Admito que tengo una pequeña adicción con los videos de recetas que últimamente inundan mi feed de Instagram. Aparecen una tras otra, me hipnotizan y se me antojan, aunque son inalcanzables un miércoles pasada la medianoche. Son mil versiones de quesadillas dobladas con rellenos, o carne asada a la parrilla a la perfección preparada por un adolescente, o pan de ajo hecho en 30 segundos, o bandejas de charcuteria armadas como obras de arte, o pastelitos de avena y plátano cocinados en el microondas, o alitas de pollo en el airfryer, o aguacate en forma de rosa, o tostadas francesas, o helados extravagantes, o tacos, o queso fundido, chocolate derretido.  ¡Ufff! Podría seguir, pero la lista es casi infinita y ya me dio hambre.

Salí de la hipnosis de los videos virales cuando preparé la receta de queso feta con tomates al horno que guardé en mi memoria, sin saber que es un fenómeno en Tik Tok. Tiene más de 52 millones de reproducciones en el video original que posicionó el hashtag #bakedfetapasta. Los intentos de hacer la receta son incontables y, por supuesto, ya tiene sus detractores —un fenómeno de internet sin alguien que lo odie, ¿es realmente un fenómeno de Internet?

El hashtag food tiene, solo en Instagram, más de 400 millones de publicaciones entre fotos y videos de recetas o platos de moda. Aunque sabemos que casi cualquier cosa puede volverse viral en estos días, la historia es distinta cuando los alimentos se vuelven populares en las redes sociales: nada más recordemos el trend de los millennials alrededor del mundo que comían aguacate con todo pero que puso en peligro los campos, el agua y el medioambiente en sus lugares de cultivo. Cómo olvidar las manos heridas de los entusiastas que pensaban que su pepa también se cortaba. Hashthag quévergüenza. 

Ni hablar de la tienda de bagels en Nueva York que tuvo que cerrar dos de sus locales por las largas filas que esperaban 10 cuadras a la redonda por un bagel arcoiris repleto de anilinas y queso crema. Los helados de carbón, las pizzas sushi, la hamburguesa ramen o los bols perfectos de açai, esa fruta que nadie sabía de dónde había salido y que, la verdad, no está tan rica como se ve. Hashtag Gabrielapolémica. 

Pero las cosas no son blancas ni negras. En la inmensa escala de matices de las redes sociales, viralizar un alimento o un restaurante tiene su lado positivo: dar a conocer emprendimientos valiosos, reconocer el origen y a quienes preparan un plato y apreciar las diversas culturas gastronómicas del mundo. Sin embargo, el lado oscuro de la fama de Internet puede también alterar realidades y distorsionar cómo vemos, saboreamos y disfrutamos los alimentos. Una hamburguesa hecha en casa sin toneladas de queso chorreando es igual de disfrutable y rica que las de su feed de Instagram. 

No quiero ser el Pepe Grillo de la comida pero me gustaría invitarlos a la reflexión: a veces dejamos de lado los alimentos o recetas que son más justas, equitativas y saludables con nuestro cuerpo y entorno por una moda pasajera que se olvidará en poco tiempo.¿A cambio de qué?.

Para que la reflexión sea deliciosa, les dejo una receta que sigue siendo un clásico viral: un hashtag bol de frutos rojos pero que en vez de hashtag açai, tiene un real y rico mortiño: una baya chiquita, morada y deliciosa que crece silvestre en nuestros páramos, que pasa desapercibida la mayor parte del año pero que debería estar siempre de moda en nuestros corazones.

¡Buen provecho!

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Bol de mortiño y frutos rojos

receta bol de mortiño y frutos rojos

Ingredientes:
1 plátano congelado
2 tazas de mortiños congelados
½ taza de leche (animal o vegetal)
½ taza de fresas
½ taza de moras
½ taza de uvillas
Hojuelas de coco
Semillas de chía
Nibs de cacao

2 PORCIONES / 20 MINUTOS 

Licúa el banano congelado con las tazas de mortiño y la leche. Es importante que estas frutas estén congeladas porque así lograrás una textura más espesa y cremosa. Licúa hasta que no quede ningún trozo de fruta entero, durante 1 o 2 minutos. Puedes probar la mezcla y endulzar si gustas.

Transfiere la mezcla a dos bols y decora encima con el resto de fruta picada, las hojuelas de coco, las semillas de chía y los nibs de cacao. Puedes usar las frutas y aderezos que más te gusten para decorar.