Una cadena de conversación en Reddit dice que Instagram nos está espiando. Según la teoría, que circula hace más de 10 meses en Reddit, un sitio web que se ha autodenominado “la portada del internet”,  la red social escucha nuestras conversaciones por el micrófono de nuestros teléfonos.

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La acusación no es tan descabellada como otras que han cruzado por los lugares más oscuros de Reddit, como el hilo sobre los derechos de los hombres que fue llamado misógino hasta por quienes apoyan estos derechos o como el hilo de los que niegan el cambio climático. Y lo hemos escuchado ya muchas veces: alguien está hablando de un restaurante o una marca y de repente Instagram empieza a mostrarle publicidad de esos sitios específicos.

Si te ha pasado, no eres el único. Hay múltiples historias de usuarios de Instagram que creen que les ha sucedido. Aparentemente pasaba tanto que en junio de 2019, durante una entrevista con CBS, el jefe de Instagram, Adam Mosseri, desmintió que Instagram nos esté espiando. «No miramos sus mensajes, no escuchamos su micrófono; hacerlo sería muy problemático por muchas razones diferentes», dijo Mosseri, «Pero reconozco que no vas a creerme realmente». 

Durante la entrevista, Mosseri reconoció que los usuarios de Instagram insisten en que reciben anuncios de restaurantes, tiendas y otras compañías después de mencionarlo en una conversación privada, así que ensayó su propia explicación. Según Mosseri, solo hay dos formas en que los usuarios pueden tener esta experiencia: “suerte tonta”, y si los usuarios están hablando de un bien de consumo en general.  «Viste un restaurante en Facebook o Instagram y realmente te gusta. Está en tu top of mind, tal vez sea subconsciente y luego te aparece», dijo Mosseri. «Creo que este tipo de cosas sucede a menudo de una manera realmente sutil». 

Varios experimentos en YouTube sugieren lo contrario. Como este vídeo en el que se hace un experimento en vivo mencionando el término Spotify y comprobando que los anuncios que antes promocionaban otras páginas, después cambian y empiezan a promocionar a la plataforma de streaming musical. Aparentemente, la “suerte tonta” abunda en estos videos de YouTube. 

Rumores similares rodearon a FaceApp. La aplicación fue creada en 2017 por Wireless Lab de San Petersburgo, Rusia. En julio se encontraba entre las principales ofertas gratuitas en las tiendas de aplicaciones de Apple y Android porque su filtro para envejecer se había viralizado. Las acusaciones de que la aplicación rusa estaba subiendo mucha más información de la que se se daban cuenta los usuarios exacerbaron su mala fama. Incluso, el Comité Nacional Demócrata de los Estados Unidos envió una alerta en la que les pedía a los integrantes del personal de las campañas presidenciales que borraran la aplicación de inmediato.

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Ecuador es un país muy conectado al Internet. Según el informe Ecuador Digital 2019 de Hootsuite, hasta enero de 2019, más del 79% de los ecuatorianos estaban conectados a Internet y el 71% de la población estaba activa en redes sociales. En Colombia, un país con el triple de población, solo el 68% está en Internet y en redes sociales. En Perú, que tiene más del doble de la población ecuatoriana, el 73% de su población son usuarios de internet y de redes sociales. 

Recurrimos al internet para solucionar nuestras principales dudas y preocupaciones. Eso reflejan las principales preguntas que le hicieron a Google los ecuatorianos en 2018 y que estaban relacionadas con redes sociales, el traductor, cómo iniciar sesión y el IESS. 

Instagram nos está espiando: ¿mito web o verdad contemporánea?

Las principales preguntas que le hicieron a Google los ecuatorianos en 2018 tenían que ver con redes sociales y el IESS. Fotografía tomada del Informe Ecuador Digital 2019 de Hootsuite.

Hay más ecuatorianos con Instagram que con empleo pleno. Facebook tiene la mayor cantidad de usuarios activos —12 millones— en el país, pero Instagram está en segundo lugar y cuenta más de 3,9 millones de usuarios activos cada mes, contra los solo 3,2 millones de personas que tienen un empleo adecuado. Según Ivanna Zauzich, gerente de Sfera Digital, una agencia de business intelligence y desarrollo digital, cada persona se comporta de una manera diferente en redes sociales y esos hábitos sirven para darle a las empresas un mejor insight de quiénes son sus usuarios. 

