La primera vez que la documentalista y médico española, Xiana Yago, vino a Ecuador en 2007 a hacer sus prácticas médicas, le sorprendió la cantidad de mujeres que llegaban a hospitales ecuatorianos luego de haberse practicado un aborto clandestino. Sentía que de alguna forma tenía que contar cómo y por qué llegaban a la sala de emergencia del hospital y por qué eso es un problema de salud pública. Después de cinco años regresó a Ecuador para grabar el documental Las Mujeres Deciden, un trabajo que sigue a María, una doctora también española, que investiga el embarazo adolescente y el aborto clandestino en el Ecuador. Cuando Yago comenzó a investigar y grabar el documental se registró como médica voluntaria en tres clínicas del país: la maternidad Isidro Ayora de Quito, la maternidad en Esmeraldas, en la Costa, y el hospital de Orellana, en la Amazonia. Todos los días colaboraba con los internos, atendía partos y escuchaba historias de mujeres: unas llegaban sangrando porque se habían realizado abortos clandestinos, otras habían sido víctimas de violencia sexual, otras eran madres solteras adolescentes que lloraban porque debían criar a sus hijos solas. De todas esas experiencias, escogió cinco historias, tras las cuales, siempre había un trasfondo relacionado al abuso sexual o la violencia de género. Una de las historias es la de Mishell, una adolescente de 16 años que fue violada por su padre. Al acercarse a esa realidad, el documental, dio un giro: ya no trataba solamente sobre el aborto, sino sobre la violencia de género naturalizada que está detrás y que lleva a que las mujeres tengan que decidir si continuar con su embarazo o no.  Yago cuenta su experiencia durante todo el proceso de creación de esta pieza testimonial que se proyectará en el Festival EDOC del 10 al 21 de mayo en Quito.

¿Cómo te encontraste con esta historia?

Estuve por primera vez en el Ecuador en el 2007 haciendo unas prácticas por cuatro meses en el hospital Eugenio Espejo como estudiante de medicina. Ahí entré en contacto con mujeres que sufrían temas de aborto clandestino y violencia sexual, conocí a la gente que estaba comenzando la línea telefónica de aborto seguro y me fascinó su actividad y lo que estaban consiguiendo. Lo que me marcó de verdad fue la experiencia de ver a la gente, las activistas involucradas, lo impotente que era la lucha. Cinco años más tarde decidí volver y ponerme a investigar sobre estos temas.

Además, desde que llegué a Ecuador por primera vez en 2007, me di cuenta de que ser mujer en Latinoamérica es muy diferente de ser mujer en Europa. En Ecuador sentí que es habitual que en el espacio público y laboral te sientas acosada a diario con comentarios o incluso tocamientos. También me dejó alucinada la extraña manera de relacionarse entre personas de sexo opuesto, las convenciones, el hecho de que hombres tanto cercanos como desconocidos traten de seducirte prometiéndote cosas, o que frecuentemente haya hombres que no entiendan un «no» por respuesta. Esa nueva experiencia de ser mujer fue también uno de los motivos que me hizo regresar, quería conocer mejor e investigar en mi propio cuerpo esa otra identidad.

¿De dónde surge la idea de hacer un documental? Es decir, eres médico y no es muy común que un doctor haga un documental. ¿Es tu primer producto audiovisual?

Yo siempre quise hacer cine pero la verdad es que nunca vi claro cuál tenía que ser el camino ideal. Conocí a gente que estaba estudiando comunicación pero veía que tampoco era lo que necesitaba para ser directora como quería. Poco a poco me fui buscando cómo hacerlo y mientras estudiaba medicina iba filmando cortos, buscaba a quién filmar, gente que me podía enseñar, y buscaba recursos para marcar mi camino hacia el cine. La medicina es un pequeño seguro, o sea, me interesaba mucho estudiarla y he disfrutado muchísimo por eso regresé de Ecuador, terminé mi carrera en España y comencé a trabajar en Alemania. Pero como quería ya hacer cine y tenía esa pequeña lucha interior me fui a hacer cine en Berlín, un máster en guión en Madrid y cuando terminé, comencé el proyecto en Ecuador.

¿Ser médica te ayudó o dificultó hacer entrevistas con las mujeres en el hospital? 

Hay una relación especial con los pacientes cuando eres médico porque tienes un acceso diario de la vida de las personas, te cuenta todo el tiempo cosas de su vida, problemas que tienen, y eso me gusta mucho. Quería usar esa relación en mi investigación y lo que hice en el 2012 fue empezar unas pasantías voluntarias en maternidades del país.

