[dropcap]E[/dropcap]l desenlace de la primera vuelta electoral en Ecuador me ha encontrado leyendo el fantástico libro de Svetlana Aleksievich La muerte del Homo Sovieticus. Mientras trato de entender (sin lograrlo) por qué se esperó tanto para anunciar la segunda vuelta —a pesar de que el exit poll, el conteo rápido de Participación Ciudadana y las cifras parciales del propio CNE coincidían en que ningún candidato llegaba al 40%— doy con una frase del prólogo del libro de la Nobel bielorrusa que es relevante para lo que sucede en nuestro país:

Las barricadas no son un buen lugar para un escritor, son una trampa. En las barricadas la vista se nubla, las pupilas se contraen, los colores se difuminan. Desde las barricadas se ven un mundo en blanco y negro donde los hombres se convierten en los puntos negros que hay en el centro de las dianas.

El Ecuador lleva mucho tiempo viviendo en barricadas.

A Alianza País le vino muy bien crearlas, expandirlas, profundizarlas: mientras los que estén en tu barricada sean más que los que están en la otra, mantendrás el poder. En los últimos años, ha ido perdiendo gente y la contraria se ha ido expandiendo. El problema de ambas barricadas es que —como dice Aleksievich— nublan la visión. Una muestra son las acusaciones de fraude electoral que aparecieron en las redes sociales, primero en el lado de la oposición y luego en el del oficialismo. No me malinterpreten: es obvio que se registraron irregularidades. Sin embargo, algunas de las supuestas evidencias del fraude no resultaban muy serias: la que más me llamó la atención fue la foto de dos hombres en un auto con lo que parecían ser papeletas de votación, que luego se demostraron que eran las papeletas usadas por Cedatos para su exit poll. El miedo al fraude es producto de ser incapaz de entender que haya personas que votan al otro. ¿Cómo es posible que alguien quiera otros 4 años de Alianza País? ¿Cómo es posible que alguien vote por un banquero?

Lo más importante de ir a segunda vuelta es que ahora veremos a los dos candidatos modificar sus discursos porque con el que tienen no les alcanza. A Lenin Moreno no le alcanza con decir que va a continuar con lo hecho por Correa, porque la mayoría de ecuatorianos votó por un cambio. En las próximas semanas Moreno va a tener que dejar en claro qué es lo que quiere cambiar del correísmo, deberá condenar sus excesos y falta de transparencia y detallar cómo va a corregir un modelo económico que está agotado. A Lasso le tocará convencer a la otra mitad de quienes quieren un cambio, deberá explicar cómo se conseguiría crear un millón de empleos en cuatro años, y cómo se alinea su idea de reducir impuestos en alrededor de tres mil millones con el hecho de que va a heredar un país con un déficit fiscal de alrededor del 5% del PIB.

Volviendo a La muerte del Homo Sovieticus: Alexievich cita una frase de Grigory Zinoviev, uno de los miembros originales del primer Politburó soviético, en 1918 en plena Revolución Rusa: «Tenemos que convencer a noventa de los cien millones de personas que habitan la Rusia soviética, con el resto no hay nada que hablar: hay que aniquilarlos». Lo más aterrador de esta frase es que fue exactamente lo que hicieron. En los últimos días en Ecuador hemos visto en redes sociales frases que, sin llegar a ese nivel de radicalismo, expresan la misma intolerancia. El problema tanto para Alianza País como para CREO, es que el porcentaje de los que están del otro lado es considerablemente más que el 10% —y que afortunadamente vivimos en un país donde la opción de aniquilar al otro no existe.

Para los votantes que buscamos un cambio con respecto a la última década, las semanas que vienen son una enorme ocasión para atraer a quienes piensan distinto, empezando por dejar de llamarlos borregos porque no lo son. La decisión de elegir un candidato no es un proceso cien por ciento racional. Las emociones y el estómago juegan un papel. Quienes votaron a Alianza País lo hicieron porque en estos diez años ha habido mejoras innegables en calidad de vida de un sector de la población, porque no confiaban en los candidatos de oposición, o simplemente porque les parece simpático Lenín Moreno. Se puede estar en desacuerdo con estas razones, pero no se puede insultar a quienes las esgrimen. No se va a acabar con un gobierno intolerante con más intolerancia.

La segunda vuelta es la oportunidad de sacar a la gente de la barricada creada por Alianza País, pero no para entrar en otra, es la oportunidad de dejar de mirar en blanco y negro y volver a ver los matices de la sociedad, es la oportunidad de dejar de ver al otro como el centro de la diana a la que hay que apuntar