Estimado Jorge:

Empezaré diciendo que su postulación a alcalde de Quito, por muchas razones, iba a cumplir un destino histórico y a constituir una verdadera esperanza para repensar la ciudad. La suya pudo haber sido la candidatura, con opciones reales de triunfo, que iba a romper el tradicional imaginario quiteño de alcaldes aristocráticos, burgueses, habitantes del norte, gobernantes para los barrios residenciales de la clase media alta y alta. Su candidatura estaba llamada a ser la primera alcaldía de naturaleza profunda y radicalmente popular, la que iba a encarnar las miradas y voces de los excluidos de la capital, la que iba a representar a todos a quienes las Virgen del Panecillo les da las espaldas. Pero no, su candidatura no es eso.

¿Quién es usted, Jorge Yunda? ¿El niño que nació en el cantón Guano y que soñaba con ser médico de grande? ¿El estudiante de medicina que llega a la capital y se deslumbra ante las inmensas posibilidades que la vida le podría deparar? ¿El Productor General del emporio mediático de entretenimiento que aceptó ser el representante de Rafael Correa en el Consejo Nacional de Radiofusión y Televisión (Conartel)? ¿El primer civil en presidir en Club Deportivo El Nacional y que pudo prestarle al equipo cientos de miles de dólares de su bolsillo? ¿El dirigente deportivo que no fue reelecto? ¿La celebridad que pidió perdón por usar, en una emergencia, el carril exclusivo de la Ecovía? ¿El asambleísta que se vanagloria de haber presentado el mayor número de proyectos de Ley, pero que también planteó exigir certificado de vacuna de papiloma virus para las mujeres antes de ingresar a colegios, universidades o establecimientos públicos? ¿El empresario exitoso que no recuerda en una entrevista a cuánto asciende su fortuna? ¿El aclamado Loro Homero al que en la calle la fanaticada le pide selfies? ¿El candidato que inspira su slogan de campaña en el de Donald Trump? ¿Cuál de todos los que usted ha sido, Jorge Yunda, es el que quiere la alcaldía de Quito?

Una vida que podría ser ejemplo de emprendimiento y un referente del éxito empresarial y social, es una vida que en contexto de su candidatura genera poderosas dudas. En el 2017, cuando usted fue candidato a legislador, la organización no gubernamental Fundamedios insinuó un caso de testaferrismo al rastrear que cinco empresas vinculadas a usted y su familia aplicaban al menos a 35 frecuencias (usted les respondió en un tuit, citado por Fundamedios, que se equivocaban, no eran 35 sino 50 frecuencias; ahora lo niega  públicamente quizá recordando la prohibición constitucional a los candidatos de tener contratos con el Estado). Los accionistas de estas empresas compartían un patrón: gente joven y recién graduada de la universidad, por ejemplo, la contadora de Radio Canela en el 2011 que termina, dos años más tarde, como accionista de dos radios con al menos cuatro frecuencias. En el programa Castigo Divino usted aclara que no ha postulado a una sola frecuencia bajo su nombre, porque Canela, su empresa, es una marca y produce contenido para todos quienes le contratan. No negó, sin embargo, que usted, por medio de Canela, maneja la línea editorial de todas esas frecuencias que producen entretenimiento masivamente.

Por supuesto que no es mi intención, al revisar las denuncias de Fundamedios, suponer que usted pueda ser calificado de concesionario por el simple hecho de que sus familiares y allegados compren paquetes accionarios en empresas a las que el Estado les concesiona frecuencias. Pero debo recordarle, estimado Jorge, que desde la época de los romanos quienes aspiran a los más altos cargos públicos no sólo deben ser pulcros sino parecerlo. Y dudar es un deber periodístico, más aún cuando usted aspira a administrar los fondos públicos de la ciudad, lo cual incluye los contratos de publicidad y la comunicación del aparato municipal. E incluso pensando en la campaña: ¿No hay acaso conflicto de intereses en que uno de los empresarios de comunicación más influyentes del país sea el alcalde de Quito? La historia y su consciencia lo dirá.

Pienso, sin embargo, que su consciencia, al menos en esta campaña, ha olvidado gran cantidad de cosas. En la reciente entrevista que cité, usted calificó de “inconsulta” a la Ley Orgánica de Comunicación y dijo que en la elaboración de la misma no participaron quienes hacen la comunicación, pero eso no le impidió acceder en 2017 a ser candidato del partido político que impuso esa Ley autoritaria a los ecuatorianos. Su memoria histórica es dudosa. Es decepcionante saber que mientras periodistas y críticos fueron procesados, multados y humillados por la Ley Mordaza, usted aceptaba cargos, candidaturas y frecuencias de ese gobierno que odió con todas sus fuerzas la libertad de expresión de los ecuatorianos.

Y eso me hace preguntarle. ¿Dónde estaba usted cuando se criminalizó la protesta social en Quito? ¿Qué dijo cuando el correato procesó a los Diez de Luluncoto, a los Doce del Central Técnico, a los estudiantes del Mejía y del Montufar? ¿Le importó alguna vez defender el derecho de esos jóvenes quiteños perseguidos por un poder judicial vendido al poder ejecutivo? ¿Dio discursos desde sus emisoras condenando la represión a los Yasunidos y a los líderes indígenas y sindicales durante las marchas y paros contra el correato? ¿Le expresó su desacuerdo a Correa o sólo decidió producir y reproducir sus sabatinas? ¿Denunció en sus programas toda la corrupción desaforada en los Sectores Estratégicos? ¿La corrupción del partido del que luego fue candidato y legislador? ¿Es justo, Jorge, que ahora quiera ser alcalde de la ciudad que no supo defender?