¿Cómo fue tu regreso a Ecuador en 2012?

Ahorré algo de plata para irme con una cámara y algo de equipo de sonido y mi idea era irme unos meses a probar. Cuando llegué en noviembre de 2012 empecé a hacer las entrevistas y mi idea era hacer todo con bajo presupuesto en base a mi experiencia en Berlín. Mi idea era buscar estudiantes de cine, poder filmar alguna entrevista y buscar material de archivo para usar como parte de mi investigación. Ahí me enteré que había opción para concursar en el Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador (CNCine) y decidí quedarme un poco más y participar con una productora ecuatoriana que estaba muy interesada en el tema. En el 2013 ganamos el fondo y la productora estuvo colaborando un tiempo conmigo en algunos temas de la producción y ya le pedí que fuera mi productora para todo el proyecto. Estuvo en la primera fase hasta que filmamos la película en el 2014 y luego ya se desvinculó del proyecto porque quería seguir otro camino entonces yo seguí con otras productoras.

¿Cómo fue el proceso de creación de tu documental?  

Cuando volví en el 2012 yo me planteé un acercamiento muy científico a la investigación sobre cómo el aborto clandestino, el embarazo adolescente, y la violencia sexual es un problema de salud pública. Me acerqué en un principio desde la salud pública, hablé con personas que habían estudiado en Ecuador estos temas y empecé a hacer entrevistas más enfocadas en la ciencia, científicas. Primero llegué a la maternidad de Quito Isidro Ayora y me ofrecí para colaborar, aprendiendo a hacer partos, viendo la realidad que se vivía ahí hasta que tenga la autorización del Ministerio de Salud Pública y Ministerio de Educación para hacer las entrevistas a adolescentes y pacientes. Cuando me la dieron empecé a entrevistar en colegios y en hospitales, ahí también me fui a trabajar voluntariamente en la maternidad de Esmeraldas y al hospital de Orellana.

Yo ya tenía la relación con las obstetrices del hospital, ya nos conocíamos y estaban esperando la filmación. En los tres meses que estuve colaborando en el hospital elegí a María Carnicer como la protagonista de la historia porque es una compañera que es médico, también periodista y antropóloga  y ella tiene una experiencia en Ecuador. Le pedí que viniera de España para ser la protagonista de la película y hacer el papel y se metió en el hospital para hacer unas prácticas conocer a la gente, tomar conciencia con la gente y el entorno y finalmente filmamos. En el caso particular de los partos, por ejemplo, que  no podías planificar, cuando alguien iba a dar a luz nosotras estábamos en el hospital o en los alrededores y nos avisaban para que fuéramos y tardaba unas cuatro horas entonces nos preparábamos y entrábamos. Filmamos como unos tres partos en total.

Algo que me llamó la atención en este proceso es que al momento del parto hay un trato muy paternalista por parte del personal de salud, un trato un poco punitivo contra la mujer. Por ejemplo hay veces que hacen bromas mientras la mujer está ahí sufriendo, momentos que yo decía si supieran lo que estamos filmando y si se dieran cuenta de lo violento y lo nocivo que es esto. Pero está tan naturalizado todo este contexto que lo que estábamos filmando no les importaba.

¿Cómo escogiste el nombre? 

Para mí el denominador común de todas las historias es que las mujeres podían decidir o no sobre determinadas situaciones. Sigues la historia con el punto de partida de una embarazada adolescente y empiezas a darle la vuelta de si las adolescentes están decidiendo tener hijos o no y parece que sí pero luego ves casos de mujeres que toman otras decisiones como abortar, te encuentras con una historia de abuso sexual donde la niña no ha podido decidir nada en su horrible historia. Decidirse por un título así es complicado pero yo quería darle un título positivo y no uno negativo: no quería decir que nadie decide. Realmente creo que muchas de ellas están decidiendo y quiero alegar a que sigan decidiendo más.

¿Cómo trabajaste con Mishell sobre su historia de abuso? 