Esos comportamientos se obtienen desde el contenido posteado en redes. Toda tu actividad representa un punto de información. Cuando respondes una encuesta en internet, descargas una aplicación o cuando invitas a un amigo a jugar en línea estás proporcionando información. Y esa información es usada en operaciones sistemáticas que ayudan a resolver un problema, más conocidos como algoritmos. 

Por ejemplo, las empresas de planificación de bodas segmentan su publicidad para su público objetivo. Así que, cuando alguien se compromete y cambia su situación sentimental en Facebook o publica las fotos de la propuesta con el #Engaged, se convierte en parte de ese público objetivo. Después, cuando alguien se casa se convierte en parte del público objetivo de las empresas inmobiliarias, después de los jardines infantiles, colegios, universidades, y finalmente, por pura lógica, de asilos de ancianos y funerarias. 

Para las democracias liberales, el valor más importante es —verdad de perogrullo— la libertad. El votante sabe lo que le conviene, el cliente siempre tiene la razón, se motiva a que las personas se escuchen entre ellas, entre tantas otras cosas. Significa confiar en los sentimientos. Pero en la actualidad un algoritmo podría aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos. Según el escritor e historiador, Yuval Noah Harari, autor de 21 lecciones para el siglo XXI, los algoritmos que ayudan con decisiones podrían desenmascarar como un mito al libre albedrío que siempre impulsó el liberalismo. 

Todo tiene un precio. Sí, Facebook es una plataforma gratuita, pero vende publicidad. Para los marketeros es súper útil para generar mejores estrategias. Todas esas preguntas: ¿estás comprometido?, ¿vas a viajar?, ¿a dónde?, entre otras, son muy valiosas para las compañías. Entre más información le damos a una red social, mejor será la segmentación de las empresas. “La información ahora vale más que el petróleo” dice Zauzich. 

Christian Espinosa, director de Cobertura Digital, dice que el precio de esas condiciones es la privacidad. Y ese es un precio que no puedes regatear. Así que, a cambio de tener internet y todos sus beneficios, debemos pagar en nuestros datos. Si no estamos dispuestos a pagar ese precio tendríamos que regresar a las épocas en las que los teléfonos no estaban conectados a Internet y no existían las computadoras, porque desde que abrimos la computadora ya estamos dando información. 

Ibai Fernández, fundador y director general de la agencia de innovación AGLAYA, opina de forma similar. Explica que a menos que trabajes en Linux, que tiene licencias libres y cualquiera puede distribuir su código, abrir la computadora ya involucra un intercambio de información. “Seguros ya no estamos”, dice Fernández. Así que recomienda evitar compartir información sensible en Internet. Nunca sabes quién podría estar al otro lado. 

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Todos esos datos que obtienen las compañías sobre sus usuarios no pueden ser procesados con herramientas tradicionales. Son demasiados. Según IBM, si todos los datos recolectados en el último año se pusieran en CDs, se formaría una torre desde la Tierra hasta la Luna y de regreso. Así que cargarlos en una base datos normal tomaría mucho tiempo y dinero. Ese conjunto de información gigante se llama Big Data. Son una gran variedad de datos, en grandes volúmenes y a gran velocidad. Y son usados por empresas como Netflix para predecir la demanda de los clientes de su contenido. Conocen a sus usuarios, así saben a qué contenido darle prioridad. 

El escándalo de Cambridge Analytica en 2018 sacó a la luz los peligros del big data. Todo empezó con inocente test de personalidad en Facebook y terminó con acusaciones de robo de datos, interferencia política, chantajes y una caída del valor de la cotización en bolsa de Facebook de 7% en solo un día. 

Cambridge Analytica obtuvo información de más de 50 millones de usuarios de Facebook, que incluía actualizaciones de estado, «me gusta» e incluso mensajes privados. De acuerdo con los reportes publicados por The New York Times y The Guardian, esos datos privados fueron luego utilizados para manipular psicológicamente a los votantes en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, que ganó Donald Trump. Mark Zuckerberg, fundador y presidente de Facebook,  asumió su responsabilidad y prometió garantizar la privacidad de sus usuarios, pero la confianza no siempre se recupera. 

