El despacho de Daniela Chacón, en el Municipio de Quito, tiene una ventana que da a la Plaza Grande de Quito. En un sillón bajo la ventana, permanecerán sentadas dos de sus colaboradoras mientras dura esta entrevista. Chacón nos recibe con una camiseta en la que se alcanza a leer la palabra Girl  y una chaqueta de cuadros. Se sienta en su escritorio, arrinconado al fondo de la oficina, sobre el cual hay dos portaretratos en las que se la ve, sonriente y vestida de novia, el día de su matrimonio.

Chacón va todos los días a ese edificio desde que llegó a la concejalía de Quito en 2014 por el partido SUMA, al que fue invitada por Mauricio Rodas. Fue vicealcaldesa por dos años, pero en 2016 hizo pública su ruptura con el Alcalde y renunció a la vicealcaldía para convertirse en una dura crítica de Rodas.

Las críticas a esta gestión municipal han sido muy duras, no únicamente con el alcalde Rodas, sino también hacia los concejales. Usted como concejala, ¿esta administración, incluido el Concejo Municipal, queda en deuda con los quiteños y quienes viven en Quito?

En 2014, cuando fueron las elecciones, nosotros recibimos un mandato muy claro por parte de los quiteños: hacer política de una manera distinta, planteando una nueva visión de la ciudad. Lamentablemente eso no se dio.

Esa fue una de las razones por las que yo presenté a disposición mi cargo de vicealcaldesa, me separé de Suma y ejercí mi cargo de manera independiente. En ese sentido, sí ha habido una falta de visión que no ha permitido implementar una serie de cambios y que ha profundizado otros problemas de la ciudad.

Sin embargo yo puedo responder por mi gestión: yo soy de las concejales con mayor producción legislativa, la mayoría de iniciativas que yo he presentado han sido aprobadas por unanimidad a pesar de no tener un partido detrás —o a pesar de tener, supuestamente, un Concejo conflictivo, hemos podido llevar adelante iniciativas que marcan una visión de ciudad. Creo que cuando hay proyecto, visión y liderazgo es posible superar las diferentes posiciones políticas que existen en los órganos colegiados.

Pero hay aún ese cuestionamiento de que la administración no ha logrado los objetivos que se planteó. Hay temas delicados como el transporte, la recolección de basura. ¿Cómo se puede subsanar si usted pasa de Concejal a Alcaldesa?

Una de las cosas que yo he  vivido —y he visto en estos años— es cómo la capacidad de liderazgo sí permite hacer cosas. No es que el municipio no puede hacer las cosas: por supuesto que hay una serie de dificultades, que hay un aparato institucional muy lento que no le responde a los ciudadanos.

Sin embargo muchas de las crisis que ha vivido la ciudad, como el tema de la basura o la falta de decisión en el tema de transporte público, han sido principalmente porque no ha habido un liderazgo que guíe esos procesos y porque muchas de esas decisiones se han tomado en contra de una planificación. Se han tomado decisiones que. realmente, cuya única explicación es que responden a temas personales o políticos: eso es lo que ha hecho que se agrave una situación y que no se pueda salir adelante.

¿Usted ya ha tomado la decisión de ser candidata a la Alcaldía de Quito? ¿Es una decisión tomada?

Nosotros empezamos un proceso desde hace muchos meses que se alimenta de los años de trabajo que hemos tenido, no solo aquí, en esta administración. Yo antes de venir a Ecuador, cuando estaba en Estados Unidos, después de mi maestría, trabajé en la Alcaldía de Denver (en el estado de Colorado). Estaba encargada de proyectos de desarrollo y recuperación de espacios públicos para el arte, la cultura,  el turismo. Esa es es una experiencia sumada, que de la mano que hemos hecho con organizaciones barriales, sociales, civiles, con ciudadanos de a pie, nos ha llevado a asumir el reto.

¿Entonces sí es una decisión tomada?

Sí. Es una decisión tomada. Pero no es una decisión tomada de la noche a la mañana ni es una decisión tomada simplemente por una proyección política personal. Es una decisión tomada en función de un proceso de ver el potencial de las cosas que se pueden hacer en Quito, y de sentirnos completamente listos y capacitados para enfrentar los retos a futuro.

¿Y qué le mueve a hacerlo?

