En la vorágine de la elección de Presidente y Asamblea Nacional que el Ecuador está a punto de hacer, no nos detenemos a hacernos una pregunta esencial: ¿Por qué necesitamos un gobierno? Históricamente, toda sociedad que ha alcanzado un cierto nivel de complejidad se ha gobernado de una determinada forma —por lo general, no democrática. Es probable que haya muchas explicaciones a esta necesidad, pero yo tengo una interpretación personal que explica la existencia de gobiernos (nacionales o locales) en su capacidad de corregir dos sesgos del ser humano que han sido ampliamente estudiados: el cortoplacismo y el individualismo.

El primer problema a la hora de tomar decisiones es elegir entre el presente y el futuro: los seres humanos somos cortoplacistas. Si se le pregunta a una persona si prefiere recibir mil dólares hoy, o mil cien en un mes, la mayoría elegirá los mil de hoy, aun cuando si esperase treinta días recibiría un 10% más —una tasa de interés bastante generosa. Esta manera de ser nos vuelve vulnerables a problemas en el futuro. Un buen ejemplo de esto es el calentamiento global y el deterioro medioambiental del planeta: durante siglos produjimos y consumimos pensando solo en el presente. El segundo sesgo del ser humano a la hora de tomar decisiones es considerar el bienestar de los otros, la gran mayoría rara vez piensa en cómo sus acciones impactan al resto de la sociedad: los seres humanos solemos ser egoísta.

El gobierno existe para compensar estos “malos comportamientos” individuales: en teoría, es el único ente social que está en la obligación de pensar en el beneficio de todos y que por su naturaleza no mortal, puede tomar decisiones de largo plazo. Pensemos por un momento en todas las acciones que toma un gobierno: leyes, subsidios o incentivos, todas de alguna manera pueden ser vistas como formas de compensar esas dos conductas: las leyes contra la contaminación, para limitar el consumo de cigarrillo o la tenencia de armas, así como imponer límites de velocidad en la carretera, el cobro de impuestos, la inversión en servicios públicos, la obligación de contribuir a un sistema de pensiones son todas herramientas para obligar al ser humano a pensar en el futuro y en los otros miembros de la sociedad.

Habrá quienes digan que muchas veces los gobiernos cometen los mismos errores que los individuos. Es cierto. El mundo está plagado de ejemplos de gobiernos beneficiando a grupos particulares y no al conjunto, así como tomando decisiones cortoplacistas, pensando en ganar elecciones o acumular poder y no en lo que es mejor para el futuro de un país. Habrá también quienes afirmen que los individuos pueden cooperar sin la intervención del gobierno. Eso también es cierto: las ONGs son muestras de generosidad humana por fuera de un gobierno, las empresas son formas de cooperación entre personas, pensando en el largo plazo. Sin embargo, los gobiernos tienen mayores herramientas que cualquier ONG o empresa, entre otras cosas porque tiene la capacidad de legislar y el monopolio del uso de la fuerza.

¿Por qué es importante que un gobierno busque el beneficio colectivo y que prepare al país para el futuro? Pues porque cuando hace las cosas bien, es una fuerza enorme para incentivar el progreso y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Jonathan Tepperman en su libro The Fix narra el caso de diez países que han tenido éxito en resolver distintos desafíos: pobreza, corrupción, terrorismo, guerras civiles, inmigración. Detrás de cada uno de estas historias hubo un gobierno (y gobernantes) que tomaron decisiones complejas y corrigieron decisiones individuales equivocadas.

Pero el éxito no se encuentra únicamente fuera de nuestras fronteras. En Ecuador también hay casos donde gobiernos locales y nacionales han dado pasos importantes para resolver problemas. Hace unos meses se realizó la premiación a las mejores prácticas públicas, evento en el cual la sociedad civil reconoce iniciativas públicas innovadoras y efectivas para mejorar nuestra calidad de vida. Durante el 2016 se premiaron iniciativas como la automatización de los procesos de comercio exterior por parte del Servicio de Aduanas, el Sistema Metropolitano de Áreas Protegidas del Municipio de Quito, el programa Aprendamos del Municipio de Guayaquil y el registro en línea de nacimientos por parte del Registro Civil.

Elegir un gobierno es más que ir a las urnas: es la posibilidad de pensar qué tipo de país queremos y de encontrar nuevas formas de cooperación entre ciudadanos. Ojala llegue el día en que seamos capaces de tomar decisiones pensando en el futuro y en los demás —de alguna manera podríamos afirmar que estamos caminando en esa dirección y múltiples iniciativas lo demuestran. Sin embargo, hasta que ese día llegue, el gobierno seguirá siendo una herramienta necesaria para resolver problemas que escapan a la capacidad de los individuos. Esa es la razón por la que debemos ir a votar, esa es la razón por la debemos informarnos sobre los planes de cada candidato, y esa es la razón por la cual debemos asegurarnos que esos funcionarios públicos —sean quienes sean— rindan cuentas una vez elegidos.