Fotografía de Gkillcity

¿Por qué no se publica desde hace 15 días?

A tres semanas del terremoto, los días en Pedernales, el pueblo manabita más cercano al epicentro, se han convertido en jornadas de inventario de la tragedia. La gente cuenta las casas caídas, los hoteles demolidos, los amigos que se han ido de la ciudad y de este mundo. Entre esos recuentos ha cobrado relevancia el de las víctimas que, creen, no se han registrado en los boletines oficiales. Claudia Ibarra dice: “A mi amigo Lenin se le murieron la mamá y la tía, Leonor y Juana Bermudes, en Pedernales, y no estaban en el registro oficial. A ellas las enterraron un día después, el domingo, antes de que llegue la ayuda”. La realidad es que las señoras Bermudes ya aparecen en los registros, pero el problema es que a la gente de Pedernales no se lo han comunicado. Al menos no con suficiente claridad.

En el terremoto del sábado 16 de abril, la esposa, el hijo, la nieta, la esposa de un nieto y el bisnieto de Antonio M. murieron atrapados bajo los escombros del hotel Pedernales. Antes de que pudiera llegar cualquier ayuda institucional al día siguiente, Antonio M. enterró a su familia por su cuenta. En este pequeño pueblo costero de la provincia de Manabí, hay quienes aseguran que los familiares de Antonio M. no fueron incluidos en la lista oficial de víctimas. Según Maybe Ramírez, otra pedernalense, ocurrió lo mismo con Nancy Cuzme y su hija Johana. Dice que a ellas se las llevaron a San Vicente para velarlas y que no están en el conteo de fallecidos. Desde el 24 de abril no se ha publicado el registro de los cadáveres identificados. La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR) es la encargada de actualizar y publicar las cifras sobre el desastre, pero según su departamento de comunicación, la lista de fallecidos es responsabilidad de la Fiscalía. En la Fiscalía, en cambio, dicen que la SNGR es la que debe dar esa información. Funcionarios de instituciones estatales que trabajan en las secuelas del terremoto no parecen tener claro de quién es la responsabilidad. Preguntar por el padrón de víctimas fatales y por qué no se ha publicado desata una cadena de idas y vueltas de relacionistas públicos, en una confusión que ha contagiado a la gente de Pedernales: desconfían de las cifras y piden que se publiquen datos actualizados.

La falta de coordinación entre los aparatos de comunicación de los ministerios alimenta rumores en Pedernales. Muchos habitantes desconfían que la cifra oficial de muertos de su ciudad sea 173. Creen que son muchos más. “Considero tan injusto que den cifras irreales y que todos los que vivimos esta tragedia sabemos que no lo son”, dice Erika Cadena. “Deberían ir a cada casa destruida y ver cuántos fallecieron. Ahí sacan cifras de verdad”, dice Marisol Celorio. No hay ningún pronunciamiento estatal que aclare las sospechas de los pedernalenses.

La duda es comprensible: el listado completo de personas muertas por el terremoto no se ha actualizado desde el 21 de abril. En esa fecha, diario El Universo publicó que había 44 personas “en verificación de identidad” y, además, desplegaba el documento que hasta el momento existía: 587 personas, casi cien menos de los que existen ahora. En la nota, se redirigía a los lectores a la página web de la Fiscalía donde estaba el listado, pero al 6 de mayo esa dirección no exhibía ninguna información.

El último informe de prensa de la Fiscalía, según su propia página web, es del 21 de abril. Allí aparece también un formulario para reportar desaparecidos. Las cifras de muertos a nivel nacional, según el informe de las seis y media de la tarde del 05 de mayo de 2016 de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR), no ha variado desde el 29 de abril: 660 fallecidos. La falta de información alimenta la incertidumbre en Pedernales.

