El 1 de marzo de 2021, la Defensoría del Pueblo solicitó medidas cautelares para que las niñas, niños y adolescentes de 77 escuelas rurales del país no vuelvan a clases como lo dispuso el Comité de Operaciones de Emergencia (COE Nacional) y el Ministerio de Educación. La Defensoría argumenta que el retorno a las aulas pone en riesgo la salud de los estudiantes. La decisión, dice, “expone innecesariamente a los niños, niñas y adolescentes y por ende a sus familiares directos”, por lo que pidió que las clases sigan virtuales.
Hace casi un año, el 12 de marzo de 2020, el Ministerio de Educación ordenó cerrar las escuelas y colegios del país para evitar los contagios de covid-19. En el mundo ya se había declarado una emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus, y en Ecuador faltaban cuatro días para entrar a un estado de emergencia. Hasta hoy, un año después, los más de 4 millones de alumnos que estudian en escuelas y colegios del Ecuador siguen intentando aprender a través de las pantallas de computadoras, tablets y celulares.
La educación virtual ha traído graves consecuencias en la vida de niños, niñas y adolescentes. Por eso hoy, el Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez (Unicef) lanzó la campaña “Las Escuelas Primero” para promover la reapertura de las escuelas en el país.
Joaquín González Alemán, representante de Unicef en Ecuador, explica en esta entrevista los beneficios que representa para los niños volver a las aulas por el momento, de forma progresiva.
¿Por qué es importante que las niñas y niños vuelvan a las clases?
Es importante porque hace un año las escuelas están cerradas y nos parece que el mal que les estamos haciendo a los chicos teniéndolos encerrados en casa sin poder ir a clases es mayor que el riesgo que significaría su retorno. Lo que estamos proponiendo es un retorno progresivo, voluntario y bioseguro. Si tenemos en cuenta estas tres características nosotros nos atrevemos a decir que el riesgo es poco y es bajo. Y que hay colegios que pueden hacerlo, hay unos que tienen ya sus planes institucionales de continuidad educativa aprobados, que tienen las infraestructuras adecuadas. Esos colegios deberían poder abrir.
Nos ha cogido por sorpresa, esto de las medidas cautelares pero creo que nos mueve la misma preocupación por los niños. La Defensoría del Pueblo es una institución nacional de derechos humanos y quiere proteger los derechos de los niños, como nosotros.
A nosotros no nos parece que todos los niños no puedan volver, y si el juez acepta las medidas cautelares, entonces tenemos que empezar de cero. Nosotros decimos: aquellas escuelas que ya lo puedan hacer que vayan retornando, que presenten sus planes al Ministerio, que demuestren que se dan las condiciones para la reapertura y vayamos poco a poco porque si tenemos que esperar a que tengamos vacunas, instalaciones de agua, saneamiento e higiene, y que estén todos los profesores, el personal de limpieza, de seguridad estén vacunados, regresamos a las aulas el año que viene. Esa es nuestra preocupación.
¿Cuáles son las medidas recomendables para que no haya riesgos de contagio en las escuelas y colegios que quieren volver a clases?
En orden de prioridades y eficiencia, las medidas que nosotros queremos impulsar son las distanciamiento. En un lugar grande si antes tenías 30 alumnos, estamos diciendo que tiene que haber distanciamiento, la mitad (de los alumnos) o un 30%, pero que haya distanciamiento.
Que haya ventilación y los niños se laven las manos por supuesto con agua y jabón, y si no hay jabón, ponerse gel antibacterial.
En tercer lugar, la mascarilla. Los niños de 0 a 6 años no deben ponerse mascarilla porque no pueden respirar. Los de 6 a 10 años pueden ponerse una mascarilla en un lugar cerrado, y cuando salen se la quitan. Y los niños mayores de 10 años pueden llevar la mascarilla igual que nosotros los adultos. Estas tres medidas son lo que estamos abogando.
En otra entrevista usted me dijo que las escuelas no son lugares de contagio, ¿por qué?
No son lugares de contagio porque tenemos evidencia científica. Un estudio que realizamos junto con Unesco el año pasado, nos dice que no existe correlación entre la apertura de las escuelas y las tasas de contagio de covid en la comunidad.
Sabemos que el trabajo presencial no expone al personal educativo a un mayor riesgo. Todos tenemos riesgos cuando salimos a la calle pero lo que sí sabemos es que no hay mayor riesgo por el hecho que estén en las escuelas si se toman estas medidas.
El contagio se puede dar en otros lugares, no necesariamente en las escuelas. Cuando la gente dice que tiene miedo a que se contagien los niños en las escuelas, yo les digo “yo tengo miedo que la madre o el padre se contagien en el transporte público, en un cine, centro comercial, en una tienda, en una peluquería”. Ahí hay una incoherencia.
En un comunicado de prensa de Unicef dice que 6 de cada 10 estudiantes dijeron que están aprendiendo menos en sus casas ¿Cómo ha afectado al aprendizaje la falta de computadora o celular para estudiar?
