Morir en occidente es un tormento para las familias que deben cargar una deuda eterna. De no ser así, se termina en una especie de fosa común, sin identificación alguna. Morir, no solo conlleva la falta de signos vitales, sino, que exige una distinción de clase –de muerto– que refleja estatus.

La muerte es una construcción social que tiene un contexto histórico-social determinado que se refleja en las diferentes visiones culturales sobre ella. Lo que comparten la mayoría de visiones culturales es que sus prácticas sociales y costumbres que giran alrededor de la muerte evidencian el temor que le tienen, como son el culto a la juventud y, el llamado “encamizamiento terapéutico”.

Consideración de la muerte desde diferentes culturas

La muerte en el cristianismo tiene una connotación positiva, ya que el hombre al morir adquiere la dicha en el paraíso eterno. Con la muerte de Jesucristo se  ha salvado de los pecados a la humanidad. Quien crea en él será salvado, subirá a los cielos para la prometida vida eterna.

Desde las religiones orientales, en cambio, la salvación se produce de forma individual y no colectiva. Los maestros o gurús no salvan directamente a la humanidad, están en la Tierra para enseñar  a sus discípulos el camino hacía esa salvación, camino que deben recorrer individualmente mediante su esfuerzo. Desde estas religiones se considera que: “el hombre no tiene un solo nacimiento, como en el cristianismo, sino que va renaciendo, muriendo y volviendo a nacer a través de diferentes cuerpos. “La importancia de la creencia en la reencarnación es de primerísimo orden en el pensamiento de la India; tanto hinduista como budista.” (Álvarez, 10)

El ciclo de nacimientos y renacimientos tiene una connotación negativa, porque consideran que en “la vida física hay sufrimiento, por lo cual se busca alcanzar un estado de conciencia en el que ya no se necesite volver a reencarnarse. A tal estado se lo conoce como “nirvana.” (Álvarez, 10). Budha relató que después de haber llegado al estado de “nirvana”, descubrió cuatro “Nobles Verdades”.

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La primera de ellas, se refiere al dolor. Desde el nacimiento, la vida en todo momento produce dolor. Desde estas visiones culturales se cree que en el origen el hombre solo era esencia espiritual desvinculada de toda materia y por lo tanto no sentía dolor. La segunda es la Noble Verdad habla de la causa del dolor, que se da porque los hombres toman la ilusión por realidad y se afanan en acumular objetos, que están destinados a perecer. Ese dolor proviene de la canalización de nuestras energías hacía lo que se desvanece, a ese mundo cambiante, sin tener nada perdurable. Parece que ya se adelantaron desde esta visión a hablarnos sobre la modernidad y nuestra sociedad líquida donde todo es pasajero. La tercera verdad es acerca de la cesación del dolor que se consigue en la medida en que nos vamos desapegando de las cosas, descubriendo un estado de alegría que no depende de algo exterior, sino que proviene de nuestra misma esencia. Concepción totalmente diferente a occidente, donde mientras más bienes se pueden acumular y mientras más relación y dependencia se tenga con estos, se va por buen camino.

La cuarta verdad hace referencia al camino que nos conduce a esa finalización del dolor, es el llamado Noble Octuple Sendero, que es la “recta comprensión, recto pensamiento, rectas palabras, recta conducta, rectos medios de vida, recto esfuerzo, recta atención y recta concentración.” (Álvarez, 12). Los hombres capaces de recorrer este sendero, serán capaces de librarse del sufrimiento. Y una vez que haya muerto seguiría disfrutando de aquella felicidad espiritual que es eterna.

Dentro de las religiones orientales, concretamente en el budismo tibetano, la aceptación y superación del miedo a la muerte ocuparía un papel fundamental, a diferencia de la mayoría de visiones culturales.

El Islam por su parte  considera que “ el mundo es un lugar donde existe el sufrimiento como consecuencia de los errores humanos”. O sea, que en la Tierra puede haber tanto sufrimiento como felicidad siendo el paraíso celestial el único lugar donde se viviría con felicidad plena.  Por ello, la conquista de un musulmán es abandonar este mundo para alcanzar esa dicha eterna. Entonces la muerte será esa puerta que conducirá a los cielos:

Un musulmán que a lo largo de su vida ha practicado los denominados «5 pilares del Islam”  estaría convencido que al morir irá al paraíso anhelado tal como le promete su religión. Estos cinco pilares son:
– La profesión de fe: «No hay más Dios que Ala y Mahoma es su enviado «;
– La oración;
– El ayuno;
– La limosna; y,
– La peregrinación a la Meca una vez en la vida»‘.” (Álvarez, 15)

En la antigüedad clásica, en las culturas griega y romana, había corrientes como la estoica, donde los estoicos basaban la felicidad en la posesión de un alma libre, a la que no alcanza el dolor, ni es esclava de la búsqueda de una felicidad exterior ya que de alguna manera los seres humanos encontramos esa felicidad dentro de nosotros mismos. Según ellos un espíritu anima al mundo y está presente en todas partes. Sin embargo, “al morir el hombre se reuniría con este espíritu universal. La muerte sería un bien en sí, sino fuera porque para el sabio, que no es conquistado ni por el placer ni por la desgracia, no hubiera más grandeza que considerarla indiferente. Por tanto, se aceptaba la muerte y valores como la dignidad y sobriedad inclinaban a aceptarla con naturalidad” (Álvarez, 16) En nuestra sociedad actual de occidente, de cierta manera existen formas y prácticas en las que se manifiesta nuestro inmenso temor a la muerte:

“En la actualidad, en nuestro mundo moderno la muerte es un tabú. Su solo recuerdo produce intranquilidad. Si en el siglo pasado el tabú fue el sexo, ahora es la muerte “ (Álvarez,  18)

El sistema capitalista o neo capitalista se ha apoderado de las esferas sociales, económicas, psicológicas y culturales, cambiado la concepción del mundo, es decir modificando esas estructuras mentales que subyacen al comportamiento, de lo cual nos habla Levi Strauss. Con ello modifican la conducta tanto a nivel individual como social. La muerte en occidente ha dejado de tener tanta trascendencia como en épocas pasadas donde vaya que morir era un hecho tremendísimo, con eso no quiero decir que no lo siga siendo, pero quizás hoy hay menos conexión de los familiares con el proceso de la muerte de sus miembros, en el sentido de encontrar una sala de velaciones, comprar un cofre.

