Como el año pasado, en GK estamos emocionados de hacer una pequeña cobertura de la semana del Nobel. Aunque siempre ha sido parte de nuestros intereses de cobertura, la divulgación científica ha cobrado una trascendental relevancia en los últimos dos años. En ellos, la supervivencia de la humanidad, tanto por la pandemia del covid-19 como por la crisis climática, exige de la creatividad humana para impulsar resolver graves amenazas como aquellas. Pero no hay que tener un discurso derrotista: aún no todo está perdido. Será con la ciencia, la razón y el humanismo que lograremos garantizar el progreso y una mejor calidad de vida para nuestra especie.
Los premios Nobel son especialmente importantes pues reconocen los logros de la ciencia, uno de los pilares del bienestar humano, y también los aportes a la paz de individuos y organizaciones que tienen en su centro de acción la cooperación internacional, los derechos humanos y la prosperidad.
Si quieren leer un poco más sobre el origen de los premios, pueden revisar nuestra pequeñísima sección dedicada a los premios de 2020.
Entre 1901 y 2020, los premios se han entregado 603 veces a 962 ganadores por sus significativos aportes en esas áreas.
Al 11 de octubre, estos son los ganadores 2021
Economía
El Premio Sveriges Riksbank de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel —o sea, el Nobel de Economía— se dividió en 2021 en tres partes para los autores de investigaciones complementarias que cambiaron la investigación empírica de las ciencias económicas.
La primera mitad fue para David Card —profesor de economía de la Universidad de California — “por sus contribuciones empíricas a la economía del trabajo”, según la fundación del Nobel. La otra mitad fue entregada conjuntamente a Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens —profesores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y de la Universidad de Stanford, respectivamente — “por sus contribuciones metodológicas al análisis de las relaciones causales”.
La fundación Nobel dijo que los ganadores de este año han contribuido con conocimientos nuevos sobre el mercado laboral, y que han demostrado que hay conclusiones sobre causa y efecto que se pueden extraer de experimentos naturales, situaciones de la vida real que se parecen a experimentos aleatorios.
Los ganadores de este año demostraron que es posible responder preguntas como si la migración afecta a los niveles de pago y empleo, o si una educación más larga afecta el ingreso futuro de una persona. Para hacerlo, los tres hicieron experimentos naturales. La clave, dice la fundación, fue usar momentos en los que eventos fortuitos o cambios de política provocaron que las personas sean tratadas de forma diferente.
En su investigación, David Card —junto al economista Alan Krueguer, quien murió en 2019— analizó los incrementos de salarios mínimos a principios de la década de 1990 y su influencia en el nivel de empleo que creaba una compañía. Concluyeron que no podían estudiarlo en un solo estado estadounidense porque muchos otros factores podrían incluir en cómo cambiaban los niveles de empleo. Así que decidieron compararlo con un estado vecino, Pensilvania, en el que no hubo un incremento en la paga mínima, pero que tenía un mercado laboral similar. Así concluyeron que el incremento en el salario mínimo no tenía un efecto en la cantidad de empleados que una empresa contrataba.
David Card llegó a conclusiones similares en otros estudios que hizo en la década de 1990. Y su investigación pionera provocó que se hagan otros estudios similares en los últimos años.
Joshua Angrist también trabajó en un experimento natural con Krueguer. Ellos estudiaron la teoría de que una educación más larga garantiza un mayor salario. Los dos investigadores evaluaron a los estudiantes estadounidenses que podían dejar la secundaria al cumplir 16 o 17 —dependiendo del estado en el que vivan. Quienes habían nacido en el primer trimestre del año podían dejar la educación más temprano que quienes lo hicieron en el trimestre final. Así Angrist y Krueguer vieron que el primer grupo tenía ingresos menores que aquellos que nacieron más adelante.
Ya que la fecha en la que nace una persona se escoge al azar, los investigadores usaron este experimento para establecer una relación causa y efecto que demostró que una mayor educación conduce a mayores ingresos. Esa investigación concluyó que un año adicional de educación garantizaba un 9% más de ingresos en la vida adulta.
