En su barrio, a Fanny García la conocen como el timbre. Siempre está alerta de lo que pasa. Desde hace 15 años es dueña de Gaseosas del Valle, una tienda en Mirasierra, un sector ubicado a 30 minutos de Quito. Fanny García conoce a todos los vecinos y sabe de quién es cada auto. Por eso, cuando ve algo que no conoce o le parece raro, sabe que podría haber un riesgo, y manda un mensaje al chat de Whatsapp de sus vecinos.
El chat grupal en el que está Fanny García se creó hace cinco años. Ese mismo día se creó otro. Cada uno tiene alrededor de 350 miembros; son al menos 700 vecinos que participan para que el barrio sea más seguro. Todos conforman el cabildo Mirasierra, un grupo creado en 2017 para resolver problemas que las autoridades deberían resolver.
Mirasierra tiene calles pavimentadas, de tierra y de piedra; está dividida por una gran avenida llamada Ilaló. Cerca de esa arteria, Guadalupe Rojas, o Lupita como le dicen los vecinos, me cuenta que vive ahí desde hace ocho años. Hoy es la coordinadora del Cabildo.
Guadalupe Rojas recuerda cuando, en 2017, se reunió con cinco vecinos para hablar, por primera vez, sobre los problemas del barrio: calles agrietadas y llenas de baches, robos, fugas de agua, calles oscuras.
En aquella reunión del 2017, los que participaron contaron que cuando iban a hacer un reclamo al municipio, cada uno por su cuenta, no les prestaban atención. Fue en una de las reuniones de vecinos que un concejal del municipio que vivía en el sector les aconsejó que formen un grupo y hagan pedidos colectivos.
Y eso hicieron.
Convocaron a los vecinos de Mirasierra y, el día de la asamblea para nombrar a la directiva del Cabildo — presidente, vicepresidente, secretario y tesorero — lograron reunir a 400 personas. Ese día invitaron a un representante de la Policía, de los Bomberos, de la junta parroquial de Alangasí, y a la administradora zonal. El acuerdo más importante fue crear el cabildo para que el barrio se organice colectivamente y hacer constante publicidad para sumar a más vecinos.
En noviembre de 2017 se formó oficialmente el cabildo y un mes después crearon tres comisiones: Seguridad, Vialidad y Medioambiente. Se dieron cuenta que la directiva no era suficiente para abarcar todos los problemas. Cada comisión está integrada por ocho o diez personas especialistas en el tema.
La de seguridad, por ejemplo, está conformada por ingenieros en administración y gestión de riesgos, militares y policías en servicio activo y pasivo. En la de medioambiente hay varios ingenieros ambientales. En la vialidad, arquitectos, ingenieros eléctricos e ingenieros civiles.
Hoy, seis años después de esa primera asamblea, son 700 personas que todos los días hablan sobre autos o personas sospechosas que están en el barrio, los múltiples baches de las calles, las luminarias robadas o rotas del parque.
Lo hacen a través de dos grupos de Whatsapp principales y varios secundarios. Los grupos están divididos dependiendo de cuán activa esté cada miembro.
- “Vecinos no tengo el botón de pánico, me podrán dar llamando a la policía, se intentaron meter a mi casa”.
- “Este vehículo está nuevamente estacionado frente a la tienda de Fanny y en el lugar donde anoche intentaron ingresar a la casa”.
- “Tener cuidado con estos repartidores, el día de ayer robaron un auto estacionado cerca del parque de los planetas”.
- “Atentos vecinos, este vehículo está ahí, hace más de 15 minutos”.
Son algunos de los mensajes —acompañados de fotos y videos— que se mandaron en octubre de 2023 en uno de los grupos de whatsapp del cabildo Mirasierra. “Como ya conozco a los vecinos y sus autos, cuando veo carros sospechosos o personas sospechosas que quieren información del barrio, ya no doy ninguna información, y aviso en el chat para que estén atentos”, dice Fanny García, decidida.
La señora dice que hace unos días escribió en el chat que “no den información porque andaba un señor extraño preguntando del barrio”. Cuando le preguntó al señor para qué necesitaba la información, él se molestó y se fue. Enseguida García habló con el guardia que estaba en la garita de la calle aledaña y él le confirmó que también había dos sospechosos en su calle. “Encendimos las alarmas y se fueron”, dice.
