«No he venido con argumentos a la Asamblea Nacional”,  repite Carlos Baca Mancheno, Fiscal General del Estado, en su comparecencia ante el pleno de la Asamblea Nacional. “He venido con hechos”. Tal vez alguien podría haberle dicho que los argumentos, cuando son buenos, cuando no son falacias, suelen estar respaldados por hechos.

Pero el fiscal no lleva hechos ni argumentos a los legisladores que lo habían convocado —junto al Presidente de la Asamblea, José Serrano— para dar explicaciones sobre un audio que Baca difundió una semana antes. En la grabación, Serrano habla con el excontralor Carlos Pólit (hoy prófugo) sobre la falta de cumplimiento de acuerdos del Fiscal (“es un miserable, tú sabes que siempre fue un miserable”) , de la urgencia de librarse de Baca («definitivamente tenemos que bajarle, no nos queda más, él no puede ser Fiscal hasta finales de este año») . La familiaridad con la que el Presidente de la Asamblea se dirige a un buscado por la Justicia elevó preguntas sobre cuáles son los acuerdos secretos con los que se hace política en Ecuador.

Baca Asamblea Otros Destituidos 2

Baca Mancheno habla a la Asamblea. Fotografía de la Asamblea Nacional bajo licencia CC BY-SA 2.0

El 9 de marzo de 2018, la conversación impropia, que tal vez jamás debió conocerse, le costó el puesto de Presidente de la Asamblea a José Serrano. Su enemigo, el fiscal Baca, será enjuiciado políticamente y, muy probablemente, destituido.

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Baca Mancheno y Serrano fueron dos correistas confesos durante la década pasada. El fiscal fue, incluso, secretario particular del presidente Rafael Correa, y el expresidente de la Asamblea fue el implacable (y autoritario) Ministro del Interior del gobierno anterior. Pero las épocas en que ambos compartían el entusiasmo por los principios de la autoproclamada ‘Revolución Ciudadana’, son periódicos de ayer. Lejos están los días en que trabajaron muy de cerca, cuando Baca fue asesor de Serrano en el Ministerio del Interior.

Acorralado en el fuego cruzado de la política, Baca dio un discurso insustancial, casi vacío, pero que alcanzó para terminar con José Serrano. El (aún) Fiscal General habló de ética, mostró su indignación, explicó las fechas de los procesos legales en contra de Carlos Pólit. Nombró al activista Fernando Villavicencio como uno de los complotados en su contra. Baca recordó que Villavicencio se reunió en diciembre de 2017 con José Serrano, y sugirió que los dos y la fiscal de Pichincha, Thania Moreno, han sido parte de un juego de intereses comunes en su contra.  Hace cuatro años, en diciembre de 2013, la casa de Villavicencio fue allanada por la Policía, bajo las órdenes de Serrano. El operativo fue denunciado por su desproporción. Villavicencio era asambleísta alterno de Cléver Jiménez, electo en 2013 por Pachakutik, y ambos enfrentaron un proceso judicial por más de cuatro años, por supuestamente haber divulgado información considerada delicada y que involucraba al Procurador Diego García y al Secretario de la Presidencia, Alexis Mera. No hubo una ilación clara, ni nada más que pareciera más que una conjetura o una sugerencia. Baca se limitó a enumerar sucesos, sin explicar su significado, o su relevancia en el contexto del audio.

Por qué fue destituido José Serrano

José Serrano se defiende en la sesión del 9 de marzo de 2018. Fotografía de la Asamblea Nacional bajo licencia CC BY-SA 2.0

El fiscal atacó con fuerza a su subrogante, Thania Moreno. Utilizó testimonios de personas implicadas en el caso de la venta de pases policiales, un escándalo de corrupción ocurrido en 2016, cuando José Serrano era Ministro del Interior y que terminó con una decena de condenados por cobrar a cambio de autorizar traslados de oficiales de la Policía. “Lo que consta en la sentencia de ese caso, es que una de las personas que pedía pases, era la doctora Thania Moreno”, dijo Baca, que también sugirió que Moreno jugó a favor de Villavicencio al abstenerse de acusarlo en la investigación que “llevaba varios años en su contra”.

De forma enfática, Baca insistió en que no ha hecho ningún acuerdo. Dijo que su compromiso es con la ética y que nada tenía que ocultar. Alzó la voz, la moduló, habló enérgico ante los asambleísta que tenían en miradas de incredulidad.

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Terminado su turno, Carlos Bergman, asambleísta de País encargado de presidir la sesión de la Asamblea, dio 15 minutos de receso. Puntual, se retomó la sesión. José Serrano empezó comparándose con el emperador romano Julio César, asesinado en las Idus de Marzo (aunque estamos marzo, las idus romanas eran el 15 del mes, pero a Serrano unos días no iban a detenerlo en su endeble analogía). Comparó a sus compañeros con Bruto, el hombre que traicionó a César.