Con los casos de Instagram y de Faceapp parece que hay dos opciones: darle nuestra información a Mark Zuckerberg o al presidente ruso Vladimir Putin. Yuval Noah Harari, dice, preferiría darle la información a Zuckerberg. Aunque con el caso de Cambridge Analytica parece que no tenemos opción y cualquier información entregada al fundador de Facebook, eventualmente llegará a las manos de Putin. Ya que la compañía, además de manipular a los votantes, usó investigadores rusos para recoger los datos y compartió esa información con compañías relacionadas con la agencia de inteligencia rusa FSP.  

Aunque Facebook nunca ha confirmado si alguna de sus aplicaciones está escuchando nuestras conversaciones tienen acceso a puntos de información como la cámara y el micrófono. Ivanna Zauzich dice que siempre existe la posibilidad de que nos estén escuchando y hasta Mark Zuckerberg tapa la cámara de su laptop. 

No toda la información recolectada es usada para marketing. Facebook tiene Data for good, un set de herramientas para cumplir con la responsabilidad social de hacer algo positivo con la información obtenida por la compañía. Una de ellas permite que las personas comuniquen su estado después de un desastre natural o una emergencia. A muchos en Ecuador les llegó el mensaje de “¿Estás bien?” después del terremoto del 16 de abril de 2016. Este tipo de mensajes proporciona mucha data de desastres naturales y da información sobre la estructura geosocial de un país.  Esos datos son compartidos con las organizaciones sin fines de lucro e investigadores para que lo usen de forma responsable y, en teoría, trabajen para desarrollar políticas públicas. 

Más o menos lesivos, hay algo que atraviesa la recolección de datos, en general: es incesante. Nuestro hogar tampoco se le escapa. La tecnología llegó a estar en la capacidad de hablar varios idiomas, conversar, responder a órdenes específicas, hacer chistes, poner alarmas, dar resúmenes de noticias y conectarse y controlar a otros dispositivos, como cámaras de vigilancia. Y no, no es un episodio de Black Mirror. Son los asistentes virtuales, como Alexa de Amazon, que usa altavoces Echo para escuchar los requerimientos de sus dueños. Entre enero de 2016 y diciembre de 2018 Alexa incrementó sus habilidades de 130 a 80 mil. Y la cantidad de ventas se  duplicó en 2018. 

Y también está escuchando. Según Bloomberg, la pregunta más repetida por los usuarios de Alexa es: “Alexa, ¿alguien más nos está escuchando?”. Y algunas veces hay alguien que sí lo está haciendo. Amazon tiene muchos empleados en todo el mundo para ayudar a mejorar su asistente El equipo escucha las grabaciones de voz capturadas por Alexa en las casas y oficinas de los propietarios. Esas grabaciones se transcriben y luego se usan como retroalimentación para eliminar los huecos en la comprensión de Alexa de la forma en la que hablamos y ayudarla a responder mejor a las órdenes. Eso explica todas esas habilidades nuevas que aprendió en los dos últimos años. 

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Esa libertad, ahora está sujeta a los términos y condiciones que aceptamos. “Accedemos a todo” dice Zauzich “tus datos son único que tienes en el mundo digital. Es como coger tu cédula, imprimirla un millón de veces y tirarla con todos tus datos expuestos”. Solo que no es solo tu cédula lo que estás entregando. En el mundo digital tenemos mucha información. Para la experta es como si le contaras a alguien dónde comes regularmente, dónde compras, desde qué puntos te conectas, a dónde viajas constantemente, etc. En fin, como que proporcionaras datos de lo que haces en tu día a día, sin darte cuenta. “No entiendo por qué la protección de datos no se ve como un derecho” dice Zauzich.

Tal vez Instagram no escuche tus conversaciones privadas —al menos según su jefe— o te espíe mientras duermes. Pero sí sabe mucho de ti y lo aprovecha para su beneficio. Por ejemplo, Instagram muestra tu status de actividad (si estás activo o no). Algo similar sucede con tu ubicación. También tiene acceso a tus contactos entre sus redes sociales hermanas, Facebook y WhatsApp. Por eso te suelen aparecen como sugerencia de amigos incluso si no existen amigos en común. Genera patrones de comportamiento sobre sus usuarios. Instagram explica, en su página web, que así deciden qué contenido mostrarle a sus usuarios: “Por ejemplo, es posible que veas anuncios basados en las personas a las que sigues y el contenido que te gusta en Instagram, tu información e intereses en Facebook (si tienes cuenta de Facebook), y los sitios web y las aplicaciones que visitas.” Hasta advierte que utilizarán la información de tu actividad en Instagram, en Facebook y en sitios web y aplicaciones de terceros que uses. Está clarito, pero rara vez leemos la letra pequeña, así que nos sorprende cuando Instagram sabe exactamente quiénes somos. 

