Los estantes de cemento blanco, normalmente cubiertos de ponchos, pantalones y cobijas coloridas, están vacíos. Apenas seis personas están sentadas bajo un cielo gris que refuerza el aura de abandono y quietud en un espacio que suele ser bullicioso, con cientos de comerciantes y turistas. 

La fotografía es de septiembre de 2025 de la tradicional Plaza de Los Ponchos en el centro de Otavalo, en la provincia norandina de Imbabura, el epicentro del paro nacional 2025. Desde el 22 de septiembre, cuando empezaron las movilizaciones y los cierres viales por la eliminación del subsidio al diésel, la plaza —el núcleo de generación económica de la ciudad, según Pablo Balladares, presidente de la Cámara de Comercio de Otavalo— es casi irreconocible. 

Es la muestra más cruda del impacto económico que han dejado las protestas en Imbabura.

La Plaza de los Ponchos en Otavalo.

La Plaza de los Ponchos en Otavalo luce decierta. Fotografía de Pablo Balladares concedida a GK.

El cantón Otavalo, con 120 mil habitantescasi 6 de cada 10 indígena— se ha convertido en el epicentro de los choques entre comuneros y militares. En más de diez días de paro, las calles han permanecido bloqueadas y los manifestantes han impedido que circulen carros. La pequeña ciudad, conocida por su pujanza comercial y los volcanes portentosos que la rodean, es un punto estratégico de conexión con la Costa ecuatoriana, que también sufre los impactos de la paralización. 

A solo diez kilómetros de Otavalo, Cotacachi, asentado en las laderas del volcán que lleva el mismo nombre, también se ha transformado en escenario de protestas. Allí murió Efraín Fuerez, alcanzado por un disparo por la espalda que perforó su pulmón. Allí fueron retenidos y golpeados 17 militares. La violencia ha desdibujado a la pequeña ciudad de apenas 45 mil habitantes y reconocida por su trabajo de cuero que, junto con el turismo, son su principal actividad económica.

La crisis causada por el paro en estos dos cantones repercute directamente en Ibarra, capital de Imbabura, donde el 70% depende del comercio. Según cifras preliminares de Mario Montenegro, vicepresidente de la Cámara de Comercio y Producción de Ibarra, las pérdidas causadas por el paro ascienden a unos 20 mil dólares diarios en las medianas empresas, mientras que en los negocios pequeños —tiendas, bares, bazares— varían entre 200 y 1.000 dólares al día.

La provincia de Imbabura, con 469 mil habitantes, aporta el 5,4% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, según su Prefectura. Es decir, 5,4 de cada 100 dólares que produce Ecuador salen de esta provincia. 

El comercio al por mayor y menor reportó ventas de 508,2 millones dólares entre enero y julio de 2025, según el Servicio de Rentas Internas. Las industrias manufactureras ocupan el segundo lugar con 159,8 millones de dólares, seguidas por transporte 92,1 millones de dólares

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Otavalo: comercios paralizados y escasez

Pablo Balladares, el presidente de la Cámara de Comercio de Otavalo, dice que el paro empezó a sentirse antes de que arrancara oficialmente. Desde el 15 de septiembre, una semana antes de la convocatoria de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) tras la eliminación del subsidio al diésel, la gente empezó a prepararse. Con la herida de los paros de 2019 y 2022que afectaron, sobre todo, a los pequeños comerciantes—, muchos optaron por abastecerse de alimentos.

Cuando las protestas estallaron el 22 de septiembre, el impacto fue inmediato. Coincidió con el inicio de la temporada escolar, una de las fechas más esperadas por los negocios locales: transporte, papelerías, bazares y tiendas de ropa suelen repuntar en esos días. Este año, esa esperanza se apagó de un solo tajo. Balladares, también dueño de una papelería, cuenta que ni siquiera pudo pensar en contratar personal extra para reforzar la atención en esta época, como lo ha hecho en años anteriores.

Con los cierres viales, la actividad comercial cayó en picada: de cada diez locales, sólo tres seguían abiertos, explica Balladares. Los que se mantienen atendiendo son, sobre todo, farmacias y bancos para transacciones mínimas —depósitos y retiros. El resto permanece cerrado: restaurantes, papelerías, bazares, tiendas de abasto, peluquerías, etc. 

