En las cárceles ecuatorianas, las personas presas ya no quieren violencia. Ellas y sus familias han venido reclamando —desde hace años— un proceso de rehabilitación digno y pacífico. Tras la estela de violencia que viven las prisiones, sobre todo, la Penitenciaría del Litoral, en Guayas, que ayer registró su cuarta masacre en lo que va del 2021, varias personas privadas de la libertad decidieron poner en marcha una acción de protesta contra la violencia. 

Varios presos se suman a una huelga de hambre con la que buscan marcar una posición firme contra las masacres, los asesinatos y la muerte. Según conoció GK, a través de organizaciones sociales como Fundación Dignidad y SOSCárcelesEc, por ahora se están organizando en el Centro de Privación de Libertad (CPL) de Azuay, Riobamba, en la provincia de Chimborazo, y en el de Cotopaxi para no ingerir alimentos como una posición política. Pero no es la única vez que ocurre. En julio de 2019, los presos anunciaron una huelga de hambre de 48 horas en los centros carcelarios a escala nacional.

En ese año, sus demandas eran varias: agilizar los trámites de garantías penitenciarias, un pedido que se mantiene latente; el día de visitas íntimas y familiares que en aquellos días fue suspendido, además de garantizar acceso a la salud y a la alimentación. Ahora, sin embargo, lo están haciendo por la violencia.

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En ese año, sus demandas eran varias: agilizar los trámites de garantías penitenciarias, un pedido que se mantiene latente; el día de visitas íntimas y familiares que en aquellos días fue suspendido, además de garantizar acceso a la salud y a la alimentación. Ahora, sin embargo, lo están haciendo por la violencia.

2021 se ha convertido en el año con más muertes violentas en la historia del sistema penitenciario: en 2020 hubo 54 muertes, En este año, en cambio, ya se registran 324. No solo se han intensificado las condiciones precarias de vida, sino que el crimen organizado va cada día tomando terreno. Por eso protestan.

Según el Sistema Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI), un grupo de presos se negó a ingerir alimentos: desayuno y almuerzo. Y ese es solo un reflejo de lo que ocurre en el interior de la Penitenciaría. Por ejemplo, hasta la tarde de hoy, Fundación Dignidad dijo a GK que había denuncias de falta de alimento para las personas privadas de la libertad de al menos tres días, mientras comenzaba a gestarse la masacre en prisión. Esta tarde, dijo la institución, el director del CPL de Azuay, Ulises Astudillo, convocó tanto a funcionarios públicos como coordinadores de pabellones y representantes de las personas presas para “analizar la situación”.

A casi dos semanas de que el estado de excepción culmine, se produjo la cuarta masacre sin que el Estado y la fuerza pública pudieran detenerlo. Hasta la noche de hoy, el vocero del ejecutivo, Carlos Jijón, afirmó que el balance de personas fallecidas continúa igual: 68 Además de al menos 25 heridos, aunque no se descarta que la cifra aumente conforme van pasando las horas. Por ahora, decenas de familias esperan en las inmediaciones de la Penitenciaría para preguntar cómo están sus hijos, sus parejas, sus primos, sus hermanos, sus padres, mientras el presidente Guillermo Lasso continúa sin pronunciarse.

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Karol E. Noroña
Quito, 1994. Periodista y cronista ecuatoriana. Cuenta historias sobre los derechos de las mujeres, los efectos de las redes de delincuencia organizada en el país, el sistema carcelario y la lucha de las familias que buscan sus desaparecidos en el país. Ha escrito en medios tradicionales e independientes, nacionales e internacionales. Segundo lugar del premio Periodistas por tus derechos 2021, de la Unión Europea en Ecuador. Recibió una Mención de Honor de los Premios Eugenio Espejo por su crónica Los hijos invisibles de la coca. Coautora de los libros 'Periferias: Crónicas del Ecuador invisible' y 'Muros: voces anticarcelarias del Ecuador'.