Los términos y condiciones son importantes, pero muy pocas personas —por no decir nadie— los leen. El documental de Netflix Terms and Conditions May Apply discute el lenguaje utilizado en el internet y cómo las grandes compañías recolectan y utilizan la información de los usuarios. 

En este documental se analiza lo poco conscientes que estamos de estos términos y cómo pueden hasta adueñarse de nuestra alma. Como sucedió en 2010 con la compañía Gamestation, que enterró la cláusula de “alma inmortal” entre sus términos y condiciones y obtuvo más de 7.500 almas de sus usuarios. El principal motivo es que nadie tiene el tiempo que esto tomaría. Un estudio de Carnegie Mellon concluyó que leer todas las políticas de privacidad que un usuario de internet encuentra en un año tomaría 76 días hábiles, es decir 15 semanas de trabajo —casi un cuatrimestre del año solo para leer los términos y condiciones a los que estamos expuestos. 

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Las seguridad también es un negocio, así que hay investigadores que han creado aplicaciones de seguridad móvil.  Como Brian Krupp, un ingeniero en sistemas de la Universidad Baldwin Wallace en Ohio, Estados Unidos. Junto con un grupo de sus estudiantes creó SPEProxy, una herramienta que notifica a los usuarios cuando las aplicaciones están enviando data a compañías o servidores sin su permiso. Pero hay otras medidas más sencillas que puedes tomar desde tu teléfono o computador: 

Si tienes un iPhone, lo primero que tienes que hacer es ir a Configuración > Privacidad> Publicidad y activar ‘Limitar seguimiento’. Esto evitará que los anunciantes obtengan estadísticas de uso, incluidos datos del historial de búsqueda. También puedes aprovechar y desactivar la localización para las aplicaciones que no quieres que estén rastreando tu ubicación, el Wi-Fi, el GPS y el Bluetooth cuando no los necesites. Desactivar las aplicaciones que no estás utilizando también es una buena recomendación. Recuerda que nada es gratis, todas esas aplicaciones que son “gratuitas” cobran en información. 

En cambio, si tienes un Android, cuando instalas una aplicación, es probable que se le solicite que accedas a varios permisos. Incluida la capacidad de leer sus archivos, acceder a su cámara o escuchar su micrófono. Existen usos legítimos para estas capacidades, pero están potencialmente abiertas al abuso. La recomendación es simple: piensa antes de aprobar la solicitud. Esto se aplica especialmente a los usuarios de Android, ya que el proceso de verificación de aplicaciones de Google no es tan estricto como el de Apple.

Android también le permite instalar aplicaciones de fuentes de terceros: esto proporciona una manera fácil para que las aplicaciones no autorizadas ingresen a su teléfono. Así que, si tienes Android, por favor no instales nada desde un sitio web desconocido.

Además, es importante estar preparado. Si te roban el teléfono o la computadora sepas que tu información está a salvo. Para eso hay que tomar medidas drásticas, como programar tu celular para que elimine todo su contenido después de número determinado de intentos fallidos. 

Todas esas aplicaciones que descargaste hace meses, no te gustaron y las olvidaste no se han olvidado de ti.  Siguen recolectando información y distribuyéndola. Lo mismo sucede con aplicaciones vinculadas a tus cuentas de Instagram, Facebook, Twitter, WhatsApp, entre otras. No, los stickers de WhatsApp tampoco son gratis. Esas aplicaciones de terceros, como se las conoce oficialmente, tienen acceso a tu información y en muchos casos pueden hacer publicaciones bajo tu nombre y seguir a usuarios con tu cuenta. 

Así que deberías tomarte un par de horas y dedicarte a ver qué cosas te están robando información sin que te des cuenta. Es fácil, solo debes ingresar a la configuración de cada aplicación o red social y ver a qué otras aplicaciones tienen acceso.  