Dos semanas después de que empezó el paro, la situación se agravó. El nivel de actividad bajó del 30% al 5%, calcula Balladares. A ello se suma la escasez de carne, huevos y leche porque las industrias que envían productos a  Imbabura —desde Pichincha, por ejemplo— no han podido hacerlo por las vías bloqueadas. “Prácticamente, Otavalo está sitiado”, resume Balladares.

También hay desabastecimiento de combustibles. Según Balladares, los manifestantes han impedido el funcionamiento de las gasolineras y el ingreso de tanques de gas. “Se están terminando las reservas y no hay reabastecimiento”, lamenta. Mario Montenegro dice que las comercializadoras de combustibles han dejado de recibir cerca de 200 mil dólares diarios en Otavalo.

En la Plaza de los Ponchos, donde decenas de artesanos venden textiles todos los días y donde llegan turistas de todo el mundo, reina el silencio. Camilo Ontaneda, presidente ejecutivo de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE) —que agrupa a 32 pequeñas, medianas y grandes empresas—, dice que las paralizaciones le cuestan al sector, solo en Imbabura, 200 mil dólares diarios en pérdidas.

El turismo es escaso, señala Balladares, y con él el sustento de familias —aunque no precisa cuántas están afectadas. Es el reflejo del impacto en la economía de Imbabura. 

La terminal de buses de Otavalo es otra postal del vacío: sin turistas, sin buses, con los locales cerrados. Los pequeños quioscos de caramelos o cigarrillos mantienen sus productos cubiertos con fundas azules para protegerlos de la lluvia y del polvo, mientras esperan tiempos mejores. El sector hotelero también siente el golpe. GK confirmó que varios han cerrado sus puertas, entre ellos el Hotel Otavalo, uno de los más emblemáticos del cantón.

Cotacachi: obligados a cerrar las puertas de hoteles

Lo mismo ocurre en Cotacachi, la capital del cuero y una ciudad donde, con 45 mil habitantes, hay una fuerte presencia indígena kichwa.

La Sociedad de Artesanos y la Cámara de Comercio del cantón dijo, el 26 de septiembre —poco después de que empezara el paro—, que “la paz es condición indispensable para que el sector productivo, artesanal y comunitario pueda florecer”. El comunicado, firmado por las dos organizaciones, tiene el objetivo de abrirse al diálogo con el gobierno de Daniel Noboa, algo que ha insistido la Conaie. Hasta el 3 de octubre, las puertas se han mantenido entreabiertas.

Por un lado, la Conaie insiste en que siga el paro y los cierres viales; por otro, el Presidente intenta aplacar las manifestaciones con bonos al sector productivo. Por ejemplo, la ministra de Economía y Finanzas, Sariha Moya, dijo en el canal de televisión Teleamazonas que la eliminación del subsidio, que pasó de 1,79 dólares a 2,80 dólares, llegó acompañada de 18 medidas de compensación, con un enfoque en los grupos más vulnerables.

Uno de los ejes principales es el apoyo al sector agrícola, considerado estratégico para la seguridad alimentaria y la generación de empleo rural. “Muchos agricultores no tienen tractores propios, sino que los alquilan dentro de sus asociaciones. Por eso hemos decidido entregar 1.200 tractores de mediana y alta gama, con un presupuesto de 81 millones de dólares”, dijo la ministra.

Mientras las medidas de compensación se discuten y socializan, la población sigue sintiendo los efectos del paro. Luis Farinango, propietario del Hotel Cotacachi, en pleno centro del cantón, cuenta que desde el inicio de las protestas se vio obligado a cerrar su negocio. Las paralizaciones provocaron la cancelación de todas sus reservas, incluso la de un equipo de futbolistas colombianos que pensaba hospedarse allí. Con las puertas cerradas y sin huéspedes, calcula que las pérdidas ya bordean los 3 mil dólares.

El dueño de otro hotel, que pidió mantener su nombre en reserva por temor a represalias, calcula que, en dos semanas de paralización, sus pérdidas ya superan los 1.500 dólares. 

