyando esta idea. Provoca olvidar cómo ellas fueron sancionadas por Correa, se retiraron por treinta días y no dieron declaraciones a los medios sobre el tema.

Provoca olvidar. Pero de alguna manera también provoca recordarlos.

Provoca recordar todos esos episodios para que sirvan influyan motiven las decisiones del debate actual en la Asamblea.

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Recordar este pasado reciente no solo ayuda a entender cómo llegamos aquí sino que permite sentir vergüenza (necesaria) por lo que pudimos evitar.

Si en 2013 se hubiese aprobado el aborto por violación, cerca de 10 mil niñas entre 7 y 11 años que fueron violadas en los últimos cinco años, habrían tenido la oportunidad de elegir si querían o no parir. Pero no. Esas miles de niñas tuvieron que, por obligación, interrumpir su infancia y ser mamás. La pregunta ahora es si los asambleístas, hoy en 2019, tomarán la misma decisión y permitirán que estas niñas tengan que obligadamente ser mamás.

En el Ecuador al menos siete niñas menores de 14 años quedan embarazadas cada día. De ellas, seis han sido víctimas de violación sexual. La Asamblea Nacional puede cambiar esta realidad pero ¿lo hará?

Seguramente no faltarán los conservadores que insistan en que las niñas paran a sus hijos y luego los den en adopción, ignorando que el sistema en el país es tan engorroso que esa opción casi no existe.

Al momento de votar en el Pleno, los asambleístas deberían considerar que una niña que ha sido violada y debe parir, corre riesgo de morir. Es muy fácil decir que abortar es peligroso y parir es seguro pero es porque en la comparación se piensa solo en abortos clandestinos. Un estudio determinó que las mujeres son 14 veces más propensas a morir durante o después de un parto normal que debido a complicaciones de un aborto seguro. ¿Pueden los asambleístas ser responsables de que se reduzcan estos riesgos?

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Una discusión que debería ser más simple —si se consideran las cifras y los datos sobre las niñas y se suma que al día la Fiscalía recibe un promedio de 11 denuncias por violación sexual de adultas— se ha complejizado innecesariamente.

Los legisladores en el Ecuador y en el mundo tienen una responsabilidad que parecen no entender del todo. En Argentina, Nicolás Massot, diputado del Congreso, será recordado por comparar al aborto con los asesinatos durante la dictadura en su país, durante el último debate en 2018. Mientras que Romina del Pla, del partido obrero en Argentina, será recordada por apoyar la despenalización e insistir que “el objetivo es terminar con la muerte por aborto clandestino”.

El Senado de Uruguay legalizó el aborto en 2012. Desde que la ley entró en vigencia, se convirtió en el segundo país, después de Canadá, con la menor mortalidad materna en América. En Ecuador el 15,6% de las muertes maternas está relacionado a abortos inseguros.

¿De qué lado de la historia quieren estar los asambleístas ecuatorianos?

La Asamblea Nacional del Ecuador del 2013 es recordada por haber respondido a la presión de un Presidente que de frente influía en el poder legislativo, y por haber ignorado el sufrimiento de las niñas y mujeres violadas.

¿Por qué será recordada la Asamblea Nacional del 2019?