Siempre me ha gustado la política: creo que los políticos tenemos la política en las venas. Es una vocación, y desde que estoy en política local he podido palpar la capacidad que tiene la política local de transformarle la vida a la gente.

Usualmente a través de mis redes sociales me pongo en contacto con quiteños. Los acompaño en su recorrido en transporte público, entonces hemos hecho viajes por toda la ciudad, desde madrugar muy temprano hasta salir muy tarde. Hace un par de años que acompañé a una chica que se llama Génesis que vive en Guamaní. Ella me contó que se siente más segura desde que está implementado la lucha contra el acoso sexual en el transporte público. Solo el hecho de que ella diga que algo por lo que yo trabajé y tuve la oportunidad de implementarlo desde la función pública, hay una mujer, aunque sea solo una que se siente más segura, eso es lo que me mueve a mi a seguir trabajando y a seguir aspirando a crecer y tener nuevas responsabilidades.

Una vez que usted se plantea la posibilidad de ir a la Alcaldía, ¿qué organizaciones la acompañarán, con qué respaldo político va?

Ese también ha sido un proceso interesante porque a mi salida de Suma yo tomé la decisión consciente de no entrar a otra tienda política hasta tener claro que esa tienda política realmente represente los valores, los principios y proyectos que me inspiran. Ha sido una búsqueda hecho durante todo este tiempo. Hemos buscado un espacio político que represente una nueva alternativa, no solo en el discurso sino que en la forma también represente un cambio.

En estos últimos meses que hemos dialogado con varias organizaciones políticas nos encontramos con una que representa esa visión: es un movimiento provincial, el movimiento Ahora.

Una de las cosas que más me gustó cuando he hablado con la directiva, con la militancia es que ellos son —bueno, somos— ciudadanos queriendo hacer política no políticos queriendo parecer ciudadanos.

Estamos en proceso de cumplir con los requisitos que establece la normativa para las participar en elecciones; se irán cumpliendo las próximas semanas y eso nos llevará hacia finales de octubre o inicios de noviembre a hacer una presentación oficial de la candidatura.

"Empecé haciendo discursos y sirviendo café", Daniela Chacón. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

«Empecé haciendo discursos y sirviendo café», Daniela Chacón. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

¿Quiénes son parte de este movimiento? ¿Quién es su líder, quiénes lo conforman?

No es un movimiento que tiene un líder. Por ser provincial, es un movimiento que se crea bajo la lógica para llenar un vacío que existe en la provincia, especialmente en Quito.

¿Cuándo se creó?

Es un proceso que inició hace un par de años pero finalmente se inscribió en 2018 para participar en estas elecciones. A raíz de la desaparición de la Democracia Popular y la Izquierda Democrática de la política local, específicamente, ha existido un vacío de una visión y de un movimiento que tenga una visión de ciudad para la política local.

El movimiento Ahora se crea bajo la lógica de ocupar un espacio. Las personas que conforman el movimiento son personas entre 30 y 40 años, todos profesionales, algunos han trabajado en el sector público, otros en el privado. Decirte que hay nombres rimbombantes, pues no, no hay, sino que nos hemos encontrado en un camino que queremos seguir.

Usted inició la Concejalía como parte del movimiento SUMA, ¿no hubo oportunismo político al unirse a esa organización para, una vez logrado el objetivo, separarse?

Recuerdo que cuando yo ingresé a la precandidatura del alcalde Rodas, la posibilidad de que gane era ninguna. Yo empecé sirviendo café y escribiendo discursos, sin candidatura y sin posibilidad de candidatura. En su momento, Mauricio fue muy directo conmigo y me dijo ‘nosotros ya venimos trabajando con el Movimiento Vive y las candidaturas ya están asignadas’.

¿Por qué le dijo eso? ¿Usted le había planteado la posibilidad de participar con una candidatura?

Yo le dije que me interesaba la política y que para mí dar el paso de entrar en un movimiento significaba que yo aspiraba en algún momento a una representación pública. Creo que los políticos debemos definir si somos políticos de representación o políticos más técnicos. Para mi, la representación, siempre fue mi vocación.

