En las escuelas y colegios del Ecuador la educación sexual no ha sido difundida ni desarrollada debido al desconocimiento, la influencia de prejuicios sociales y presiones morales que han obstaculizado que esta se enseñe en las aulas. La falta de educación sexual representa para las y los niños, adolescentes y jóvenes un impacto directo: el grave peligro de contraer enfermedades de transmisión sexual, y que haya embarazos no deseados y abusos sexuales por la falta de información. 

Según la Unesco, la educación sexual es necesaria y fundamental y “dota a los niños y jóvenes de conocimientos basados en datos empíricos, habilidades, actitudes y valores que los empoderan para disfrutar de salud, bienestar y dignidad; entablar relaciones sociales y sexuales basadas en el respeto; analizar cómo sus decisiones afectan su propio bienestar y el de otras personas; y comprender cómo proteger sus derechos a lo largo de su vida y velar por ellos”. Además varios estudios demuestran que es clave para la prevención del embarazo adolescente, que tiene una tasa muy alta en Ecuador. 

La TEFA (Tasa Específica de Fecundidad en Adolescentes) del año 2017 en niñas y adolescentes de 10 a 14 años fue de 2,84, lo que equivale a 2.298 nacidos vivos, mientras que para adolescentes de entre 15 y 19 años fue de 70,9, ascendiendo a un total de 54.715 nacidos vivos.

Las cifras son alarmantes porque las niñas y adolescentes mujeres que se enfrentan a un embarazo, no solo tienen que afrontar  estigmas sociales sino que dejan sus estudios y tienen que inmiscuirse en el mundo laboral, cambiando de manera radical su proyecto de vida.

El costo de oportunidad de la educación debido al embarazo en adolescencia y la maternidad temprana por abandono y rezago escolar representó una pérdida económica para el país de 59,6 millones de dólares, solo en el año 2017.

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Un estudio realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), con el apoyo del Ministerio de Salud Pública, evidenció que el primer costo promedio para la sociedad equivalente a 187 millones de dólares, relacionados con el costo de oportunidad en la actividad productiva. Estos valores se desprenden de la inactividad laboral, el desempleo y la brecha de ingresos entre mujeres que tuvieron su hijo o hija en la adolescencia y las que fueron madres en la edad adulta. El segundo, de 83 millones de dólares, es el costo sanitario para el Estado debido a los gastos de atención en salud por embarazo, parto y posparto en la adolescencia y la pérdida social o productiva por la mortalidad materna en adolescentes. 

Esto no solo representa una preocupación para el Estado sino para nosotros los jóvenes. Es así que, según una reciente encuesta, el 92% de niños y adolescentes piden que se garantice el presupuesto para prevenir embarazos en niñas y adolescentes. Una parte importante de este presupuesto contemplaría una educación sexual integral de calidad en instituciones públicas. El dato se desprende de una encuesta llenada por 23 mil niños, niñas y adolescentes de Ecuador y Venezuela, entre marzo y abril de 2021, realizada por la Red de Organizaciones por la Defensa de los Derechos de la Niñez y Adolescencia (RODNNA), Coalición Contra el Abuso Sexual a la Niñez Ecuador (COCASEN), Colectivo Compromiso por la Niñez y Adolescencia y Pacto por la Niñez y Adolescencia.

A esta demanda expresada en la encuesta, se suman otras recomendaciones realizadas por la coalición ecuatoriana de niñas y  jóvenes mujeres “Desde nuestras voces” de la cual formo parte. Con esta coalición planteamos: 

  • Promover la educación integral de la sexualidad en los hogares e instituciones educativas; una educación laica, con base científica, sin prejuicios, que promueva los derechos de las personas en toda su diversidad y la igualdad de género para erradicar la violencia hacia niñas, adolescentes y mujeres.
  • Capacitar al personal de Asesoría de Planificación Familiar de los Servicios de Salud, Centros Médicos y Educativos, especialmente sobre cómo informarnos sobre nuestra sexualidad, métodos anticonceptivos, embarazos y todo tipo de tratamiento, sin juzgarnos y, sobre todo, sin exigir la presencia de una persona adulta en todo momento. Esto nos permitirá conocer de manera efectiva sobre las maneras de cuidado en salud sexual y reproductiva a las que tenemos derecho, que no nos hagan daño en un futuro y evitar los embarazos en niñas y adolescentes.

Tomando en cuenta estas demandas, considero fundamental hacer un llamado al presidente electo Guillermo Lasso, a la futura Ministra de Educación, María Brown, y a la futura Ministra de Salud,  Ximena Garzón,  para que realicen un trabajo conjunto para fortalecer y llevar a la realidad una educación sexual de calidad en instituciones educativas públicas.