Todo el debate sobre el aborto debe girar en torno al sujeto moral, al ente que experimenta la reproducción biológica, inmerso en una sociedad patriarcal, llena de sometimiento y discriminación: la mujer con un embarazo que no desea llevarlo a cabo hasta su fin natural y que requiere la opción a decidir ella misma. Esa mujer que tiene sueños, ambiciones, recuerdos, sentimientos que la ligan a la sociedad, y ha quedado embarazada, y desea abortar por diversas razones; no porque lo quiera usar como un método anticonceptivo o por mero placer, como con el reduccionismo característico y de forma simplona y maniquea se lo dice. Es una cuestión de derechos de la mujer, de derechos humanos, de justicia social. No se pretende incrementar los abortos en Ecuador sino despenalizar su práctica, que, creo, causa muchísimo más daño. Vamos a desarrollar este artículo en cuatro secciones: cuestión científica, ética-moral, jurídica, razones por las cuales una mujer tomaría la decisión de abortar y conclusiones.

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Cuestión científica

El óvulo fecundado o zigoto, embrión y feto son vida, claro está, pero carece de todo lo que se mencionó de la mujer, y hasta –aproximadamente– las seis semanas no tiene sensaciones, ni capacidad de sentir siquiera, porque no tiene un sistema nervioso central completamente desarrollado con la capacidad de poder receptar dolor, y porque se encuentra en un medio químico que lo mantiene ‘sedado’, o por lo menos, inconsciente. Por eso, en muchos de los países en donde es permitido el aborto, se lo permite –por ciertas razones– hasta un plazo determinado de vida intrauterina del embrión; como por ejemplo en España, hasta la semana 22; y en Portugal, hasta la semana 24 para la protección de la vida de la madre; o en Alemania y Reino Unido, hasta la semana 24 en casos de deterioro de la salud física o mental de la embarazada. Los elementos indispensables para que el feto pueda sentir dolor son las fibras neuronales aferentes; tracto espino-talámico y los grandes centros cerebrales como el área somestésica, lóbulo parietal y lóbulo frontal; mecanorreceptores y principalmente los nociceptores, que se desarrollan en la semana 29(1). Según un estudio publicado en el Journal of Neuroscience, en marzo de 2006, los fetos de entre 25 y 45 semanas pueden receptar dolor y hay estudios que extienden las semanas en que el feto  puede sentir dolor hasta casi el nacimiento natural; como lo afirma y lo comprueba el doctor Lorenzo Fabrizi, y su equipo, que con encefalogramas midieron la actividad eléctrica cerebral a 46 bebés en Londres y sólo los bebés de entre 35 y 37 semanas pudieron distinguir un estímulo doloroso en lugar de un tacto general. Pero lo que queda claro es que hasta la semana 25 el feto no siente dolor, así lo asevera la Dra. Fitzgeral, en Londres, o; hasta la semana 24, Allan Templeton, presidente del Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos, en Reino Unido: aproximadamente 6 meses.

Cabe recalcar que mi intención no es menospreciar al nonato, tan sólo es visibilizar quién tiene prioridad, porque generalmente la sociedad le da prioridad a éste y no a la mujer. Esto no se lo debe tratar como una simple lucha feminista, sino como una lucha ética para la sociedad entera, porque incluso el hecho de que las mujeres puedan detener un embarazo no deseado acarrea consecuencias positivas para la sociedad.

La 57º Asamblea Mundial de la Salud, de la OMS en el 2004 indica que “la salud reproductiva y sexual es fundamental para las personas, las parejas y las familias, así como para el desarrollo social y económico de las comunidades y naciones”, también que “el aborto peligroso es una causa prevenible de mortalidad y morbilidad materna.” En Ecuador, es la segunda causa y Enipla (Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar y Prevención del Embarazo en Adolescentes) se propone grandes reducciones en embarazos no deseados, para adolescentes también, y violencia sexual; cosa que aplaudo pero creo que aún falta más. En Latinoamérica y el Caribe hay más de un aborto inseguro por cada 3 nacidos vivos.


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La mayor parte de las consecuencias del aborto son psicológicas, desde el dogma religioso a la sociedad, se tergiversan los datos sobre consecuencias negativas sabiendo que “la probabilidad de muerte como consecuencia de un aborto llevado a cabo con procedimientos modernos no es mayor a 1 de cada 100.000 procedimientos”, según el Instituto Alan Guttmacher, en 1999.

