¿Qué más se puede decir sobre Catar, sede del Mundial que arranca el 20 de noviembre de 2022 que no se haya dicho ya? En realidad, mucho. Porque de su lado más oscuro se sabe poco —o se habla poco.

Última Actualización: 9 noviembre, 2022
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Este pequeño país, localizado al oeste de Asia, está bañado en tres de sus cuatro lados por las aguas del golfo Pérsico. Es un país con 2.6 millones de habitantes —en Ecuador somos 17.8 millones de habitantes—. Catar tiene una superficie de un poco más de 11 mil kilómetros cuadrados, es decir menos del 4% de la superficie de Ecuador que alcanza aproximadamente 253 mil kilómetros cuadrados.

También sabemos que Catar es una monarquía, que en 1971 se independizó de Gran Bretaña y que se sostiene por ser la tercera mayor reserva de gas natural.

Pero hay otras cosas que se han ido conociendo de Catar y que terminan por oscurecer lo que debería ser una fiesta. Ya sean por las denuncias sobre malas condiciones de trabajo a miles de extranjeros, provenientes de Nepal, India y Bangladesh, especialmente; las constantes violaciones a derechos humanos que se han registrado; o la posición ante la homosexualidad, que todavía es ilegal en Catar.

Hay una sombra, dura y terrible sombra sobre Catar.

El caso de los trabajadores

Preparar a un país para celebrar en su territorio un Mundial de fútbol toma tiempo y dinero. Por eso se anuncian con tanta anticipación y en el caso de Catar el anuncio fue hecho en diciembre de 2010. En el caso del actual Mundial, los preparativos llegan casi a 200 mil millones de dólares y estos se han movido por la construcción de estadios y de infraestructura adicional para recibir a los visitantes que se esperan que lleguen. Estadios que incluyen aire acondicionado hasta en el exterior y techos retráctiles en las locaciones. 

Y esto ha significado que entren a Catar dos millones de trabajadores de otros países para la construcción en estos nuevos espacios, en condiciones complicadas para esto, sobre todo por las altas temperaturas que los trabajadores tienen que soportar a la intemperie. Tal como Aryn Baker lo escribió para un reportaje en la revista Time, los trabajadores en Catar deben construir en medio de temperaturas de 44 grados centígrados, pero hay un problema adicional: 

“Los veranos en Qatar no sólo son calurosos, sino también húmedos, una combinación peligrosa. La única forma en que el cuerpo humano puede hacer frente al calor es produciendo sudor que se enfría al evaporarse. Cuanto mayor es la humedad, menor es la evaporación, lo que provoca un aumento de la temperatura central y, finalmente, un fallo de los órganos”, dice el reportaje.

El índice de temperatura de globo y bulbo húmedo es el que usa la ciencia para medir el impacto de calor y humedad. De acuerdo a ese índice, una medida de 32,5 grados centígrados en un cuerpo es el tope para evitar una lesión. En Catar, durante verano, la temperatura media llega a los 34 grados —1.5 más que el promedio aceptable—, con un 50% de humedad. 

Estadio Ahmad bin Ali

El estadio Ahmad bin Ali ya estaba construido, pero se lo amplió para recibir 40 mil espectadores, en seis partidos durante el Mundial. Imagen tomada de la FIFA.

Si bien, desde 2007 Catar prohibió el trabajo en al aire libre entre las 11 y media y las tres de la tarde en verano —lo que ha hecho que las empresas de construcción armen turnos de mañana y de tarde—, las muertes por ataques cardíacos de gente relativamente joven —de 40 años— y las afectaciones por daño renal, suceden constantemente. Tanto que las predicciones sobre cuánta gente iba a morir hasta que empezara el primer partido del Mundial —Ecuador vs Catar, el domingo 20 de noviembre de 2022— quedaron cortas casi dos años antes de que empiece el Mundial.

The Guardian, en febrero de 2021, hizo una investigación con la que adjudicó más de 6500 muertes de trabajadores relacionadas a la construcción que el Mundial ha movido en Catar. Eso sí, hay que aceptar que los trabajos directamente enfocados en infraestructura de estadios, ligados con la Federación Internacional de Fútbol Asociados (FIFA) presentan “mejores métodos para mitigar los efectos del estrés térmico”, como dice la evaluación que hizo la Internacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera, un sindicato con sede en Ginebra. 

De acuerdo a Mahmoud Qurub, director ejecutivo del Comité Supremo para el Mundial, las construcciones oficiales ofrecían áreas de descanso refrigeradas y pausas de hidratación obligatorias. También cerraban durante las horas más calurosas del día en verano, y los trabajadores recibían trajes de refrigeración especialmente diseñados. 

Oficialmente, las tasas oficiales de muerte en Catar, relacionadas a la construcción de edificios ligados al Mundial, son mucho más bajas que las otras obras de infraestructura en el país. Es decir, hay espacios en la construcción en Catar donde se expone a los trabajadores a altas temperaturas y al riesgo que eso significa.

En 2019, representantes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hicieron un estudio de las condiciones laborales del país. Entre las recomendaciones, la OIT pidió que se añadiera una hora y media más a la prohibición de trabajar al aire libre en verano y que se amplíe el horario de verano a cuatro semanas más.  

