Si en 2017 el Ecuador hubiese invertido en prevenir el embarazo adolescente, no solo más niñas hubiesen podido completar sus estudios y tener un plan de vida sino que ese año el país se hubiese ahorrado 59,6 millones de dólares —el equivalente a 1.986 casas de las que entregó el gobierno de Lenín Moreno.
El costo económico de esta falta de prevención es una de las conclusiones del estudio Consecuencias socioeconómicas del embarazo en adolescentes en Ecuador, de Unfpa y Unicef, publicado hoy. El reporte utilizó una metodología estandarizada —llamada Milena— que la usan para estimar cuál es el impacto socioeconómico del embarazo y la maternidad adolescentes en países de América Latina y el Caribe.
La cifra de los casi 60 millones que se podría haber ahorrado el Estado ecuatoriano viene de los ingresos laborales que estas adolescentes dejaron de percibir porque tuvieron que abandonar sus escuelas o colegios para hacerse cargo de un hijo.
Según el estudio, las mujeres que terminaron la educación secundaria, cada año pueden ganar en promedio 3.233 dólares; si terminaron la educación superior, en promedio 9.002 dólares. Si concluyeron un posgrado, los ingresos ascienden a 16.746 dólares. Esto, dice el informe, muestra que el embarazo adolescente provocó una pérdida de 59,6 millones de dólares en 2017. Estos cálculos muestran los efectos de esta prevención en dos áreas: la educación y la economía. Y hay otros, igual de importantes, como los impactos en la salud física y mental de las adolescentes.
Estos son cuatro puntos clave, revelados en el informe, por los que evitar el embarazo adolescente es una mejor idea que 158 adolescentes entre 15 y 19 años queden embarazadas cada día en el Ecuador.
La educación
Quedarse embarazadas obliga a las niñas a no asistir a la escuela y cambiar su plan de vida. Virgina Gómez de la Torre, directora de la Fundación Desafío —organización que busca la equidad de los derechos sexuales y derechos reproductivos—, dice que un embarazo adolescente es “un gran obstáculo para conseguir los proyectos de vida”. Para las adolescentes con uno o dos hijos, dice Gómez de la Torre, es más difícil cumplir los sueños como graduarse, viajar o tener una pareja. Según el estudio de Unfpa y Unicef, una adolescente sin terminar sus estudios tiene menos capacidades, habilidades y oportunidades para ingresar al mercado laboral.
El estudio realizado con datos de 2017—que analizó a mujeres que fueron madres en la adolescencia y mujeres que fueron madres siendo adultas— demuestra que las mujeres que fueron madres adolescentes tuvieron más dificultades para estudiar. Algunas de las cifras lo demuestran: El 52,3% de las madres adolescentes no tienen educación formal o tienen educación básica incompleta, mientras que esa cifra baja al 49,5% en las mujeres que se convirtieron en madres siendo adultas. El 7,2% de mujeres que fueron madres en la adolescencia han accedido a la educación superior en comparación al 18,4% de las madres siendo adultas.
El estudio revela que el 0,3% de mujeres que fueron madres en la adolescencia realizaron un postgrado en comparación al 1,3% de las madres siendo adultas. Es decir que las mujeres que fueron madres en la adultez tienen 6% más de probabilidades de terminar la primaria y secundaria que las madres adolescentes, y el porcentaje aumenta en la educación superior al 11%.
Ana Vera, abogada y directora de Surkuna —una fundación que promueve los derechos de las mujeres, dice que la prevención del embarazo también implica “educación sexual integral como primer paso” porque esto reduciría la tasa de embarazo no planificado de niñas y mujeres todos los días. Como lo reafirma otro estudio sobre el tema realizado en Estados Unidos, prevenir el embarazo adolescente es cuestión de educación sexual.
La participación laboral
Si una mujer ha estudiado más años —ha terminado la educación superior o va a comenzar un posgrado— tendrá mejores oportunidades en el mercado laboral. El estudio reveló que la brecha de participación en el mercado laboral entre las mujeres que fueron madres en la adolescencia y quienes tuvieron su primer hijo en edad adulta es 3,5%. Y agrega que si las mujeres no están en el mercado laboral es porque su trabajo está relacionado al trabajo no remunerado del hogar o tareas de cuidado. En Ecuador, las mujeres dedican un promedio de 31 horas a actividades no remuneradas: preparación de alimentación, mantenimiento del hogar, cuidado de la ropa, hacer las compras para el propio hogar o de terceros, según el INEC.