Más adelante, Joshua Angrist y Guido Imbens demostraron cómo interpretar los resultados de los experimentos naturales y cómo podían ser utilizados. Lo principal, dijeron, es tener un grupo de tratamiento y otro de control. Es decir, una población en la que el salario mínimo subió y otra en la que no; o un grupo que se quedó un año más en la escuela y otro que no lo hizo.
Cuando se cumple con ese requisito, Angrist e Imbens dijeron que se puede estimar su resultado considerando las posibilidades de participación de los grupos y la probabilidad de evaluar un efecto real, incluso cuando no se sabe exactamente quienes han participado de los experimentos. Por ejemplo, la conclusión de que un año más de escuela aumenta en un 9% el salario solo se puede aplicar a las personas que escogieron dejar la escuela cuando pudieron. Aunque no se puede determinar quiénes están en ese grupo, sí se puede determinar su tamaño evaluando el promedio local de deserción escolar para ese grupo etario.
La fundación Nobel dijo que las contribuciones de los ganadores se complementan y fortalecen entre sí. Gracias a ellos se pueden responder preguntas que antes parecían indescifrables.
Paz
En 2021, y de una lista de 329 postulaciones, el Comité Noruego del Nobel ha entregado el icónico premio a dos periodistas: la filipina María Ressa y el ruso Dmitry Andreyevich Muratov. “Por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión, que es una condición esencial para la democracia y la paz duradera”, dijo el Comité.
En una época donde la desinformación se ha convertido en una verdadera pandemia y en la que los enemigos de la prensa libre han redoblado sus esfuerzos por desprestigiar al periodismo, el premio modula la estridencia y envía un mensaje claro: los periodistas y la prensa libre son un fundamento de la paz, el progreso, la búsqueda de la felicidad y la prosperidad. Ressa y Muratov representan a “todos los periodistas que defienden este principio en los que la democracia y la libertad de prensa enfrentan condiciones cada vez más adversas”, ha dicho el Comité.
María Ressa nació en Manila, Filipinas, en 1963. Es la fundadora y gerente de Rapper, un medio digital dedicado a la investigación periodística. Su trabajo ha revelado tramas de corrupción, expuesto a políticos corruptos y, sobre todo, ha mostrado la brutal campaña antidrogas del gobierno autoritario de Rodrigo Duterte. “El número de muertes es tan alto que la campaña parece más una guerra contra la propia población del país”, dijo el Comité del Nobel.
Ressa, que es la primera filipina en recibir el premio, estaba en una llamada de trabajo cuando recibió la noticia con periodistas de otros países de la región. “¡Fantástico!”, dijo Steven Gan, editor del sitio malayo Malasiakini y otro de los participantes del evento en línea cuando Ressa se enteró del galardón. Gan ha enfrentado también en su país cargos legales por su trabajo.
Muratov ha defendido la libertad de expresión en Rusia durante décadas, trabajando en condiciones cada vez más difíciles.
Dmitry Andreyevich Muratov es el editor en jefe del periódico ruso independiente Novaya Gazeta. Su trabajo ha estado marcado por las amenazas constantes y la violencia: desde que fue fundado en la década de 1990, seis de sus periodistas han sido asesinados. “A pesar de los asesinatos y las amenazas”, dijo el Comité del Nobel, “Muratov se ha negado a abandonar la política independiente del periódico”.
Las condiciones para ejercer el oficio son cada vez más adversas en Rusia. El Comité dijo que el periodismo “basado en hechos y la integridad profesional del periódico” que dirige Muratov lo han convertido en una importante fuente de información sobre aspectos censurables de la sociedad rusa que raras veces mencionan otros medios. “El periodismo libre, independiente y basado en hechos sirve para proteger contra el abuso de poder, las mentiras y la propaganda de guerra” dijo con claridad el Comité Noruego del Nobel. Por ello, dijo, está convencido de que la libertad de expresión y la libertad de información garantizan un público informado.