Yo le había comentado a Rodas mi interés, y le dije que quería ser transparente con ese interés. Él me dijo: me encanta pero las candidaturas están ya definidas. Yo le dije perfecto, yo lo que quiero es empezar a hacer política ya. Esa entrada mía, por la que yo siempre estaré agradecida con Mauricio Rodas y con el movimiento SUMA, fue lograda por mi propio esfuerzos. Una vez que yo me dediqué a hacer investigación, discursos, trabajar en el plan de gobierno…

¿Discursos para quién?

Par él, para Mauricio Rodas. Cuando de la noche a la mañana surgió una posibilidad —al parecer una de las personas que estaba definida para participar en una candidatura decidió declinar— Mauricio Rodas me ofreció la candidatura a la Concejalía.

¿Esto ocurrió al cuánto tiempo de que usted empezara a participar en la organización?

Al poco tiempo. Yo entré cuando Mauricio estaba definiendo su alianza con Vive, cuando estaba definiendo la candidatura. Yo fui invitada al movimiento por un amigo en común. Una de las cosas que yo siempre voy a reconocer es que nunca se me exigió absolutamente nada, y más bien fue por mi esfuerzo y mi trabajo que me ofrecieron la concejalía.

¿Luego qué pasó? Llegó a la concejalía, incluso llegó a ser Vicealcaldesa. ¿En qué momento se quebró esa alianza que parecía prometedora según el contexto que nos cuenta?

Sí, parecía prometedora porque para mí SUMA representaba la posibilidad de hacer una nueva política. El haber obtenido esa votación tan abrumadora en 2014 era una suerte de reafirmación de que teníamos esa posibilidad.

En la práctica había una gran diferencia entre lo que se decía y se hacía y con el tiempo empecé a tener grandes diferencias con el Alcalde y su equipo.

¿Como cuáles?

Sobre cómo se tomaban las decisiones. Se privilegiaba una postura política y no una visión de ciudad, entonces empezamos a tener conflicto sobre el proyecto Quito Cables, sobre el proyecto Guayasamín. Ya cuando, con el pasar del tiempo, se empezaron a hacer expresas unas quejas de la ciudadanía, respecto de proyectos que no solo estaban siendo mal planificados y mal ejecutados sino que tenían serias sospechas de actos de corrupción y estaban ignorando a la población afectada sistemáticamente, yo tomé la decisión. No fue fácil, pero tampoco fue una decisión que me costó en términos éticos o personales, porque una de las razones por las que yo entré a SUMA y a la política fue para hacer una política distinta y para cambiar la ciudad.

Eso no se estaba haciendo, entonces había un divorcio completo entre las razones por las cuales estoy en política y lo que estaba pasando.

El cargo de vicealcaldesa no es de elección popular, es un cargo que se otorga en función de una relación de confianza y sobre una visión conjunta. Cuando eso dejó de existir, me parecía poco ético mantener un cargo solo por mantenerlo entonces puse mi cargo a disposición del Concejo y del Alcalde y me declaré independiente. Yo no estuve afiliada a SUMA entonces no tuve que desafiliarme, pero sí separarme y es fue en agosto de 2016.

Usted coincide con su posible rival, Juan Carlos Holguín, en el dibujo del panorama que ambos hacen. En ese sentido y considerando además que hay una treintena de posibles candidatos, ¿ha considerado la posibilidad de hacer alianzas con candidatos que puedan tener un proyecto similar o un pensamiento político similar o no?

El hecho de que existan coincidencias sobre la evaluación de una gestión no quiere, necesariamente, decir que haya una misma visión de ciudad. Considero que la posibilidad de establecer alianzas es factible pero únicamente en la medida en que existe una coincidencia en la visión y en la forma de hacer política. Yo no creo que la unidad por la unidad es deseable.

Ya hemos visto unidades en las cuales, simplemente por el interés de llegar a tener el poder se unen, y al momento que llegan al poder, es la repartición. Yo discrepo en la idea de que la fragmentación puede ser un problema porque hay que presentarle al ciudadano las opciones y son los quiteños quienes deben decidir frente a esas opciones. No creo que, cuando existen personas o equipos que quieren asumir el reto de gobernar la ciudad, tengan que declinar de ese sueño porque simplemente al parecer no tienen posibilidad de acuerdo a las encuestas. Hay que presentarle responsable y seriamente a la ciudad una propuesta, no solo para salir de esta crisis sino para encaminarla hacia el futuro, y que sean los quiteños quienes escojan.