Página de fiscalía sin información

La  imprecisión en el conteo de víctimas es una secuela común de los desastres naturales. Un antropólogo forense colombiano que trabaja para la Cruz Roja Internacional en la misión del organismo en Pedernales —que pidió no ser identificado— dijo que mucha gente suele enterrar de inmediato a los familiares que perdieron. Explica, además, que el protocolo para este tipo de desastres tiene tres partes: la ayuda a las personas atrapadas, la restauración de servicios básicos como agua y energía eléctrica, y la búsqueda e identificación de los cuerpos. El equipo forense en Pedernales —que tiene el apoyo de antropólogos, odontólogos y arqueólogos forense de algunos países de Latinoamérica— está en la tercera etapa.  Ya no esperan sacar a nadie con vida, sino dignificar la muerte. El experto dice que la idea es determinar la identidad de todos los cadáveres y entregárselo al familiar. “Una persona que está ahí en la morgue pero no ha sido identificada, está viva para sus familiares”.

Para evitar las especulaciones macabras que nacen de la ineficacia burocrática, según los estándares internacionales, los cuerpos no deben ser cremados. Tampoco enterrados en fosas comunes, sino que deben mantenerse en la mejor condición posible hasta que sean identificados. Según varios habitantes de Pedernales, en las horas posteriores al terremoto corrió el rumor de que los muertos serían sepultados en fosas comunes. Cuatro días después, cuando el Fiscal General del Estado desmintió esa versión, algunas personas ya habían enterrado a sus muertos, sin haber avisado a las autoridades. Si esto es así, el número oficial —que dice, además, que hay 15 desaparecidos podría tener un punto ciego. Según Marisol Celorio, pedernalina, en la lista oficial no está registrada su “amiga y comadre Diana Carolina Mera Veliz que falleció en Pedernales (en la vía Cojimíes en el departamento que alquilaba). A ella la sacó su exesposo el domingo por la mañana y la llevó a San Vicente, su lugar natal, para enterrarla”. No es posible saber si es cierto o no, y precisamente para desvirtuar rumores como estos, las entidades estatales que trabajan en el campo deberían dar información constante y suficiente. Pedernales vive aún los sobresaltos de las réplicas y las malas noticias. Tener los nombres y apellidos de todos los fallecidos ayudará a sus habitantes a recuperar la paz.

Al problema de los familiares enterrados sin que se notifique al Estado, se suma uno más: hay pocos que quieran admitirlo de forma pública. Hablan con los periodistas pero al final piden no ser citados porque tienen miedo de que haya consecuencias legales por los entierros sin los trámites previos. Muchos otros dicen que ya no quieren saber nada. Pero al mismo tiempo quieren que las cifras se aclaren. Para lograrlo, es indispensable que se acerquen a las autoridades y reporten entierros hechos sin partidas de defunción. La Radio Altamar —la única que transmite en Pedernales después del terremoto— lo pide a diario: aquellos que perdieron familiares y los enterraron el domingo, dicen, deben ir al Centro Gerontológico (donde están las autoridades estatales) y entregar los datos del fallecido. De lo contrario, nunca se podrá saber con precisión cuánta gente murió en el terremoto. Sin ese número, la herida que en Manabí buscan curarse no podrá cerrarse.

La Fiscalía y la Secretaría de Riesgos deben difundir los nombres y apellidos de los fallecidos y hacerla llegar a los pueblos y ciudades afectadas por todos los medios posibles. Así lo aconsejan los manuales internacionales: “Se debe mantener una lista que contenga la información confirmada de muertos y sobrevivientes y debe existir un grupo reponsable del registro oficial de los detalles de los individuos desaparecidos —dicen la Cruz Roja Internacional, la OMS y la OPS —. En todo momento y en cada fase del proceso de recuperación e identificación de cadáveres, se debe suministrar información honesta y precisa”. En Pedernales, la gente espera esa información. Frente al silencio estatal, sólo les queda especular por los motivos. Sin información oficial precisa, no hay respuestas tranquilizadoras.

