El 13 de agosto de 2017 el barco Fu Yuang Leng 999 fue detenido en la reserva marina de Galápagos por transportar más de 6 mil 600 tiburones durante su viaje hacia Perú. El incidente recibió amplia cobertura mediática, y ofreció la oportunidad para que se dé inicio a una discusión rigurosa y profunda sobre la situación de las especies vulnerables en la reserva marina de Galápagos. Pero la oportunidad se perdió: en vez de debatir de manera científica los problemas de conservación de las especies marinas en la reserva, la discusión se politizó y hasta se contaminó con xenofobia. Tres meses después se ratificó la sentencia condenatoria para los tripulantes del barco chino pero el tema de la conservación de especies marinas vulnerables en la reserva marina de Galápagos quedó en el olvido. Es un problema tan grave que es necesario traerlo de nuevo a la discusión pública, pero esta vez para analizarlo seriamente, fundamentando la discusión en hechos y evidencia.

Es cierto que las flotas extranjeras que operan en zonas adyacentes a la zona económica exclusiva de Ecuador (un área aproximada de 1 millón 200 mil kilómetros cuadrados —más de 1500 veces el tamaño de Nueva York— incluidas las aguas de la reserva marina) son una amenaza para especies altamente migratorias en peligro de extinción como los tiburones. Sin embargo, no hay que pasar por alto el efecto que tiene sobre su conservación la actividad pesquera de la flota artesanal palangrera del Ecuador continental.

Esta flota está compuesta por más de 45 mil embarcaciones. Están autorizadas a desembarcar tiburones, siempre y cuando se los etiquete como ‘pesca incidental’. La definición de ‘pesca incidental’ está en el decreto ejecutivo 486 (firmado por el entonces presidente Rafael Correa en julio de 2007) y es sumamente arbitraria: quien decide la condición de incidentalidad de la captura son los mismos pescadores.

El resultado del decreto y su aplicación es que se capturen por lo menos 250 mil tiburones por año, según un estudio de 2015 realizado por el biólogo Jimmy Martínez y otros expertos. Esta cifra hace dudar que la pesca de tiburón hecha por la flota artesanal ecuatoriana sea incidental —por el contrario, más parece una pesca dirigida, el objetivo no declarado de dicha flota. Además, una porción sustancial de la captura de estos tiburones se obtiene en el borde de la reserva marina de Galápagos. Las embarcaciones artesanales ecuatorianas no están obligadas a llevar sistemas satelitales de rastreo, por lo que potencialmente podrían haber ingresado, desde el continente, sin ser detectadas a las aguas de la reserva marina para pescar.

A los efectos de la pesca de la flota artesanal continental ecuatoriana hay que sumarle los problemas causados por la flota artesanal galapagueña. Lo más preocupante es la aprobación en el 2016 de un nuevo programa piloto de pesca experimental con palangre dentro de la reserva marina. Este es el quinto experimento de este tipo desde 1997. Los cinco experimentos anteriores han dado exactamente el mismo resultado: inaceptables cifras de captura incidental de tiburones.

El arduo trabajo del Parque Nacional Galápagos para proteger a los tiburones también está amenazado casa adentro: desde el continente y en el mismo archipiélago. Afortunadamente, se está discutiendo una nueva Ley de Pesca en Ecuador. El borrador actual de esta ley es prometedor. Sin embargo, aún se requiere crear regulaciones claras para proteger a los tiburones en aguas ecuatorianas (tanto del continente como las del archipiélago). Una alternativa es definir inequívocamente qué se considera como captura incidental, prohibir completamente la comercialización de tiburones (aunque provenga de “pesca incidental”) y poner fin a los experimentos de pesca con palangre en la reserva marina de Galápagos.

Otra alternativa para la protección de los tiburones (en el continente y en Galápagos) es, aunque suene contradictorio, permitir su pesca. El artículo 27 del borrador de la Ley de Pesca es poco claro, pero si se lo lee detenidamente se puede concluir que la autoridad pesquera ecuatoriana planea abrir a una pesquería de tiburón bajo principios de ordenamiento y control tales como vedas, cuotas, zonas de pesca, tallas, temporadas, artes de pesca permitidos y embarcaciones y pescadores autorizados. Esto, aunque parezca absurdo, no lo es, y podría solucionar el problema de la pesca de tiburones en Ecuador: transparentaría la actividad pesquera de la flota artesanal en lo que respecta a estas especies vulnerables.

Abrir esta pesquería implicaría también un reconocimiento expreso de que la pesca de tiburón en Ecuador ha sido por muchos años una pesca dirigida. Y que lo único que le faltaba era manejarla como tal. Pero abrir una pesquería de tiburón en Ecuador tiene un escollo y es que los tiburones aún son considerados como especies amenazadas. Si esta contradicción no se resuelve, será difícil abrir cualquier pesquería de tiburón, y se mantendrá la incertidumbre y las ambigüedades que han generado el mal manejo de todas las especies de tiburón en Ecuador.

El problema de la pesca de especies vulnerables como los tiburones en la reserva marina de Galápagos (e incluso en aguas continentales ecuatorianas) no solo tiene origen foráneo sino también local. Para resolver el problema de la pesca insostenible de tiburones en Ecuador hay que, primero, analizar el tema técnicamente, y posteriormente diseñar medidas de manejo basadas en ciencia que satisfagan las dos condiciones esenciales que deben cumplir todas las regulaciones exitosas aplicadas a la explotación de recursos naturales renovables: que se preserve la salud biológica del recurso, y que además promueva el desarrollo económico de largo plazo de sus usuarios.