Star Wars ha influenciado hasta la estrategia y la tecnología militar.  En los años 80, el presidente estadounidense Ronald Reagan impulsó la producción de una serie de defensas anti-misiles balísticos inspirado en la trilogía original, a tal punto que el nombre oficial era Project Star Wars.  A la Escuela de Estudios Militares Avanzados del Ejército de los Estados Unidos se la conoce, informalmente, como The Jedi Academy: se considera el hogar de líderes militares con la sabiduría de los maestros de la Fuerza. Entre lo que Star Wars explica sobre la fuerza y lo que Von Clausewitz en su monumental obra La Guerra como “el genio militar” existe una gran similitud.

Sí: las cualidades que la Fuerza daba a los Jedi y los componentes elementales del liderazgo militar tienen mucho en común. En Star Wars Episode II: The Attack of the Clones hay una escena en la que se aprecia la posición de los Jedi en relación a la guerra: la conversación entre los Maestros del Consejo Jedi y el Canciller Palpatine en relación a las negociaciones con los líderes separatistas. Mace Windu —interpretado por Samuel L. Jackson— explica al Canciller que ellos, los Jedi, son garantes de la paz pero no soldados. Aún más interesante es la escena donde Anakin Skywalker y Padme Amidala viajan de incógnitos en un carguero comercial hacia el planeta Naboo: Anakin explica a Padme que los Jedi no pueden tener apegos ni posesiones, aunque sí compasión. La película nos da la idea que los menos indicados para liderar un ejército victorioso durante la venidera Clone Wars eran un grupo de monjes ascéticos y llenos de compasión como los Jedi.

Al contrario, durante el periodo de Clone Wars, los Jedi fueron exitosos generales aun a pesar de no ser soldados. Algunos ejemplos están disponibles en la serie animada Clone Wars lanzada por Cartoon Network en 2003. Por ejemplo en un ataque contra el clan Bancario que junto a la Federación de Comercio y la Unión Tecno-Mega era uno de los tres grandes bloques separatistas que se rebelaron contra la República, Obi-Wan Kenobi lidera exitosamente sus tropas de clones para capturar la capital del clan Muunilist, en una operación que toma lugar tres meses después de los hechos de Star Wars Episode II: The Attack of the Clones.

Otro extraordinario ejemplo es el rescate del Canciller Palpatine después que fuera secuestrado por el General Grievous durante la batalla de Coruscant. Anakin Skywalker y Obi-Wan Kenobi lideran un asalto contra la flota del General que, en realidad, es una distracción para que los dos Jedi infiltren la nave comandada por Grievous. Aunque los Jedi no se consideraban soldados —y estaban llamados a ser compasivos con otras criaturas— fueron extraordinarios Generales durante la guerra civil de la República.

Lo que le dio éxito a los Jedi como Generales (a pesar de no ser soldados) era su conexión con la marca distintiva de la saga Star Wars: La Fuerza.  Definida en las palabras de Obi-Wan Kenobi en Star Wars Episode IV: A New Hope, es el “campo de energía creado por todas las cosas vivas que rodea todo lo existente, es la fuente del poder de un caballero Jedi”. 

Obi-Wan ahonda en esta definición en dos ocasiones: la famosa escena de “estos no son los droides que buscan” y durante el entrenamiento de Luke Skywalker en el Millenium Falcon que viaja hacia Alderaan. En la primera, el anciano maestro explica que la Fuerza tiene un efecto fuerte sobre aquellos con mente débil. En la segunda, le dice a Luke que “un Jedi puede sentir la fuerza fluir a través de él, guía tu acción pero obedece tus órdenes”, y le aconseja cerrar sus ojos para usar su intuición a fin de bloquear los disparos del droide de entrenamiento. En pocas palabras, los Jedi fueron exitosos Generales a pesar de no ser soldados porque usaban el campo de energía que rodeaba la creación a fin de detectar los mejores cursos de acción y anticipar las reacciones de sus adversarios.

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Ciento cincuenta años antes de que conozcamos esta definición de la fuerza, Carl von Clausewitz definía de manera similar las características elementales de lo que él denominaba genio militar. Para Clausewitz, la característica distintiva del líder militar era este genio definido como una combinación armoniosa de coraje, capacidad mental, intelecto, y sentido de localidad que eran capaz de detectar “la luz” en los momentos más oscuros y cruentos de la guerra para usarla a favor de la derrota del adversario. 

Clausewitz definió coraje como indiferencia al peligro y desapego que permitía perseguir un curso de acción con determinación que superaba “cualquier consideración de auto-preservación”.  En cuanto a capacidad mental, el autor prusiano la definió en torno a niveles extraordinarios de concentración para lidiar con lo inesperado, sumada a fortaleza psicológica y resistencia militar que permitían lidiar con la acción violenta e incierta del adversario. Intelecto, según Clausewitz era, más que conocimiento técnico o académico, juicio sensible y discriminante para detectar alternativas y oportunidades en las horas más oscuras con suficiente coraje como para sobreponerse al peligro. Finalmente, el general prusiano definió sentido de localidad como imaginación para reconstruir el espacio físico que albergaba las operaciones así como los cursos de acción disponible para el soldado y su adversario.

