René Torres tiene 84 años. Utiliza desde 2020 una silla de ruedas. Una enfermera esta siempre pendiente de su salud. Dos años antes, el 10 de noviembre de 2018, ingresó a la Nueva Clínica Internacional tras una caída. Ese día fue dado de alta, sin que los médicos se percataran de que tenía al menos una fractura en su columna vertebral. Como consecuencia, su salud se fue deteriorando, al punto de perder su movilidad. Ese es el germen fáctico del caso René Torres vs la Clínica Internacional. Torres la demandó por “negligencia en la prestación del servicio de atención médica”.

En  agosto de 2023, la Corte Nacional de Justicia ratificó que dicha clínica tendrá que indemnizar a Torres con cerca de 100 mil dólares. El tratamiento que recibió en la clínica, constituye actos “negligentes e imprudentes”, dijo la la Sala de lo Civil y Mercantil de la Corte Nacional de Justicia que resolvió el recurso de casación que presentó la Nueva Clínica Internacional (legalmente, Intersanitas S.A.) presentó para dejar sin efecto las sentencias que, en dos instancias previas, la habían condenado a indemnizar a René Torres. 

GK se comunicó con la Nueva Clínica Internacional para conocer su postura sobre la condena en su contra. Su jefa de servicio al cliente respondió al correo diciendo que “ningún funcionario de la compañía está autorizado para dar entrevistas en cumplimiento a la Ley de Protección de Datos”.

Aquí te explicamos su caso. 

El accidente y sus consecuencias

René Torres recuerda con lucidez el momento de la caída y lo que pasó después. El mediodía del sábado 10 de noviembre de 2018 estaba en el garaje del edificio donde vive, junto a su esposa y una trabajadora doméstica, bajando de su auto. Dio pasos hacia atrás, recuerda, no se fijó en unos mojones de hormigón, tropezó y cayó de espaldas en el cemento

Enseguida llamaron a una ambulancia, que lo trasladó a la Nueva Clínica Internacional, ya que el seguro que tenía, Ecuasanitas, le garantizaba atención ahí. Al llegar, le hicieron una radiografía. Torres recuerda que luego de examinar los rayos X, la traumatóloga que lo atendió “determinó que no tenía nada y que tenía simplemente una lumbalgia aguda”.

“Me mandó a la casa diciendo que con un poco de terapia y ciertos tratamientos ya iba a estar mejor”, recuerda Torres, con la cabeza apoyada en su almohada, una mañana de diciembre de 2023. 

El dolor que sentía sólo fue en aumento. “Ya me moría”, dice Torres. Tres días después, el 13 de noviembre de 2018, llamó nuevamente a una ambulancia, y fue a la misma clínica. Ahí se confirmó que Torres tenía rota una vértebra y que esto podría afectar a su médula espinal. “Esto es consecuencia de mi estancia en la Nueva Clínica Internacional, por el maltrato que tuve y especialmente por una infección que me dio por una mala práctica de un médico internista”, se queja Torres.

silla de ruedas, René Torres

Para movilizarse, a las citas médicas o ir al baño o a la sala, René Torres usa una silla de ruedas. Fotografía de Emilia Paz y Miño para GK.

Torres se refiere al momento, en la clínica, en el que el dren que tenía se desconectó y estuvo así durante varias horas. “Cuando el internista llegó casi a la noche me recolocó el dren”, en lugar de ponerle uno nuevo. Meses después, el informe de la Agencia de Aseguramiento de Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) determinó que el médico que recolocó el dren incumplió  “varias prácticas seguras del manual de seguridad del paciente-usuario”.

Luego de que le recolocaran el dren, René Torres dice que la infección duró alrededor de 30 días. “Salí hecho esqueleto de la clínica. Yo entré con 175 libras y salí con 125”, recuerda. Su situación se fue agravando. Los gastos de esa estadía no fueron cubiertos por su seguro. René Torres salió de la clínica el 23 de diciembre de 2018

Tres meses después, el 9 de marzo de 2019, tuvo que ser operado en otra clínica: le colocaron una malla abdominal en el estómago porque la infección y la pérdida de peso afectaron a este órgano. “Salí sin paredes abdominales”, dice. Después de esa intervención pasó seis meses sin moverse para que su estómago se recuperara. Torres dice que luego de esa recuperación pudo caminar con dificultad. 