La voz de Serrano se cortaba cada cierto tiempo. Parecía inseguro, tenso, nervioso, como quien sabe que su destino está escrito por anticipado.

Su discurso pretendió centrarse en los logros que ha tenido en los doce años que lleva como funcionario público: recordó su “lucha contra la delincuencia”, apeló a su familia y los riesgos que han tenido que enfrentar, recordó que fue de los primeros en llegar a Manabí luego del terremoto de 2016.

“Mi gran error fue confiar que esa llamada que no debí contestar, respondía a un acto espontáneo”, dijo con la voz entrecortada. “Carecí de malicia para no caer en esta emboscada”. Cuánta inocencia del hombre que dice haberse enfrentado al crimen organizado. Una mascarada de ingenuidad indigerible: los términos con los que se refiere a Pólit lo delatan. “Hermano”, le dice. “Compadre lindo” lo llama Pólit. No hay duda de la camaradería. Serrano no se está sorprendido, o incómodo, durante la conversación.

No hay un momento de vacilación, un viso de duda, ni la intención de dejar claras las distancias. Sus palabras con Pólit lo hundieron.

Pero Serrano insistió en ir más allá del audio: habló del informe de la Contraloría sobre el 30S que involucra a Baca, aquel informe cuya existencia fue negada por la Contraloría de Pablo Celi, versión desmentida por Pólit. Serrano presentó tres imágenes de una conversación de Whatsapp entre dos policías, con la que supuestamente prueba que Baca mintió al decir que obtuvo el audio de un parte policial. ¿De dónde saca Baca esa conversación privada? En su hablar atropellado, era difícil entender en detalle. “Esta tarde nunca debió llegar porque la institucionalidad del país está en entredicho”, dijo como si no fuese él uno de los protagonistas de la debacle. Cerca del final, cerca de su final, utilizó la carta que usan quienes ven que todo está perdido: “La gobernabilidad está bajo amenaza, hay una estrategia desestabilizadora”.

Cuando terminó Serrano, intervinieron varios asambleístas de distintos partidos. Inició el socialcristiano Henry Cucalón. “Ninguna de las dos intervenciones nos convencieron”, dijo, y propuso una moción para destituir a Serrano como Presidente de la Asamblea y dar inicio a los trámites para el juicio político contra Baca.

Sofía Espín, legisladora por Alianza País alineada fervientemente con el correismo, fue la siguiente en intervenir. Acusó al presidente Moreno de conocer de estos actos “que han consternado a la opinión pública” y se dedicó a hablar de Odebrecht, su delator José Santos y recordar que los “inocentes están en las cárceles”, haciendo alusión a Jorge Glas.

Henry Cucalón

Henry Cucalón mocionó que Serrano sea cesado en el cargo. Fotografía de la Asamblea Nacional bajo licencia CC BY-SA 2.0

Siguieron Homero Castanier y César Carrión de Creo, Raúl Tello, independiente, Guillermo Celi de Suma, René Yandún de la Izquierda Democrática y Marcela Aguiñaga, correista. Fue ella quien advirtió que la secretaria Libia Rivas y el prosecretario Diego Torres renunciarían para no firmar el acta que retiraría a Serrano de su cargo. En efecto, renunciaron. Sin ninguna demora, Bergmann nombró a dos reemplazos y en menos de cinco minutos llamó a votar sobre la moción de Cucalón.

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La respuesta de los legisladores fue clara: hay 106 (de 137) asambleístas presentes. Entre los ausentes, varios correistas como Marcela Holguín, Rodrigo Collaguazo y Doris Solís. 103 votaron a favor de destituir a Serrano de su cargo de Presidente de la Asamblea. Tres se abstuvieron.

El hombre que se creía intocable, está fuera del poder.

El hombre que encabezó la represión en manifestaciones en favor del Yasuní, cayó.

Fue una muerte anunciada. Dos días antes de su destitución, Lenín Moreno, el presidente que no toma posturas, tuvo que tomar una. En una reunión con los legisladores de Alianza País, dijo: “Ustedes saben perfectamente qué es lo que pienso desde el punto de vista ético, con respecto a un último acontecimiento de un estimado compañero que ha cometido un error. Cuando uno comete un error debe saber afrontar las consecuencias y bajo ninguna circunstancia arrastrar a ninguna institución con él. Entiendo que esa es la posición del compañero”.

Marcela Aguiñaga

Marcela Aguiñaga interviene en la sesión del 9 de marzo de 2018. Fotografía de la Asamblea Nacional bajo licencia CC BY-SA 2.0

No fue su posición porque no renunció. Intentó, hasta el final, defenderse con lo poco que le quedaba.

Perdió, pero arrastró a Baca con él. Baca intenta arrastrar a Thania Moreno, que seguramente tendrá que dar serias explicaciones sobre lo que se ha dicho de ella. Lo más grave es que en medio de esta pugna de poderes, en la que se empiezan a ventilar lo peor de las prácticas políticas, están también arrastrando la institucionalidad del país, tan frágil y tambaleante, como siempre.