Encender las alarmas significa activar las alarmas (sirenas) de las casas y tiendas para hacer bulla y avisar a los vecinos por los grupos de Whatsapp.
Otra de las medidas que activan cuando hay una alerta, explica Guadalupe Rojas, es encender las alarmas de los conjuntos, de los carros, y si están en los autos encender las luces. También las personas que están cerca del lugar donde dieron la alerta revisan sus cámaras de seguridad para ver si encuentran evidencia de algo irregular.
Cuando hay una alerta en la que un grupo del barrio se activa, la Comisión de Seguridad del Cabildo contacta a la persona que pidió ayuda e informa a la Policía si la persona no tiene el botón de pánico.
Este botón, explica Silvana Cueva, se instala en el celular de cada persona y funciona con un número específico que comunica directamente con la Unidad de Policía Comunitaria más cercana. Cueva vive en el sector desde hace 24 años y es parte del Cabildo desde que se formó, por eso conoce todos los mecanismos de alertas. “Si yo marco desde mi celular, ellos suponen que algo pasa en mi casa y me devuelven la llamada”, explica.
Cueva dice que una vez una amiga suya que vive en el barrio fue a recoger a su esposo a Tababela. Desde allá la llamó para avisarle que había visto en sus cámaras de seguridad —que tiene acceso desde su celular— que había un ladrón intentando entrar a su casa. “Llama a la policía”, le pidió la amiga a Cueva. Ella llamó, los policías llegaron, y “los ladrones oyeron las sirenas y salieron, no se robaron nada”, recuerda.
No es la primera vez que eso ocurre.
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“He tenido tres intentos y robos en mi casa y han sido fuertes, sobre todo el último que entraron y le amarraron a mi esposo”, cuenta Selene Torres, de cabello largo color castaño, que vive hace diez años en Mirasierra. Torres dice que en el último robo hace dos años, en el que se llevaron un celular y una cartera con documentos, “hubo una reacción rápida, todos los vecinos estuvieron alertas” y encendieron las alarmas, lo que hizo que los ladrones huyeran y no se llevaran nada más.
Torres explica que por el grupo de Whatsapp también se enteran de “carros y motos sospechosas y de gente que está timbrando a hacer preguntas innecesarias en las viviendas”. Esto, dice, les genera cierta confianza, porque saben que todos están pendientes de qué está pasando en el barrio, y les permite reaccionar a tiempo.
Mirasierra, ubicada en la parroquia de Alangasí del Distrito Metropolitano de Quito, y cerca del Cantón Rumiñahui, está dividida en dos por la avenida Ilaló: Mirasierra Alta y Mirasierra Baja. Entre las dos abarcan 32 barrios y alrededor de 72 conjuntos residenciales.
Según Henry Durán, encargado de la comisión de Seguridad del Cabildo, viven alrededor de cuatro mil personas. Durán, que también es ingeniero en administración y gestión de riesgos, explica que como cada lugar está dividido por cuadrantes delimitados por las calles y avenidas, es más sencillo controlar el sector. Cada cuadrante tiene su coordinador. Fanny García, por ejemplo, coordina el cuadrante 3 de la avenida el Sol.
Durán dice que hay chats por cada cuadrante, que está integrado por cuatro calles. Cuando hay un robo o intento de asalto, los vecinos de ese cuadrante encienden las alarmas de sus casas y autos y avisan a la Policía.
La Comisión también da charlas y capacitaciones cada mes, junto a la Policía Nacional, sobre las amenazas y riesgos que hay en el barrio para crear una cultura de seguridad ciudadana. Allí dan tips sobre cómo estar seguros al caminar por la calle, al estar estacionados, manejando, en un semáforo, en el cajero automático o mientras hacen compras. En estos espacios también dan recomendaciones de cómo actuar cuando una persona es asaltada, qué hacer ante un secuestro, y normas de autocuidado.
Toda la información también la difunden, cada mes, por videos, infografías e imágenes por los grupos de Whatsapp.