Por la pérdida de musculatura y la operación del estómago para colocar la malla “me fui complicando hasta que al final perdí la movilidad de mis piernas”. Esto pasó en el 2020. “Solamente me movilizo con la silla desde hace tres años”, dice Torres. 

René Torres tocaba el acordeón. Pero después de su caída, le regaló el instrumento a un nieto porque ya no lo puede cargar. “Ahora no puedo hacer nada. Al levantarme, tengo que ponerme una faja. Si quiero estar en la silla tengo que estar con faja”, dice.

El informe de Acess y la denuncia

En 2019, René Torres empezó dos procesos contra la clínica. El primero fue administrativo ante la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) y el segundo, judicial, ante los jueces de lo civil de Quito. 

El administrativo concluyó que hubo errores al aplicar los protocolos médicos en la clínica. El segundo, sentenció que hubo negligencia en la clínica al tratar a Torres. Inicialmente, la Clínica fue condenada por daño moral (es decir por la afectación psicológica producto del daño causado) por 30.000 dólares y por daño emergente (o sea, el impacto real y verificable como consecuencia del acto lesivo) por más de 33.000 dólares

Sin embargo, un tribunal de apelación de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha aumentó el monto de la indemnización por daño moral a más de 63.000 dólares. Por ende,  el total de la reparación que Torres deberá recibir es de cerca de 100 mil dólares.

La clínica presentó un recurso de casación contra ese fallo. Fue desechado y la sentencia confirmada en agosto de 2023. 

La casación es un mecanismo extraordinario que busca que el máximo tribunal judicial de un país (en este caso, la Corte Nacional) revierta una sentencia por adolecer de específicos errores técnicos.

El informe de Acess, al que GK tuvo acceso, concluye que el paciente “no fue diagnosticado con la fractura de columna lumbar por la especialista en traumatología a pesar de que la radiografía sí presentaba signos sugerentes de fractura”. 

Además, dice que mientras estuvo hospitalizado luego de la operación, Torres tuvo una infección “del sitio quirúrgico que motivó un nuevo procedimiento” y prolongó la estancia hospitalaria por “aproximadamente 40 días”. 

Algunos de los procedimientos que se incumplieron, según Acess, fue la consulta entre médicos sobre los medicamentos que le recetaron a Torres y los medicamentos que dieron. También el informe resalta que no registraron “en algunos de los formularios de consentimiento informado, datos de importancia ni toda la información requerida”. 

Torres recuerda que con el informe de Acess comprobó que no fue “tratado correctamente”, que no le dieron medicaciones que le habían cobrado, y que le dieron medicaciones “que no debían darme porque no hicieron interconsulta con los otros médicos. Un desastre” afirma. 

Sobre el dren que tenía Torres y se desconectó, la auditoría de Acess determinó que “la recolocación del drenaje pudo haber contribuido al aparecimiento de la infección de la herida quirúrgica del paciente”. 

El informe de Acess fue una de las evidencias del proceso judicial. En su sentencia, el tribunal de la Corte Nacional que desechó el recurso de casación de la clínica, dijo que la recolocación del dren, entre otras, “hace parte del hecho ilícito que configura la obligación indemnizatoria por daños y perjuicios”.

medicinas, caso clínica internacional

Al lado derecho de su cama, sobre el mostrador, está el control de la televisión, un termo con agua y sus pastillas. Fotografía de Emilia Paz y Miño para GK.

El Tribunal determinó que, por parte de la clínica, hubo “manejos poco prolijos tratándose de un paciente de tercera edad que acababa de caerse”. También concluyeron que el “el errado manejo inicial de la emergencia” se confirmó cuando Torres tuvo que regresar a la clínica por los dolores intensos que tenía y ahí descubrieron la fractura luego de nuevos exámenes. 

