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El premio de la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, provisto con 100 mil dólares, es uno de los mejor dotados en el universo de galardones literarios en español. El autor que le da su nombre es el único Nobel vivo de Hispanoamérica. Y la carta que denuncia la desigualdad de género en la bienal es el intento más reciente de visibilizar una de las deudas más antiguas en la literatura.
La carta que se hizo pública el lunes 27 de mayo, firmada por más de 100 autoras y autores reconocidos en la región, señala que en el evento, celebrado esta semana en Guadalajara, México, el 81 por ciento de los panelistas eran hombres, una proporción dispar que se mantiene en la composición del jurado y también entre los finalistas del premio.
El reclamo se suma a otras expresiones de un movimiento creciente para visibilizar la desigualdad que enfrentan las mujeres también en el ámbito literario y periodístico. Apenas unos días atrás, cuando una feria del libro en Ecuador anunció una mesa sobre crónica latinoamericana compuesta solo por panelistas varones, la escritora María Fernanda Ampuero organizó una campaña en redes sociales para recordar a los organizadores que en el país había mujeres calificadas para participar como exponentes.
Algo similar sucedió en 2017 al difundirse el cartel de un congreso nacional de columnismo en España que no incluía a ninguna invitada y al que un grupo de mujeres respondió con la etiqueta #haymujerescolumnistas. En Sudamérica un bot tuitea todas las mañanas cuántas columnistas mujeres publican en los cinco principales diarios argentinos: 18 por ciento en 2018, tres puntos por encima de la proporción del año anterior. Movimientos similares se agrupan en otros países, como #ColombiaTieneEscritoras o Comando Plath en Perú.
Que un grupo de escritoras e intelectuales hispanoamericanas hicieran un llamado a la paridad en el mundo literario no sorprende en la era del #MeToo.
Pero que lo hicieran en la víspera del inicio de la Bienal de Novela Vargas Llosa en México, y que entre los numerosos firmantes estuvieran panelistas invitados a participar en el encuentro o algunas de las escritoras que pertenecen al canon literario contemporáneo (como Rosa Montero o Samantha Schweblin, finalista en la anterior edición) es una muestra de que la preocupación ha traspasado los márgenes del activismo militante y se ha convertido en una inquietud ampliamente compartida.
Jorge Volpi, Premio Alfaguara de Novela y uno de los panelistas convocados a la bienal, también firmó la carta. Dijo que se sintió agradecido de recibir la invitación al evento pero que al ver el programa se dio cuenta “de que en efecto había un número de participantes hombres mucho mayor que de mujeres” y que decidió firmar la carta “en un acto de congruencia” con las políticas que él mismo se ha propuesto llevar a cabo en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde es Coordinador de Difusión Cultural.
De regreso de Guadalajara y camino a una clase que enseña sobre violencia de género en la narrativa latinoamericana, Volpi agregó que le pareció importante “firmar la carta y hacer mucho más visible el trabajo creativo de las mujeres en un momento donde vivimos por todas partes condiciones de violencia de género terribles”.
La escritora peruana Gabriela Wiener, una de las promotoras de la carta, dijo que la idea surgió entre un grupo de escritoras durante un festival internacional reciente.
“La inminencia de la Bienal Vargas Llosa, que lleva una deriva clara de disparidad en sus cuotas de género, y ya qué decir respecto a otras identidades, nos empujó a ponerla como ejemplo de lo que no hay que seguir haciendo y a lanzar un llamamiento por la paridad y contra los all male panels en general”, escribió por correo desde España.
Guadalupe Nettel, ganadora del Premio Herralde de Novela en 2014 y editora de la de la Revista de la Universidad de México, dijo que después de discutir sobre la iniciativa, crearon un documento compartido para esbozar el documento que difundirían entre sus contactos. En el curso de un fin de semana, dice, reunieron más de cien firmas de toda Iberoamérica y después de que empezó a difundirse otros autores pidieron adherirse.
El poeta y crítico literario peruano José Carlos Yrigoyen, uno de los firmantes, dice que se adhirió a la carta porque cree que, “precisamente, es un reclamo justo”.
Sabrina Duque, periodista ecuatoriana que acaba de publicar un libro sobre Nicaragua y la única mujer que ha ganado la beca Michael Jacobs de la FNPI para crónicas de viaje, es una de las firmantes: “Me motivó a firmar la inequidad. Cuando leí la programación, me molestó”. Dijo que con esta denuncia pública se busca promover que “haya equilibrio, solo eso. Que al darle un vistazo al programa no nos insulte la diminuta cantidad de mujeres”. Eso, recalcó, tampoco significa invitar a una mujer para sentir que se está cumpliendo con una cuota imaginada.
