Fue un cuadro repetido tantas veces en la historia del Ecuador y no por eso menos intenso: el presidente de la República (hoy, Lenín Moreno) anunció un paquete de medidas económicas y laborales y mucha gente salió a las calles a protestar. Liderados por el cuestionado gremio del transporte, organizaciones indígenas y sociales salieron a marchar. Se les unieron, en 2019, los que apenas unos años antes reprimían las mismas protestas: los partidarios de la así llamada Revolución Ciudadana, que gobernó entre 2007 y 2017.
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El 3 de octubre, el Ecuador despertó con las calles vacías: sin transporte público y muy pocos autos, clases suspendidas a nivel nacional que dejaron a los niños en casa, gente a pie o en bicicletas que trataban —casi siempre sin éxito— de llegar a sus trabajos.
El paro fue (aún es: los indígenas no han depuesto la medida) entre las historias de quienes quieren hacer su día a pesar de la protesta y de quienes han hecho de la protesta su día. En la calle, convulsa, distinta, aún mojada por las lluvias estacionales, estas historias se cruzaron, se unieron, creando distintas narrativas y visiones sobre la protesta.
Desde las 2 de la mañana de ese día, varios transportistas bloquearon el acceso a Quito por la Panamericana Norte en el sector de Carapungo, al norte de Quito. Quemaron palos y llantas para alimentar el fuego que estuvo prendido por horas. Fotografía de Diego Ayala León para GK.
1. Mientras tanto, Vilma Hurtado pedaleaba desde Llano Grande, en un desesperado intento por llegar a su trabajo en Quito.
2. A pocos kilómetros, transportistas bloqueaban un puente cercano a Carapungo con llantas en fuego. Fotografías de Diego Ayala León para GK.
El paro estaba en marcha pero la vida seguían. Eran las once de la mañana y Roberto Paredes junto a sus compañeros transportistas comían después más de seis horas en la carretera. El hambre nunca se paraliza. Fotografía de Diego Ayala León para GK.
1. Un transportista en paro reía de las bromas de sus compañeros acerca del Presidente Lenín.
2. “Venimos desde Quitumbe, tratamos de coger un bus pero no había.” dijo Sheiko García, que venía con su familia desde Guayaquil. Lograron avanzar en transporte público hasta el centro norte de Quito, luego caminaron durante varias horas. Fotografías de Diego Ayala León para GK.
La situación en Carapungo se complicó. Las fuerzas policiales llegaron con una única orden: disipar el caos de los manifestantes. Bombas de humo y gases lacrimógenos comenzaron a volar. Fotografía de Diego Ayala León para GK.
1. Varios agentes de la Agencia Metropolitana de Tránsito de Quito comentaban una foto publicada en redes sociales, mientras esperaban que termine el bloqueo.
2. Entre gritos y bombas de humo, siete personas decidieron bailar. El hombre de la trompeta gritó “esta es mi única arma.” Fotografías De Diego Ayala León para GK.
1. Un camión policial barrió amenzante las calles de Carapungo. Los manifestantes huyeron en estampida.
2. Un repartidor de pizza logró atravesar la manifestación. En el camino, los manifestantes, entre gritos, le lanzaron piedras. Fotografías De Diego Ayala León para GK.
1 y 2. ¿Quién le teme a quién? Policías y manifestantes se enfrentaron, haciendo de basureros urbanos una trinchera. Fotografías De Diego Ayala León para GK.
Las horas transcurren y las movilizaciones avanzaron. El centro histórico de Quito se empezó a llenar de gente con pancartas, banderas y máscaras antigás. La situación en el país era cada vez más tensa. Fotografía de Diego Ayala León para GK.
1. No al FMI. Jóvenes estudiantes se unieron a las manifestaciones en contra de las medidas del gobierno ecuatoriano.
2. El comercio nunca falta. La venta de trompetas plásticas tricolores, como si fuera el día de un partido de la selección, no faltó. Fotografías de Diego Ayala León para GK.
La tensión creció. Muchas bombas lacrimógenas fueron arrojadas en muy poco tiempo. Los manifestantes las devolvían a los policías. Fotografía de Diego Ayala León para GK.
1 y 2. La confusión reinó. Heridos a causa de bombas lacrimógenas fueron atendidos entre la multitud por ciudadanos mientras un grupo de manifestantes impedía el ingreso de una ambulancia “Es la última vez que te veo por aquí. Tu les estás llevando bombas a los chapas”, le dijo uno. Fotografías de Diego Ayala León para GK.
1. “Gasolina, gasolina” gritaban varios manifestantes. La gasolina, una botella de vidrio y tela sirvieron para armar una bomba molotov.
2. Un manifestante muestra la lata donde mezclaba pinturas. Segundos después la utilizaría para cubrirse de los disparos policiales. Fotografías de Diego Ayala León para GK.
Se hizo de noche y las energías bajaron. Los policías a caballo llegaron. Poco a poco la gente se disipó. EL viernes estuvo más tranquilo, pero el paro, aunque los transportistas hayan levantado su medida, no ha terminado, dijeron los dirigentes indígenas. Fotografía de Diego Ayala León para GK.