Cuando la conocí Mishell tenía 16 años, habló abiertamente de su historia, yo apenas la conocía porque estaba empezando la investigación y fue el primer colegio que fui en Tonsupa. Ella vino y me contó una historia de abuso que me dejó un poco fría. No me esperaba eso porque yo no estaba buscando el tema del abuso sexual y había descubierto su importancia, cómo estaba relacionado al embarazo conforme avanzaba la investigación y terminó siendo el tema central de la película. A Mishell le previne porque no quería que se exponga demasiado, quería que pensara bien las consecuencias de que ella hable de una historia así abiertamente a la cámara y le pedí que tuviera cuidado, que eso se puede utilizar en su contra, que está muy expuesta. Luego la volví a ver meses después y me di cuenta que seguía interesada en hablar sobre esto, que ella y su familia querían que se supiera porque para ellas era la única manera de que se haga justicia. Luego la madre me había dicho que la había ayudado a hablar de esto, que realmente le había dado más autoestima trabajar con nosotros, que estaba más animada en el colegio y la madre quería que siguiéramos porque Mishell estaba más tranquila.

Me he preocupado mucho de que en cada momento del proceso ella  viera lo que estaba pasando y pudiera controlar todo, decirme no estoy segura o quiero parar. Eso es lo que me he esforzado en hacer con ella y siempre he vuelto a visitarla, le he mostrado el material, hemos seguido en contacto y creo que sigue bastante contenta y segura de que sí quiere que se vea y se sepa toda su historia porque siempre me dijo que piensa que hablar de esto abiertamente puede evitar que otras chicas pasen por la misma situación y que no se atrevan a hablar.

¿Sigues en contacto con las mujeres con las que hiciste el documental? 

Sí, estuve ahora en enero de 2017 en Ecuador con la idea de mostrar el corte final a todas las cinco protagonistas porque para mí también era muy importante que vieran la película especialmente las principales que tienen un testimonio sobre temas de aborto y de violencia sexual. Es importante que lo vean en el tema de abuso sexual para que estén seguras hablando de eso y de que se vea en público. En la parte de aborto me importaba mucho saber si realmente todos los protagonistas estaban de acuerdo con lo que habíamos editado en la entrevista y quería asegurarme de que nada los iba a poner en riesgo a nivel legal. Y, por ejemplo, a la obstetriz le mostré la película y se quedó un poco intranquila por una frase que decía sobre el aborto. He cortado la frase porque para mí era muy importante que todo el mundo tenga mucha seguridad en la película y que no pueda afectar a nadie.

¿Hay alguna historia o experiencia personal que te haya identificado con las historias que cuentas? 

Sí, hay varias historias personales que me identifican con todas las mujeres de la película. Por supuesto me identifico con María que es la doctora que va escuchando historias de otras mujeres sobre injusticias y no sabe bien cómo reaccionar o qué hacer para ayudarlas. Es exactamente lo que me pasó a mí cuando llegué a Ecuador y me puse a investigar. Pero también me identifico con Mishell, porque yo también he sufrido violencia sexual dentro de mi familia. Había un tío abuelo que intentaba besarme en la boca cuando yo tenía unos siete años. Cuando tenía nueve, le dije que solo le iba a saludar dándole la mano y así pude por fin librarme de él. Mis padres no sabían nada. Son cosas que suceden muy frecuentemente a muchos niños, lo mismo en Europa o en Latinoamérica. Con Yanina, la mujer que busca la manera de abortar, me identifico también, porque también me he quedado sola una vez frente a un embarazo no deseado y mi pareja no se hacía responsable de la situación. Todavía adolescente, llena de miedo y vergüenza, tuve que recorrer sola farmacias y centros de salud buscando anticoncepción de emergencia. Son situaciones que nos pasan a casi todas las mujeres al menos una vez en la vida y que es necesario que hablemos de ellas y nos mostremos apoyo mutuamente para que dejemos de ser tan violentadas.

¿Cuál fue el mayor aprendizaje del documental? 

Pues, todo porque ha sido mi primer documental. Ha sido una experiencia a muchos niveles y muy fuerte. Escribir el guión fue muy difícil porque como yo me especialicé en ficción yo pensaba que tenía que tener control sobre todo lo que ocurría y con el documental no es así. Pero me di cuenta que tenía que relajarme y dejar que pasen cosas frente de la cámara. Lo valioso de la película es lo que pasa en esos momentos que uno no planifica y hay una sorpresa. Un documental es una maravilla, es un regalo del cielo.

