La migración es un fenómeno creciente que es muchas veces magnificado y poco entendido. En los países desarrollados, ha servido para que tendencias nacionalistas y conservadoras lleguen al poder: Donald Trump ganó la presidencia con un discurso abiertamente xenófobo y está buscando cambiar las leyes para reducir el número de gente que puede entrar a Estados Unidos. En el Reino Unido, la inmigración fue una de las razones primordiales para que triunfara el Brexit. Varios partidos de extrema derecha en Europa han levantado sus campañas casi exclusivamente sobre el rechazo a los inmigrantes.  El tema se ha convertido en tal plataforma retórica que incluso en un país de baja inmigración como Hungría, Viktor Orban se reeligió prometiendo parar una invasión de inmigrantes (que nunca ocurrió). En América Latina y en el Ecuador, también se ha convertido en un tema central: los inmigrantes son, en muchos casos, discriminados, asociados al delito y explotados laboralmente. En países donde la gente considera que hay demasiados inmigrantes, casi siempre suele exagerarse la cifra lo que lleva a conclusiones erróneas.

En el mundo hay 258 millones de inmigrantes —según la Organización Internacional de la Migración (OIM), esto representa el 3,4% del total de la humanidad y están desproporcionadamente concentrados en pocos países: el 50% está en solo diez países.

Las cifras de inmigración tienen problemas: el estatus  de muchos de ellos no es legal y, por ende, las estadísticas podrían estar por debajo del número real. Además, los criterios para catalogar a alguien como inmigrante no son iguales en todos los países: por ejemplo, algunos incluyen a estudiantes y otros no. Además, los inmigrantes muchas veces se mueven de país en país como pasa con los refugiados o con el éxodo masivo de Venezuela. Y aun así, las cifras de la OIM son las más precisas que hay.

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Cuando miramos el top 10, el ranking varía si se lo cuenta en términos proporcionales a la población de cada país: 7 de los 10 países con mayor proporción de inmigrantes están en Medio Oriente. Cuatro de las cinco primeras naciones son todas economías ricas del Golfo Pérsico con poca población más Líbano —que acoge una cantidad enorme de refugiados palestinos y ahora sirios.

cifras de la migración

Fuente Organización Mundial de Migraciones

Paradójicamente, los países con mayor proporción de inmigrantes no parecen tener el debate sobre si son bienvenidos o no. ¿Por qué? Porque en los países del Golfo Pérsico, estos inmigrantes no son ciudadanos, y normalmente su estatus es el de trabajadores temporales con pocos derechos, aunque llevan viviendo décadas ahí.

Por el contrario, países como Canadá, Australia o Suiza han desarrollado sistemas de inmigración exitosos que permiten a los inmigrantes adaptarse rápidamente a su sociedad, al mismo tiempo que contribuyen a las sociedades locales. Resulta llamativo que en Australia o Canadá —que tienen el doble de inmigrantes en proporción que Francia o Reino Unido—, los partidos de extrema derecha tienen menos respaldo: la inmigración no tiene por qué ser un problema si se hace de manera ordenada, ayudando al migrante a entender la sociedad en la que vive y adaptarse a ella, y al mismo tiempo resaltando el impacto positivo que tienen en la economía y sociedad receptoras.

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Latinoamérica ha sido históricamente una productora de emigrantes —sobre todo desde México y Centroamérica. Al 2017, el número de inmigrantes en la región es un poco más de 8 millones: un 1,3% del total de la población de la región, por debajo de la media mundial. Este número esconde grandes diferencias: mientras en Costa Rica los inmigrantes representan más de un 8%, en Brasil, Colombia o Perú estos no pasan de un 0,4%.

              

migración en América Latina

Fuente Organización Mundial de Migraciones

                    

Argentina es el país con más inmigrantes, más de 2 millones, provenientes sobre todo de Bolivia, Paraguay y Perú. Le sigue Venezuela que históricamente había recibido una gran cantidad, sobre todo de colombianos, pero ahora ese flujo está cambiando y son los venezolanos quienes dejan su país. Las dos economías más grandes de Latinoamérica tienen llamativos bajos niveles de inmigración: en México menos del 1%, y en Brasil, el 0,4%

En Ecuador  viven casi 400 mil inmigrantes: un 2,4% de la población. La cifra nos ubica en el séptimo lugar de la región. El porcentaje nos pone por arriba del promedio regional. Según la OIM en Ecuador viven más extranjeros que en Colombia y Perú juntos, aunque esto quizás no recoja la reciente oleada migratoria de venezolanos a todos estos países.

En parte, esto se explica por la dolarización: en el 2000 Ecuador contaba con apenas 151 mil inmigrantes. En los diecisiete años en que tenemos el dólar como moneda oficial llegaron casi 250 mil personas. Este incremento se observa también en la remesas enviadas desde Ecuador hacia el exterior, en el 2017: salieron $357 millones principalmente hacia Colombia, Perú, China y, de manera creciente, Venezuela.

remesas migración

Fuente: Organización Mundial de Migraciones y Banco Central del Ecuador

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La migración es una gran oportunidad. En los países desarrollados donde se han hecho estudios sobre el impacto económico de los inmigrantes, los resultados son siempre positivos: es gente joven, en edad de trabajar, que utiliza los servicios públicos en menor medida que la población local.

Además, hay que considerar que en 2017, según la Naciones Unidas, 25 países vieron su población reducirse: Japón, Italia, Portugal, Grecia y buena parte de Europa del Este. Otros doce tuvieron crecimientos positivos pero muy cercanos a cero: Rusia, España o Cuba, por ejemplo. Estas presiones demográficas pueden ser resueltas con inmigración, siempre que se lo haga ordenadamente y potenciando los efectos positivos que esta trae.

En los próximos años, casi de seguro, veremos subir el porcentaje de inmigrantes: ese 3,4% va a crecer. El rol de los gobiernos es evitar que esto genere conflictos o reacciones hostiles en los países que los acogen, y al mismo tiempo sacar el máximo provecho del talento y potencial de la gente que llega.