Este reportaje es parte de la alianza entre GK y Agencia Pública, en asociación con Neues Deutschland. Fue traducido por el equipo de la Periódica para su publicación en español.
«Hola, nosotros somos Los 300 de Brasil, el más grande campamento contra la corrupción y la izquierda del mundo” dice, de manera nada modesta, Sara Fernanda Giromini, más conocida como Sara Winter. En un video, ella hace la convocatoria para que más personas sean parte de su movimiento de extrema derecha bolsonarista, “personas que tengan el coraje de donar a Brasil sangre, sudor y sueño”.
Desde inicios de mayo de 2020, este movimiento acampaba en los alrededores de la Explanada de los Ministerios, en Brasilia, para organizar manifestaciones de apoyo a Bolsonaro y contra el Congreso Brasileño y el Supremo Tribunal Federal (SFT). El campamento fue desmontado el 13 de junio y Sara Winter fue arrestada dos días después en Brasilia por la Policía Federal de dicha ciudad, en el marco de una investigación abierta alrededor de la financiación de protestas antidemocráticas.
El «campamento más grande del mundo» ha recibido atención en las últimas semanas y no precisamente por su tamaño —son unas pocas carpas dispersas en el césped— sino por las declaraciones y acciones de su fundadora. A inicios de mayo, Winter admitió, en una entrevista a la BBC News, la presencia de armas en el campamento sobre lo cual afirmó que son “para la protección de los propios miembros”. A fines del mismo mes, el grupo también organizó una protesta con antorchas y máscaras frente a la sede del Supremo Tribunal Federal.
El campamento es objeto de investigaciones: concretamente investigan a Sara Winter por una presunta «formación de milicias» y la Corte Suprema autorizó la apertura del procedimiento para determinar quiénes financian el movimiento. Un supuesto cuartel general del grupo con una estructura militar, asentados en una granja, también está bajo investigación.
Antes de ser detenida, incautaron el celular y computadora de Sara Winter, quien hizo varios videos y publicaciones en Twitter, desafiando, insultando y amenazando al ministro Alexandre de Moraes, quien conduce la investigación desde el SFT. “Nosotros vamos a hacer de tu vida un infierno. Nosotros vamos a descubrir los lugares que frecuentas. Nosotros vamos a descubrir las empleadas domésticas que trabajan para ti. Nosotros vamos a descubrir todo de tu vida. Hasta que nos pidas que paremos. Hoy, tú tomaste la peor decisión de tu vida”. El comentario en las redes sociales es que Winter tuvo la intención de buscar su arresto para convertirse en una mártir o candidata o ambas.
“Europeos verdaderos” contra “invasores”
El nombre del grupo de Sara Winter, Los 300 de Brasil, está inspirado en la película 300 del director Zack Synder lanzada en 2006, que, a su vez, se basa en los cómics de Frank Miller y Lynn Varley, publicados en 1998. La película muestra la heroica lucha de un ejército de 300 espartanos, liderados por el rey Leónidas, contra más de 30 mil soldados persas, liderados por el «rey-dios» Jerjes I de Persia, que desean invadir Esparta.
A pesar de haberse convertido en un gran éxito, la película estadounidense fue fuertemente criticada por su violencia explícita y por tener una estética fascista. Los soldados espartanos son musculosos, hípermasculinos, fuertes y se presentan como buenos y honorables, mientras tanto, Jerjes es afeminado y andrógino y sus soldados son mostrados como feroces invasores. En Alemania, incluso se la comparó con la obra del director nazi Leni Riefenstahl.
La cofundadora de Los 300 de Brasil, Desire Queiroz, explica lo que motivó la referencia a la película: «teníamos, precisamente, la idea de la pelea. Esto demuestra que somos pocas personas que pueden vencer a muchas”. Además, comenta que el grupo comenzó con diez personas, pero que “es fuerte y puede luchar y ganar» y niega la influencia de los movimientos europeos de extrema derecha en la creación del grupo. Para este reportaje, intentamos contactar a Sara Winter, pero no respondió el pedido de una entrevista.
En Europa, movimientos de extrema derecha suelen hacer referencia a la película 300 y la Batalla de las Termópilas, pero para la derecha europea, la película y la heroica lucha de los espartanos contra los persas representa la actual lucha de los «verdaderos europeos» contra los «invasores» refugiados.
