Jorge tiene 93 años, toda su vida le encantó leer, y hace 13 empezó a perder la vista. Cuando ya no podía distinguir las letras en las páginas, dejó la lectura. Pasó un par de años así hasta que sus nietas tuvieron una idea: enseñarle a reproducir audiolibros.
“Para él fue volver a tener sus ojos, volver a escuchar los libros que tanto le gustan e incluso tener nuevos libros en YouTube o Spotify”, cuenta la psicóloga clínica Fernanda Ron. Gracias a los audiolibros Jorge está “contento, más conectado con su pasión, entretenido y por ende más animado”, dice Ron.
Los mayores de 65 años, como Jorge, no crecieron con tecnología pero la necesitan para no ser excluidos del mundo digital y lo que sucede ahí —conversaciones, fotos y noticias. Muchos trámites y procesos ahora dependen casi exclusivamente de la tecnología.
Por ejemplo, antes, para hacer un pago había que ir al banco o a la ventanilla de una institución pública. Ahora es posible hacerlo con una transferencia desde el celular o la computadora.
“La digitalización absoluta de servicios bancarios puede ser beneficiosa para ciertos contextos y actividades, pero también puede ser una barrera de acceso por la edad y por no tener un teléfono inteligente”, explica Susana Godoy, especialista en género y derechos humanos de la organización Taller Comunicación Mujer.
“Cuando no existen otras alternativas, como ir a entidades físicas, existen más barreras de acceso y al final la tecnología digital es un mandato de aprendizaje”, reflexiona Godoy. Es decir, la tecnología se ha convertido casi en un requerimiento para todas las actividades del día a día porque son posibles con su ayuda. Además, cada vez hay menos alternativas no digitales.
Por eso es importante que el aprendizaje tecnológico de los mayores de 65 sea a su ritmo y de acuerdo a sus necesidades. “Necesitan un poco más de nuestra ayuda, de nuestra paciencia, de nuestra dedicación, de que les dediquemos un ratito hasta que queden trepados en la movida. Ellos van a poder hacerlo porque son personas adultas, no son niños”, dice la psicóloga Ron.
La tecnología también facilita el acceso a servicios que son necesarios para adultos mayores. Algunos ejemplos son las compras de supermercado en línea o los pedidos de taxis. Con este conocimiento también pueden entretenerse con series y novelas, juegos como Sudoku o escuchando música.
La tecnología también puede ser una herramienta para combatir la soledad. Aplicaciones como Zoom o WhatsApp permiten que se mantengan en contacto con familiares y amigos, sin importar la distancia. “Si se les asesora para el uso apropiado de la tecnología, los adultos mayores pueden paliar sentimientos de soledad, bajo autoestima y de abandono”, dice Ron.
Rosa tiene 83 años y por sus nietas descubrió YouTube. Desde que aprendió a reproducir videos, hace ejercicios desde su casa todos los días. Los hace con una instructora física para personas de la tercera edad, y le encanta, cuenta Ron. “Ella es feliz con su gimnasio en la silla. Lo más importante es enseñarles que se puede acceder”, dice Ron.
Beneficios del aprendizaje en la tercera edad
“Para los adultos mayores, aprender el manejo de tecnología es aprender una destreza”, explica Ron. La tecnología mantiene sus mentes activas y permite que la parte cognitiva de su cerebro no esté rígida. Esto permite tener una mejor salud mental, dice la psicóloga.
Sobre los beneficios de la tecnología para los mayores, Godoy explica que “puede ser una herramienta muy beneficiosa para el disfrute de la vida en general, no solo de carácter funcional como pedir una cita en el doctor sino para posibilitar comunicaciones más directas y cercanas con tu comunidad, con tu entorno cercano o incluso con tu entorno lejano”.
Según el estudio Los beneficios del uso de la tecnología social entre los adultos mayores se ven mediados por la reducción de la soledad publicado en la revista Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking, la tecnología tiene consecuencias positivas en la comunicación, especialmente para mayores de 65 años. Estas son:
- Reconexión con seres queridos lejanos y cercanos. Están a un mensaje o llamada de distancia.
- Participación activa en grupos y comunidades. En redes sociales como Facebook y WhatsApp.
- Fortalecimiento del vínculo intergeneracional. Comunicarse más fácilmente con hijos, nietos y otros jóvenes, lo que ayuda a cerrar la brecha entre generaciones.
- Apoyo emocional. Llamar o escribir a alguien en cualquier momento brinda seguridad emocional, especialmente en momentos de soledad, enfermedad o incertidumbre.
- Facilidad de acceso a servicios de ayuda. Contactar a médicos, cuidadores, familia o vecinos. Esto facilita pedir ayuda y resolver problemas.
La paciencia, un desafío de aprendizaje
La antropóloga de Taller Comunicación Mujer, Priscila Purtschert, explica que el diseño de la tecnología, por lo general, está pensando para un público más joven. Esto provoca que la tecnología, desde su diseño, no considere implicaciones derivadas de la edad, por ejemplo el tamaño de la letra que suele ser pequeño y no toma en cuenta la disminución de la visión.
Purtschert dice que desde los mayores de 65 hay una cultura del miedo. “Los adultos mayores que tengo cerca tienen la sensación de que van a dañar o se les va a romper las cosas”. Pero no es así, pese a que la tecnología no está diseñada para adultos mayores, ellos pueden aprender.
“El principal desafío que enfrentan es la falta de un entorno que les enseñe pacientemente y de manera reiterativa los mecanismos pasos para poder utilizar la tecnología”, reflexiona Ron.
Por eso, para ellos es necesario tener “espacios para aprender, para probar, incluso para equivocarse”, dice Purtschert. En Quito, hay algunos lugares que ofrecen talleres de tecnología para adultos mayores.
Los adultos mayores en un mundo digitalizado
En un mundo cada vez más digitalizado, donde los niños ya nacen sabiendo utilizar un Ipad, los adultos mayores no tienen ni siquiera un celular. Eso se llama brecha digital. Es la desigualdad en el acceso, uso y conocimiento de las tecnologías como internet, computadoras y teléfonos inteligentes.
El artículo Brecha digital y adultos mayores: desafíos y búsqueda de soluciones explica que hay tres brechas: de acceso, de uso y del medio.
La brecha de acceso es la limitación que tienen como adultos mayores para acceder a la tecnología, por ejemplo, no tener internet o un celular inteligente.
El uso se refiere a las limitaciones por la falta de familiaridad con la tecnología —desconfianza, miedo y necesidad de pedir ayuda.
La limitación del medio se refiere a las dificultades de la misma tecnología como el diseño de páginas web, el funcionamiento de aplicaciones —sacar turnos en páginas web estatales— e incluso el tipo y tamaño de letra.
Las consecuencias de estas brechas digitales son:
- Aislamiento social: quedar desconectados de sus seres queridos.
- Desigualdad de oportunidades: mayores dificultades para acceder a empleos, educación en línea o servicios gubernamentales.
- Dependencia: al no saber usar la tecnología, necesitan que otra persona resuelva estos problemas tecnológicos, perdiendo autonomía.
- Exclusión informativa: gran parte de la información actual circula en medios digitales y redes sociales.
Estas consecuencias afectan especialmente a los adultos mayores limitando su participación plena en la sociedad actual.
“La digitalización de la vida no deja lugar a otras formas de comunicación. Más allá de impedir el acceso —que ya es en sí mismo un problema— les dejan mucho más vulnerables a vivir situaciones de violencia por parte de personas que se aprovechan de este desconocimiento”, explica la antropóloga Purtschert.
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