“La concesión del Premio Nobel de la Paz a Maria Ressa y Dmitry Muratov tiene como objetivo subrayar la importancia de proteger y defender estos derechos fundamentales” —declaró el Comité, dejando un potente mensaje para un mundo en el que las redes sociales, los desinformantes seriales, los políticos autoritarios, el crimen organizado y la destrucción de los modelos de negocio en que se basaban los medios, han hecho que la práctica del oficio se vea cada vez más amenazada.
Literatura
Abdulrazak Gurnah, novelista tanzano, ha ganado el Nobel de Literatura 2021. La obra del autor de 73 años, que nació en la isla de Zanzíbar, una región autónoma de Tanzania, ha sido galardonado “por su férreo y compasivo abordaje de los efectos del colonialismo y el destino de los refugiados en el abismo entre culturas y continentes”, dijo el Comité que otorga el premio. Es la primera vez en 35 años que este Nobel es para un escritor africano negro (en 1986 lo ganó Wole Soyinka).
Gurnah llegó como refugiado a Londres aún siendo adolescente, a finales de la década de 1960. En una entrevista concedida hoy mismo al Comité que lo acaba de premiar, Gurnah dijo que cuando recibió la llamada pensaba que se trataba de una broma. “En verdad lo pensé”, dijo entre ligeras risas de incredulidad. Gurnah es el autor de diez novelas y una serie de cuentos, además ha sido profesor de literatura inglesa en la Universidad de Kent en Canterbury.
Antes de recibir el Nobel, estuvo nominado para el Premio Booker de Ficción por su novela Paraíso y para el Premio Whitbread. También fue parte de las listas de candidatos para el Premio del Libro del Los Angeles Times.
Sus novelas son Memory of Departure (1987), Pilgrims Way (1988), Dottie (1990), Paradise (1994), Admiring Silence (1996), By the Sea (2001) y Desertion (2005).
Anders Olsson, presidente del comité del Nobel, dijo que las novelas de Gurnah “se alejan de las descripciones estereotipadas y abren nuestra mirada a un África oriental culturalmente diversa y desconocida para muchas otras partes del mundo”. Según Olsson, Gurnah ha abordado “de manera constante y con gran compasión los efectos del colonialismo en África Oriental y sus efectos en las vidas de las personas desplazadas migrantes”. Citada por el diario inglés The Guardian, su editora, Alexandra Pringle, dijo que la victoria de Gurnah era “más merecida” para un escritor que no había recibido el debido reconocimiento anteriormente.
En medio de la grave crisis de refugiados que no da muestras de sanar en todo el mundo —desde África hacia Europa y desde Venezuela a los demás países de las Américas—, el premio a Gurnah es una celebración de los puentes que separan pero también acercan a las personas migrantes y refugiadas con sus comunidades de acogida.
Química
Una herramienta para crear moléculas llamado organocatalizador asimétrico le ha significado el Nobel de Química 20212 a sus desarrolladores, Benjamin List y David MacMillan. El trabajo de los dos científicos ha moldeado la forma en que se están desarrollando fármacos para lidiar con todo tipo de enfermedades.
El desarrollo de List y MacMillan es revolucionario porque los únicos catalizadores, indispensables para construir moléculas que formen materiales elásticos y duraderos, almacenar energía en baterías o inhibir la progresión de enfermedades, dependían de los dos únicos catalizadores que se conocían: metales y enzimas. Liz y MacMillan han desarrollado un tercer tipo: el organocatalizador asimétrico.
Fabricar moléculas requiere de catalizadores, que son sustancias que controlan y aceleran las reacciones químicas, sin llegar a formar parte del producto final. “Por ejemplo, los catalizadores de los automóviles transforman las sustancias tóxicas de los gases de escape en moléculas inofensivas”, dice el Comité del Nobel en su anuncio. Cita además a las enzimas que tenemos en nuestro cuerpo y que permiten que estemos vivos: trabajan en procesos como la coagulación de la sangre, los jugos gástricos y la saliva. “Este concepto de catálisis es tan simple como ingenioso, y el hecho es que muchas personas se han preguntado por qué no lo pensamos antes”, dijo Johan Åqvist, presidente del Comité Nobel de Química. El Comité dijo en su anuncio que el método creó “una forma totalmente nueva de pensar cómo juntar moléculas químicas”.
