A Adrián Willians Mero Quijije, de 33 años, lo asesinaron el 31 de julio de 2022 en la misma provincia y modalidad con la que fue baleado uno de sus grandes aliados: Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña o alias JL, el fallecido ex líder de Los Choneros, la actual organización que —aunque fragmentada y con nuevos cabecillas— busca el poder en las calles y en las cárceles a llanto y muerte. 

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Mero Quijije tenía una chapa —así llaman a los apodos en el mundo criminal— plenamente identificable: alias El Capi. Contra él fueron dictadas dos condenas entre 2019 y 2021. En una obtuvo la suspensión de pena, según lo constató GK en registros judiciales, y cumplía arresto domiciliario, aunque aún no se conocen las razones por las que se concedió aquel beneficio penitenciario. 

Alias El Capi, que nació entre el calor y los cultivos de Jaramijó, había sobrevivido a tres atentados, dos de ellos antes de ser detenido, en abril de 2021. También esquivó las balas de otro atentado el 3 de junio de 2022 en su casa, asentada en una lujosa urbanización manteña, el mismo día en el que en la cárcel de El Rodeo, en Portoviejo, donde pasó un período corto de tiempo, hubiese alertas de enfrentamientos y un interno asesinado. 

Pero El Capi, al igual que otros líderes delictivos, fue asesinado en la plenitud de su vida. No logró sobrevivir al ataque de la mañana del domingo 31 de julio de 2022. Murió apenas cinco meses después de que su pareja, la joven modelo Joselyn Noguera, fuera víctima de sicariato en Manabí y dos años después de que su hermano, Marlon Mero Quijije, fuese baleado en la misma provincia. 

Aquel 31 de julio, Mero Quijije —que también se dedicó al comercio de mariscos con embarcaciones propias para pescar— burló su arresto domiciliario y decidió unirse a la procesión naútica religiosa que honraba a los santos Pedro y Pablo en la ciudad de Jaramijó, a menos de treinta minutos de la urbanización Altos de Manta Beach. Antes de las ocho y media de la mañana, llegó al puerto de Jaramijó, embarcado en su camioneta blanca, blindada y de alta gama. 

Dice un informe policial que alias El Capi habría abierto la puerta delantera de su vehículo y allí fue baleado por otro hombre. Por eso, los investigadores sortean la hipótesis de que el líder delictivo habría conocido a su agresor. El Capi falleció por las heridas de al menos diez impactos de proyectil.

La Policía aún no encuentra al responsable de la muerte de El Capi y solo un agente policial fue detenido para saber si Mero Quijije burló a su custodio —pues quien cumple arresto domiciliario debe ser monitoreado— o si habría complicidad entre el policía y el fallecido líder. 

Lo cierto es que la muerte de El Capi mueve también las dinámicas de las bandas narco delictivas. Aunque la Policía lo ubicó como el “nuevo” líder de Los Choneros tras el asesinato de Jorge Luis Zambrano, alias JL, en 2020, en realidad, ya había marcado distancia con Adolfo Macías, alias Fito, y Junior Roldán, alias JR. 

Ellos, que fueron los hombres de confianza alias JL, también han sido señalados como “traidores”, según los testimonios que GK ha recogido a lo largo de varios reportajes. De acuerdo con nuestras fuentes, Fito y JR habrían participado en la logística que abrió el camino para asesinar a JL, un hombre que intentó centralizar los negocios del tejido narcodelictivo en Ecuador. Ahora son ellos los nuevos rostros del liderazgo de Los Choneros, que han perdido a quienes fueron sus aliados: Los Lobos, Los Tiguerones, Los Chone Killers, entre otras organizaciones delictivas que son ahora sus contrincantes. 

Para Alexandra Zumárraga, ex directora nacional de Rehabilitación Social, que investigado in situ a las bandas delictivas, el asesinato de El Capi es una muestra más del poder que aún buscan Los Choneros. “Ellos [Los Choneros] quieren seguir manteniendo su hegemonía. Tienen en su red a sicarios y también aliados en la ley que les permite matar a otra persona que tiene poder”, dice. 

Zumárraga dice también que El Capi, que también formó parte de Los Choneros, “se habría ‘torcido’ a esa organización. Es decir, tomó distancia y continuó trabajando y traficando por su cuenta, sin que ellos [alias Fito y JR] supieran”. Sin embargo, cuestiona, aquellos asesinatos no pueden reducirse a un asunto de represalías entre líderes y bandas, sino que evidencia la fallida política de seguridad que en el país no encuentra rumbo, con una tasa que comienza a superar los 14 homicidios cada cien mil habitantes. 

¿Quién era alias El Capi?