Dirigiendo a María fue difícil porque ella también tenía algo de experiencia como actriz amateur y como yo estaba rozando un límite entre documental y ficción —porque tuve que recrear algunas escenas— era muy difícil marcarlo. Yo quería que ella sea la doctora, que se dejara llevar por las situaciones que estaba viviendo en el documental y también reaccionara cómo ella reaccionaría naturalmente. La edición fue algo nuevo también porque lo realicé con la editora Florencia Handler —que ha trabajado en películas como Volver y Blinkers— y la cineasta Sofi Escudé —que ha trabajado en films como Rec y Three Days with the Family— y nos metimos muchísimo en las historias, nos encantaba todo lo que estaba relacionado con Ecuador y era maravilloso. Ha sido un proceso de mucho aprendizaje, de buscar los medios para hacer las cosas y de poco a poco hacer una película ya te vas montando tu equipo, vas teniendo tu gente y hay gente con la que he trabajado tan a gusto que trabajaría mil veces más.

¿A qué te refieres con que tu trabajo está entre el documental y la ficción?

Cuando empecé a escribir el guión de la película en 2012 me imaginé partes de ficción que se narraban paralelamente a las historias reales. Por ejemplo la doctora María Carnicer es un elemento ficticio porque si bien ella sí es doctora, ella no vive en Ecuador y vino explícitamente de España  para trabajar en la película. A mí me interesaba contar lo que piensa y siente María de manera ficticia, porque así era cómo me estaba sintiendo yo como mujer y doctora extranjera viviendo en Ecuador. Pero esas partes de ficción fueron disminuyendo durante la investigación porque, a medida que iba avanzando, sentía que las historias de las mujeres eran demasiado potentes e interesantes. Fui descubriendo la fuerza que tiene el documental y me fui desencantando de la ficción aunque la ficción me ha servido como instrumento en los momentos en los que no sabía cómo contar algo o sentía que no iba a poder acceder con la cámara a una situación determinada. En el tema del aborto, por ejemplo, encontrar una mujer que estuviera abortando o buscando la manera de hacerlo no era nada fácil. Así que usé partes de ficción para contar cómo se siente una mujer de bajos recursos cuando siente un embarazo no deseado y busca ayuda para abortar en Ecuador.

¿Qué respuesta has recibido de la audiencia sobre tu documental? 

Hasta ahora solo lo hemos proyectado en un festival en Gales. Tuvo una acogida muy bonita porque la gente estaba muy emocionada de ver la película y que asistamos a la proyección para la ronda de preguntas. Para mí fue muy emocionante ver la expectativa de que gente de otro país, que no te conoce, quiera  conocer más de la realidad ecuatoriana. Ha sido una experiencia muy agradable y espero que en Ecuador sea algo que se vea mucho más. Ahora que viene la gira en mayo en Ecuador vamos a aprovechar para que la película se vea muchísimo. Estamos organizando proyecciones en distintas ciudades con la colaboración de municipios y la idea es dar la máxima difusión, que se llegue a ver para causar un poquito de debate. En el Coca, como filmamos gran parte de la película ahí y apoyaron bastante en el rodaje, la proyección está casi lista. Vamos a hacer la parte del estreno local con la presencia de las actrices, vamos a hacer talleres con jóvenes, proyectarla en colegios. En otras ciudades como Guayaquil estamos viendo qué opciones hay, con qué colegios se puede hacer. Esmeraldas también tenemos un estreno seguro en la Casa de la Cultura y sería que algún colegio lo pase pero está más difícil. En Esmeraldas estarán las protagonistas de la provincia pero está todavía pendiente el tema de proyectarlo en colegios. Vamos a dar la opción de que las personas que quieran proyectar la película nos escriban y nosotros les mandamos el corto de la película y el material para que pueda hacer la proyección y la difusión.

¿Qué efecto esperas causar en las autoridades y el público? 

Mishell me dijo una vez en una entrevista que sabía que nadie le iba a ayudar a denunciar a su acosador, pero que si hablaba de lo que había pasado y la gente lo veía por televisión, quizá otras chicas no tendrían que pasar por lo mismo que pasó ella. Me dejó impresionada que una chica de dieciséis años tuviera que asumir sola tanta injusticia y también me impresionó que fuera tan valiente y tuviera las ideas tan claras. Dicho esto, Las Mujeres Deciden es un documental que permite observar la realidad de las mujeres en Ecuador desde el punto de vista de las propias mujeres y que a través de testimonios muestra la pasividad de algunas instituciones frente a la vulneración de los derechos de las mujeres. En cualquier parte del mundo, yo quisiera que la película sirva para tomar conciencia sobre las injusticias que sufren muchas mujeres y para que surjan estrategias que ayudan a combatirlas.