Estimado Dalo,

Tengo veinticuatro años, hace poco me gradué de la universidad y estoy preocupada porque el candidato que dice representar a los jóvenes lo hace solo en las formas, pero no en el fondo: hace ya varios meses que sigo tu campaña política —he visto tus entrevistas en el carpool, tu reality show Dalo a diario, tus discursos, he escuchado tus propuestas. Y durante este tiempo he visto que no eres el candidato de los jóvenes, que no puedes serlo. ¿Cómo podrías representarnos si es que gritas, como la generación que te precede, que los políticos están “mamando en la teta del poder”? ¿Cómo podrías serlo si cuando te preguntaron sobre el aborto en caso de violación contestaste: “yo estaría en contra porque está decidiendo la mujer sobre la vida de otro ser humano”? ¿No te das cuenta que estás haciendo lo mismo con la vida de esa mujer violentada? Dalo: hacer un reality show, postear en Instagram, tener una aplicación para el celular, ser activo en Facebook y utilizar WhatsApp no te convierte en el candidato de los jóvenes. Tampoco significa que los entiendes ni que los representas. ¿Cuánto tiempo de tu campaña, en verdad, te has tomado para realmente dialogar con nosotros?

Dices que te sientes “un joven más: ni mejor ni peor, solo un joven dentro de los jóvenes que representa a la juventud en esta contienda”. Me pregunto qué significa para ti ser joven ahora en el Ecuador, me pregunto si estás al tanto de campañas como Vivas Nos Queremos, de los movimientos por despenalizar la marihuana, de los derechos de la comunidad GLBTI, de la necesidad de despenalizar el aborto. Hablas de abrir el diálogo nacional para tocar estos temas pero dejas muy claro que tú estás en desacuerdo con el matrimonio igualitario, con el aborto de cualquier forma y con el consumo de drogas. En 2010 hubo exactamente 3.864 niñas menores de 14 años embarazadas. Ellas, quienes recién dejaban de jugar con sus muñecas para intentar comprender qué es la menstruación tuvieron que aprender a la fuerza a criar un bebé. Y, aunque la mayoría de estos casos fueron producto de violación, ellas no tenían opción: las obligaron a ser madres antes que adolescentes, madres antes de siquiera tener la edad suficiente para poder votar por su próximo Presidente. “Abrir el diálogo nacional” no es suficiente para ellas ni para las 431.614 mujeres que abortaron entre 2004 y el 2014 por diferentes contextos de pobreza, educación, violencia. Esos problemas, Dalo, son los que afectan todos los días a la juventud y a los sectores más pobres que tú dices ser parte y defender.  

¿Qué harás para garantizar los derechos de estas niñas y adolescentes? ¿Despenalizarás el aborto para ellas y para las cientos de mujeres que no quieren ser madres por distintos motivos? ¿Cómo vas a abordar los derechos sexuales de las mujeres? ¿Cómo vas a impedir que tantas mujeres sean violentadas y asesinadas?

Dices, además, que lo que tú pienses no debe influir en lo que el país piensa pero sí está influyendo directamente en lo que el país necesita con urgencia. El aborto no es un tema que debe discutirse sobre la mesa con sectores privilegiados y moralistas que se niegan a entender que el aborto seguro es un problema de Salud Pública. Así como dices que un presidente no debe imponer sus ideas, tampoco debería imponerlas un sector ultraconservador que no quiere entender la complejidad del aborto ni la libertad de las diversidades sexuales, y que sataniza las drogas sin darse cuenta que esa no es la solución para que dejen de consumirse.

Sobre tu lucha contra las drogas, publicaste un vídeo que más allá de apelar a las emociones y culpar a la tabla de consumo permitido dice poco sobre tus propuestas concretas. Has dicho en varias ocasiones que tú tienes cero tolerancia con las drogas pero, ¿qué políticas públicas vas a promover para los microtraficantes? Cerca del 90% de los detenidos por delitos de drogas provienen de los sectores más marginales del país como —en el caso de Quito— San Roque, La Roldós, El Comité del Pueblo. ¿Qué alternativas les darás para que dejen de ser microtraficantes? ¿Cuál es tu plan estratégico en contra de las drogas? ¿Las legalizarías para tener más control sobre su consumo?