Adrián Mero Quijije nació en Jaramijó hace más de 33 años y, como muchos de los niños de aquella ciudad privilegiada con puertos, conocía bien el mundo pesquero. No dejó de dedicarse al comercio y a la compra de embarcaciones, pero también forjó un nutrido historial delictivo que potenció cuando conoció a Jorge Luis Zambrano, alias JL. 

Muchos, por su apodo, lo confundían con Telmo Castro, el excapitán del Ejército que fue el vínculo entre Ecuador y el cártel de Sinaloa. Pero no. El Capi armó sus operaciones delictivas en Manabí, cuyas ciudades se han convertido en puntos neurales del tráfico de drogas hacia el exterior, sobre todo, a Estados Unidos, y países europeos. 

En enero de 2019, El Capi, que en el aquel año tenía 30 años, fue detenido por el delito de tenencia de armas de fuego, municiones y explosivos no autorizados, un delito tipificado en artículo 361 del Código Orgánico Integral Penal y que se sanciona con una condena de entre tres y cinco años de prisión. El 15 de febrero de ese año, El Capi se acogió a un procedimiento directo —que abarca todas las etapas procesales en una sola audiencia— y fue sentenciado a tres años de prisión en la cárcel de Jipijapa. 

Pero no los cumplió. En marzo de ese año, El Capi fue favorecido por un juez con la suspensión condicional de la pena, un beneficio penitenciario con el que se permitía que recuperara su libertad. La razón del magistrado, según consta en un documento judicial que GK revisó, fue que no había “vigente otra sentencia o proceso en curso, ni han sido beneficiados por una salida alternativa en otra causa” y que no había necesidad de la ejecución de la pena. El Capi, de acuerdo con la orden del juez, debía presentarse el 30 de cada mes de ocho a cuatro de la tarde. 

Poco más de dos años después, el 7 de abril de 2021, fue detenido junto a otras 16 personas por delincuencia organizada, durante un operativo realizado por la Policía Nacional. Entre los detenidos también estaba Joselin Noguera, una joven ecuatoriano-venezolana, que fue su pareja durante varios meses, hasta que fue asesinada en febrero de 2022. En aquella diligencia, la Policía decomisó más de cincuenta mil dólares, un arma y seis vehículos. Cada uno de ellos costaba al menos sesenta mil dólares. 

Un informe de la Unidad de Inteligencia Antidelincuencial (UIAD), citado en el expediente, evidenció, a través de imágenes, que los detenidos, liderados por alias El Capi, portaban armas y realizaban actos de extorsión contra una persona. A quien le habían apuntado con un arma de fuego en el rostro. Sin embargo, cuando el proceso penal prosperó, la víctima dijo que, aunque le apuntaron con el arma, luego de responder a una pregunta [no quiso decir cuál], luego lo dejaron tranquilo. También había videos de El Capi junto a sus colaboradores con armas, disparándolas al aire. 

La Fiscalía formuló cargos por presunta delincuencia organizada y El Capi decidió acogerse a un procedimiento abreviado, un mecanismo en el que, en concreto, una persona se declara culpable para recibir una sentencia menor. 

En junio de 2021, El Capi fue sentenciado a dos años y cuatro meses de prisión, que debía cumplir en la prisión de El Rodeo, en Portoviejo, una cárcel donde los presos aún viven bajo el control de Los Choneros. En octubre de ese año, su pareja, Joselin Noguera, quien sí fue a juicio, fue sobreseída. El juez ponente, según consta en un documento judicial, no encontró indicios que comprobara su participación en el delito.

Pese a la condena, que El Capi debía cumplir hasta 2023, recuperó su libertad también beneficiado con arresto domiciliario. Sin embargo, el acta de aquella audiencia no consta en los registros judiciales. Lo cierto es que El Capi volvió a las calles, de nuevo. En febrero de este año, Joselin Noguera, que tenía 29 años, fue asesinada con cuatro impactos de bala cerca de la clínica El Sol, en el barrio 15 de septiembre, en el suroeste de Manta. La Alianza de Mapeo de Feminicidios en Ecuador incluyó en su reporte de muertes por delincuencia organizada. 

El Capi cumplía su condena en una lujosa vivienda de la Urbanización Altos Manta Beach, custodiado por agentes policiales. A los sicarios poco les importó la presencia policial el 3 de junio de este año. Ingresaron con armas de largo alcance para asesinar a El Capi. Pero no fue herido. Sobrevivió al ataque. Los agresores huyeron trepando las paredes de la urbanización. 

Pese a las amenazas de muerte, El Capi continuó en las calles, trasladándose a lo largo de la ciudad sin vigilancia. Y en libertad, como lo hizo JL, falleció baleado. 

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GK
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