César Espinoza está jubilado, tiene 65 años de edad y nueve desde que le detectaron un cáncer de próstata con el que ha aprendido a convivir —hasta ahora: su lucha contra la enfermedad se complicó aún más con la llegada del coronavirus. Los cuidados para evitar contagiarse de covid-19 han sido mucho más estrictos porque vive en Guayaquil, la ciudad más golpeada por la pandemia en el Ecuador. Su estrés, angustia y preocupación se han exacerbado desde que que dejó recibir sus medicamentos contra el cáncer en el hospital Teodoro Maldonado Carbo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.
No es la primera vez que este hospital —uno de los principales hospitales involucrados en graves acusaciones de sobreprecios en la emergencia sanitaria— deja sin medicinas a los pacientes con cáncer de próstata. En 2019 sucedió entre noviembre y diciembre: los pacientes tuvieron que sobrevivir sin la enzalutamida––un medicamento que según la Sociedad Española de Oncología Médica es usado como tratamiento para el cáncer de próstata metastásico.
La frase “el producto está agotado y deben esperar” se convirtió en pérfido mantra. César Espinoza dice que ahora, por la pandemia, las cosas se han complicado “mucho más aún”. No pasó demasiado tiempo para que la misma letanía de hace unos meses se repitiera. Para él y otros pacientes, pedir sus medicinas se convirtió en una súplica incesante y no en el ejercicio de un derecho. La Alianza de Derechos Humanos del Ecuador, conformada por varias organizaciones de derechos humanos, se ha pronunciado en ese sentido: en un comunicado exigen que el Estado adopte y fortalezca las medidas —legislativas, administrativas, presupuestarias y de cualquier otra índole— para garantizar el trato prioritario a los pacientes con enfermedades catastróficas.
El temor a dejar de tomar sus pastillas es constante, sobre todo porque el cáncer de César Espinoza hizo metástasis. “Queremos es que el IESS nos dé el medicamento que nosotros requerimos porque nuestra enfermedad no está en cuarentena”, dice. El cáncer, afirma, no espera: solo avanza.
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Desde hace poco más de tres meses ya no había pastillas para César Espinoza ni para alrededor de 70 pacientes más del Teodoro Maldonado Carbo. Desde ese momento, lo que no ha faltado han sido excusas del hospital.
La última vez que César Espinoza acudió fue a pedir sus pastillas fue en febrero, antes de que se declarar el estado de emergencia en Ecuador. Le dijeron que no había en stock, que esperara, que ya iban a hacer el pedido. “Ahí comenzó la angustia”, dice César Espinoza. La espera se ha prolongado por tres meses.
Al igual que César Espinoza, Juan Bohórquez —de 69 años— tampoco recibe sus medicinas para el cáncer de próstata. Lleva casi dos meses esperándolas. Dice que ha perdido la confianza en el hospital después de tantas denuncias de corrupción.
Solo unas semanas después de declararse el estado de emergencia sanitaria en Ecuador, el 3 de abril de 2020 se reveló que el Teodoro Maldonado Carbo había comprado mascarillas por 12 dólares, cuando en el mercado cuestan 4. Para Juan Bohórquez es probable que no reciba su receta por las irregularidades en el hospital. “Yo creo que si le hacen una auditoría encuentran que esa plata que es para esas medicinas la han desviado para otras cosas”, dice resignado.
A pesar del confinamiento, Juan Bohórquez no parado de buscar sus medicinas. Ha perdido la cuenta de todas las veces a las que ha llamado a la Jefa de Farmacia del hospital. Dice que lo único que ella ha hecho es engañar a pacientes como él y César Espinoza. Varios funcionarios del hospital les han dicho “que ya van a hacer préstamos a Cuenca, que ya viene la medicina. O sea puro cuentos nomas, que el director está con coronavirus, que todos los médicos tienen coronavirus”, dice. Lo último que les dijeron, según Juan Bohórquez, fue que “mandaron a Quito a pedir, para hacer la compra”.
Después su última visita al hospital, en febrero, César Espinoza no ha podido ir por la cuarentena. La única alternativa que él y Juan Bohórquez tuvieron fue mandar el 27 de abril un oficio por correo electrónico al gerente general del hospital, Alex Enrique Diaz Barzola, y una copia al gobernador del Guayas.
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En la carta pedían, dice César Espinoza, que “por favor dispongan al departamento que corresponde se agilite la compra de este medicamento, debido a que nuestro organismo nuestra salud sigue deteriorándose”. Hasta ahora no han recibido más que silencios, mientras —como ha dicho César Espinoza— el cáncer no espera.