Decidir qué publicar es una recomendación fundamental.  Hay cosas que no deberían ser publicadas en tus redes. En nombre de la escuela de tus hijos, tú número telefónico, tu dirección, tus contraseñas y tu ubicación en tiempo real, por ejemplo. Si tienes dudas sobre si lo que vas a publicar debería estar en línea, no lo publiques. Estamos muy expuestos. Christian Espinosa dice que actualmente ya se puede obtener tu número de cédula, tus títulos y hasta qué juicios tienes con unos pocos clics. Si además de todo eso, expones otros detalles de tu vida personal estás facilitando el trabajo de quienes quieren tu información. 

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Para Ibai Fernández, la verdadera solución es solo una: no crearse cuentas en redes. “Esa es la única medida de seguridad verdaderamente eficiente” dice Fernández. Suena drástico, pero explica que si le damos nuestro correo y nuestra localización, aunque parezcan dos cosas pequeñas, ya es información. “Entonces tu correo ya nunca será inviolable. Ya les estás dando un lugar donde te puedan spamear con publicidad” dice. 

Nadie está a salvo. Información muy delicada de Fernández fue hackeada hace algunos años, eso le llevó a interesarse más sobre el tema de la seguridad en redes. Por eso cree que la única forma de estar totalmente seguro es mantener la responsabilidad. “De qué manera tan agradable hemos dado voluntariamente toda nuestra información” dice el experto. Con todos esos comentarios, fotos, likes, historias, hashtags, que muestran cómo te sientes o qué necesitas le están dando justo lo que las empresas están buscando.  Por eso, recomienda tratar de compartir cada vez menos información en internet, en especial la información sensible. Para él, la mejor recomendación es alejarse. Si eso te aísla o no de los otros depende de tu estilo de vida y de cómo compaginas las redes sociales con tu vida. 

En cambio, para Ivanna Zauzich está bien que las personas accedan a redes sociales. “Mi recomendación es que uses las redes sociales”, dice, “pero sé prudente al momento de compartir. Sé más un espectador que un creador de contenido. A menos que ese sea tu trabajo”. Entre sus recomendaciones están que no se entregue nuestra data personal. Esos estados de “Estoy aburrido, ¿Qué hacen?” deben parar, por tu propio bien”. Según Zauzich, estas publicaciones lo que hacen es proporcionar más puntos de información para que las empresas lo aprovechen. “Mientras no exista protección de datos no deberíamos expresarnos tan libremente en las redes” concluye. 

En febrero de 2019, el asambleísta ecuatoriano Daniel Mendoza dio a conocer la iniciativa del proyecto de Ley Orgánica del Uso Responsable de Redes Sociales para regular el derecho a la protección de datos personales. La Constitución del Ecuador reconoce y garantiza a las personas el derecho a la protección de datos de carácter personal. Están incluidos el acceso y la decisión sobre información y datos de este carácter, así como su correspondiente protección. “La recolección, archivo, procesamiento, distribución o difusión de estos datos de información requerirán la autorización del titular y el mandato de la ley”, dice el texto constitucional. 

El proyecto de Mendoza pretende incluir estos puntos y agregar responsables (el Ministerio de Telecomunicaciones) para diseñar sanciones a quienes incumplan esta ley. Agrega el derecho a rectificación, sanciones en caso de difusión de información falsa de los usuarios, las víctimas de publicaciones abusivas, entre otras cosas. Un proyecto muy interesante, pero utiliza información de otros sin su permiso. En su página 4 (de 13) incluye un párrafo copiado textualmente de la publicación de Paula Becerra en el blog Platzi hace más de dos años sin dar el correspondiente crédito.

“El error está en pensar que seguridad es solo que nos roben la contraseña o que nos hackeen” dice Ibai Fernández “la seguridad es controlar toda la información que ponemos nosotros en redes sociales y que está recogida constantemente cada día y se prolifera más en internet. Esta información suele ser emocional y específica”. Por eso es tan necesario conocer a lo que nos exponemos y tener el control de la información que estamos entregando. No es necesario que escuchen nuestras conversaciones, nos espíen mientras usamos la computadora o se roben nuestras fotos de ancianos para enviárselas a los rusos. Muchas veces, con la información que damos voluntariamente cada vez que nos descargamos una aplicación o cuando publicamos en Instagram es más que suficiente.