Aunque intentó abrir, asegura que desde el sábado 20 los manifestantes lo obligan a cerrar las puertas. Es jubilado, y el negocio es su fuente de ingreso para complementar la pensión con la que cubre sus gastos mensuales. Su preocupación ahora es cómo podrá recuperar lo perdido y quién asumirá esa responsabilidad luego de que termine el paro 2025 —que aún no tiene fecha. 

Ibarra: afectada por el comercio

La pedrada económica del paro también se siente en Ibarra, a 21 kilómetros de Otavalo. 

Según Montenegro, de la Cámara de Comercio y Producción de la ciudad, el impacto de la paralización en los negocios es grave. En el sector turístico —bares, restaurantes y hoteles— las pérdidas alcanzaron al menos el 60% de las ventas en los primeros cuatro días del conflicto (del 22 al 26 de septiembre). Montenegro no precisa un monto total.

El problema no se limita al área urbana. Desde la pequeña ciudad de Cayambe hasta el sector de ‘Y’ de Cajas, donde limitan las provincias de Pichincha e Imbabura, hay un corredor con alta concentración de empresas exportadoras de flores. En el sector florícola de Imbabura y sus alrededores, las pérdidas rondan el millón de dólares diarios.

GK contactó a la Asociación Nacional de Productores y Exportadores de Flores del Ecuador  (Expoflores)  que en un comunicado dijo que hasta el 29 de septiembre, entre el 8% y 10% de las fincas florícolas de la zona resultaron afectadas por la imposibilidad de transportar su producción debido a bloqueos de vías y “actos de violencia”. Sin embargo, no detallaron el monto de las pérdidas ni si la situación ha generado incumplimientos con los compradores internacionales.

El sector industrial también está golpeado. Montenegro calcula que en las dos primeras semanas del paro, las pérdidas superan los 42 millones de dólares en Imbabura y Carchi, provincia vecina del norte del país que colinda con Colombia. Esta cifra incluye industrias de lácteos, azúcar y cemento.

El combustible es otro punto crítico: las comercializadoras han dejado de percibir alrededor de 300.000 dólares diarios solamente en Ibarra.

En el sector productivo, el presidente de la Federación de Fruticultores del Norte, Rafael Castillo, dice que las dos primeras semanas de paro ya dejan efectos que se sentirán tanto a corto como a largo plazo. 

La federación agrupa a agricultores de Esmeraldas, Sucumbíos, Carchi e Imbabura, la zona cero. Según Castillo, los cierres viales han impedido la comercialización normal de la producción. La poca fruta que ha logrado salir, en convoyes hacia Quito o Guayaquil, llega con problemas: sale ya madura por el tiempo que demora en ser transportada, explica. Eso hace que pierdan valor, porque se pueden echar a perder. 

Imbabura es una de las principales abastecedoras de frutas hacia otras provincias de la Costa, especialmente Guayas. Entre sus productos destacan la mora, la fresa, la guanábana, el aguacate y la granadilla. Aunque Castillo admite que aún no es posible calcular el monto exacto de las pérdidas, sostiene que el impacto es evidente y amenaza con agravar la situación de los productores en la región.

Más allá de las cifras, Montenegro advierte que hay consecuencias sociales: la paralización no solo frena el comercio, también genera una crisis laboral. Aunque no se habla aún de despidos, sí hay dificultades para cubrir las nóminas de fin de mes —de septiembre— en sectores como el turístico y el comercial. Esto repercute en la economía de los hogares, afectando su alimentación, servicios básicos y protección, dice el vicepresidente de la Cámara. 

Por ahora, el sector turístico y comercial intenta articular iniciativas para mitigar el impacto del paro, sostener la continuidad de los negocios y, en la medida de lo posible, proteger el bienestar de las familias.

GK pidió una entrevista con el prefecto de Imbabura, Richard Calderón, para hablar sobre el impacto del paro en la provincia. Su equipo de comunicación comentó que debido a la “agenda emergente” no era posible hacerlo. 

Emerson Rubio Gk
Emerson Rubio
Reportero y editor en GK. Periodista especializado en crónicas. Máster en Edición, Producción y Nuevas Tecnologías. Ha publicado en medios nacionales e internacionales como Crónica, El Mundo. Cubre temas políticos, LGBTIQ.
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