La organocatálisis asimétrica se produce utilizando pequeñas moléculas orgánicas. Liz y MacMillan llegaron a ella por caminos distintos pero con un mismo propósito: generar reacciones químicas más eficientes que resolvieran los problema que tenían las enzimas y los metales al formar nuevas moléculas de una sola quiralidad.
La quiralidad es la propiedad de los objetos de no ser superponibles con su imagen reflejada en un espejo. Por ejemplo: si alguien imprime la reflexión de una persona en un espejo y luego la superpone sobre la personas real, la imagen y el objeto no coinciden —pongan su mano derecha sobre la izquierda y fíjense: a pesar de que son imágenes especulares la una de la otra, no coinciden.
Dominar los metales y las enzimas tenía una dificultad. Los metales son excelentes catalizadores, pero también muy sensibles a elementos comunes, como el oxígeno. Por ende, explica la periodista Jordana Cepelewicz en Quanta, “a menudo no se pueden usar de manera efectiva en entornos industriales. Además, los metales de algunos catalizadores pueden tener efectos nocivos sobre el medioambiente”. El problema de las enzimas era que son moléculas grandes y complicadas, difíciles de diseñar en el laboratorio.
El organocatalizador asimétrico creado por McMillan y List resuelve ese obstáculo. Se llama “asimétrico” porque produce un solo producto quirálico, generando moléculas estables e idénticas. Es un salto cualitativo inmenso para el desarrollo de productos y fármacos que mejoran nuestra vida cotidiana —incluyendo antivirales y medicamentos para la ansiedad, y otros productos. “Eso realmente me sorprende”, le dijo List a Cepelwicz. Una vez más: la ciencia salvándonos todos los días, aunque no nos demos cuenta.
Física
La mañana del 5 de octubre de 2021 se anunció que el premio Nobel en Física reconoce el trabajo excepcional que nos permite entender el único planeta que, hasta ahora, tenemos los humanos para habitar.
Esta comprensión es posible por el aporte de los tres científicos distinguidos con el célebre galardón que este año se centra, dijo la fundación que lo entrega, en aportes para entender la “complejidad de los sistemas físicos, desde las mayores escalas experimentado por los humanos, como el clima de la Tierra, a la estructura microscópica y dinámica de misteriosos y, sin embargo, materiales comunes, como el vidrio”. Sus ganadores son Syukuro Manabe y Klaus Hasselman por “el modelo físico del clima de la Tierra, cuantificando su variabilidad, prediciendo de forma confiable el cambio climático”.
La otra mitad es para Giorgio Parisi por el descubrimiento de “la interacción del desorden y las fluctuaciones en los sistemas físicos desde los niveles atómicos a planetarios.”
El físico de la Universidad de Princeton, Syukuro Manabe, y Klaus Hasselmann, del Instituto Max Planck de Alemania, recibieron el 50% del premio por la construcción de modelos climáticos en las décadas 1960 y 1970 que han predicho correctamente los efectos del aumento de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera terrestre. El CO2 es el mayor gas de efecto invernadero y, por su alta producción tras la Revolución Industrial, ha sido uno de los agentes determinantes en el cambio climático causado por el ser humano —un evento que ya está alterando las temperaturas de la Tierra, causando fenómenos climáticos más intensos y que podría convertirse en una de las más grandes catástrofes para nuestra especie si no actuamos a tiempo. Ambos investigadores fueron reconocidos con un cuarto del premio.
La otra mitad es para Giorgio Parisi, de la Universidad Sapienza de Roma, autor de la teoría de los “vidrios de espín”. En 1980, Parisi encontró patrones ocultos en materiales complejos desordenados. Esta alineación de partes simples en un sistema más complejo, recibió el nombre de vidrio de espín, un estado magnético caracterizado por la aleatoriedad.
