Desde que la violencia se agudizó en Ecuador en 2020, Andrea* tiene miedo de salir herida por estar en medio de un asalto, un tiroteo, o una situación de riesgo. Jamás ha presenciado un hecho violento y, en Quito, la ciudad donde vive, no ocurren con tanta frecuencia como en otras partes del Ecuador. Sin embargo, este temor surgió por el contexto en el país: en los primeros cuatro meses de 2023, las muertes violentas incrementaron un 66% en relación a 2022.
Andrea dice que entiende que es un miedo irracional, pero que por varios meses ese temor ha hecho que se sienta incómoda en ciertos lugares públicos. Los síntomas, dice, se manifiestan cuando se sube al bus y piensa que alguien con pistola podría entrar para robar, le dispare, y muera.
Estos pensamientos también surgieron un día que salió a bailar a una discoteca. El miedo constante de que alguien entrara con una pistola no le dejó disfrutar, a tal punto que varias veces sintió ganas de irse.
El caso de Andrea, dice Fernando Cornejo, director del posgrado de psiquiatría de la Universidad Tecnológica Equinoccial, no es aislado. El especialista dice que cada vez es más frecuente que los ecuatorianos acudan a terapia por miedo a la violencia generalizada del país, y que se ha intensificado en 2023.
Cornejo señala que este tipo de reacciones y comportamientos son provocados por “fenómenos estresores” a los que los ecuatorianos están sometidos día a día cuando se enteran de hechos violentos como sicariatos, robos, extorsiones, tiroteos, entre otros.
Sin embargo, el psiquiatra recalca que este fenómeno estresor se vuelve crónico cuando las personas están sometidas, constantemente, a circunstancias para las que mentalmente no están diseñadas.
Es decir, en situaciones adecuadas (por ejemplo, en una ciudad con índices de violencia bajos), cuando alguien se enfrenta a circunstancias de violencia, miedo o amenaza, el cerebro humano está diseñado para que la persona huya o ataque. Pero en el contexto en el que vive el Ecuador, los ciudadanos no pueden huir o atacar. Como estas funciones están inhibidas, van generando reacciones desadaptativas. Pueden ir desde problemas de salud física —como dolores de cabeza, musculares— hasta problemas de salud mental —como trastornos de ansiedad, depresión, disociaciones y estrés postraumático.
Entre las reacciones que las personas pueden adoptar para intentar protegerse de las amenazas externas están:
Autocensura
Fernando Cornejo explica que hay personas que, por cuidar su integridad y sentirse a salvo, prefieren no salir de casa o dejar de hacer actividades que antes les generaba placer, como estar con amigos o hacer deporte al aire libre. Sin embargo, el psiquiatra recuerda que por naturaleza los seres humanos son sociables y necesitan de otros. Por eso, esta decisión de ponerse a buen resguardo termina siendo peligrosa porque puede generar afectaciones a la salud mental.
Irritabilidad
Otra alerta de que las personas están siendo afectadas por la violencia son los cambios de conductas como el incremento de la irritabilidad . Esto sucede porque la persona se siente atacada la mayor parte del día. Por eso es más fácil que se enoje y sea más impulsiva.
Malas decisiones
El psiquiatra explica que también es común ver que frente a estas circunstancias, las personas tienen menor capacidad de filtrar decisiones. Por eso suelen tomar decisiones posiblemente erróneas ya que las personas son más impulsivas por el estado de alerta en el que se encuentran.
Ansiedad
Cornejo dice que al estar en permanente sensación de alarma o peligro es posible que las personas experimenten algunos síntomas de ansiedad. Esto son:
- Sensación de nerviosismo, agitación o tensión
- Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe
- Aumento del ritmo cardíaco
- Respiración acelerada
- Sudoración
- Temblores
El psiquiatra alerta que si la persona no busca ayuda cuando recién surgen estos síntomas, la ansiedad puede volverse patológica. Inclusive, agrega, puede generar sensaciones depresivas porque no se encuentra una salida a la situación de la inseguridad.
Cornejo recalca que es normal tener un grado de ansiedad porque esta tiene una función, al igual que todas las emociones. Cuando la ansiedad está regulada, ayuda a resolver los problemas u obliga a actuar. Sin embargo, se vuelve patológica cuando las sensaciones aparecen durante la mayor parte del día.
¿Qué hacer para sentirnos más seguros?
Fernando Cornejo explica que para que los ecuatorianos nos sintamos más seguros es importante reconstruir el tejido comunitario y redes de confianza. Debemos intentar acompañarnos entre vecinos, familiares, conocidos y entender que lo que está pasando en el país no lo estamos viviendo solo nosotros, agrega el psiquiatra.
También recomienda que las personas busquen ayuda profesional si se sienten desbordadas o agobiadas por la violencia. Así podrán evitar que las emociones escalen a niveles más graves.
Andrea cuenta que ella jamás acudió al psicólogo, a pesar de tener síntomas palpables a causa de la violencia en el país. Reconoce que sí habló de su miedo con sus seres queridos, y que eso fue lo que más le ayudó a superar lo que sentía.
En una ocasión le comentó a una amiga lo que le pasaba. Su amiga, que en el pasado tuvo un ataque de pánico, le dijo que había aprendido sobre los miedos irracionales, que no eran más que miedos muy poco probables de que ocurran.
En medio de su conversación, su amiga le compartió lo que había aprendido en terapia sobre este tipo de miedos. Andrea reconoce que este intercambio la ayudó a superar sus temores. Dice que pudo ver que era poco probable que le sucediera, por lo que asegura que es fundamental sentirse apoyada en tiempos de crisis.
Únete a la GK Membresía y recibe beneficios como comentar en los contenidos y navegar sin anuncios.
Si ya eres miembro inicia sesión haciendo click aquí.
