El gobierno del Ecuador ha dicho que reabirá las escuelas comunitarias cerradas por el gobierno de Correa, en lo que el ministro actual de Educación llamó un “etnocidio”. Dijo, además, que crearán 2 mil en los próximos dos años. Las escuelas comunitarias, en general, son pequeñas y atienden a pocos alumnos de una misma comunidad. La escuela del milenio, en cambio, son centros educativos grandes equipados con más recursos materiales y humanos, destinados a un mayor número de estudiantes de diferentes comunidades.  Ninguna, por sí sola, es la salida mágica a los problemas importantes de nuestra educación pública como la brecha de educación urbana y rural o la alta deserción escolar en el área rural. Pero el tratamiento equivocado e hiperpolitizado de esta cuestión puede poner en riesgo el futuro de miles de niños y niñas que serán los afectados por estas decisiones.

Durante el gobierno de Rafael Correa, al menos un tercio de  las escuelas comunitarias en el Ecuador fueron cerradas. El “reordenamiento de la oferta educativa” —según decía en 2012 el Ministerio de Educación—  tenía como fin organizar desde la planificación estatal la oferta educativa pública. En términos concretos se emprendieron tres procesos:  la reunificación de varias escuelas pequeñas en lo que ahora se denominan “escuelas unificadas”, la repotenciación de las más grandes escuelas en cada localidad y  la creación de escuelas del milenio.

La lógica detrás de esta política pública era tener escuelas grandes que integrasen a una población mayor de estudiantes. Además, se podían situar todos los recursos educativos (maestros, infraestructura, psicólogos, entre otras) en una sola escuela ya que el Estado no tenía los recursos suficientes para hacerlo en miles de escuelas comunitarias pequeñas.

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Mi trabajo etnográfico realizado en el marco de mi investigación doctoral en una escuela Guamote, un pequeño pueblo andino habitado mayoritariamente de kichwas y campesinos, me permitió ver los efectos de esta política pública en un territorio

Los resultados son ambiguos. Hubo algunos logros y también muchos problemas.

El logro más importante fue el aumento significativo de la matrícula de los niños de esta zona en el bachillerato y la reducción de la deserción al final de la primaria.  En las áreas rurales del todo el país, el porcentaje de personas que lograron terminar la secundaria completa pasó de 30,9%  en el 2008 al 51, 2 en el 2017 (CEPAL, 2019). Antes, la mayoría de escuelas comunitarias en Guamote ofrecían solo la primaria, lo que condenaba a los niños a ser campesinos e incorporarse al trabajo a una temprana edad.

Además,  la mejora ostensible de los textos, la provisión más eficiente del desayuno escolar, la planta de maestros completa y psicólogos a las que los niños podían acceder fueron otros de los efectos positivos de esta política. Para muchos padres de familia era un orgullo que sus hijos vayan a la escuela unificada o a la del milenio de este cantón.

escuelas del milenio

La escuela del Milenio de Pesillo, provincia de Pichincha, durante una visita del entonces presidente de la República, Rafael Correa. Fotografía de Micaela Ayala V./ANDES bajo licencia CC BY-SA 2.0.

Por la infraestructura, recursos, ambiente escolar, planta completa de docentes, atención psicológica, sentían que sus hijos finalmente estaban teniendo una oportunidad real de ser algo más que campesinos, que podían soñar con ir a la universidad y  ser ingenieros, doctores, científicos. Por este factor, que en Guamote, la mayoría de escuelas comunitarias no fueron cerradas por el gobierno de Correa, sino que fueron desestimadas por la propia población que quiso que sus hijos fuesen a la escuela del milenio o a la escuela unificada porque la consideraban mejor.

Hubo fiestas, saltos de alegría y esperanza de muchos padres de familia, profesores y alumnos con los que compartí por más de seis meses cuando la escuela unificada de Guamote logró adquirir la licencia para ofrecer el bachillerato internacional. También hubo celebraciones cuando de ella salió la primera generación de las comunidades de Guamote a la Universidad Politécnica de Chimborazo.

Hablar de ‘etnocidio’ es bastante atropellado: las comunidades kichwa de la zona —por varios factores globales ajenos a la política educativa de Correa— viven proceso de hibridación, mestizaje y modernización. Muchos padres de familia quieren que sus hijos hablen inglés, estudien computación y vayan a la universidad.   

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La política del gobierno anterior no estuvo exenta de problemas reales y conflictos.

El alejamiento de la escuela y la comunidad tenía muchos efectos perjudiciales para la vida de muchos niños y niñas de Guamote. Pese a que en la zona había la escuela del milenio guardiana de la lengua, la escuela unificada del centro urbano era meramente hispana en una población de más del 90% de familias kichwas.  Por esta inconsistencia lingüística, en los primeros años de la escuela muchos niños no hablaban bien ni el kichwa ni el español. Además, aquellos que hablaban con muchas palabras kichwas eran objeto de burlas y de racismo por parte de sus compañeros.