Ese también es uno de los motivos por los que estamos abogando por la educación presencial, porque la educación virtual no da los mismos resultados, y no todo el mundo tiene acceso a esa educación virtual, solamente los que tienen suerte. Solo 2 de cada 10 niños tienen un aparato para su uso personal, los demás tienen que compartirlo.
Las condiciones que se dan son tales que hemos estado la primera fase del plan de continuidad educativa encerrados con los niños, no había otra forma de hacerlo. Nosotros pensamos que ahorita tenemos que pasar a la segunda fase que es Juntos aprendemos y nos cuidamos.
¿Qué representa para las niñas y los niños ir a la escuela, más allá de ir a aprender Matemática o Ciencias?
Representa algo importantísimo que es hacer amigos. La socialización es una forma de aprendizaje. El aprendizaje no solo se reduce a los contenidos, es muchísimo más amplio. La educación no solo es la escolaridad, la educación es hacer amigos, jugar al deporte, hablar con el profesor y poder discrepar con el profesor. Eso no se puede hacer tan fácilmente desde un ordenador. Por eso nosotros decimos que la educación presencial no puede ser reemplazada con la virtual. Los niños nos están diciendo que no aprenden lo mismo. Muchos niños se desconectan de la pantalla, no saben cuál es la siguiente reunión. Les pasa a mis hijos, les pasa a muchísimos niños.
Insisto en lo de progresivo porque parecería que nosotros estamos abogando por la vuelta al cole. No es tanto así, estamos abogando por una vuelta progresiva, ordenada, en la medida que se pueda y que las comunidades lo deseen y que las instituciones educativas tengan las infraestructuras necesarias. Y no estamos hablando que vuelvan al colegio de 8 de la mañana a 3 de la tarde y de lunes a viernes, no.
Estamos diciendo vayamos poco a poco, un día o dos días en semana. Esto supone un alivio muy grande para los niños, para su salud mental y para los padres porque muchos no pueden ir a ningún sitio porque tienen que estar con los niños en casa mientras los niños están conectados, o los dejan solos o con los abuelos o con los vecinos, y eso sería un gran alivio para los padres que pudieran ir a trabajar sabiendo que los niños están en un lugar seguro.
También hay un aspecto de protección contra la violencia. En los últimos tiempos, las familias ecuatorianas y de todo el mundo han sufrido mucho. Ha habido una crisis económica debido al covid, han perdido trabajos, han tenido algún familiar que ha fallecido, han pasado el duelo. Todas estas situaciones han hecho que haya mucha tensión en los hogares, eso puede dar lugar a la violencia física, verbal o psicológica, a que esos padres puedan desahogarse con sus hijos, es ahí lo que nos preocupa.
¿Unicef tiene cifras de qué sectores en el Ecuador se han afectado más por el cierre de las escuelas?
Pues los sectores rurales diría yo. Porque ahí es donde se encuentran niños en movilidad humana, niños venezolanos que no tienen acceso a internet, que viven en casas hacinados y que no tienen medios para comprar tablets o para pagarse un plan. Estos niños están en mucha más vulnerabilidad. Las niñas también porque se les suele asignar trabajos domésticos, se las saca de las clases y ‘niña ayudame con esto, ayudame con lo otro’. Los niños con discapacidad que no pueden seguir una pantalla que deberían seguir la escuela de manera presencial. Todos los niños del medio rural no tienen internet en sus casas, no pueden seguir las clases de manera virtual, tienen que seguir por radio o televisión si es que hay un televisor en sus casas. Estos niños están en una situación peor. Por eso decimos que el retorno a las aulas debería comenzar por el medio rural, donde ha habido menos contagios, y los profesores viven dentro de las comunidades por lo que no habido tanta movilidad.
Un vídeo de Unicef que es parte de la campaña para volver a la escuela dice que entre más tiempo no van a las aulas es más difícil que luego vuelvan ¿Hay el temor de que los estudiantes abandonen sus estudios?
Sabemos que en el contexto de una emergencia los niños tienen que dejar el colegio, pero cuanto más tiempo estén fuera del colegio, más difícil va a ser que regresen. De hecho, en emergencias como la del terremoto de abril de 2016, estuvimos distribuyendo “escuelas en caja” para que un profesor en un albergue pudiera dar clases y pudiera tener materiales. Esa es la experiencia que tenemos de educación en emergencia.
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Lo que estamos viviendo ahora es una emergencia crónica, sabemos que cuanto más tiempo pasen los niños fuera se puede dificultar más su retorno. Tenemos una idea de que son 90 mil niños que no se han inscrito este año, aparte de los 268 mil que ya había antes, a esto le sumamos que las encuestas nos dicen que 15% de los alumnos de 4,5 millones de estudiantes que hay en Ecuador no han tenido contacto los últimos 15 días con sus docentes.
No sabemos dónde están, a lo mejor no han estado en clase porque han estado enfermos o porque se han puesto a trabajar o han dicho esto no vale la pena. Eso puede significar un abandono escolar, no nos gusta decir deserción porque es una palabra un poco peyorativa hacia el niño cuando en realidad, él no tiene la culpa.