Pero la temperatura es solo una cosa. Miles y miles de trabajadores de Bangladesh, India y Nepal han debido pagar entre 500 y 4300 dólares a agencias de reclutamiento en sus países para conseguir un cupo para construir en Catar. Sus salarios terminan variando entre 190 a 400 dólares mensuales dependiendo de la zona o del espacio en construcción.

De acuerdo a denuncias hechas públicas por Amnistía Internacional, muchas veces este salario se entrega con retraso. Además, en los campamentos, los trabajadores duermen en espacios pequeños, a veces ocho personas en un espacio destinado para cuatro. 

Amnistía Internacional Catar

Imagen de una habitación de los trabajadores en Catar, según Amnistía Internacional. Fotografía de Amnistía Internacional.

Abusos a los derechos humanos

Personal del comité organizador del Mundial saltó de inmediato e interrumpió la entrevista que le estaban haciendo al exfutbolista catarí Khalid Salman, que en su rol de embajador del Mundial estaba hablando en la televisión pública alemana. Salman dijo, segundos antes que la homosexualidad era un “daño mental”.

Hay que recordar que la homosexualidad es delito en Catar. 

Esto ha movido a varias organizaciones y autoridades de algunos países a pronunciarse sobre el tema y aclarar su posición de apoyo a la comunidad LGBTI. Ya sean jugadores vistiendo un brazalete de One Love —que probablemente lo vayan a usar durante el Mundial— y hasta acciones directas de ciertos estados. Así lo hizo la ministra del interior de Alemania, Nancy Faeser, quien en la primera semana de noviembre, en visita a Catar, aseguró que solo asistirá al Mundial después de recibir garantías de seguridad a los seguidores LGBTIQ de los equipos, por parte del primer ministro catarí.

En la entrevista —que servirá para un documental— Salman contó que le resulta problemático que los niños vean homosexuales porque al ser algo prohibido, los niños podrían aprender algo que no es bueno. “Todo el mundo aceptará que vengan”, dijo sobre los homosexuales, “pero tendrán que someterse a nuestras reglas”.

Khalid Salman

Khalid Salman. Imagen tomada de la web de la FIFA.

Esta no será lo único “prohibido”  que Catar permitiría por el Mundial.

Al ser un emirato absolutista regido bajo la cultura musulmana, los visitantes deben tomar en cuenta ciertas normas culturales al visitar el país, que incluye restricciones de vestimenta, saludo y realización de ciertas actividades de ocio. 

Por ejemplo, para el mundial se adaptó el consumo de alcohol ya que si bien no es ilegal en Catar, hay tolerancia cero con el consumo de alcohol y la ebriedad en espacios públicos. De hecho, es considerado un delito. 

Por eso, la venta de alcohol está limitada. Solamente hoteles, restaurantes, bares y discotecas con un permiso de distribución pueden vender directamente a sus clientes para consumo en el lugar.

Sin embargo, la FIFA ha logrado flexibilizar de cierta manera el consumo de bebidas alcohólicas en los estadios en el mundial de Catar. 

Los fanáticos con entradas a los partidos tendrán acceso a zonas que expenden bebidas alcohólicas. Estas tiendas estarán dentro del perímetro del estadio. El consumo de alcohol podrá realizarse antes y después de cada partido en zonas externas del estadio. Pero en el interior y durante los partidos, los asistentes sólo podrán comprar bebidas sin alcohol

El error de hacer la Copa del Mundo en Catar

Una bomba fue la que soltó el expresidente de la FIFA, Joseph Blatter, cuando el pasado 7 de noviembre de 2022 el diario suizo Tages-Anzeiger, dijo que darle el Mundial a Catar fue un “error” y una “mala elección”. Desde luego, su criterio no tiene nada que ver con los temas de derechos y las condiciones de trabajo. 

En realidad tiene que ver con algo más puntual: la presión política.

De acuerdo a Blatter, el Mundial se le dio a Catar en diciembre de 2010 por las acciones que realizó Michel Platini, entonces presidente de la Union of European Football Associations, (UEFA), bajo las órdenes del expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy. Los votos de Platini y el equipo de la UEFA terminaron por darle el triunfo a Catar de 14 a 8, en contra de otra idea que existía en ese momento en la FIFA.

«En aquel momento, en realidad acordamos en el comité ejecutivo que Rusia debía obtener el Mundial de 2018 y Estados Unidos el de 2022. Habría sido un gesto de paz que los dos adversarios políticos de toda la vida hubieran organizado el Mundial uno tras otro», dijo Blatter al medio suizo. 

Eso no pasó. Ganó Catar y para Blatter ese sigue siendo un problema y 10 días antes de que inicie el Mundial, prefiere decirlo antes de que sucedan cosas: «Es un país demasiado pequeño. El fútbol y la Copa Mundial son demasiado grandes para eso».

Eduardo Varas 100x100
Eduardo Varas
Periodista y escritor. Autor de dos libros de cuentos y de dos novelas. Uno de los 25 secretos mejor guardados de América Latina según la FIL de Guadalajara. En 2021 ganó el premio de novela corta Miguel Donoso Pareja, que entrega la FIL de Guayaquil.
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