Hoy en nuestro país existen empresas encargadas de administrar la muerte de nuestros parientes cercanos, como para “quitarnos un peso de encima”, pero detrás de esto se esconde un oportunismo en una situación vulnerable de los familiares, amigos.

Estas empresas funerarias no solo que venden tumbas, sino estatus, en palabras de Pierre Bordieu hablaríamos de una distinción que se da a partir de clase, en este caso no es una distinción de gustos de arte, sino, una distinción de post vida, el lugar de muerte, el cofre, la sala de velaciones, una misa. Todo eso en nuestra sociedad implica estatus, en Cuenca no es lo mismo por ejemplo ser enterrado en la Empresa Municipal de Servicios de Cementerio que en el Camposanto Santa Ana. La distinción de clase continúa después de la muerte.

Clase y muerte

Detrás de la forma en cómo llevamos la muerte en occidente, se incorpora un sistema de clases. Karl Marx dijo que los conflictos sociales se dan por una lucha de intereses de clases entre quienes poseen los medios de producción y quienes venden su fuerza laboral. Se creía que la clase es una posesión o un signo de los vivos, pero mi planteamiento ahora es que la distinción de clases  también ha avanzado hacía los muertos. No es lo mismo tener recursos económicos y morir “dignamente”, que no tener nada y estar en una fosa común sin identidad ni rastro.


Durante diferentes períodos de la historia, se moría como se vivía. Un emperador era enterrado con sus riquezas en Egipto y bajo la construcción de una pirámide que de alguna forma lo inmortalice. En el período incásico de los Andes, muchos muertos eran enterrados con sus esposas y sus posesiones. Pero el elemento de distinción siempre estuvo presente, no era lo mismo que muriese un rey a que muriese un esclavo. Esta diferencia hoy por hoy está más acentuada y aceptada que nunca. Muchos de los occidentales tienen en su imaginario social que los  muertos “burgueses” no pueden compartir terreno con los muertos “obreros”; es por ello que ha sido la misma sociedad elitista y consumista la que ha impulsado la creación de cementerios para ricos que les distingan de  los lugares para muertos pobres.
El mismo mercado capitalista ha creado formas de legitimar esta mercantilización de la muerte. Por ejemplo,  a través de membrecías a los campo santos más de “élite”, a continuaciones algunas de las membresías.

Membresías
| Funeraria y Camposanto Santa Ana. Una decisión de hoy para estar por siempre en Cuenca|

¡Lleve su tumba, anticipadamente!

Campañas de ventas como éstas se generan en este sector empresarial que exige a sus futuros clientes reservar su nicho antes de morir, sino, no habrá tiempo de pagarlo y es posible que muera en una fosa común sin identificación. Si gusta puede anticipar la compra de tumbas de toda su familia, porque a más de clasistas en nuestra Cuenca somos bastante hogareños.

Revisemos la misión de una de las empresas cuencanas: “Es la organización previsora de Servicios Exequiales que le soluciona de manera anticipada el problema que se presenta en la Familia cuando un Ser Querido fallece, además le garantiza A PRECIOS DE HOY y le DA TRANQUILIDAD al saber que tiene todo resuelto.»

En lugar de mantener un marketing ético la empresa de servicios exequiales nos vende una idea de comprensión con el dolor de otro
Como seres trascendentales que estamos de paso por esta vida, debemos pensar que uno a uno los miembros de nuestra Familia cumplieron su misión y tendremos que despedirlos con un adiós…. Cuando de manera conjunta prevemos esta eventualidad, podemos memorizar el recuerdo de nuestra Familia en un lugar que nos reina como símbolo de solidaridad y amor.

¿Por qué no en lugar de ese mensaje tan ultraísta, debería decir algo como todos somos pasajeros, pero yo quiero acumular mi capital a través de la muerte de sus seres queridos, y como yo también soy pasajero es mejor que vaya adelantando la compra de estos servicios?
Además los ultraístas empresarios de este sector ofrecen hasta 60 meses plazo para pagar su muerte o si requiere un asesor comercial financiará la deuda mortuoria en cómodas cuotas.

Los restos del ciudadano occidental deben estar guardados en materiales que ofrecen distinción en vida y en muerte, por eso este sector ofrece “disponibilidad en cofres de madera, metálicos con o sin adornos; con detalles de oro o plata  para cuerpos, restos y cenizas.”
Cuando veía las páginas web de estos servicios me parecía haber entrado en un servicio de catering y salón para un matrimonio o bautizo, la muerte ha adquirido una desvalorización moral y una valoración económica.


Bibliografía:

Álvarez, Carlos, (2004). Las diferentes concepciones de la muerte en las principales culturas de la humanidad, UNAM.
Bourdieu, Pierre, (1998) la distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Taurus, Madrid

Marx, Karl, (1867) El capital, cap. 1.4, eds. Varias

https://www.camposantosantaana.com
https://www.emuce.gob.ec/

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Claudia Cárdenas
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