Mi papá tenía una navaja suiza, roja y gordita, con un reloj pequeño en el medio e infinitos compartimentos desde donde salía un sacacorchos, una regla, una lima y una cuchilla, que es uno de los objetos que con más cariño recuerdo. La tenía guardada en un estuche de cuero negro que siempre llevaba con él —en especial en los viajes que hacíamos en las vacaciones de verano. Esa navaja era el quinto integrante de las excursiones familiares y el utensilio más importante para mantenernos con energía mientras nuestra infalible Zafira de siete puestos surcaba los Andes, el interior exuberante fluvial, las delgadas carreteras que bordeaban las interminables playas ecuatorianas: abría empaques de galletas, fundas de papitas, racionaba quesos y cortaba fruta fresca, en especial naranjas y toronjas.
Con esa navaja, mi papá se volvía un experto naranjero, y siempre nos sorprendía con cítricos pelados a la perfección: surcos de piel de la fruta que le daban la vuelta y un cortecito redondo en el tope listo para ser levantado por nuestras bocas sedientas. Guardo con cariño una foto de los dos, sentados en la playa, comiendo naranjas.
De tanto usarla, la navaja olía a cítrico. Cuando abríamos su estuche, el fresco y dulce aroma inundaba la habitación. Tengo en la punta de la nariz, en un cajón del cerebro y en el centro del corazón el olor de las naranjas y toronjas de todos los tamaños y colores que mi papá cortó con esa navaja. Guardo en mi memoria gustativa también el sabor de esos días de mucho sol en los que nuestro auto se convertía en una casa rodante temporal que atravesaba todo el Ecuador. Hoy, muchos años después, cortar un cítrico es regresar a esos momentos —a las manos de mi papá oliendo a naranja y a los viajes de infancia.
Esta receta de toronjas es un homenaje a mi papá. Además, me encanta porque estas toronjas no prometen dietas mágicas ni quemar la grasa que nos han insistido, culposamente, debemos eliminar con recursos de revista de peluquería y consejos de falsos gurús de la nutrición. ¿Cómo hacer que una toronja no forme parte de una dieta baja en calorías? Con esta receta.
¡Buen provecho!
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Toronjas asadas con azúcar morena
Ingredientes:
2 toronjas, rosadas o amarillas
4 cucharadas de azúcar morena
2 cucharadas de mantequilla sin sal, derretida
Miel (opcional)
Canela molida
Sal marina en escamas
4 PORCIONES / 10 MINUTOS
Corta las toronjas por la mitad con un cuchillo filudo. Corta las membranas interiores y la médula para que sea más fácil sacar su carne cuando estén cocidas.
Coloca las mitades de toronja, con el lado cortado hacia arriba, en una bandeja para hornear. Espolvorea en cada mitad una cucharada de azúcar morena, encima echa un poco de mantequilla derretida y si quisieras un poco más de dulce, agrega un poco de miel. Espolvoréales canela si lo deseas.
Puedes asar las toronjas en una parrilla o meterlas al horno a 180° hasta que el azúcar se derrita y se caramelice, de 2 a 5 minutos.
Para servir, espolvorea sal marina en escamas y cómelas inmediatamente.