Las implicaciones políticas que se deriven de los resultados de la consulta podrían desembocar en distintos escenarios. Uno, poco probable según las mediciones de intención de voto de diciembre de 2017, es que el No gane en toda la consulta, o en partes de ella. Los sondeos de opinión, aunque podrían equivocarse, apuntan a un triunfo del Sí en unas circunstancias en que el corto tiempo de campaña volvió complejo el cambio de tendencias, incluso si es que hay preguntas que el No podrían estar ganando adeptos.

Si bien el escenario de triunfo del Sí es el más probable, no está claro aún cuáles serán las diferencias de votos. Mientras más alta sea la diferencia, más favorable será la posición política del gobierno de Lenín Moreno. Sin embargo, un resultado similar al que obtuvo Rafael Correa en la consulta de 2011, cuando se decidió ‘meter las manos a la justicia’, podría poner al gobierno en cierta debilidad. En aquel entonces, los resultados fueron 53,42% a favor del Sí y 46,58% a favor del No.

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El escenario ideal del gobierno es una votación que supere el 60% de apoyo al Sí. Con un resultado así de contundente, los cuestionamientos al liderazgo del presidente Moreno perderían peso. El argumento de la ilegitimidad del triunfo de Moreno de la oposición de CREO y otras fuerzas de derecha, y el argumento de que que los votos de Moreno siempre fueron los votos de Correa, alegado por la facción correísta de AP, perderían peso.

Un triunfo contundente también puede generar nuevos bríos para las capacidades de negociación del Ejecutivo con la Asamblea, y generar más presión sobre ella para que viabilice la aplicación del Plan Nacional de Desarrollo. Frente a una fuerza política robusta, la Asamblea podría abstenerse de bloquear las políticas gubernamentales, y no tensar el escenario hacia condiciones que puedan activar el mecanismo constitucional de la ‘muerte cruzada’, que implicaría una disolución de la Asamblea por parte del Ejecutivo (o viceversa), y convocatoria a nuevas elecciones.

Pese a ello todavía está en disputa la capitalización del resultado de la consulta. La del No, sea cual sea el resultado será patrimonio de Rafael Correa y de quienes lo apoyan, lo cual representaría una ganancia política en el largo plazo para el expresidente Correa.

El triunfo del Sí, en cambio, parece que tiene algunos padrinos desde posturas que vienen del proceso de la Revolución Ciudadana, pero ahora están en el nuevo Gobierno, pero también desde sectores más de centroderecha, como Centro Democrático, movimiento del prefecto del Guayas Jimmy Jairala, el propio Partido Social Cristiano (PSC), CREO y  otras fuerzas de esa tendencia. También se ve cómo la disputa por la capitalización del resultado ha movilizado a organizaciones políticas más identificada con una postura de centro izquierda,  como Democracia SÍ, de Gustavo Larrea, que aparece como la más activa a favor de la consulta.

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La disputa del sentido de la transición posCorrea será otro de los retos tras la consulta. A mayor fuerza en la votación por el apoyo al Sí —sin dejar de lado la disputa de este triunfo por parte de los partidos de derecha que lo apoyan—, el Gobierno podrá ejercer un liderazgo mucho más claro de ese proceso. Las fuerzas políticas de oposición centrarán su pelea en la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana, especialmente tras sus críticas a ras la elección de María alejandra Vicuña como nueva vicepresidenta. La elección de Vicuña los llevó a vocear su desconfianza respecto de un supuesto nuevo estilo de Gobierno que realmente marque una diferencia con lo que llaman el ‘pasado correísta’.

El resultado de la consulta también será un primer termómetro del estado de las organizaciones políticas frente a las elecciones seccionales de los Gobiernos Autónomos y Descentralizados a inicios de 2019. La forma cómo se organicen para esta campaña y dónde terminen posicionados los movimientos y partidos políticos, también les dará elementos para definir sus estrategias para 2019.

La división interna en Alianza País, y la disputa por la organización y los recursos para su accionar, ya están pasando factura a la que fue los últimos años una de las organizaciones con mayor presencia nacional.

No se puede saber a ciencia cierta en que terminará ese proceso, pero está claro que quizá esta sea la última campaña en que Alianza País exista como tal. En otros espacios, en cambio, Centro Democrático que apoya el Sí y Democracia SÍ, también aparecen como actores que quieren capitalizar esa postura de apoyo a la consulta, pero de una forma —por decir lo menos— más constructiva a favor de Moreno, que CREO o el propio PSC.

La votación para la elección de la vicepresidencia Vicuña también envía señales de un posible escenario de gobernabilidad posconsulta en la Asamblea. Vicuña fue electa con 70 votos: 44 de la facción ‘morenista’ de AP, 14 del Bloque de Integración Nacional —que incluye a Pachakutik, ID, Fuerza Ecuador, Partido Sociedad Patriótica y movimientos regionales—,. 9 del Movimiento SUMA (partido político del actual alcalde de Quito, Mauricio Rodas), y cuatro de los movimientos exaliados a CREO. Tras la consulta, estas fuerzas podrían configurarse como la base de apoyo legislativo del Gobierno Nacional.La forma en que se definieron los nombres para la terna para Vicepresidente abre preguntas sobre cómo sería el proceso para elegir los nombres que integrarían el Consejo de Participación.

