La mañana del lunes 20 de junio estaba nublada, con viento, y a ratos salían unos tímidos rayos de sol. Bajo ese cielo, un grupo de manifestantes se reunió en los exteriores de la Casa de la Cultura, en el centro norte de Quito. En la entrada de la avenida 6 de Diciembre, las personas bailaron, cantaron y gritaron consignas en contra de los policías que seguían ahí, desde el día anterior, cuando llegaron a allanar las instalaciones para cumplir una orden judicial por el presunto cometimiento de un delito.
El domingo 19, la Policía anunció que había recibido una denuncia ciudadana que afirmaba que había al menos 30 personas que guardaban armas artesanales en la Casa de la Cultura. Después de una jornada de inspección ese mismo día, la Fiscalía dijo que no había encontrado indicios del supuesto material bélico.
Los manifestantes, la mañana del 20 de junio, estaban entre la vereda de la Casa de la Cultura y bloqueando la avenida que separa a la Casa de la Cultura y el Parque El Ejido. Algunos bailaban, uno de ellos llevaba una nariz de clown —un tipo de teatro alusivo a los payasos.
La mayoría gritaba consignas en contra del gobierno de Guillermo Lasso.
– “Fuera Lasso, de un patazo”.
– “Esto no es cuartel, carajo”.
Lo hacían entre saltos y aplausos. Otros llevaban un cartel blanco con una rata roja y gorda que decía “La$$o evasor”. Dos hombres jóvenes, con calentador deportivo y mascarilla llevaban, cada uno, un cartel igual.
En el piso, pusieron unas cartulinas blancas y dibujaron un rostro. En el cartel escribieron, en negro “Tu escudo defiende al enemigo. Más arte policía porque debajo de tu casco no hay cartel”
En el centro de la manifestación, algunos hacían una ronda. Había mujeres con el pañuelo verde, un símbolo distintitivo para apoyar la despenalización del aborto. Otras vestían una wiphala, que representa la bandera usada por los pueblos indígenas.
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Algunos de los manifestantes, con lápiz en la mano, retrataron en sus libretas blancas los rostros cubiertos de los policías —con sus uniformes negros, escudos, protección en brazos y canillas y cascos— que custodiaban la Casa de la Cultura. Ellos, armados como manda el protocolo policial cuando se anuncian movilizaciones y protestas, no se inmutaban ante las preguntas que algunos manifestantes les hacían muy de cerca, casi poniéndose cara a cara con ellos.
– “¿No les da vergüenza estar aquí? ¿No tienen hijos? Esto no es un cuartel”.
Uno de los manifestantes recordó a los demás, que se acercaban a los policías con estas preguntas incitadoras, que estaban allí de forma pacífica y que “cualquier manifestante violenta será expulsado”.
Además del baile, los cantos y la música, algunos llevaban carteles con consignas en contra de Lasso. “Hasta que la dignidad se haga costumbre”, se leía en un pedazo de cartón en la espalda de un joven vestida de negro. Otro grupo colgó unos zapatos rojos —un símbolo que los simpatizantes del presidente Lasso utilizó durante la campaña presidencial— en un árbol.