La observación de Parisi permitió descifrar cómo la evolución de un sistema complejo en su conjunto se relaciona con la dinámica de las partes individuales que lo componen. Este descubrimiento ha permitido “comprender y describir muchos materiales complejos diferentes y aparentemente completamente aleatorios y fenómenos, no solo en la física sino también en otras áreas muy diferentes, como las matemáticas, la biología, la neurociencia y el aprendizaje automático”, dijo la fundación Nobel.
El Nobel de Física 2021 es también una admonición para todos los expertos de sofá y todólogos de redes sociales que opinan sobre complicadas cuestiones sin mayor rubor. El trabajo de Parisi describe la cadena de interacciones entre partes simples para dar forma a un sistema más complejo (como el clima de la Tierra) contrasta con la liviandad con que autoproclamados antivacunas, promotores de la ivermectina, el dióxido de cloro o la falsa alegación de que la Tierra es plana.
Medicina
El lunes 4 de octubre de 2021 se anunció que los investigadores David Julius y Ardem Patapoutian son los ganadores del Nobel 2021 en la categoría Medicina. Julius y Patapoutian lo reciben por su descubrimiento de los receptores de la temperatura, el tacto, el dolor y el movimiento, dijo la fundación Nobel.
“Nuestra capacidad para sentir el calor, el frío y el tacto es esencial para la supervivencia y sustenta nuestra interacción con el mundo que nos rodea”, dijo la fundación. Sí: el premio es por haber identificado los receptores que nos permiten disfrutar de un día soleado, que nos alertan para que nos pongamos una chaqueta porque el viento arrecia o cualquier otra sensación que interactúe con nuestro mayor órgano sensorial: el sistema somatosensorial. Este sistema percibe el tacto, pero también el dolor, el movimiento propio y la posición del cuerpo, explica Jordana Cepelewicz en la revista científica Quanta.
Para que podamos sentir, los científicos suponían que debían existir receptores moleculares en ciertas células que pudieran detectar la temperatura y el tacto, para luego convertir esos estímulos en señales eléctricas y químicas para que el sistema nervioso las procesara y nosotros pudiésemos buscar una colcha más gruesa o para que eligiésemos bien si salíamos con sombrero o no.
Esos sensores son los que David Julius, investigador de la Universidad de California, San Francisco, y Ardem Patapoutian, biólogo molecular y neurocientífico de Scripps Research en La Jolla, reciben el Nobel 2021 en Medicina. Antes de su hallazgo, “nuestra comprensión de cómo el sistema nervioso percibe e interpreta nuestro entorno aún contenía una pregunta fundamental sin resolver: ¿cómo se convierten la temperatura y los estímulos mecánicos en impulsos eléctricos en el sistema nervioso?”, dice la Fundación Nobel.
Julius, explica la fundación Nobel, utilizó capsaicina, el compuesto picante de los ajíes que induce una sensación de ardor, para identificar un sensor en las terminaciones nerviosas de la piel que responde al calor. Patapoutian utilizó células sensibles a la presión para descubrir una nueva clase de sensores que responden a estímulos mecánicos sobre la piel y los órganos internos. “Estos descubrimientos revolucionarios lanzaron intensas actividades de investigación que llevaron a un rápido aumento en nuestra comprensión de cómo nuestro sistema nervioso percibe el calor, el frío y los estímulos mecánicos”, dice el comunicado de la fundación Nobel.
Hay una profunda belleza poética y filosófica en este descubrimiento: nuestra percepción del mundo exterior (e interior), del dolor, el movimiento y de nuestro propio cuerpo empieza en estos sensores. Lo que sentimos en la piel, pero también en nuestros órganos internos, el dolor y los movimientos que hacemos con nuestro cuerpo empieza en estos sensores. Un abrazo, por ejemplo, es un estímulo de presión mecánica. Una mañana nublada, otro. Un músculo lesionado, también.
Gracias al trabajo de Julius y Patapoutian, el desarrollo de fármacos contra el dolor crónico y otras dolencias asociadas a la presión sanguínea, la orina y el dolor neuropático Una vez más, la ciencia se muestra como un pilar fundamental en la construcción del edificio del progreso, el bienestar y la felicidad humana.