Había un histrionismo en Marcos Hidalgo. Descansaba en su voz, que era la voz del fútbol. Del deporte que sale de Guayaquil, de esa pasión deportiva que es el alma de Ecuador. Solo en su voz, todo un universo se condensaba. Y hoy estamos llamados a despedirnos de esa voz.

Porque él ya no está. Murió la madrugada del 31 de mayo de 2023. Tenía 81 años. Padecía de un cáncer al pulmón. 

Eso que estamos sintiendo hoy se llama tristeza y es parte de esa conexión que Marcos Hidalgo consiguió prodigar a quienes lo escuchaban. Y, por lo que parece, también la tuvo con sus colegas del periodismo deportivo. 

Porque no hay nadie en este país que no haya lamentado su muerte. Con la muerte de Marcos Hidalgo se termina un tipo particular de transmisión: esa que te hacía disfrutar la experiencia del fútbol. 

Le decían Piquito y creo que nunca supe por qué. ¿Quizás era por la forma en que colocaba su boca al hablar? Tenía frases para casi cada ocasión. Pero, sobre todo, tenía el sarcasmo tan necesario para comentar el fútbol.  Marcos Hidalgo fue ese personaje que se olvidaron de incluir en Ted Lasso: el comentarista capaz de reírse de todo y de todos.

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En su voz existía ese gesto que conectaba. Porque podía ser que no te interesara el fútbol —como fue mi caso durante mi niñez y adolescencia—, pero en casa, ya sea por radio o por televisión —sobre todo cuando jugaba Barcelona o la selección—, su voz estaba ahí. 

Esa que sonaba como si fuera un villano de caricatura que decidió hacer el bien; que acentuaba las sílabas para ampliar el efecto, que te hacía girar la cabeza hacia un equipo de sonido y un televisor porque necesitabas saber qué estaba pasando para que Marcos Hidalgo dijera cosas como “Aplausos”. 

Así: A-plaaaauuuu-sos, alargando la “a” y la “u” para amplificar el efecto de la burla.

Porque claro, había que burlarse de la jugada y la acción absurda de algún jugador o equipo. El comentarista deportivo no debe ser antiséptico, debe estar de lado de los graderíos. Marcos Hidalgo lo supo mejor que nadie.

Uno más de nosotros

Figura de radio y de tv. Estuvo en tantos medios como uvas tiene un viñedo, porque era importante que todo espacio deportivo lo tuviera consigo. Fue por mucho tiempo uno de los rostros del programa Copa, de RTS. Pasó por Ecuavisa, por Canal Uno, Teleamazonas y por radios como CRE, Súper K800, Caravana y La Radio Redonda, el último espacio en el que laboró hasta hace no mucho tiempo.

Más de 40 años en el periodismo deportivo nacional, con al menos cobertura de 5 mundiales —dato que siempre resulta relevante para hablar de una carrera larga y contundente—, lo de Marcos Hidalgo es quizás único.

Murió en su casa, con los suyos. No alcanzó a su cumpleaños, el 7 de agosto. Pero llegó a algo más. A esa permanencia que le abrió la puerta al único cielo posible desde la planicie de la Tierra: el del cariño. Porque incluso cuando se equivocaba —como en diciembre de 2021, cuando en un partido entre las selecciones de Ecuador y El Salvador, que quedó empatado, dijo “Cómo no me puedo reír si nos está empatando un equipo poco menos que de inválidos”—, no se rompía nada; se recomponía el afecto.

Porque si alguien podía ser más humano que nosotros, cometer un error así de mayúsculo y sobrevivir la indignación, era él.

El que gesticulaba cuando hablaba, el que hacía reír todo el tiempo, el que parecía malhumorado mientras esperaba su turno para hablar. El dueño de otra frase insigne como “¿Quién te dijo?”, que funcionó también como crítica a las fallas de los jugadores, cuando perdían el balón o lo pateaban hacia el infinito y más allá.

Popular, sí. Cercano, desde luego. Era uno de nosotros. Marcos Hidalgo estaba enfermo y se notaba. Había perdido peso y su voz ya no era esa especie de corneta que anunciaba lo que pensábamos. Pero incluso con un susurro y una presencia algo desinflada, él estaba ahí. 

En octubre de 2022, luego de una descompensación que lo tuvo 9 días internado, Hidalgo volvió a su programa en La Radio Redonda. Estaba emocionado y apenas le dieron el paso lo dijo. Dio ese testimonio que va a sobrepasar a todos: “Bienvenido a la vida, esto es vida. Estuve internado 9 días, vi salir llorando a gente llevándose el cadáver de su familiar que entró, y yo digo: ¡Ey, todavía no! Yo tengo fuerza, tengo ánimo para seguir».

No es que casi 8 meses después el ánimo se le haya acabado a Piquito. Es que ahora es nuestro turno de seguir, sin él como presencia física, pero sí como parte de nuestra historia como individuos, familia y sociedad. 

Es que a veces, el fútbol es más que la pasión por el deporte.

Eduardo Varas 100x100
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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