En el 2015 se crearon los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para que los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tengan en común desafíos ambientales, políticos y económicos. Estos sustituyeron a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, creados en el 2000. Los 193 estados miembros que firmaron el acuerdo, entre ellos Ecuador, se comprometieron a cumplir los 17 objetivos hasta el 2030. Según una investigación de estudiantes de séptimo ciclo de la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Guayaquil, la gran mayoría de los candidatos a la presidencia del Ecuador casi no los han tomado en cuenta en sus planes de gobierno. Paco Moncayo y Lenín Moreno son los que más alineados están con los objetivos, el primero con 295 propuestas el segundo, con 179.
Los 17 objetivos son: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructura, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz, justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr los objetivos.
Para identificar los ODS en las propuestas de los candidatos, se analizó y clasificó los planes. El principal desafío fue la diferencia de volumen entre ellos —el más corto, de Dalo Bucaram, tiene tres páginas, el más largo, de Paco Moncayo, 116—.
La mayoría de planes no delimitan entre metas, objetivos y políticas. Por ejemplo, en el plan de Bucaram, el primer párrafo expone estos tres tipos de propuestas sin definiciones claras.
Entre los ocho candidatos suman 1324 propuestas, los candidatos con más propuestas son Lenín Moreno y Paco Moncayo.
Cada propuesta fue dividida en tres categorías: objetivos, políticas y metas. Para identificar las metas en los planes se consideró que seam SMART —específico, medible, alcanzable, realizable, y que tenga un tiempo para cumplirse—. Por ejemplo reducir la pobreza en un 5% en tres años. Por ese nivel de especificación, las metas son las más escasas dentro de las propuestas de gobierno: Cytnhia Viteri y Dalo Bucaram no tienen ninguna, y Lenín Moreno tiene apenas dos.
Los objetivos y las políticas son más difíciles de diferenciar, en los objetivos se identifica el qué se quiere lograr y en la política se detalla cómo se quiere lograr ese objetivo. Para separarlos en el análisis, se consideró la manera en que estaban expuestos en el plan, como medio o como fin.
El plan de gobierno también fue dividido por cuatro ejes: económico —producción, sectores estratégicos, empleo, industria, infraestructura, desigualdades—, político —justicia, paz, instituciones políticas, seguridad, fuerza pública—, social —pobreza, hambre, salud, bienestar, educación, vivienda, género, seguridad social, ciudades sostenibles — y ambiental —gestión del agua, energías alternativas, cambio climático, conservación de recursos marinos y ecosistemas terrestres.
Las áreas con mayor énfasis en las propuestas son económico y político, y el de menos, el ambiental.
Tomando en cuenta estas clasificaciones, se comparó las propuestas con los 17 objetivos de desarrollo. El objetivo de desarrollo del milenio al que más se alinean los programas de gobierno es el 16 relacionado a las instituciones políticas, seguridad y justicia, y el que menos es el 2 que menciona el hambre y la seguridad alimentaria. Este último indicador preocupa si se toma en cuenta datos del Ministerio de Salud del 2013 que indican que 678 mil niños entre 5 y 11 años sufre de sobrepeso y obesidad, y 340 mil niños de la misma edad sufre de retardo en talla (una consecuencia de la desnutrición). Mientras que un 19.1% de adolescentes entre 12 y 19 años sufre de retardo de talla, y un 26% de sobrepeso y obesidad.
Hay planes de gobierno que tienen más cercanía a los objetivos de la ONU, y otros menos, pero para todos es necesario recordar que al final son eso, planes o propuestas, no acciones concretas. Tampoco existe una garantía de que quien llegue a la Presidencia vaya a cumplir todo su plan pero estos datos pretenden complementar los discursos demagógicos y los eventos de campaña, por lo general, vacíos de propuestas reales.