Daniela Chacón fue electa en 2014 concejala de Quito por SUMA. Fotografía de Lisette Arévalo.

Daniela Chacón fue electa en 2014 concejala de Quito por SUMA. Fotografía de Lisette Arévalo.

La voz y la expresión de su rostro se endurecen, como si tras la respuesta sobria intentara evitar que sus ideas sean comparadas a la del otro posible candidato. Responde con firmeza, con un tono de voz un poco más alto, como imponiéndose.

¿No estaría dispuesta a declinar su candidatura por una alianza entonces?

Estoy dispuesta a trabajar en alianzas pero, insisto: esa es una posibilidad solo si existe una coincidencia en la visión de ciudad y en la forma de hacer política.

¿Usted cree que tiene posibilidades de ganar las elecciones?

Yo confío en que podemos ganar. Hay un absoluto abandono. Los quiteños estamos completamente abandonados. Estamos en un momento de mucha frustración y desesperanza en el que no necesariamente vemos una posibilidad de cambio, pero es en esos momentos cuando más se generan espacios para encontrar oportunidades de salir adelante.

En ese sentido nadie, independientemente de su trayectoria política, de su edad o de su posicionamiento, tiene una elección ganada. Creo que todo va a depender  de la capacidad de quienes estamos aspirando a la Alcaldía para presentar una propuesta sólida, que nos permita volver a soñar en que Quito puede ser una ciudad que supera sus problemas básicos y que, además, se encamina en una senda de desarrollo que cumple con los objetivos de desarrollo sostenible, que seamos una ciudad inclusiva, segura, resiliente.

Para lograr una candidatura, darse a conocer, a pesar de que usted ha tenido la visibilidad que le da la Concejalía, ¿quiénes le van a financiar?

Por lo pronto los financistas son la gente que nos quiere y nos apoya, familiares, amigos, la gente del movimiento. No tenemos una campaña millonaria ni mucho menos. Lo que estamos haciendo ahora sale de nuestros ingresos personales, por ejemplo si contratamos un video o ponemos una pauta en Facebook o redes sociales, que además son el principal medio a través del que me comunico con los quiteños.

El financiamiento es un reto. Creo que en la medida en que se presentan propuestas serias para la ciudad es perfectamente factible hacer un llamado a los ciudadanos para que hagan sus aportes independientemente del valor que puedan aportar. Una de nuestras propuestas será transparentar esa información.

Me encanta el ejemplo de Bernie Sanders o de Obama. Ellos llamaron a los ciudadanos a que sean quienes aporten a un proyecto de ciudad y con ese aporte, que puede ser desde un dólar, y estableciendo por supuesto un límite, también nos comprometemos con la construcción del proyecto. Es importante que se conozca quién está detrás de una campaña. Ahora la tecnología nos permite transparentar al ciudadano que lo que nosotros tenemos es un proyecto de ciudad, no un proyecto de políticos que quieren llegar al poder, no un proyecto de partidos que quieren salvar el partido, o de personas que quieren apuntalar una carrera política para algo más. sino un proyecto político propio. Quito no tiene proyecto político propio hace años y esa es una de las principales razones por la que estamos atravesando esta crisis.

¿No es un poco ingenuo pensar que los ciudadanos van a financiarla, si es que por otro lado tienen otros candidatos con grandes financistas de la empresa privada o la banca?

No es ingenuidad: es expresión de la nueva política que no solo tiene que ser sino parecer. Cada una de las acciones debe reflejar esa nueva política. Estoy segura que habrá candidatos que tienen padrinos, que tienen acceso a muchos recursos. La nuestra será una campaña austera pero no creo que el dinero sea el solo factor que garantiza una ganancia.

Entonces los videos que ahora vemos en redes, ¿quiénes los están financiando?

Un equipo pequeño de personas que me quieren, incluye mi familia, mis amigos, incluye mi propio sueldo: estoy bien endeudada. Tampoco son videos muy costosos, los videos que hacemos son donados, de personas que creen en nosotros y que nos prestan la producción y nos donan sus servicios o su trabajo como parte de su apoyo a este proyecto político.

Ríe al inicio de su respuesta, pero se pone nuevamente seria y retoma el hilo de lo que dice. Esa forma es repetitiva durante la entrevista. Sonríe mucho, ríe incluso en algunos momentos, pero retoma la seriedad del rol al que aspira.