La distancia entre la escuela y las comunidades donde la mayoría de los estudiantes vivían era un segundo elemento problemático. Algunos de los estudiantes de Guamote tenían que viajar hasta dos horas diarias para llegar a la escuela unificada. En algunos casos, los padres de familia alquilaban un cuarto en el centro parroquial para que sus hijos duerman de lunes a jueves. Los niños quedaban al cuidado de sus hermanos mayores.

Estos casos son la evidencia de los errores de esta política pública. Al mismo tiempo, del valor y el sacrificio que estas familias estaban dispuestas a hacer a cambio de que sus hijos vayan a una escuela que consideraban de mejor calidad.   

En la zona, el transporte de la escuela a la comunidad nunca llegó a ser un servicio público gratuito, pese a que así se ofreció.  Los padres de las comunidades se organizaron para “bajar a sus hijos al centro parroquial” donde está la escuela unificada. Cada mañana, grupos de niños de cada comunidad llegaban precarias condiciones de transporte: en camiones, en la parte de atrás de las camionetas o en buses que tenían a los que debían esperar por largas horas.

Haber separado la escuela de la comunidad constituía una pérdida en la relación con padres de familia y las organizaciones sociales.

Las psicólogas de la escuela en Guamote decían que había niñas y niños con serios problemas de aprendizaje. Eexpresaban problemas de depresión, baja autoestima, signos de abuso —que antes no eran identificados por profesionales como ellas en sus escuelas comunitarias, donde no habían psicólogos—  y que ubicar a sus padres que vivían lejos en comunidades para tratar estos problemas era una tarea complicada.

Además la organización de padres era menos fuerte que antes, y la constituían principalmente padres de familia que vivían en el centro urbano —los de las comunidades lejanas participaban en mucha menor medida. La política era una pérdida en el sentido socio-organizativo.

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Una vez que delineadas estas dos dimensiones para hacer una reflexión, nos encontramos ante lo que podríamos llamar un dilema de política educativa.  

La propuesta educativa de Correa y su gobierno tenía un énfasis en la redistribución, en igualar las oportunidades de los niños y niñas del área rural con las de las áreas urbanas. También tenía muchos problemas de reconocimiento de las identidades culturales específicas de esos niños y de su entorno y condiciones de vida en el área rural.  

Por el contrario,  el proyecto neoliberal promueve, lo que el antropólogo norteamericano Charles R. Hale llamó  ‘multiculturalismo neoliberal’: un proyecto político y económico que retrocedió los derechos sociales (inversiones públicas, redistribución económica) y que, al mismo, tiempo promovió una mayor participación y un reconocimiento de las identidades, muchas veces reificándolas —es decir, sin aceptar su condición constante de cambio.

En el ámbito educativo, durante la década de los 1990, bajo este ideal se impulsó la creación de escuelas bilingües, comunitarias. Era un sistema que reconocía que los indígenas requieren una educación diferenciada pero, al mismo tiempo, el Estado abandonó de forma agresiva la atención a las escuelas y la provisión de recursos humanos y materiales para una educación medianamente digna.    

En este contexto, la escuela comunitaria fue, sin duda, un espacio de vida de la comunidad, una posibilidad de acceso a la educación para  niños del área rural en zonas donde muchas veces el Estado no pudo llegar y permitió la creación de algunas experiencias exitosas de educación bilingüe.

Muchas de ellas tenían una larga trayectoria. Sin embargo, la mayoría sobrevivió en condiciones muy precarias con la ayuda de la comunidad. Las inversiones estatales que garantizaran el derecho a una educación en condiciones mínimas estuvieron asuentes. Como resultado, la brecha de educación entre las áreas rural y urbana creció, promoviendo una sociedad racista con una estructura de clases sólida.

Romantizar a las escuelas comunitarias e imponer una educación que esas comunidades ya no quieren no es una salida democrática. Ahora que, como dice el gobierno, vivimos en democracia, sería muy importante —más allá de nuestra intensa necesidad de criticar a Correa— escuchar la voluntad de estas comunidades y entender sus razones. Para la población de comunidades rurales en Guamote es importante el respeto a su cultura en la educación, la enseñanza en su idioma, y la escuela cerca de sus comunidades, pero otras cosas son incluso más fundamentales para estas familias:  una educación en condiciones adecuadas, la posibilidad de que sus hijos puedan terminar el bachillerato, las opciones de futuro que se abren después del colegio y que dependen en gran medida de tipo de educación recibida en la escuela y el colegio.

Repotenciar todas las escuelas comunitarias, para ofrecer en ellas una educación en condiciones mínimas,  implicaría inversiones estatales gigantescas porque son muchas escuelas comunitarias en donde se necesitaría situar una planta adecuada de maestros, profesionales,  espacios para el deporte, infraestructura adecuadas, bachillerato, entre otras. La pregunta es ¿ cómo se va poder realizar esto, en el contexto actual de reducción de la inversión  pública destinada para educación?