El caso más famoso es el llamado Movimiento Identitario, que comenzó en Francia, pero existe hoy en varios países del continente. Con una fuerte crítica hacia una supuesta «islamización de Europa» y una comunicación ofensiva, el grupo utiliza el etno-pluralismo, principal concepto de la nueva derecha, para decir que las sociedades deben ser «culturalmente puras» y que cada pueblo tiene su hábitat. El número de miembros de dicho movimiento es bastante bajo, por lo que intentan compensar esto con acciones espectaculares que generen una gran atención en los medios de comunicación, como ocupaciones, campamentos y performances en lugares públicos.
Según la investigadora y periodista alemana Carina Book, la película 300 se convirtió en una referencia para los movimientos de extrema derecha por varios motivos. La Batalla de las Termópilas representa la lucha del Occidente contra el Oriente y el rey Leónidas ordena que su ejército enfrente la muerte para salvar a la población de una invasión del Medio Oriente.
Book dice que encuentra similitudes de los 300 de Brasil con los movimientos de extrema derecha europeos. «Este discurso de hacer un sacrificio por la nación y la resistencia violenta contra los «invasores», a menudo se encuentra en el discurso del Movimiento Identitario», explica Book, quien ha estudiado al movimiento por muchos años y ha publicado libros sobre la nueva derecha europea. El uso del discurso del sacrificio y de la «sangre y sudor por la patria” también es muy frecuente por parte de los miembros de Los 300 de Brasil. El grito de guerra «ahu» de los soldados espartanos, utilizado por Los 300 de Brasil, también se utiliza en las manifestaciones del Movimiento Identitario.
Pero no es solo el Movimiento Identitario al que le gusta compararse con los espartanos, pues en varias protestas y shows, los neonazis hacen referencia a 300 como lo muestra la revista antifascista e investigativa alemana Das Versteckspiel.
En la raíz de las similitudes estéticas, la investigadora Carina Book llama la atención sobre una foto de Los 300 de Brasil en la que Sara Winter aparece con otros militantes, usando una máscara de calavera. La máscara, que también se vende en Brasil, es muy popular en Europa y Estados Unidos entre los neonazis. «La máscara de calavera se ha convertido en una estética fascista universal», escribe el periodista Jake Hanrahan en Twitter. La red terrorista neonazi Atomwaffen Division usa exactamente la misma máscara en sus videos de propaganda.
Las referencias a Grecia utilizadas por la extrema derecha son antiguas. El 30 de enero de 1943, cuando la derrota de los nazis en la batalla de Stalingrado ya era segura, el ministro de Aviación de Alemania, Hermann Göring, hizo un discurso comparando la situación de los soldados nazis con la batalla de las Termópilas, legitimando ideológicamente la batalla. Y una unidad especial de la Luftwaffe, una fuerza aérea nazi que se hizo famosa por volar misiones suicidas contra los soviéticos, fue llamada de Escuadrón Leónidas.
La apelación a la desobediencia civil, el uso de palabras como “revolución” o performances con un ataúd frente al Congreso, también se asemejan al discurso y las acciones «metapolíticas» de la extrema derecha europea, según indica la investigadora. El carácter paramilitar del movimiento llama la atención. Los militantes se llaman a sí mismos «soldados» y hablan de una guerra. Los miembros ofrecen saludos militares, prometen entrenamiento y exigen una disciplina estricta.
«Ucranizar» Brasil
En algunas ocasiones, Sara Winter declaró que recibió entrenamiento en Ucrania y que quería «ucranizar» a Brasil, una afirmación difícil de entender. El llamado Euromaidan fue una serie de protestas en 2014 en Ucrania, cuando el Gobierno, bajo la presión de Rusia, anunció que no firmaría un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Pero, poco después, las manifestaciones comenzaron a incluir banderas contra la corrupción y el abuso de poder, también con el apoyo de grupos neonazis. Las protestas fueron violentamente reprimidas, pero el presidente Víktor Yanukóvytch finalmente fue depuesto y huyó del país.
“En 2013 y 2014, hubo un levantamiento contra una élite corrupta. Es posible que ella se refiera a esto con su discurso de “ucranizar””, dice Andreas Umland, un politólogo radicado en Kiev, Ucrania. Pero también es posible, debido al discurso bélico de Los 300 de Brasil, que Sara Winter se refiera a la guerra cuando dice “ucranizar”.