Es sorprendente observar la similitud que existe entre las cualidades del genio militar definido por Clausewitz y las cualidades que los Jedi obtenían gracias a su conexión con la Fuerza. En primer lugar, los Jedi perseguían una vida de desapegos para controlar las emociones que hubiesen nublado su conexión con la Fuerza,  como lo explicó Anakin Skywalker. Ese desapego los pone en línea directa del concepto de Clausewitz siendo la primera similitud entre la fuerza y el genio militar.  En segundo lugar, los Jedi tenían habilidades mentales extraordinarias gracias a su concentración en el presente. En Star Wars Episode I: The Phantom Menace Qui-Gon Jinn —el maestro de Obi-Wan Kenobi interpretado por Liam Neeson— explicó que la capacidad mental del Jedi venía de su conexión con la “Fuerza viviente” la cual solo se encontraba en el presente. De esta forma, los Jedi usaban la fuerza de una manera en que obtenían la capacidad mental que Clausewitz adscribe al genio militar para lidiar con lo inesperado, lo peligroso, y lo incierto en la guerra.

El intelecto es la más fuerte de las similitudes. Tanto los Jedi como Clausewitz enfocan la parte no académica del intelecto, el juicio, como el elemento central de su formación. Un Jedi lo desarrolla mediante el cultivo de su sensibilidad a la resonancia de la fuerza en el universo que lo rodea, la fuerza viviente. Un líder militar desarrolla el intelecto a través de una vida de experiencia práctica y múltiples errores conscientemente inducidos a fin de más en su intuición de las interacciones tangibles e intangibles a su alrededor. Los líderes militares desarrollan genio militar mediante un sin número de operaciones de combate o juegos de guerra donde sus errores son la base de reportes que buscan condensar las lecciones aprendidas, de las mismas a fin de servir a su formación y la de líderes de combate en proceso de formación. Por ejemplo, los juegos de guerra anuales en Ft. Irwin, Estados Unidos, tienen como objetivo resaltar las principales fallas de las brigadas que intervienen, para, de allí, construir procesos de aprendizaje que busquen corregirlos en tiempos de paz y evitar que cobren vidas durante operaciones de combate.

La similitud final es el rol de la imaginación para encontrar la solución a complicadas situaciones que desafían las reglas del pensamiento racional. Los Jedi tienen que concentrarse en la Fuerza viviente del ahora para ver todas las posibles soluciones o alternativas de una situación.  El mejor ejemplo de esto es cuando el Maestro Yoda pidió a aprendices de 5 años concentrarse en un mapa holográfico para encontrar el planeta Kamino que Obi Wan Kenobi no podía localizar en los archivos Jedi. Uno de los aprendices solucionó el misterio respondiendo que la ausencia del planeta se debía a que alguien lo había borrado del archivo. Eso era imposible para Obi-Wan, pero Yoda lo validó como la única respuesta posible. De manera similar, en la guerra hay soluciones que solo aparecen después de un prolongado ejercicio de imaginación: la idea de Eric von Manstein de invadir Francia por terreno aparentemente imposible de transitar para tanques como el Bosque de las Ardenas durante la Batalla de Francia en la Segunda Guerra Mundial.  Esta idea, considerada imposible por el Estado General del Ejército Alemán, no solo fue posible, sino que fue clave para la derrota de Francia en tan solo tres semanas.

La conducción de operaciones militares es una empresa supremamente extraordinaria para la cual no existe una medida tangible que nos permite trazar una línea entre los genios y los irresolutos.  También significa que, tal como la Fuerza, el genio militar es una cualidad supremamente elusiva que —más que obtenerse— se construye siempre que exista una base en la personalidad del soldado.  Adicionalmente, las similitudes entre la Fuerza y el genio militar indican que la formación de oficiales que puedan alcanzar la cualidad indicada por Clausewitz requiere tiempo, paciencia, y selectividad.  No se puede suponer  que por cursar cuatro años en la Escuela Superior Militar del Ejército en Parcayacu o por contar con dos décadas de servicio en uniforme, el oficial o soldado ya cuenta con todas las herramientas intelectuales que necesita para vencer en la guerra. Al contrario, el genio militar —tal como la Fuerza— es un concepto intangible que solo se puede observar en la conducción de operaciones.  Esto significa que los procesos de ascensos deben ser menos un asunto de poner vistos en casilleros de requerimientos para el ascenso, y más el resultado de juegos de guerra que permitan determinar cuán virtuosa fue la conducción de esas operaciones.

Finalmente, las similitudes entre la Fuerza y el genio militar indican que es necesario desarrollar procesos que cuenten tanto con visión de largo plazo como criterios de selectividad para atraer la élite de nuestra sociedad a las Fuerzas Armadas. Buenos líderes de combate son aquellos que manifiestan, ya sea como soldado, cabo, sargento, o coronel las características indicadas por Clausewitz y para obtenerlos se requiere invertir el tiempo necesario así como contar con los individuos idóneos para la tarea. Tal como los Jedi requerían un proceso de formación que duraba una gran parte de su vida —y que se instruía en un individuo que manifestara la presencia de la Fuerza— necesitamos mejorar la educación militar de tal manera que el tiempo útil de nuestros soldados se invierta en la formación del juicio sensible y discriminatorio que Clausewitz pedía.

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César Cedeño
Experto en operaciones militares. Fanático de Bob Esponja y convencido en la idea que Ecuador puede ganar en todo lo que se proponga.
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