¿Pero esas donaciones no son en mayor o menor medida, según lo que se done, lo que comprometen a un político? Una vez que el político llega, ¿no es cuando piden que devuelvan esas donaciones?

Creo que estamos mal acostumbrados a pensar que la política tiene que ser así. Yo establezco las reglas claras con las personas que trato. Hace dos semanas estuve en mi alma mater, en la Universidad San Francisco de Quito, dando una charla en Jurisprudencia. Nos invitan a los graduados a contarles a los futuros profesionales sobre cómo ha sido la vida del ejercicio de la profesión desde los diferentes ámbitos. A mi me invitan a hablar desde la política.

Una chica que estaba ahí me dice que me había conocido hace dos años en un foro y que me había preguntado cómo hago para enfrentar las posibilidades de la corrupción y esta idea de que todos los políticos que entran son corruptos. Yo le había respondido que no hago favores. Ella me preguntó esta vez cómo me había ido con esto de no hacer favores. Y claro, hay gente que no me quiere.

¿Pero qué quiere decir esto de no hacer favores?

Que tú no cedes a ningún tema que no sea al estricto cumplimiento legal y de tus funciones, simplemente porque estás en una función pública y el cumplimiento de eso implica entonces que cuando uno trabaja con gente que aporta a un proyecto sabe que está aportando a un proyecto político y eso no significa bajo ningún concepto que uno le tiene que deber un contrato, o recursos o poder porque sino de antemano llegamos atados de manos.

Chacón fue vicealcaldesa pero renunció al cargo al separarse se SUMA. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

Chacón fue vicealcaldesa pero renunció al cargo al separarse se SUMA. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

A grandes rasgos, ¿cuál es su visión de ciudad?

Yo sueño en un Quito más humano.  Y un Quito más humano tiene una serie de aristas. La humanidad que ha perdido nuestra ciudad se expresa en que no es una ciudad que está construida pensando en niños de 8 años o abuelitos de 80 años; es una ciudad que no está construida pensando en que las mujeres tenemos necesidades específicas, porque para nosotras transitar en la calle o subirnos a los buses es completamente distinto de lo que es para un hombre.

Es una ciudad agresiva continuamente porque no nos hemos construido con una pertenencia a nuestra ciudad que haga que tengamos la capacidad de ser empáticos y respetuosos con la situación del otro. Cuando yo digo que la gestión debe ser humana, implica que debe estar al servicio de la gente. La infraestructura, el cemento y los servicios deben ser en función de las personas, y no de hacer un proyecto porque sí, para decir que se ha hecho algo, sino que atienda la necesidad de las personas.

Cuando sabes eso, sabes que tu primera inversión debe ser en aceras de calidad, que tal vez ese mega intercambiador no es tan necesario porque lo que primero necesitas es que la gente pueda circular, que las ciclovías sean seguras, que la gente pueda escoger la caminata y la bicicleta como medio de transporte sin sentir que están arriesgando la vida todos los días.

Esta gestión más humana implica que el Municipio se construye para facilitarle la vida a la gente, no para impedirle tanto su desarrollo personal como profesional. El otro día estuve con unos vecinos de Carcelén: han pasado 3 años y 18 mesas de trabajo para que les abran los baños en el parque.

No puede ser posible que un municipio esté tan preocupado de cumplir procesos internos que no se ocupa de la gente. El momento en que se ocupa de la gente entiende que detrás de ese papel, de ese trámite hay una persona con una necesidad, cambiamos la lógica del municipio, humanizamos la gestión y cumplimos con los 4 objetivos de desarrollo sostenible. No hay que inventarse el agua tibia. Ya hemos suscrito una serie de convenios internacionales. Tenemos que convertirnos en ciudades seguras, inclusivas, resilientes y sostenibles. Esos son nuestros cuatro pilares, hacia allá debemos trabajar.

Dentro de esta ineficiencia o burocracia que usted menciona entra un tema del que han hecho mención otros candidatos: las mafias que pueden estar ocupando el Municipio. Hemos visto además funcionarios de alto nivel investigados en procesos judiciales, el tema este de los pagos irregulares o ilegales para obtener permisos de funcionamiento de los taxis.