La directiva del Cabildo obtuvo un punto seguro, un lugar al cual acudir en caso de una emergencia en la UPC que está cerca a la Iglesia San Gabriel. También tienen un espacio en la Administración Zonal donde se reúnen cada cierto tiempo, dependiendo de lo que sucede, para hablar de los temas pendientes del barrio.
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Marcelino Aguirre es un ingeniero civil especializado en estructuras, y vive en Mirasierra hace más de 21 años. Es parte del Cabildo desde 2018. Aguirre dice que los robos son comunes sobre todo en conjuntos que tienen al lado terrenos baldíos. “Hace unas semanas han ingresado a dos casas por este lado del terreno baldío y sonaron las alarmas”, dice. Explica que a veces “la actuación de la policía no es inmediata, tenemos aquí un escuadrón de unas cuatro o cinco policías que vienen permanentemente a rondar, pero no creo que se abastecen”.
Por eso, muchas personas prefieren no salir a caminar en horas de la tarde y la noche. Si lo hacen es acompañadas o en la mañana.
Una mañana de octubre de 2023, Michele Reza camina por el parque acompañada de su bulldog llamado Juliano. Dice que sólo sale en la mañana y que no se le ocurriría salir a las 5 o 6 de la tarde. Reza, graduada en finanzas en el Tecnológico de Monterrey, dice que por su casa, cerca del UPC y del Supermaxi San Gabriel, camina “sin problema” porque es concurrido. Pero por el área del Parque de los Planetas, “vendría con más cuidado o con alguien si es de tarde”.
“La delincuencia ha crecido de tal manera que uno ya no sabe a qué atenerse, yo no salgo después de las 6 de la tarde en mi casa, me da pánico y mucha gente evita salir precisamente por eso”, dice, decidida, Silvana Cueva, una mujer de 68 años que fue azafata durante 36 años.
Mientras está parada bajo un árbol en el Parque de los Planetas, Cueva dice que “los negocios no funcionan porque esto es botado”, y señala el parque a sus espaldas, cuyos árboles están siendo cortados por personal de la Empresa Eléctrica Quito. Cueva explica que hubo dos negocios frente al parque —un centro de nutrición y una tienda de frutos secos— que abrieron apenas dos meses y cerraron.
Desde el centro del parque, entre los árboles, se ve el cartel MK Amigos, un micromercado que llegó al barrio hace un año . Lisbeth Sánches es la dueña y dice que eligió el sitio porque “se veía que era un lugar tranquilo, pero últimamente se ha escuchado de los robos entonces es un poquito miedoso”. Por eso, dice, nunca atiende sola la tienda.
Dice que por su tienda han pasado jóvenes de colegios a quienes les han robado en el parque. Generalmente, dice, los robos ocurren entre las dos y cinco de la tarde. Pero durante todo el día no hay mucha gente que camine por el parque.
En las tres horas que pasé en el sector de Mirasierra —entre las 11:20 de la mañana hasta la 1:30 de la tarde— por el parque pasaron apenas ocho personas. Casi todas estaban acompañadas por otra persona o con sus mascotas. En ese mismo lapso, por las calles, pasaron tres motos y seis carros que esquivaban los baches y el agua empozada — por las lluvias y fugas de agua — de las calles y avenidas.
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Además de los problemas de inseguridad —Ecuador está en el top 10 de los países con mayor índice de criminalidad del mundo — Mirasierra tiene calles en mala condición, plagas en los árboles, falta de luminarias, fugas de agua. Todos son temas en los que están trabajando los vecinos del cabildo.
Doris Falconí vive 16 años en el sector y es parte del cabildo. “Hemos ido consiguiendo un poco de obras”, dice. Habla del trabajo de Tanya Jiménez, presidenta del Cabildo, y Guadalupe Rojas porque antes “era un sector muy descuidado”. Ahora los vecinos están organizados y pueden ayudarse cuando hay problemas de seguridad.
Entre los planes a futuro del Cabildo, explica Rojas, están ampliarse y abarcar “las seis parroquias de Quito que están ubicadas en el Valle de los Chillos”. Por ahora están sólo en Alangasí. Los planes inmediatos son seguir insistiendo en la reparación de vías ante la temporada invernal, nuevas alarmas comunitarias y seguir añadiendo a más vecinos para que sepan que si algo pasa ellos van a estar ahí para ayudar.
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