Según la Cruz Roja, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) toda la información sobre muertos y desaparecidos en los desastres “debe estar centralizada en un sistema nacional para el manejo y la coordinación de la información”. Pero en el Ecuador que sufrió el terremoto no está muy claro cuál es ese flujo. Una funcionaria de la Fiscalía General del Estado dijo que su organismo ya no difundirá la lista de fallecidos, y que es exclusiva responsabilidad de la SNGR. La SNGR emite diariamente boletines con las cifras de la emergencia, pero no está la información específica que la gente espera. Dibujar un número no alcanza: los dolientes precisan nombres.

El problema es que los funcionarios de la SNGR, la Fiscalía y el MIES tienen cada uno una versión diferente. En la dirección de Comunicación de la SNGR dicen que “la lista de nombres de fallecidos actualizada la tiene la Fiscalía”. En la Fiscalía tienen otra respuesta: “Es la Secretaría de Gestión de Riesgos que tiene los nombres de estas personas”. De regreso a la SNGR, el personal de comunicación se desdice: es el Comité Operaciones de Emergencia (COE) que tiene una mesa técnica en Quito, dicen, donde se maneja ese tema. Eso, al menos, es lo que creen: “Pero no le puedo asegurar nada”, le dijo una funcionaria a Gkillcity. En el COE tienen otra respuesta: hay que hablar con el departamento legal de la Policía, dicen. Sebastián Vallejo, director de análisis de riesgo y a cargo de la sala situacional nacional por el terremoto zonal 9, aseguraría luego que el documento de las personas fallecidas está departamento legal de la Policía. “Esta información no está centralizada para los reportes de situación en el COE de Quito. Personas del Ministerio Coordinador dijeron el 5 de mayo de 2016 que personal del Dinased (la Dirección Nacional De Delitos Contra La Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión Y Secuestros) están validando con el Registro Civil el tema de las personas fallecidas por las actas de defunción. Esa información, según Vallejo, estará disponible en una semana o semana y media y hasta entonces no se volverá a publicar. Es una espera que parece demasiado larga.

Mientras tanto, Pedernales espera sumido en la confusión. Rosy Puertas, concejala del cantón, dice que ha escuchado que el MIES hará un censo pero no sabe si incluirá un recuento de fallecidos. Otro funcionario de comunicación, esta vez del MIES, dijo que ellos harán un censo en los albergues para conocer las condiciones en que están las personas refugiadas allí, que la identificación con nombre y apellido de los muertos es responsabilidad del Ministerio del Interior. En la secretaría que dirige José Serrano —delegado presidencial para Pedernales—, no hubo un pronunciamiento oficial, a pesar de que pedimos una entrevista y nos pidieron las preguntas. Después de enviarlas, nos contestaron que la entrevista no había sido autorizada. El nudo de la confusión no se desata en Pedernales.

Para sus habitantes, las ruinas de Pedernales sirven como estaciones que narran el viacrucis de aquel sábado doloroso: en esta esquina era el hotel América, en este edificio murió la señora Rosita, en este colegio que van a demoler habrían empezado las clases el 2 de mayo. La fuerza del terremoto —7,8 grados— y la debilidad de las casas y edificios construidos sin regulaciones técnicas ha dejado a la ciudad sumida en un estupor confuso. A medida que van saliendo de él, intentan retomar su vida, pero muchos insisten en que para hacerlo necesitan saber cuánta gente murió en realidad. Erika Cadena, habitante de Pedernales, dice que su familia enterró de inmediato a su abuela América: “El piso del hotel donde vivía colapsó, y el sepelio fue el domingo en la tarde —explica vía Whatsapp —. De pronto para muchas personas, en esos momentos de tragedia, su prioridad ha sido recuperar a sus seres queridos y darles cristiana sepultura y ni cabeza se tiene para andar en trámites, creo que eso impide que haya cifras reales también”. No es una tarea sencilla —mucha gente se llevó sus muertos al campo— pero un paso fundamental es que el Estado vuelva a publicar esa lista. Y la mantenga actualizada.