El Vaticano considera a la píldora del día después como ‘abortiva’, cuando la ciencia la describe como ‘anticonceptiva’: se la usa pocas horas después de haber mantenido una relación sexual sin protección, cuando el embrión es imposible que haya sido fecundado porque lo hace (fecundar) dos o tres días después del coito. La Iglesia también se opone a una efectiva educación sexual y reproductiva:

Según organizaciones autodenominadas provida, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva es un término engañoso para enmascarar la pretensión de, a través de los organismos internacionales, imponer a los países pobres la mentalidad anti-vida, para evitar su desarrollo humano, que pone en peligro la supremacía del mundo rico.

Esto no tiene ningún sentido o, al menos yo, no lo encuentro. Notemos que se dice “evitar el desarrollo”, cuando oponerse al aborto de mujeres de estratos económicos bajos con embarazos no deseados implica el no-desarrollo de las mismas. Es obvio que el mero hecho de que mujeres, por razones socioeconómicas, puedan abortar no disminuirá los abortos si no se ejercen las políticas completas (que recomienda la OMS, por ejemplo). Requieren educación sexual-reproductiva y tratamiento post-aborto también para que tantos abortos por estas razones no se sigan dando.

Las personas que deseen vivir la sexualidad deben estar informados, la ignorancia en los sectores socioeconómicos bajos es monumental. Los textos de educación sexual y reproductiva para adolescentes deben hablarles de sexualidad conforme a su edad sabiendo que los jóvenes, en promedio, inician su vida sexual a los 15 años. Es recomendado por especialistas que los jóvenes comiencen esa etapa con mayor edad, y hay que educar a los chicos para tratar de encaminarlos a eso, pero tampoco podemos negarnos a ver una realidad, con consecuencias devastadoras. 

De cada 10 embarazos, 3 son de adolescentes. El embarazo de niñas sube un 74% en Ecuador. Con estos antecedentes corroboramos lo que vemos en las calles: es común ver a una niña cargar en sus hombros a otra niña, en los semáforos pidiendo caridad, nunca en un parque o en el cine, ¡las causas son evidentes! Son más altas las tasas de embarazos en menores con escasos recursos y muchas de ellas mueren abortando en la clandestinidad, mientras que las que tienen recursos sí pueden abortar seguras, que es hacia donde apuntamos.

Podemos darnos cuenta cómo el tema no se debate por un mero tabú, sin objetividad (querer penalizar el aborto a toda costa no es ejercer un debate serio). Podemos ver cómo el divorcio, que también fue tabú, se legalizó y no todo el mundo se ha divorciado. ¿Por qué seguir creyendo que cuando se despenalice el aborto, los índice de aborto se van a incrementar, conociendo las estadísticas en los países donde está despenalizado no lo demuestran (esto lo trataremos más adelante con profundidad)?

Ética-moral

Varios sectores, mayormente religiosos, usan “criaturita de Dios”, “bebé”, “niño”, etc., dando el mismo valor moral al ser humano potencial (no nacido) que a un ser humano; o mostrando imágenes en donde se practican abortos a fetos de edad avanzada; abusando con un juego de palabras o de la emotividad de las personas, y desechando un debate científico en PRO del desarrollo de las mujeres y la sociedad entera. Este debate casi siempre se lo genera a partir de preconcepciones, muchas veces inconscientes, de índole ideológico-cultural como bíblico-teológico –yo le llamaría distópico–, incluso misógino o antifeminista, y no desde una perspectiva realista.

David Hume, en la Investigación sobre los principios de la moral, nos habla –refiriéndose al fundamento de la ética– que “es una cuestión de hecho y no de ciencia abstracta.” Las políticas deben desarrollarse a partir de sociedades reales y no de sociedades imaginarias. Si cada cuatro minutos se produce un aborto en el país, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ¿por qué seguimos negándonos a una realidad, tratando un asunto de naturaleza política –por extensión, de salud pública– como un tema de simples moralismos? Como decía Kropotkin: “la finalidad de la moral no puede ser trascendente, es decir sobrenatural, como quieren muchos idealistas: debe ser real”. Tampoco la ‘ética científica’ se opone al concepto del deber como obligación, sólo anhela que esos preceptos surjan de una realidad cambiante.