Lo cierto es que eres un candidato que pretende ser nuevo cuando, en realidad, eres el candidato que hubiese ganado las elecciones en los noventa. Eres como la generación de tu padre pero con un smartphone, selfies y realities. Se supone que son para mostrarte transparente, conocer lo más íntimo de ti, pero la estrategia no funciona: verte gritar a una persona que te decía que te vayas en los primeros segundos del capítulo de tu reality es como ver un video de tu padre gritando, exacerbado. “Ya te escuché, ahora me escuchas tú a mí” le dijiste a alguien que, claramente insistía en hablarte porque todavía tenía algo que decir. No sé si al utilizar esas tomas para abrir tu reality intentabas demostrar que eres transparente, que no te importa la crítica pero, en realidad, solo demostraste ser un candidato que refuerza el estereotipo de masculinidad de un político: confrontativo, que se abre la camisa para pelear —como lo han hecho Rafael Correa, Andrés Páez. Y esa imagen reproduces cuando tu esposa dice que quería demostrarte que es “buena, bonita y barata” cuando eran novios. Cuando casi besas a una señora —y no es que te detuviste sino que la señora apuntó mal— en la boca al frente de tu esposa y luego bailabas con ella, dando show como tu padre. Cuando dijiste que le bromeabas a Rossy Gómez, quien maneja tu agenda, que «cuidado… va a estar quedando embarazada que se nos viene Carondelet, así que mucho cuidado» porque se queda dormida en los viajes para tu campaña. Dices que no quieres hacer una campaña de odio, de confrontación, pero publicas un remix de cómo Guillermo Lasso “copia” tus propuestas. Cuando lanzaste tu aplicación para celular dijiste, como si fueras un niño de 7 años, que “el resto ya pueden copiarnos”. Hace unos años produjiste una parodia de un spot en que Rafael Correa recorría el país en bicicleta aclarando que tu bicicleta “sí tiene montura”, en clara referencia homofóbica. Deberías saber, Dalo, que los jóvenes, o por lo menos muchos que piensan como yo, no busca ese tipo de gobernante. No uno que refuerza estereotipos, que parece del pasado. ¿Cómo confiar en ti si es que eres la viva imagen de tu padre pero a los 34 años y con Instagram? ¿Cómo vas a hacer para diferenciarte de tu papá? ¿Estás realmente preparado para ser nuestro próximo Presidente?

Dices que “difícilmente un político tenga más experiencia política de Dalo Bucaram a pesar de sus 34 años” refiriéndote a tu maestría en Comunicación Política y Gobernanza en la Universidad George Washington. Pero te recuerdo, estimado Dalo, que nuestros presidentes han demostrado que no necesariamente un título universitario te asegura el éxito y una buena gobernabilidad: Jamil Mahuad con un máster en Administración Pública de Harvard, dejó al país en crisis y ahora Rafael Correa, PhD en Economía, vive otra crisis económica. ¿Por qué tu preparación académica nos asegura que serás buen Presidente? ¿Cómo nos ayudará tu maestría a enfrentar una crisis económica o un desastre natural? ¿Qué nos asegura que no vas a abandonar tu cargo como lo hiciste en el 2014 a asambleísta porque sentías que el paquete de enmiendas era poco democrático? Dalo, buscamos un Presidente que sepa liderar, que sepa enfrentar cualquier situación por más que no vaya con sus principios o que no le guste, que aunque todos estén haciendo algo “mal” se quede para intentar hacerlo bien. Ser Presidente va mucho más allá de hacer lo que él o ella creen que es lo mejor: es responder a las necesidades del pueblo mientras se aseguran las libertades esenciales.

Dalo, si quieres representarnos, si te quieres considerar parte de la juventud ecuatoriana, escúchanos. No queremos un político que aunque tenga 34 años y sepa de tecnología no responda a nuestras necesidades urgentes. ¿Despenalizarías la marihuana para fines terapéuticos? ¿Permitirías la adopción homoparental y el matrimonio igualitario? ¿Dejarías de mostrarte como un macho alfa? Si quieres representar a la juventud, Dalo, deja atrás la imagen de tu padre, del político de los noventa, del loco que ama pero sólo cuando le dan la razón, que parece que en cualquier momento va a perder la postura y gritar. Alguien, que estoy segura, sería elegido por un hombre de 60 años esperando que las heteronormativas no cambien.