En las pinturas de Irene Cazar se sienten las formas, la geometría y los colores. Ciudades enormes y vacías estremecen apenas uno pisa el taller. “Me encantan los espacios vacíos, porque me dan un poco de, tal vez, una quietud, como una paz que necesito” dijo. Su arte está marcado por el Realismo, un movimiento que busca contar la verdad, con cierto compromiso social.
En el segundo piso de su taller está la mayoría de su trabajo. Hay más ciudades grandes. Pero una serie de autorretratos se roban el espacio, como si no hubiese nada más que mirar. Irene es sencilla y también es tímida. Por eso sorprende una Irene haciendo muecas en un autorretrato.
Para Irene le permite decir muchas cosas. «Es como una catarsis», dijo.