Con respecto a la moral y cristianismo (o religión), recordemos que el mismo Jesús –máximo exponente de una moral adjudicada para sí mismo por el cristianismo– no se opone a la esclavitud; es más, la acepta y la promueve (Efesios 6:5-6). No fue hasta después de más de 1700 años para que la esclavitud se aboliese poco a poco por todo el mundo (hoy quedan rezagos), en Ecuador en 1851. El divorcio es poco aceptado pero el trato hacia una mujer divorciada es denigrante en la moral cristiana (Mateo 5:32). Ahora estamos en un mundo donde cualquier persona puede divorciarse y rehacer su vida con otra pareja desde 1804 en Francia. Hay muchos pasajes que coartan la libertad (desde la libertad de expresión) de las mujeres en la moral cristiana (1 Pedro 3:1). Sólo hasta 1927, en Uruguay (que ahora despenaliza el aborto, el consumo de marihuana y permite matrimonio homosexuales), se permitió a la mujer ejercer su derecho al sufragio, en Ecuador en 1829. Louis Réard presentó el primer bikini en 1946, en una pasarela de París, y ninguna modelo profesional lo usó por un tema de moral para la época. Esto puede resultar superfluo pero no lo es tanto, porque inconscientemente la sociedad tenía puesto el chip cristiano del recato en las mujeres (1 Pedro 3:3) y ahora es común. La pena de muerte para homosexuales (Levítico 20:13)  sigue dándose, ¡en nuestro siglo!, en 5 países y la homosexualidad criminalizada en 78.

Richard Dawkins acota algo interesante, y que se conecta con este punto de vista, demostrándonos que la moral no es religiosa. En su libro El espejismo de Dios nos muestra un experimento del psicólogo israelita George Tamarin, cuando, con el relato de la Batalla de Jericó a niños de escuelas israelitas; donde Dios manda a destruir el pueblo y matar a sus habitantes por no compartir sus mismas creencias religiosas; el 74% aprueba parcial o totalmente la matanza, mientras varios argumentos desaprueban el acto sólo es por los bienes materiales, mas no por las personas. Luego a otros niños hace el mismo experimento pero cambia el nombre de Josué por “General Lin” e Israel por “Reino Chino de hace 3000 años” y sólo el 7% aprueba el acto. Esto no prueba –como ya lo dijimos anteriormente– que los religiosos no tengan moral, pero sí que los seres humanos la tengan por el mero hecho de creer en algún dios (pueden ver el experimento completo aquí). También podríamos ver que en las cárceles del Ecuador, el 92% de las personas practican algún tipo de religión, lo que quiere decir que poseyendo algún tipo de divinidad, siguieron delinquiendo. Todos estos datos demuestran que los religiosos sencillamente no tienen ni más ni menos moralidad que cualquier ciudadano sólo por ser religiosos y que; debido a una realidad cambiante, la moral también evoluciona, y con ella la ciencia, la ley natural, etc. Pero muchas veces los ciudadanos acatan ciertos aspectos de la Biblia –en nuestro caso– y descartan otros, como pudimos darnos cuenta. Podríamos afirmar que esa aparente moralidad religiosa –que no proviene de Dios y sí de la interacción entre personas, de la sociabilidad aun en los animales superiores, como lo dice Darwin en sus estudios–, en verdad, no es acogida por la sociedad ciegamente, y que también la jurisprudencia debería legislar desde una ética científica.

Ahora, dejemos la moral (que está muy relacionada) y vamos al tema del alma (que también está muy relacionado). En Grecia Antigua o Roma se calificaba al feto como ‘vísceras’ de la mujer –la mujer a su vez sometida a la decisión del hombre– y no se penalizaban los abortos. Durante la Edad Media, los teólogos y juristas no llegaban a un acuerdo de cuándo el alma habita al feto –‘animación’: primero, se debatía si la mujer tenía  alma o no, hasta el año 585, en el segundo sínodo de Macon (salvo la Virgen María que sí poseía); luego estimaban en 40 días para los hombres y 90 para las mujeres desde la concepción; después la constitución Criminalis Carolina, aprobado en 1532, fijó la ‘animación’ cuando la madre percibía sus movimientos; y finalmente, el Papa Pío IX, en 1869, recién penaliza los abortos, en las primeras etapas incluso, dando a entender que el alma habita desde su concepción. Ahora tenemos una cronología más acertada de la concepción del aborto y el cristianismo, y que su punto de vista no siempre fue el mismo.


Al parecer, la carencia de alma en el nonato fue la causa de la legalización del aborto por muchos años, antes del cristianismo, pero sin el consentimiento de la mujer. Ya se vivió un mundo ‘pro-aborto’ pero lo que muchos buscamos es un mundo ‘pro-elección’, sin penalización.

