La vida sin primeros planos
En Pietrasanta, Italia —una pequeña ciudad donde Miguel Ángel solía comprar mármol—, un alto campanario de ladrillo repica todo el día desde una iglesia, a un costado de la histórica plaza central. Está adornado por varias esculturas enormes: cabezas sin rostro con cabelleras extrañas forjadas con latón, hierro y acero. Parecen los restos de una broma dadaísta frente a las colinas verdes de la Toscana y a la imponente iglesia de mármol blanco. Los turistas y los lugareños se reúnen en las cafeterías alrededor de la plaza para beber capuchinos por la mañana y aperitivos por la tarde. A LEER MÁS