En los entrenamientos promovidos por Sara Winter están prohibidas las fotos y videos y se requiere ropa adecuada para el entrenamiento físico de combate. En un video, ella dice que “mucha gente piensa que esta es una colonia de vacaciones, pensando que van a estar aquí de piernas al aire haciendo un live, haciendo selfis. Si quieres venir a esto, no vengas, no pongas tu nombre en la lista, no hagas una caravana. Aquí es entrenamiento. Exigimos formación, disciplina, orden, patriotismo”; además sostiene que, adicional a los entrenamientos «con especialistas en revolución no violenta, tácticas de guerra de información», hay «conferencias sobre la situación política, económica y social de Brasil».
A A través de un financiamiento colectivo virtual, el grupo recaudó más de 60 000 reales para costear los encuentros que continuaban sucediendo en medio de la pandemia por la coronavirus, que ya ha matado a más de 50.000 personas en Brasil. El grupo, obviamente, se opone a las medidas de aislamiento, siguiendo las determinaciones de su mayor líder, Bolsonaro.
En una entrevista, la socióloga Sabrina Fernandes mencionó que “lo que preocupa en relación a Los 300 es su posible carácter paramilitar, especialmente si consideramos la relación del bolsonarismo con las milicias y las propias Fuerzas Armadas. El riesgo es que este grupo logre inflamar con más intensidad esta base leal bolsonarista, lo que puede conducir a una intensificación del conflicto y una aplicación práctica del ideario fascista que ya compone la estructura ideológica del bolsonarismo».
Una trayectoria de muchas coincidencias
La vida de Sara Fernanda Giromini, de 27 años, está llena de cambios radicales que ocurren repentinamente y con muchas coincidencias. Siempre ha negado públicamente cualquier relación con grupos neonazis y fascistas, pero su trayectoria, así como la de su nuevo grupo, está llena de coincidencias con estos movimientos.
Sara adhirió al nombre en clave Winter cuando fundó la célula del movimiento ucraniano Femen en Brasil, en 2012. El nombre Sara Winter es homónimo de una socialité británica que fue espía de Hitler y miembro de la Unión Británica de Fascistas, pero la brasileña niega la relación y dice que el nombre fue inspirado en una cantante.
El propio Femen es un movimiento polémico, adepto del «sextremismo», que tiene como objetivo llamar la atención de los medios y la sociedad sobre algunos temas con las mujeres que protestan semidesnudas. Sara ganó mucha atención de los medios en esa época, pero su actuación siempre fue vista con desconfianza por algunas vertientes del movimiento feminista. Se alegó, entre otras cosas, que era un movimiento muy vertical, sin referencia, con un proceso de selección, además de ser difícil adaptar las pautas de Ucrania en Brasil, ya que son países con realidades tan diferentes y complejas.
En entrevista al sitio web Opera Mundi, en 2012, Bruna Themis, exintegrante de Femen Brasil y socia de Sara, contó las razones por las que decidió abandonar la organización. Entre los motivos, destacó la falta de propuestas y base teórica. “Cuando me arrestaron, una de las chicas me empujó porque quería aparecer ante la cámara. Es gracioso y triste. (…) Femen no es un movimiento feminista. Nadie sabe qué es el feminismo. Yo sugerí que buscáramos vínculos con otros colectivos u otros grupos feministas, pero Sara se negó”. Finalmente, dijo que se fue porque Sara Winter era autoritaria y simpatizaba con el nazismo: «Sara dijo que admira a Hitler como persona, que era un buen esposo, que amaba a los animales, pero que no admira al Hitler público», afirmó. En 2013, la organización ucraniana desligó a Sara y declaró públicamente que ya no tenía más representantes en Brasil.
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En 2015, Sara se declaró públicamente como una militante conservadora de derecha, antifeminista, antiabortista, pro vida y religiosa. En 2016 aparece en un video junto a Bolsonaro, diciendo que está «curada» del feminismo. Y si hoy ella dice que quiere derrocar al presidente de la Cámara Rodrigo Maia (DEM / RJ), en 2018 fue candidata a diputada federal para su partido pero no consiguió votos suficientes.
Como militante conservadora de extrema derecha, Sara colecciona en el currículo un «Congreso antifeminista», fotos con fetos de goma y conferencias realizadas en iglesias de Brasil. El grupo Los 300 de Brasil, según ella, fue una idea de Olavo de Carvalho, a quien tiene como gurú.
*Pedro Kranz colaboró para este reportaje.
*Este reportaje fue publicado originalmente en la Agencia Pública.