El 9 de enero de 2000, el presidente, Jamil Mahuad, decretó la dolarización de la economía ecuatoriana. A partir de ese momento todas las transacciones monetarias, comerciales y financieras del país dejaron de realizarse en la moneda nacional (el sucre) y pasaron a realizarse en la moneda de Estados Unidos. “En consecuencia, todo tenía que ser expresado en la nueva moneda: salarios, precios, cuentas bancarias, etcétera.”, dice el economista Pablo Lucio Paredes en el Libro de la Dolarización. 

“He llegado a la conclusión de que el sistema de dolarización es un sistema conveniente y necesario para el Ecuador. Es la salida que ahora tenemos”, fueron las palabras del entonces Presidente de la República. Fue una salida de emergencia provocada por un largo proceso de devaluación (la pérdida de valor de una moneda frente a otra).

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Cuando los gobiernos tienen déficit presupuestarios, pueden devaluar su moneda, emitiendo más billetes para cubrir la brecha entre gastos e ingresos. Cuando esto sucede, la moneda pierde su valor frente al dólar, usado como referencia estándar internacional. Mientras más dinero se imprime, más se devalúa la moneda porque su total de circulante no coincide con las reservas de dólares que posee. La devaluación, en algunos casos, busca “mejorar” la economía y abaratar el costo de los productos frente a los demás, generando mejor competitividad para las exportaciones de un país.

En 1998, el gobierno devaluó, una vez más, el sucre. Ese año, la cotización fue de 5.000 sucres por cada dólar.

Eso perjudicó a las personas que tenían ingresos fijos porque disminuía su capacidad de compra: si antes con 5.000 mil sucres se podía comprar alimentos para todo el mes. Cuando hay devaluación, una de las consecuencias es que se encarecen las importaciones porque la moneda tiene menos valor frente a otras. Entonces, se necesita más dinero para importar y, por lo tanto, aumenta el precio de los productos que vienen del extranjero.

En el año 2000, el Ecuador vivió la peor devaluación monetaria de su historia. El precio del dólar llegó a 25.000 sucres. La constante devaluación de la moneda hizo que la inflación llegara al 91%, haciendo que el poder adquisitivo de los ecuatorianos cayera drásticamente.

Una vez anunciada la dolarización de la economía, el 13 de marzo del 2000, el Congreso Nacional expidió la Ley para la Transformación Económica del Ecuador. La nueva ley encargó al Banco Central del Ecuador la función de canjear los sucres en circulación por dólares. Además, debía de establecer nuevas reglas para el sistema financiero del país. De esta manera, fue como los sucres fueron retirados de circulación.

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Entre 1982 y 1999 los gobiernos del Ecuador “utilizaron a la devaluación de la moneda como un instrumento para beneficiar a determinados grupos económicos particularmente de exportadores”, cree Diego Borja, economista y exministro de Economía. En 1982 el dólar costaba 25 sucres; para 1990, la cotización del dólar era de 884 sucres. Cuando el sucre murió, al final del siglo XX, su precio había crecido casi treinta veces.