¿Usted cree que hay, en efecto, mafias que están operando dentro del municipio o en conjunto con el municipio y que están impidiendo el desarrollo de la ciudad?

Lo que estamos viendo es el reflejo de una forma de hacer política que no es solo de los últimos diez años, sino que es continua en Ecuador. Tiene que ver con que las personas que llegan al poder privilegian su carrera política frente a las decisiones difíciles de la ciudad lo que implica que los actores de interés tienen más posibilidad de presionar para su beneficio.

En el caso específico de los taxis sí creo que hay una mafia en el sentido de que ves claramente involucrados a los altos funcionarios de movilidad de la Alcaldía de Mauricio Rodas, algunos miembros del Concejo y malos dirigentes del taxismo que se benefician de un acuerdo que, además, yo denuncié a tiempo. Fui la única que votó en contra de esa resolución.

Creo que también, y esto no hay por qué esconderlo, que la manera en que el alcalde Rodas trató de obtener gobernabilidad a través de la entrega de espacios de poder en el Ejecutivo a través de las administraciones zonales o de las empresas públicas, sí genera una lógica mafiosa. No puedo decir que sea una mafia pero sí genera una lógica mafiosa.

Entonces el reto es en doble vía: el primero en que el líder, la líder en este caso, exija transparencia, rectitud, honestidad, y eso se empieza a regar. Otra cosa que hemos planteado a inicios de este año y está en trámite en el Concejo, ojalá se logre resolver, sino será de las primeras cosas que hagamos, es la implementación de un sistema antisoborno.

En el mundo entero se creó una norma, la ISO 37001, que establece sistemas de gestión antisoborno. Determina en cada uno de los procedimientos dónde está la discrecionalidad porque ese es el primer factor para la corrupción.

Explíqueme un poco eso.

Un ejemplo muy concreto, lo de los taxis. Se estaba determinando la necesidad de casi 9 mil cupos para regularizar y había 17 mil personas que estaban prestando el servicio. La resolución que determina cómo se iban a entregar esos cupos le daba la total potestad a la Agencia Metropolitana de Tránsito para definir esos parámetros.Esa discrecionalidad permitía, por ejemplo, que carpetas que ingresaban supuestamente con todos los requisitos para obtener un cupo de taxi, se descalificaban por no presentar la cédula a color. Es una discrecionalidad enorme que permite que se den estos acuerdos colusorios.

El poder establecer este sistema de gestión antisoborno es la manera de prevenir que el acto de corrupción se cometa porque haces que el procedimiento sea lo más corto, lo más efectivo, lo menos discrecional posible y a la para de eso, vigilancia. Es decir Quito Honesto es una entidad que debe ser transformada completamente, no puede ser el presidente de Quito Honesto sea designado por el propio alcalde a quien tiene que vigilar: tiene que ser nombrado por una comisión que sea definida a través de un concurso de méritos y oposición, por ejemplo, y que tenga potestades sancionatorias, eso requiere una reforma legal en la ordenanza, eso lo podemos hacer y esa es la manera en que se combate la corrupción.

De todas maneras, estos funcionarios pueden estar adentro actuando de forma irregular, ¿qué posibilidad le da al próximo alcalde de limpiar estas mafias por llamarlo de alguna manera o de limpiar estas áreas en las que puede haber focos de corrupción?

Nosotros hemos ya identificado las áreas más críticas en las que hay que implementar inmediatamente este sistema antisobornos: Dirección de Catastros, Registro de la Propiedad, Dirección Tributaria, Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda, y Administraciones Zonales.

Bastantes.

Es bastante, pero el Municipio es mucho más grande que eso. Es un proceso, no pasa de la noche a la mañana, pero tiene que haber la decisión política de implementarlo. Eso significa asignar presupuesto.

Otra cosa es hay que hacer es utilizar las herramientas administrativas que otorga la Ley. Hemos escuchado una serie de malos funcionarios que hacen quedar mal a los buenos funcionarios y no hay sanciones administrativas. Es el Alcalde el único que tiene la potestad de iniciar un proceso administrativo para separar un funcionario.

¿Solo el Alcalde puede hacer eso?

Sí, sólo el alcalde. El Concejo de no lo puede hacer.

¿Y por qué no se plantea una reforma a la normativa que plantea eso?

