Pregunta: Mi pareja es lo opuesto a mí en todo sentido, y veo todo lo malo en lo que hace. Sé que es un gran padre y ser humano pero me falta tener conexión con él. Casi no hablamos. Somos como amigos con compromiso. Me siento cansada de sus palabras y de sus actitudes.
Siento que estoy dejando de ser yo misma para complacer a mi pareja. A veces para evitar problemas prefiero seguirle la corriente o no decirle lo que en verdad pienso porque siento que se altera por todo. Siempre cree tener la razón y yo tampoco tengo ganas de ser la única que hace esfuerzos en la relación.
¿Vale la pena luchar por alguien que es tan diferente a mí, que siento que no me llena?
Respuesta:
Antes de estudiar psicología, mi educación sobre el amor vino, por un lado, de los finales felices de Hollywood, y por otro, de las parejas que conocía: mis padres, mis tíos, los papás de mis amigas.
Las películas me daban una versión inmadura y edulcorada del amor, en las que el final feliz se da en el pico del enamoramiento, no 12 años, dos hijos, y una hipoteca después. En las parejas cercanas, de la generación de los baby boomers, veía roles de género tradicionales y una versión aburrida y resignada del amor en la que se comparte la cotidianidad y las responsabilidades más que el placer.
Esas dos versiones me marcaron a mí, y probablemente a muchos de mi generación.
Crecemos con la expectativa de que el amor se mantenga eternamente en una etapa de enamoramiento y rechazamos la versión mundana del amor que vimos en generaciones anteriores. La tasa de divorcio, que ha ido aumentando por décadas y solo del 2023 al 2024 creció un 8.5%, es un reflejo de nuestra decepción al descubrir las mentiras sobre el amor romántico que nos vendieron.
Encontrar una pareja compatible parece la parte difícil de formar una relación. En realidad, mantener la relación requiere más trabajo constante.
Leyendo tu pregunta en la que me dices «no soy compatible con mi pareja», pensé en todas las personas que, después de algunos años de relación, se sienten desconectados. Esperamos el amor romántico y el “hasta que la muerte nos separe”, pero biológicamente no estamos programados para ese tipo de amor, así que necesitamos hacer esfuerzos constantes para lograrlo. El enamoramiento es una necesidad biológica, el amor eterno no.
¿Cómo llegamos aquí?
Las relaciones de pareja son complejas, por lo que necesitamos estar un poco locos para sostenerlas. Necesitas salir de tu zona de confort y cambiar tus hábitos para convivir con otra persona. El principal objetivo evolutivo es la reproducción, pero emparejarnos es tan sacrificado que, si tomáramos la decisión lógicamente, probablemente muchos elegirían no hacerlo.
Es por eso que la biología nos ha dejado instalado un perfecto mecanismo (algunos lo llamarían una trampa) para que convivir con alguien extraño sea agradable.
Hay una combinación de hormonas que afectan nuestro cerebro en las primeras etapas de enamoramiento. La oxitocina forja los vínculos, la dopamina nos recompensa, y las endorfinas nos hacen sentir bien y reducen el dolor. Estos neurotransmisores son los protagonistas en los primeros meses de enamoramiento, y tienen la capacidad de exaltar las cualidades y ocultar los defectos del otro.
¿Recuerdas los primeros meses de enamorarte de tu pareja?
Las personas cambiamos constantemente, y es posible que hoy ustedes ya no compartan mucho de lo que les unía al inicio. La desconexión que describes también puede ser porque, cuando nuestro cerebro genera tolerancia a las hormonas, dejamos de idealizar al otro y toleramos menos sus defectos.
En tu caso, describes un patrón de comunicación con tu pareja en el que prefieres callar a tener conflictos. A corto plazo, evitar peleas parecería ayudarnos a mantener la paz en la relación. Parece contraintuitivo, pero una pareja que evita los conflictos tiene menor satisfacción relacional en el largo plazo. De hecho, poder expresar nuestros desacuerdos es una forma saludable de conocernos mejor y de sentir que nuestra voz es importante.
Algunas de tus observaciones sobre su relación me dan pistas sobre cómo llegaste a sentirte tan desconectada. Me dices que tu pareja y tú casi no hablan. Robert Sternberg, un psicólogo americano, creó la teoría triangular del amor, en la que describe a la pasión, la intimidad, y el compromiso como los componentes del amor.