¿Qué ha hecho por la educación de la ciudad? Felicito su apoyo e impulso a la música nacional. Pero, ¿es eso suficiente? ¿Sus programas no se han dedicado a reforzar todo tipo de estereotipos y un humor insensible contra las luchas de nuestro tiempo? ¿Ese es el ideal de cultura, arte y educación que propone para Quito? Dice que recuperará la quiteñidad. ¿Cuál quiteñidad? ¿La machista? ¿La excluyente? ¿De verdad su propuesta de cultura es que una calle del centro tenga todos los días la Fiesta de la Luz? ¿Ha pensado en algo más allá de una disquera municipal? Lo digo porque en su Plan de Gobierno, las escuetas líneas que en el eje de Proyecto Social hablan de educación, sólo enlista ideas generales, como la educación holística. ¿No implementará en los colegios municipales educación para prevenir la violencia de género, campañas de educación sexual y reproductiva para combatir el embarazo adolescente y los abusos a niñas y niños?

¿Qué piensa de las mujeres, Jorge Yunda, usted que hizo tan desafortunadas declaraciones sobre la vacuna de papiloma? Es cierto que hasta el cansancio ha esgrimido que lo descontextualizaron, recordando incluso su profesión de médico y su interés por la salud pública ante un drama que se lleva las vidas de muchas mujeres. Pero el incidente me obliga a preguntarle: ¿Qué entiende por perspectiva de género? ¿Qué entiende por feminismo? ¿Se hará preguntas al respecto a la hora de formular las políticas públicas? ¿Cómo enfrentará la cruda realidad de feminicidios y violencia contra mujeres en la capital? ¿Se hará de la vista gorda como todos? ¿Qué piensa del derecho al aborto, usted que pretende un sistema de vigilancia que se llama El ojo de Dios? Y sí, dijo que el sistema es para identificar a grafiteros y delincuentes. Le pregunto, ¿están los grafiteros en el mismo saco que los delincuentes? ¿Qué piensa del matrimonio igualitario y de la necesidad de un Quito inclusivo para toda la diversidad sexogenérica? ¿Ha pensado en políticas públicas contra todos los tipos de discriminación que practican los quiteños? ¿Contra la xenofobia? ¿Recuerda que sobre el comunicado de Lenín Moreno planteando brigadas para controlar venezolanos usted dijo que el “país tiene que protegerse”? ¿Qué políticas ha pensado para enfrentar el fenómeno de la migración, en una ciudad que olvidó que todos tenemos familiares migrantes en el mundo?

Su candidatura ofrece más dudas que respuestas. Muy en el fondo, no sé si cuando usted desea que Quito vuelva a ser grande, evoca a Trump o si, más bien, su estrategia apunta a repetir la historia. Recuerdo el impacto que tuvo en el país el slogan de Correa en el 2006: ¡La patria vuelve! ¿Acaso, Jorge, está apuntando a esa vena emocional que al Ecuador le empujó a la euforia y luego al autoritarismo? Y claro, fue una brillante estrategia comunicacional. Esa frase y la evocación de ese recuerdo del 2006 me hace pensar que usted estaría inteligentemente apuntando a beneficiarse de un escenario similar: la descomposición del sistema de partidos políticos que en Quito es desesperante. Luego del estruendoso fracaso de Mauricio Rodas, Quito sufre una histórica ausencia de liderazgo, que 18 candidatos no han podido llenar, y que da cuenta del momento políticamente decadente al que asistimos.

Pero el caos político que vive Quito no es suficiente para legitimar su candidatura. Su Plan de Gobierno es absolutamente vacuo. Es una lluvia de enunciados generales que no dan cuenta de nada concreto. En su eje de Productividad, no menciona cómo piensa asumir la alcaldía con la mayor deuda de la historia, ni qué piensa del tamaño descomunal de la burocracia municipal. ¿Cómo hará de Quito un referente del Desarrollo? Plantea, de la manera más laxa, fondos de emprendimiento. ¿Cómo los financiará? Habla de fomentar todo lo que suene bien, como espacios seguros y políticas para prevenir la violencia. ¿Cómo lo hará? ¿Qué acciones plantea? ¿Cómo reducirá la violencia? ¿De qué se trata su plan Niñez y Mujeres primero? Nunca lo explica. Sólo dice lo obvio: centros de ayuda social, infancia segura. También campaña de valores. ¿Qué valores? Díganos sinceramente, ¿entiende realmente los problemas de Quito? ¿Por qué quiere ser alcalde? ¿Hay un deseo de servicio o una ambición personal de poder? ¿Ha pensado en la forma para resolver el problema de la recolección de basura? ¿El empleo juvenil más allá de su lluvia de enunciados generales? ¿La corrupción que desde hace décadas se ha consolidado en todas las esferas del aparato municipal?

¿Cómo es la ciudad con la que sueña, Jorge Yunda?

¿Por qué debería ser usted nuestro alcalde?

Sin más particulares, me despido.