Ecuador Consulta popular

Un funcionario del CNE sella una urna en el centro de acopio nacional para la distribución de material electoral al resto del país. Fotografía de Carlos Rodríguez/Andes bajo licencia CC BY-SA 2.0

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No se puede descartar que el No gane en alguna pregunta, o que por lo menos la diferencia entre el Sí y el No sea ajustada. Sería el resultado de la campaña y posturas poco claras de apoyo al Sí, atravesadas por el ‘apoyo crítico’ de la derecha, y la desconfianza que produjo en la izquierda el manejo político del gobierno anterior, contrario a sus posturas históricas.

De primera mano un triunfo del No, o un triunfo del Sí que no sea contundente, traerán con certeza una reorganización del Gobierno, que se manifestará en una crisis de gabinete. Los resultados vendrán con una rendición de cuentas centrada en el nivel de involucramiento de las carteras de Gobierno en la campaña y la movilización social, para el efecto y los resultados obtenidos.

Por otro lado, un resultado adverso al Sí obligará al Gobierno a redefinir su esquema de alianzas y profundizar acuerdos más amplios para lograr gobernabilidad, poder llevar adelante su Plan de Gobierno y terminar sus cuatro años de gestión. El último escenario puede pasar factura a la izquierda gubernamental, y abrir más opciones para fortalecer a la derecha dentro y fuera del gobierno. En el peor de los casos, un triunfo del No, por ejemplo en la pregunta sobre la reelección indefinida, pondría al Gobierno en la inestabilidad política.

El triunfo en la campaña por el Sí también dependerá de cómo el aparataje gubernamental puede fortalecerla. En pasadas ocasiones las campañas iban acompañadas de la inauguración de obras. En un Gobierno que tendrá para el día de las elecciones cerca de nueve meses de gestión, la entrega de obras o resultados duros de la aplicación del Plan de Gobierno no serán del todo contundentes. Por lo que debió definir otras estrategias de intervención concreta en los territorios a través de medios de comunicación y redes sociales, que apuntalasen la propuesta del Gobierno y posicionaran con claridad la consulta. En el campo de la lucha electoral esta podría ser una debilidad para el Sí en la campaña, tomando en cuenta que una de las tesis de la oposición al Sí —sustentada por el propio expresidente Correa— enfatiza el supuesto incumplimiento del Plan de Gobierno.

Un tema clave será el rol de la sociedad civil organizada para hacer un seguimiento claro, en caso del triunfo de la pregunta sobre la reorganización del Consejo. Será indispensable  para lograr la reinstitucionalización del Ecuador. El resultado de un Sí en esa pregunta otorga un poder importante al Ejecutivo, sobre todo en lo que corresponde a su capacidad de proponer ternas a la Asamblea para escoger quienes integrarían el Consejo de transición que podrá cesar a las autoridades que fueron nombradas por el Consejo actualmente en funciones.

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Una de las consecuencias políticas de estos primeros ocho meses de Moreno es que hay una fractura irreconciliable en Alianza País, lo que puso en riesgo su mayoría absoluta en el seno de la Asamblea. En las discusiones sobre la propuesta económica del gobierno, dentro de su propio bloque, ya se fueron configurando las voces más críticas al presidente Moreno y su proyecto económico y político. La conflictividad también ha estado atravesada por la situación jurídica y política del exvicepresidente Jorge Glas, a quien el ala correísta ha dado su total y frontal apoyo. Con estos antecedentes —y por necesidad de supervivencia política— el gobierno se verá en la necesidad de definir su base de apoyo en la Asamblea. Una tarea difícil, como se observó en la elección de la vicepresidenta Vicuña.

En definitiva, existe una elevada incertidumbre más allá de los sondeos. Quienes han participado en campañas electorales, han sugerido claramente que las campañas se ganan o se pierden ejecutando y aplicando una estrategia y una táctica concreta. Por el momento parecería que desde el gobierno

Nacional, las cifras iniciales de las encuestas han generado una excesiva confianza en sus filas. La realidad política aún choca con la difusión de las posturas de organizaciones de oposición, que si bien apoyan al Sí, siguen con posturas de rechazo duro a las acciones de gestión gubernamental. Dichas posiciones muestran una extraña convergencia con las posturas del No por parte del correísmo que dicen criticar.

El escenario de la consulta y la posconsulta muestra una incertidumbre no solamente con respecto al resultado, sino también frente a la inclinación de la balanza política del gobierno, sus alianzas para la gobernabilidad y su sentido histórico.