Yrigoyen comentó que “en el Perú sigue siendo un problema en el que se ha avanzado tímidamente. Mesas con una mujer porque hay que cubrir la cuota. Para que las feministas no se quejen. Esa parece ser la idea que se maneja. No se ha interiorizado como se debería”. Para él, sin lugar a dudas, el criterio final de inclusión debe ser la calidad literaria.
Wiener agrega que es muy crítica “con esas ‘mesas cuotas’ diseñadas solo para que las mujeres hablen de sus cositas” y de concursos que responden a los mismos criterios “como el Sor Juana, premio ‘consuelo’ para mujeres y entre mujeres, porque la mayoría de premios existen para premiar hombres, aunque como en el caso de la Bienal de Novela Vargas Llosa se cuente con la mísera cuota femenina de rigor”.
La autora peruana, quien recibió el Premio Nacional de Periodismo de su país en 2018, fue invitada a la primera bienal, que se celebró en Lima en 2014 y de la que existe una imagen donde, rodeada de escritores —todos varones— el nobel peruano la abraza. Tiempo después, relata Wiener, reflexionó y decidió posicionarse “contra ese privilegio mal entendido de ser la cuota femenina de la fiesta literaria masculina, la única mujer en la mesa, que deja atrás una pregunta clave: ¿dónde están las demás?”.
Las demás son cada vez más visibles en parte gracias a estos esfuerzos, y a que cada vez es peor publicidad para un evento cultural o literario presentar páneles o mesas mayoritariamente masculinos. En festivales como en el Centroamérica Cuenta, contó Sabrina Duque, de 114 participantes en la edición de este año, 54 fueron mujeres y observó que “en la delegación de Nicaragua había más escritoras que escritores”.
Yrigoyen destaca que es admirable que en la última década, “aprovechando los diversos canales que se han abierto, decenas de mujeres en el Perú y América Latina han demostrado un talento excepcional: Schweblin, Wiener, Enríquez”. A él le parece que en un ambiente de justicia no sería necesario este reclamo, pero que “si todavía existe gente que no da espacios a escritoras o lo hacen a cuentagotas y por compromiso, es natural que hasta que eso no suceda se reclamen cuotas”.
Guadalupe Nettel propone “que haya un comité para cerciorarse de que los premios literarios los ganen más mujeres que lo merecen”, en lugar de crear premios exclusivos de mujeres. “La literatura por fortuna no es rugby y todos podemos competir y jugar con todos”.
Al día siguiente de publicada la carta, el diario mexicano Milenio informó que J. J. Armas Marcelo, director de la Cátedra Mario Vargas Llosa, institución responsable de la bienal, indicó que entre los firmantes de la carta estaban al menos diez escritoras que habían sido invitadas y declinaron la invitación a participar. Al premio se inscribieron 426 obras y, se sabe desde febrero, cuatro de diez preseleccionados fueron mujeres: Mónica Lavín, Mónica Ojeda, Laura Restrepo y Gioconda Belli.
“En la organización de la Bienal y en la Cátedra no estamos dispuestos, de ninguna manera, a buscar a un suplente de menor salida cuando se invita a una escritora o escritor de calidad y no puede venir”, dijo Armas Marcelo. “¿Cómo hay que tener paridad? ¿Hay que traer a x número de mujeres? No, si no se tiene calidad. ¿Y quién decide lo de la calidad? Los que organizamos esto”.
El crítico peruano Yrigoyen considera que la carta “no debe tomarse, como parece haberlo tomado el señor Armas Marcelo, como un acta de acusación. Es una toma de posición sobre una desigualdad notoria que todavía se mantiene en eventos de este tipo” y que a pesar de los avances recientes “falta mucho para considerarlo un tema cerrado”.
El lunes Sabrina Duque anticipó posibles reacciones contra la carta y dijo que “es deshonestidad intelectual” criticar los señalamientos de la carta al decir que tal vez las autoras excluidas o sus obras no tenían el mérito, porque es como sostener “que durante el boom latinoamericano no había escritoras con mérito. El tiempo está poniendo las cosas en orden”, agregó.
De acuerdo con lo reportado por Milenio, Armas Marcelo dijo no estar dispuesto “a asumir órdenes de ninguna carta, con todas las razones que pueda tener” y agregó que no descalificaba su contenido ni “a quienes firman la carta y estaban invitadas”.
*Marina Franco colaboró con el reporteo de este artículo.