Porque es reforma al Cootad (Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización). Yo creo que si bien es algo que se debe impulsar, la alcaldesa de una ciudad debe impulsar esos cambios que se deben dar en el Ejecutivo y en el legislativo para favorecer la gestión de las ciudades, no se puede ofrecer lo que no está en nuestros manos.

Pero se la podría plantear en la Asamblea

Sí, pero además es voluntad política y si quien lidera la ciudad no tiene voluntad política se ve reflejado lo que vivimos en este momento.

"El Municipio no es pobre, gasta de manera ineficiente", Daniela Chacón. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

«El Municipio no es pobre, gasta de manera ineficiente», Daniela Chacón. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

Usted mencionaba hace un momento el tema del presupuesto del Municipio. Fernando Carrión, exconcejal y docente,  decía en medios que el presupuesto con el que contará el próximo alcalde es de 1.534 millones, más del 60% está destinado al Metro de Quito y el 38% al gasto corriente. Eso suma 98%. ¿qué se puede hacer con ese presupuesto restante?

Discrepo con Fernando Carrión. El Municipio no es pobre, gasta de manera muy ineficiente. En la administración de Barrera se compró un sistema de semaforización inteligente por 22 millones de dólares, que en esta administración está apagado para contratar a más de 2 mil agentes para que estén abajo de los semáforos como asistentes de semáforos con el celular en la mano. Eso es desperdicio administrativo y financiero.

¿Y por qué no se usa el sistema?

Esa es una pregunta que habría que hacerle a Mauricio Rodas.

¿Pero en todo caso, no es un presupuesto bajo para la Alcadía?

No es un presupuesto que no nos permite trabajar. Nos quieren vender esta idea de que 700 millones de dólares es poco. Ese es el presupuesto aproximado, por año. El resto, lo que está asignado para el metro es un monto que la ciudad irá pagando los próximos años y ya está en el servicio de deuda. Por supuesto que hay un exceso de gasto administrativo y eso también hay que entrar a sanear.

No se hace de la noche a la mañana, también creo que es importante no vender humo. No decir que vamos a construir los mega intercambiadores cuando quizás eso ni siquiera sea necesario. En épocas de austeridad nos obligamos a ser creativos. La concejalía no tiene capacidades de ejecución pero igual trabajamos en los barrios, ayudamos a mejorar sus espacios públicos, hemos hecho alianzas con la academia, con la empresa privada, con las organizaciones de la sociedad civil y a través de mingas, por ejemplo, hemos readecuado parques.

¿Y esa podría ser una pauta para la Alcaldía?

Por supuesto. Los juegos infantiles y los de los adultos mayores para gimnasia son importados. Eso podríamos producir aquí con materiales reciclados, con llantas, con pallets y podemos hacer juegos que son perfectamente buenos a una mínima del costo de lo que implica la importación. Son esas decisiones las que marcan la diferencia entre ver de manera pesimista el hecho de que existe un presupuesto limitado o ver qué podemos hacer para superar ese reto.

También mencionaba usted el tema de la burocracia. Se mencionaba que en el Municipio de Quito hay 17 mil funcionarios, casi cuatro veces más de los que tiene el Municipio de Guayaquil a pesar de que esa es una ciudad con más habitantes que Quito. ¿Usted  cree que hay que reducir el tamaño y recortar personal?

Creo que sí hay que ser críticos en cómo ha crecido el aparato municipal. No solo en esta administración, sino en las dos anteriores. Eso nos tiene que llevar a determinar en qué áreas hay exceso de personal y en cuáles falta para que las cosas se hagan de manera más eficiente.

Me parece un error compararnos con Guayaquil: el hecho de que una tenga mucho menos empleados no quiere decir que sea una ciudad que esté atendiendo a las necesidades básicas de los ciudadanos.

Creo que debemos escapar de la lógica de importar el modelo exitoso de Guayaquil cuando Quito tiene su propia lógica y debe tener su propio desarrollo pero sí es necesario hacerlo más eficiente al Municipio.

Nosotros hemos estado trabajando con una consultoría que se contrató en esta administración. La hizo la Price Waterhouse Coopers y costó alrededor de 400 mil dólares, está archivada en un cajón en el escritorio del Alcalde.

Esta cosultoría ya determina cuáles son las áreas del municipio en las que hay sobrecarga de tramitología y burocracia.