La pasión es la fuerza del deseo, del romance y la atracción física. La intimidad es la conexión emocional, y el compromiso es la decisión de compartir y tener objetivos en común. En la mayor parte de relaciones, estos elementos van a variar, pero en tu relato sobre tu relación, presiento que la intimidad y la pasión han decrecido, y lo único que te mantiene ahí es tu compromiso.
Me preguntas si vale la pena luchar por alguien con quién ya no compartes esa conexión, y no tengo una respuesta para ti. Eres la única persona que puede decidir eso. Si decides intentarlo, volver a reconectarse es un trabajo que requiere voluntad y esfuerzo de ambos, y que además no tiene garantías.
¿Cómo salimos de aquí?
Para hacer cambios, tenemos que enfocarnos en las cosas sobre las que tenemos control. Nuestra actitud y comportamiento es algo que podemos modificar, nuestras emociones y las acciones del resto, no.
En tu caso, veo que puedes enfocarte en comunicarte más, alimentar la conexión con tu pareja y fomentar más interacciones positivas durante el conflicto.
Primero, necesitas tener una conversación incómoda con tu pareja. Él no sabe cómo te sientes, pero los dos son responsables de las dinámicas que tienen en su relación. Se merece la oportunidad de entenderte para tomar decisiones. Mientras seas complaciente y escondas tu malestar, él no va a tener la retroalimentación que necesita para motivarlo para hacer cambios.
Para cambiar los patrones que tienen y mejorar la comunicación, no podemos evitar los conflictos.
Un factor determinante es la calidad de los conflictos más que su cantidad. John Gottman junto a su esposa Julie Gottman han investigado las dinámicas de pareja por años. En una de las principales investigaciones que publicó Gottman con otros autores, encontraron que tener una proporción de por lo menos 5 interacciones positivas por cada interacción negativa durante los conflictos, predice la estabilidad y la felicidad en el matrimonio.
Incluso cuando hay dificultades de por medio, mantén presente el amor y el cuidado con tu pareja durante los conflictos.
Los pensamientos muchas veces se sienten fuera de nuestro control. Y en parte, lo están. Por eso, a veces nos sorprendemos pensando algo que en realidad no creemos. Nuestros pensamientos vienen de la actividad neuronal en nuestro cerebro y mientras más común es un pensamiento, más se fortalecen las conexiones neuronales que lo forman, y por lo tanto es más fácil volver a tener ese pensamiento.
Es como si tuvieras muchas plantas en sus macetas, y escoges cuidar y regar más a unas que a otras. El pensamiento inicial está ahí (la semilla), pero tú puedes elegir a cuál le das más importancia y cuidado.
En tu caso, puedes intentar escuchar ese primer pensamiento negativo hacia tu pareja, pero en lugar de alimentar esas vías neuronales, canaliza tus pensamientos hacia la curiosidad, y dale más espacio a los pensamientos que te hagan sentir conectada con él. Esto se puede practicar también en tu actitud y tus comportamientos. Mientras más interacciones positivas tengas hacia él, más conectada te vas a sentir.
En este artículo, no me he enfocado en las acciones y actitudes de tu pareja. Mencionas que él se altera cuando le dices lo que piensas, y cree siempre tener la razón, y es por eso que muchas veces prefieres callar. Mi objetivo no es buscar el culpable de cómo llegaron a la desconexión en la que están, sino buscar la forma de salir de ahí. Y eso es responsabilidad de ambos.
Tú no eres la única persona que debe cambiar para que esto funcione, pero solo puedes enfocarte en lo que tú puedes hacer. El trabajo de tu pareja es enfocarse en lo que él puede hacer para que esta relación funcione.
El esfuerzo que necesitas para que esta relación funcione requiere de valentía. Soltar una relación cuando te das cuenta que no quieres seguir intentando, también. La única persona que sabe si es algo que vale la pena, eres tú.
Te hice un esbozo de lo que podrían hacer para reconectarse, y espero que te ayude a tomar una decisión. Eres tú la persona que camina en tus zapatos y que vive con tus elecciones. Escúchate y confía en tu capacidad para elegir lo que necesites.
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