El alma, inicialmente, ejercía dominio sobre el alma pasional y apetitiva, y se concebía para los seres animados como plantas, animales y seres humanos (o también como Platón lo afirmaba: racional, concupiscible e irascible). Podemos evidenciar que el cristianismo, el Islam medieval, y muchas religiones del mundo,  se nutren de las ideas platónicas acerca del alma, y de la concepción hilemorfista de Aristóteles que consideraba que todo cuerpo constaba de alma y materia –claro dualismo, antropológico y ontológico, como ‘forma y materia’ o el posterior ‘espíritu y carne’–, y que sólo los plantas tenían un alma vegetativa, los animales tenían un alma sensitiva y las personas tenían un alma racional. Es decir, el intelecto es restringido sólo para los seres humanos, y la animación (plantas, animales y seres humano) está en un ‘escalafón’ inferior al intelecto (concepto platónico). Según Platón, la inteligencia del alma radica en la vivencia anterior, en el mundo de las ideas; donde todas las almas ‘esperan’ hasta habitar un cuerpo, gracias a la mano de una divinidad. Esta teoría filosófica griega concuerda con la primera teoría teológica cristiana: la doctrina de la Preexistencia. No nos extenderemos en esto pero acotamos que, adicional a esta teoría sobre el origen del alma, están las posteriores: Traducianismo y Creacionismo.

Para cerrar este tema, para el cristianismo, la muerte del nonato, hasta 1869, no era considerado como una homicidio porque no poseía alma o no era de la misma ‘clase’ que la de un ser humano. Entonces, si no es completamente matar a un cuerpo toda la oposición al aborto radica en matar al alma. Rosana Alvarado hizo una observación en Twitter, que parecería a simple vista una herejía o un comentario de mal gusto, pero es una cuestión de análisis profundo: “No se bautizan fetos”. Propiamente, no se bautiza la carne, sino el alma, para unificarla a la Iglesia y purificarla de los pecados. Santo Tomás, basado en la concepción aristotélica, en su Summa Theologica, nos cuenta: “Al principio, el embrión tiene un alma sólo sensitiva que es sustituida por otra más perfecta, a la vez sensitiva e intelectiva.” Debido a estas divergencias acerca del origen del alma, un sacerdote no va a las maternidades a bautizar vientres, prefieren bautizar a un ser ya nacido; cuando pase de ser un ser humano ‘potencial’ a un ser humano ‘real’.

Jurídica

El cirujano Germán Cardoso, fundador del Movimiento de Médicos Argentinos por el Derecho a Decidir, precisó que se registran 39 abortos de cada mil mujeres en América Latina, en donde la gran mayoría de países lo penalizan; y en países donde está despenalizado solamente 10 de cada mil, es decir hay un incremento del 74%. Esto se lo usa como un argumento válido, pero el mero hecho de penalizarlo o despenalizarlo (el aborto) no comprueba que el aborto reduzca las tasas del mismo, porque para esto también habría que tener en cuenta la educación en general, sexual y reproductiva de la sociedad, estándares de vida, entre otras y, –lo que me parece más relevante a mí– una mayor valoración hacia las mujeres. En América Latina, en Ecuador, a muchas mujeres se las fuerza a tener relaciones sexuales y no denuncian porque es una práctica común; siempre es el mismo sector más desfavorecido económicamente. O las obligan a no usar preservativos, ya no por desconocimiento o falta de recursos para comprarlos, sino por imposición de los hombres ¡y sumisión de las mujeres! ¿Acaso no nos damos cuenta de que, en general, la gente más pobre tiene más hijos, y la miseria sigue creciendo a pasos agigantados.

Recién en 1882 aparece el aborto ‘honoris causa’ y el Anteproyecto Federal en Suiza, en 1916, que en el artículo 112 permitía el aborto por médicos y con consentimiento de la mujer. Todavía queda mucho por recorrer y la mayoría de países restringe la opción a las mujeres de detener su embarazo no deseado. Esto quiere decir que muchos políticos (después de casi dos mil años) prefieren atarse a sus dogmas religiosos que salvar personas. Con esto nos podemos darnos cuenta de cuán nocivo es cuando la religión pasa de las iglesias a la política, desarrollándose en un sistema político ‘escolástico’ que aparenta ser laico, con un «rancio corte monacal”, como dice Felix Duque con severas palabras refiriéndose a la educación.