Por supuesto que hay que trabajar en planes de jubilación, hay que trabajar para ser más eficientes, estamos en una situación en que Quito atraviesa una crisis económica, Quito tiene la mayor tasa de desempleo, la mayor tasa pobreza del país entonces tenemos que hacer más eficiente el aparato administrativo.

Pero no se trata simplemente de decir hay que sacar a la gente sino de encontrar las ineficiencias y tener un plan para que el exceso de personal vaya saliendo con el pasar de los años. Hay que ser responsables con eso. A la par hay que trabajar para generar oportunidades de empleo porque sino no le estamos dando a la ciudad.

Pero usted me dice que ya existe esa consultoría que indica lo que habría que hacer. ¿No se la ha utilizado para implementar los cambios?

No se ha implementado. La ejecución de esa consultoría le corresponde exclusivamente al Ejecutivo.

¿Qué establece?

Que hay una serie de secretarías que deben fusionarse.

¿Cuándo terminó esa consultoría?

Me parece que en 2016.

"Me parece un error compararnos con Guayaquil", Daniela Chacón. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

«Me parece un error compararnos con Guayaquil», Daniela Chacón. Fotografía de Lisette Arévalo para GK.

De lo que sabemos hasta ahora usted sería la única candidata mujer para la Alcaldía de Quito. ¿Cómo ve eso?

Me ilusión sobremanera la posibilidad de ser la primera Alcaldesa. No solo por mí, aunque sería también una meta cumplida en  mi desarrollo personal y profesional.

Me encantaría que haya muchas más mujeres candidatas a la Alcaldía porque eso querría decir que seguimos llegando más. Seguimos en un mundo político masculinizado. Si bien las cuotas y la ley de paridad nos ha permitido tener más acceso en los legislativos principalmente. En los ejecutivos no estamos ahí.

En las elecciones de 2014, de 221 cantones solo hay 16 alcaldesas mujeres, de 24 prefecturas solo hay 2 mujeres. En Pichincha no hubo candidatas a la Prefectura, en Quito hubo una mujer candidata a la Alcaldía y pasó desapercibida. Creo que independientemente del resultado, es importante que las mujeres nos animemos, que presentemos nuestras candidaturas a cargos ejecutivos porque creo que las mujeres, y ahí me incluyo, somos muy duras con nosotras mismas: cuando está en un ambiente muy masculino trata de cargarse responsabilidades que no le competen, sobreexigirse para salir adelante.

Debemos entender que las mujeres no somos ni mejores ni peores, simplemente somos distintas. Tenemos una sensibilidad distinta, aptitudes y liderazgos distintos y yo sí creo que es momento de que Quito tenga una mujer con experiencia, que tenga una visión de una ciudad más humana, y que esa capacidad que tenemos las mujeres de ocuparnos de todos y todo a la vez, se ponga al servicio de Quito.

Esta suele ser mi pregunta de cierre. ¿Qué errores ha cometido?

Hubiera querido hacer algunas cosas distintas. Tal vez tener más valentía y más energía para enfrentar las cosas que no me gustaban desde un principio, y no esperar a que las cosas cambien para hacer un pronunciamiento.

En mi relación con el alcalde Rodas empecé a tener problemas no mucho tiempo después de habernos posesionado. Creo que fui muy dócil, muy buena, ingenua tal vez también, de dar siempre una apertura para el cambio y cuando vi que eso no se daba, seguí insistiendo, y creo que a veces uno tiene que ser más radical en ese sentido.

Otra cosa que no me la atribuyo al 100% porque no depende de mi al 100%, pero sí me hubiera gustado poder asumir un rol de mayor liderazgo en el Concejo Metropolitano. No me lo atribuyo 100% porque soy 1 de 21. Pero siento que pude tener la posibilidad de llevar adelante algunas cosas que no se dieron y que hubieran hecho que, quizás, sea un Concejo un poquito mejor evaluado de lo que ha sido.

No me arrepiento de las decisiones que he tomado: uno aprende más de los errores que de otras cosas y si es que una lección me han dejado estos años, diría que es la convicción de que sí hay cómo hacer política honesta y de servicio a la gente y empoderarme cada vez más de mi rol de política, de ejecutiva y de que no tengo que estar pidiendo disculpas a nadie por querer cambiar mi ciudad.