Rafael, tuviste una semana difícil. Regresaste de Europa esperando una gran fiesta de bienvenida, y quienes te recibieron fueron unos pocos, entre los que estaban los devotos del circo de la familia Bucaram. No sólo se arruinó tu llegada: en ningún momento del viaje se vio el poder de convocatoria al que tanto te acostumbraste cuando eras Presidente. Luego las cortes no acutaron en tu favor, algo que debe ser difícil de creer después de diez años de adiestramiento. No te devolvieron el partido político y tampoco te ofrecieron medio legal para bloquear la consulta que evidentemente todo el mundo quiere menos tú, Gaby, y Ricardo. Los medios no les pararon bola, y cuando te recibieron, parecían haber perdido el miedo de hacerte las preguntas difíciles que antes contestarías con amenazas o multas. Te trataron como una persona periférica de la política ecuatoriana: hasta Iván Espinel, tu versión cachorra, recibió más atención. Tu entrevista con Fernando del Rincón en CNN fue una elección lamentable: para todos fue incomodo verte recurrir a un medio que anteriormente habías descartado. Es una pena que no habías pensado en el término “fake news” antes de que Donald lo usara.

Llegar a Esmeraldas tenía que ser la cereza del pastel que sería tu viaje exitoso: sentir el calor de la Costa sería refrescante antes de regresar al invierno de Europa. No obstante, el viaje fue casi trágico y lo sentimos. Ha sido tan triste como ver una accidente de tránsito en el que la única víctima que lo causó es el borracho que conducía: sirve como aviso para quienes pretendan manejar con tal imprudencia. Después de tanta mala suerte, me duele pero me urge mencionarte lo siguiente: en Bélgica el invierno recién empieza, y se supone que va a ser el peor en 20 años.

Antes de que te fueses, en julio, escribí un texto diciendo que el Ecuador no te debe nada, pero después de tu retorno quiero rectificar: sí, debemos agradecerte, porque creaste las condiciones para tu propia caída. Por más que hables de teorías de conspiración en tu contra (como la idea de que durante diez años Lenin Moreno era un agente secreto de la derecha que decepcionó a todos para luego instalar la contrarrevolución) el único que ha conspirado contra la leyenda de Rafael Vicente Correa Delgado fue Rafael Vicente Correa Delgado.

Te explico los agradecimientos que te debemos.

Primero, te agradecemos por llegar en avión privado. Si hubieses llegado como cualquier ciudadano en un avión comercial, capaz tendríamos la impresión de que hay una motivación pura detrás de tus acciones que no sea simplemente defender los privilegios de un pequeño grupo de personas que se acostumbraron a los encantos del poder. El simbolismo que tanto entendiste cuando fuiste candidato en 2006 te ha abandonado:  verte bajar de un avión que costó entre 20 mil y 30 mil dólares  por un sólo viaje envía el mensaje de que detrás de tu presencia hay fuerzas poderosas que tienen algo que ganar si regresas al poder. En lugar de crear una narrativa que contradijera que eres un hombre enloquecido por el poder, aterrizar en un jet privado te hizo caer directo en la trampa de tus adversarios.

Te agradecemos por instalar en nosotros la idea de que la consulta popular debe ser usada para tratar temas importantes en el Ecuador. La piedra angular de la Revolución Ciudadana eran las consultas populares: el poder del pueblo, decían, se expresa en ellas para definir temas trascendentales. Cuando en 2015 se cambió la Constitución escrita por tu mismo movimiento político sin consultar a la gente, muchos (más del 70% del país, según encuestas) nos sentimos engañados. Cuando tu sucesor, Lenín Moreno, planteó la nueva consulta lo hizo acordándose del espíritu de la constitución de Montecristi. En otras palabras, la leyenda de la Revolución Ciudadana no fue tracionada por Moreno: fue abandonada por ustedes, hasta que llegó Lenín con el oportunismo suficiente para dar legitimidad a sus actividades. Ustedes crearon una pregunta de consulta con el fin de limitar las aspiraciones presidenciales de Guillermo Lasso: Lenín Moreno les ganó con una estrategia tomada de su mismo libro de juego (que parecería olvidaste en algún cajón del escritorio presidencial). El último golpe de Moreno —la invocación del artículo 105 de la Ley de Garantías Constitucionales— para sobrepasar la corte constitucional en convocar la consulta, también fue un truco tuyo.

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Es trágico: todas las medidas usadas para prevenir tu regreso al poder te tienen como autor. Gracias por eso.

También te agradecemos por tu defensa firme de los miembros de tu gabinete ahora acusados de corrupción. Todo comenzó cuando nos trataste de convencer de que Alecksey Mosquera no había recibido un soborno de Odebrecht, sino que había trabajado como “consultor” y su único error fue no declarar su patrimonio para impuestos. Los malabares mentales y el autoengaño que se requieren para sostener ese argumento (cuando la corrupción de Odebrecht al nivel regional brotaba por todas partes) demostró que tu terquedad no conoce límites —algo útil de saber ahora, cuando vemos tu defensa de Jorge Glas, una persona implicada en casos de corrupción por los mismos ejecutivos de Odebrecht.

Si hubieses adoptado un discurso de “capaz hubo casos de corrupción en mi gobierno, y deberían ser investigados y tratados por las instancias apropiadas de la ley, caiga quien caiga”, tal vez estaríamos más divididos. Tu falta de oído para la indignación por la corrupción ayuda a ponerte en el lado de la historia que elegiste: el incorrecto. Hasta ahora no hay acusaciones serias que te impliquen directamente en algún acto de corrupción: sin embargo, te has vuelto el enemigo de las investigaciones, quejándote de que el sistema judicial que tú mismo estableciste está trabajando en tu contra.

¿Si te das cuenta del tamaño de tus contradicciones?

Durante tu década en el poder reemplazaste un sistema corrupto y disfuncional con un sistema corrupto e híperpresidencial. Ahora ese mismo híperpresidencialismo está siendo usado en tu contra. Ver a tus seguidores quejarse de las cortes sesgadas, de que los censuran en los medios, oírles decir que llevarán el caso de Jorge Glas hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que hay persecución política, que son la reserva moral del país —todo, todo eso huele a cinisimo y, como tú mismo dirías, doble moral.

Lenín Moreno no engaña a nadie: todos sabemos que está aprovechando de la falta de institucionalidad para promover una agenda cuyo fin principal es evitar tu regreso al poder. Nos queda ver si él puede resistir el encanto del poder absoluto para dejar una institucionalidad más completa de la que encontró al llegar al poder.

Ese es nuestro último agradecimiento: si no fuese por tus esfuerzos de concentrar el poder en la Presidencia, los ecuatorianos ahora no estarían exigiendo con tanta insistencia que la Justicia sea ciega, que los poderes tengan balance, que la corrupción se elimine de la política y que el límite de mandatos sea un componente emblemático de la democracia ecuatoriana. Has caída sobre la misma espada que tanto te sirvió para eliminar obstáculos durante una década. Contra tu propia voluntad, te has vuelto legionario romano y mártir a la vez: Gracias a ti, Rafael, ya no tenemos a Rafael.