Razones por las que una mujer tomaría la decisión de abortar

A continuación se exhibirán las causas por las que se debe permitir el aborto seguro. Entre paréntesis se encuentra el porcentaje de los países que se acogen a la causa, según la Guía técnica y de políticas para Sistemas de Salud de la OMS, en Ginebra, 2003:

A) Para preservar la vida de la mujer (98%)

Ecuador se une a la mayoría de países, que por este motivo despenalizan el aborto. El artículo 45 de la Constitución de Ecuador garantiza la vida «desde la concepción»; y en el artículo 363, numeral 6; «la salud integral y la vida de las mujeres embarazadas». Está claro y estamos todos de acuerdo con eso; el gobierno es el garante de la salud pública, pero hay una escala que debería estar clara: primero son los seres humano, luego los seres humanos potenciales. La vida que tiene prioridad –y se lo establece en el Código Penal, artículo 447, numeral 1: «si este peligro no puede ser evitado por otros medios»– el peligro es de la mujer embarazada, no del embrión. Sencillamente no tiene sentido alguno exponer tu propia vida para dársela a un eventual ser humano, así sea fruto de tu vientre. Esta prioridad innegable se la reconoce ya en las leyes ecuatorianas, debería aplicársela con mayor eficiencia y cualquier debate en torno a este aspecto es involutivo y sin sentido.

¿Acaso es ético pretender que las madres que tienen embarazos riesgosos se las obligue a comprometer su propia vida por su hijo, al estilo de un mártir –como el Jesucristo en la cruz, expiador de los pecados del mundo, dando su vida por sus hijos? Esto se puede asemejar, hasta cierto punto, a los sacrificios humanos para los dioses. No es lo mismo comparar a un nonato con un niño menor, porque muchas veces he escuchado que “una madre daría hasta su propia vida por cualquiera de sus hijos (nacidos, se sobreentiende)”. Esto es muy diferente,  comprensible y no hay objeción alguna. El problema radica cuando se quiere hacer creer que un ser humano potencial (en el vientre) es igual a un bebé o niño (ya nacido).

En Europa, sólo el Vaticano no permite el aborto por ningún motivo, ni siquiera para preservar la vida de la madre –que tiene prioridad y es reconocido por casi todo el mundo. Evidenciamos con esto que en un país teocrático-cristiano, la fe cristiana relega los argumentos racionales. Además, hacemos unas precisiones de demás países teocráticos del mundo, todos con religiones abrahámicas. Israel (judío), en coherencia con los versículos de Éxodo comentados al inicio, sí es coherente con sus principios y permite el aborto por peligro de la madre y su salud física y mental, violación o defectos del feto. Irán y Arabia Saudita (islámicos) prohíben el aborto sólo al peligrar la vida de la mujer embarazada, el segundo sólo hasta el primer trimestre de gestación.

B) Para preservar su salud física y mental (62-63%)

La mujer embarazada debería estar en libertad de decidir si quiere continuar o no con su gestación, teniendo en cuenta hasta qué punto se deteriora su salud, previo a una consulta con especialistas.

C) Por violación o incesto (43%)

Ecuador se acoge a estos países pero sólo cuando la violación se consume a una mujer «idiota o demente», es decir, cuando una violación se da a una mujer con sus facultades mentales normales –como en la gran mayoría de las violaciones ocurre–, la mujer está obligada a tener el producto de esta atrocidad, y en caso de oponerse irá a prisión de uno a cinco años calificada como una criminal. ¡La víctima es criminaliza! ¿Tiene algún sentido esto?

Actualmente en la fiscalía se registran 13 casos de violaciones a mujeres al día; Ramiro Rivadeneira indicó que en 2010 hubo 4669 casos. Ya que todas las violaciones no son denunciadas, gran parte de ellas provienen de los familiares más cercanos como abuelos y tíos, y la mayoría de estratos socio-económicos bajos, nos podemos percatar del nivel de miseria social que hay en nuestro país.

Al despenalizar el aborto en caso de violación no se detendrán las mismas –que se lo haría con educación, fomentando la dignidad por y para la mujer y reduciendo las enormes brechas sociales– pero sí que el Estado provea mayor justicia. El porcentaje de embarazos producto de una violación es mínimo (he leído entre 1% a 5%) pero ¿es moralmente aceptable –así sea una sola persona– que la víctima de ese abuso tenga que aceptar en sus propias entrañas el producto de esa atrocidad, por nueve meses y luego hacerse cargo de esa vida no deseada? Celebrar la vida en todo momento ha sido lo cotidiano, y a lo que hemos estado acostumbrados, pero hay un momento donde nos debemos plantear ciertos dilemas.

