[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada, después de muchos años, regresé a una cancha de fútbol. Estaba tan emocionado que había olvidado lo malo que soy para ese deporte. El balón pasaba de largo, regalé mil patadas al aire, chocaba contra otros jugadores. Mi ineptitud se notaba cada vez más pero el momento más notable fue cuando a la mitad del segundo tiempo, el balón llegó a mis pies a tres cuartos de cancha y sin marca alguna. Corrí hacia el arco y me quedé solo frente al arquero. Los contrarios gritaban: ¡agárrenlo que se va solo! pero una voz resaltó entre la multitud: “¡No se preocupen que se marca solo!”. Y eso pasó: boté el balón fuera de la cancha. Me frustré pero me alivié al mismo tiempo porque el error me regaló una epifanía. De alguna extraña manera entendí que la oposición ecuatoriana es similar a mí como futbolista, es una inepta que se “marca sola”, y que, sin importar los escándalos de corrupción o los errores en materia electoral del oficialismo (balón en el pie y con el arco libre de defensas), no encuentra la manera de capitalizarlos (de meter el gol) y con esto lograr una mejora en su carrera para llegar a Carondelet.

Las evidencias de esta ineptitud están en todos lados, como en los ataques que intercambian los candidatos Viteri y Lasso. Arremetidas que seguramente alegran a Lenin Moreno y que confirman la profecía de Rafael Correa que los candidatos de oposición pelean entre sí  por el segundo lugar. A esto debemos agregar lo patético que es observar a dos candidatos de “derecha” ponerse el disfraz de populistas y lanzar promesas demagógicas imposibles de cumplir debido a la situación lamentable de la economía ecuatoriana, como la creación de un millón de empleos nuevos o la gratuidad de la luz eléctrica para los pobres del Ecuador. Estas promesas muestran la incapacidad, torpeza y desesperación política de los dos principales contendientes del candidato del oficialismo. Pero en cierto grado es entendible la desesperación ¿quién no estaría ansioso? Imaginen estar en campaña desde el 2013, gastar mucho dinero y no ser capaz de superar el techo de 25% en los distintos sondeos electorales hechos en el país hasta el día de hoy.

Este fenómeno de inercia electoral podría ser explicado, en palabras simples, por dos razones: Primero, por no haber entendido que si hubieran aplicado la fórmula mágica de unirse en vez de luchar cada uno por su lado (algo tan simple, que hasta Alvarito lo entiende) estarían bien adelante en los sondeos electorales. Y segundo, (y más importante) por la falta de propuestas constructivas encaminadas a un mejor futuro para el país por parte de los opositores. Ninguno promete un cambio para mejor. De hecho, todos dicen querer volver al Ecuador de hace diez años, un país en el que, pese a que no vivíamos en un régimen autoritario como el actual, estábamos en una situación quizás peor; atrapados bajo el poder de los grupos económicos, quienes hacían y deshacían la vida del ciudadano común. O sea, la promesa de la oposición es retornar a la plutocracia de los 80s y 90s, la cual llevó al deterioro económico que sirvió como caldo de cultivo para el leviatán del correísmo. Por lo tanto, se puede afirmar que la oposición está atrapada bajo el efecto Pigmalión, auto cumpliendo las profecías de Rafael Correa, de que lo que quieren es volver a un pasado de privilegios de los grupos de interés por sobre el bienestar de los más necesitados. E irónicamente, es justo esto lo que se sacan en cara los dos principales candidatos rivales al Gobierno, haciéndole nuevamente el juego a Correa. Para ejemplificarlo está  Viteri y su círculo quienes hace algunos días acusaron a Lasso de querer crear dos tipos de trabajadores y así eliminar todas las conquistas sociales de los trabajadores ecuatorianos en beneficio de las ganancias de sus amigos empresarios. Incluso, Viteri acusó a miembros de un grupo económico de conspirar en contra de su postulación en favor del candidato Lasso.

En conclusión, la oposición es una calamidad. Los correístas lógicamente estarán preguntándose ¿para qué esforzarse en combatir a la oposición si ellos se “marcan solos”?  Son tan desastrosos que ni los escándalos del gobierno los han favorecido en los sondeos electorales. En estos meses hemos tenido desde Ali-Baba y (en este caso) sus 80 ladrones en Petroecuador, la ley de plusvalía, los ataques a la banca, el país endeudándose vertiginosamente, las contradicciones entre instituciones del gobierno, la honorable dama embriagada que desea mostrar su poder  y muchos escándalos más. Pero después de esto no ha sucedido absolutamente nada. En los sondeos poco o nada han cambiado las preferencias por los candidatos de la oposición. De hecho, lo único que se observa es una caída en las preferencias por Lenin Moreno, pero no es algo por lo cual deberían auto congratularse los líderes opositores, pues este fenómeno es el resultado de la presencia de chimbadores (en especial el naranja pro régimen) a los cuales no vale la pena ni dedicarles una línea.

Al ver los escándalos del gobierno en estos últimos tres meses, pienso que por la grave situación económica del país, el gobierno está auto-saboteándose para no estar al mando de un avión que está a punto de estrellarse. Si esto es verdad, la situación de la oposición sería aún más patética porque no sólo, en este mano a mano con el gobierno, están por enviar el balón afuera de la cancha, sino que aparentemente el mismísimo gobierno le estaría haciendo barra a la oposición para que le meta un gol y ni aún así pueden hacerlo. Todo este triste panorama puede explicar por qué la indecisión y la apatía con respecto a las elecciones son altas; es fácil asustarse y decepcionarse en este escenario. Un escenario sombrío donde lo único que nos queda claro es que el cambio que la ciudadanía aspira no llegará en estas elecciones, y consecuentemente nos tocará resignarnos a esperar unos dos, cuatro, ocho o doce años más para poder escapar de este régimen autoritario.