La falta de participación en el mercado laboral de las mujeres que fueron madres adolescentes representa una pérdida anual para el país de más de 19,8 millones de dólares, equivalente al presupuesto que recibió en 2020 la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay.
Los ingresos fiscales no percibidos por impuestos
El estudio Consecuencias socioeconómicas del Embarazo Adolescente en Ecuador dice que el embarazo adolescente impacta en los ingresos fiscales de Ecuador. Para calcular el impacto, el estudio se basa en el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que es un impuesto del 12% al consumo y el Impuesto a la Renta que es el impuesto del 10% a las ganancias.
Con esos datos, el estudio concluyó que Ecuador dejó de recibir más de 9,6 millones de dólares en 2017 porque las mujeres que fueron madres en la adolescencia tuvieron menos disponibilidad para trabajar y más dificultad para conseguir un empleo lo que reduce su consumo y ganancias.
Salud
El estudio de Unfpa y Unicef dice que una de las causas del embarazo de niñas y adolescentes de menos de 14 años es el abuso sexual que pueden vivir dentro de sus familias o en ambientes educativos. Tatiana* fue violada por su padrastro cuando tenía 13 años, por esa violación sexual quedó embarazada. “Ella pensaba que era una relación de amor, que él la quería, la cuidaba y le daba cosas, pero estaba viviendo una relación de violencia”, cuenta la abogada Ana Vera.
Cualquiera que sea la causa, el embarazo adolescente pone en riesgo la vida de la madre y el bebé. El estudio dice que “los bebés de madres menores de 20 años se enfrentan a un riesgo un 50% superior de mortalidad prenatal o de morir en las primeras semanas de vida, en comparación con los bebés de mujeres de 20 a 29 años”.
En nuestro país, en 2017 murieron 10 madres adolescentes por cada 100 mil nacidos vivos, dice el INEC. Si el embarazo de estas adolescentes se hubiese prevenido se hubiese salvado sus vidas y el Estado hubiese evitado el gasto anual de 82,5 millones de dólares en atención a la mortalidad materna en adolescentes y la atención en salud de los embarazos de niñas y adolescentes.
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Las niñas tienen derecho a estudiar
Tatiana tuvo al bebé y su agresor fue sentenciado a 29 años y cuatro meses de prisión por violación sexual. Hoy Tatiana vive en una casa de acogida y estará ahí hasta los 18 años porque su familia no puede protegerla ni a ella ni a su hijo. Vera dice que tener un bebé en la adolescencia cambia la vida. “Jugar, pasear, ir a una fiesta está absolutamente prohibido. No podrán vivir las experiencias normales de una niña o adolescente porque su vida está alrededor de la maternidad”
Virgina Gómez de la Torre dice que otra situación de riesgo es que las adolescentes embarazadas quieran abortar, y “en este país el aborto es ilegal”. El 17 de septiembre de 2019, la Asamblea Nacional votó en contra de legalizar el aborto en Ecuador, desde esa fecha hasta septiembre de 2020, 2700 niñas entre 7 y 14 años han sido madres producto de una violación sexual. Gómez de la Torre dice que si esas niñas tuvieran la alternativa, sus vidas a nivel social, psicológico y de salud no se afectarían por un embarazo. Abortar sin las condiciones adecuadas las pone en riesgo de morir, dice la experta.
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El estudio sobre las consecuencias del embarazo adolescente concluye que el Estado ecuatoriano aún no alcanza las metas en salud materna: no ha logrado prevenir la mortalidad materna y el embarazo adolescente, como plantea en el Plan Nacional de Desarrollo o la Política Intersectorial para la Prevención del Embarazo en Niñas y Adolescentes. Pero si se aplicaran esas políticas públicas se evitarían pérdidas acumuladas de más de 1.076 millones de dólares y una pérdida de 38 millones de dólares en ingresos fiscales cada cuatro años.
El estudio dice que si se destinaran solo 38 millones cada cuatro años para prevenir el embarazo adolescente y la maternidad temprana, miles de niñas y adolescentes ya no fueran madres, estarían terminando la educación secundaria o superior y aspirando a realizar un posgrado antes que cuidar a otro niño.