El 18% (INEC: 17%) de las adolescentes del país están embarazadas y 2 de cada 10 aseguran haber sido víctimas de abuso sexual, según el Ministerio de Inclusión Social. Muchas de las mujeres con embarazos producto de una violación o incesto no abortan por su creencia religiosa arraigada. Les han infundido –y Nietzsche desarrolla la idea– que la finalidad de las mujeres es ser madres, y –esto lo acoto yo– que los hijos son un “regalo de Dios”; Dios es el dador de vida y no podemos oponernos a ello. También muchas mujeres  –más aún en estratos bajos– sienten una carga de inferioridad porque escaso su rol económico en la familia no se asemeja al del hombre, y asumen las consecuencias del maltrato sexual proveniente del patriarcado con sumisión.

La lógica de que “la ley debe hacerse cargo del violador, no del “niño”, no resuelve el dilema. La ley debe hacerse cargo del violador y hay que tener claro que despenalizar –que no es igual a legalizar– el aborto no va a reducir las violaciones. Para ello hay que hacer leyes específicas para esa problemática pero la mujer no debe pagar las consecuencias de aquello, ella debe poder decidir si desea tener o no el producto de la violación, previo a una consulta con especialistas, para que no sea una mera respuesta a la emoción (sociedad-religión) sino también al conocimiento (razón-experiencia).

D) Por daño fetal (39%)

La mujer debe poder decidir si quiere continuar o no con su embarazo, sabiendo que el daño fetal repercutirá en la vida de su hijo –y de toda la sociedad– y no podrá desarrollar una vida ni semejante a la normal. Hay que conocer que el 30% de las discapacidades en Ecuador son de orden genético(13). Comparar esta decisión con asesinar personas con discapacidad física o mental es falaz y maquiavélica, porque no es lo mismo asesinar una persona que detener un embarazo no deseado, para que no venga esa vida a sufrir, y utilizar esos recursos para dar mayor bienestar a las personas que ya viven.

E) Por razones socioeconómicas (33%)

Los recursos son importantes para el progreso de las sociedades, es obvio, y si una madre (muchas son madres solteras(14)) con muchos hijos no tiene los recursos suficientes para el sustento de otro hijo, no es razonable que tenga otro más. Eso nos sumerge en la pobreza cada vez más, y esto se lo usa como un argumento para estar en contra del aborto. Al permitir el aborto, en casos de violación o por razones socioeconómicas, no permitimos que vengan muchas más personas en este clima hostil y que las personas que ya existen tengan mayores oportunidades de progreso; es decir, promover una mayor justicia social.

Es posible que sea especulación mía, pero tal vez el Vaticano quiera más pobres porque son los pobres los que, en mayor medida, son feligreses de ellos. No lo sé. O que el concepto del cristianismo es que está con los pobres y jamás que quiere erradicar la pobreza. Tampoco lo sé. La llegada de otro hijo a una familia que carece de recursos significa que los pocos recursos que los integrantes que ésta poseen, disminuirán más, y será aun más difícil su desarrollo. ¿Pretendemos seguir creyendo que “cada niño llega con el pan bajo el brazo”? Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la tasa global de fecundidad en el Ecuador es de 3.5 en mujeres pobres y en las no pobres de 1.9 hijos por cada mujer. Es decir, las mujeres pobres tienen un 46% más de hijos –muchas veces solas–, y por ende, con muchísimas menos posibilidades de progreso.

F) A petición (27%)

Abortar por abortar puede resultar discutible, pero hay un punto que no se lo analiza generalmente: ningún método anticonceptivo es 100% seguro. Es imposible que no hayan embarazos no deseados aun así existiese la educación sexual y reproductiva que se necesita. Aunque los métodos anticonceptivos sean una práctica común, siempre; aun así, habrían seis millones de embarazos no deseados en el mundo(15). ¿Es racional dejar llevar nuestra vida por el azar? ¿Por qué no puede ser la humanidad misma la que lleve sus propias riendas?

Mi intención no fue herir susceptibilidades, sino establecer otra visión a la que se suele tener, una visión más racional a partir de una realidad y no de libros o instituciones arcaicas. Cuando corre peligro la vida de la mujer, el Estado debe preservar la vida de ésta. Permitir no significa obligar. Es fácil tergiversar términos o conceptos para evadir un debate serio. Otorgar la facultad de interrumpir el embarazo a la propia mujer con estas RAZONES es escalar un peldaño ético y librarnos del azar que tanto daño hacen al progreso de las sociedades.