Según el fallo de la Corte Nacional, cuando la parte demandada —es decir, la clínica— fue notificada, contestó señalando que “no tiene responsabilidad con respecto a los daños que dice haber sufrido el actor”. 

El 20 de julio de 2021 un juez de la Unidad Judicial Civil ordenó que la Clínica Internacional pagara a Torres como indemnización por daño emergente 36.263 dólares y como daño moral 30 mil dólares

La clínica apeló —pidió revisión del caso. Pero el 7 de junio de 2022 el recurso fue rechazado por la Corte Provincial de Justicia de Pichincha. Ese mismo día, la Corte ratificó la sentencia de primera instancia de la indemnización por daño moral y la fijó en 63.800 dólares

Luego de la decisión de la Corte de junio de 2022, la clínica presentó un recurso de casación —que busca que una sentencia sea revocada por errores puntuales en su emisión. No obstante, el 24 de agosto de 2023, la Sala de lo Civil y Mercantil de la Corte Nacional de Justicia rechazó el recurso. Según su fallo, el tribunal que “no encuentra vicio alguno que determine arbitrariedad en la valoración de los medios de prueba practicados en juicio”. 

El Tribunal resolvió que la clínica pague 63 mil dólares por daño moral y 36.263,20 por daño emergente a Torres.

Es decir un total de 99.263,20 dólares. Según la sentencia, la mayoría del Tribunal determinó que “el daño causado al actor existe y que aquel ha sido consecuencia de la deficiente prestación del servicio de salud de la clínica”. 

René Torres y su abogado, Rafael Lugo, dicen lo único que esperan es “que cumplan la sentencia y que paguen la indemnización”. El proceso volvió a primera instancia para que la jueza emita un documento para que se cumpla la sentencia, según su abogado. Sin embargo, hasta el 15 de enero de 2024, la jueza aún no lo ha ordenado.

El día a día de René Torres

René Torres espera, desde su cama, que la sentencia se cumpla. “Ando como si tuviera un quintal de hierro atrás y hay días que amanezco adolorido y hay días que amanezco más o menos. Pero el dolor, como dijo el doctor, es como el matrimonio, hasta que la muerte nos separe”, dice animado Torres. Cuando habla del quintal de hierro se refiere a las placas y tornillos que le colocaron en la columna en una de las operaciones. 

Hoy toma lo que él llama medicación básica: a las siete de mañana, al mediodía y a las siete de la noche. Torres dice que “la medicación para el dolor ya no me hace efecto, entonces yo prefiero como dicen, estar aguantando el dolor”. Dormir, dice, es muy difícil por el dolor y los movimientos involuntarios. Su dieta ahora es muy liviana también.  

En el día a día depende de la enfermera que lo ayuda desde las siete y media de la mañana hasta las cinco y media de la tarde. “De ahí ya me atiende mi señora si tengo alguna emergencia, pero dando gracias a Dios y yo ya casi no molesto en la noche”. La esposa, Lourdes Molina, tiene 69 años. 

En el departamento, al norte de Quito, vive sólo con su esposa. Torres tiene cuatro hijos, pero dice que no le gusta molestarlos para que vayan a verlo “cada uno ya tiene su vida, entonces mi única auxiliar es mi esposa”. Los chequeos médicos ahora ya son cada tres meses, antes los tenía mensualmente. 

fotografías nietos René Torres

Al lado izquierdo de su cama René tiene fotografías de sus nietos y dos frascos de miel “para endulzar la vida”. Fotografía de Emilia Paz y Miño para GK.

René Torres recuerda todo lo que pasó con muchísimo detalle. Mientras lo narra, a pesar de lo difícil que ha sido, es alegre y hace bromas. Dice que a pesar de su situación, él “en comparación a sus compañeros que no oyen, no ven bien, pueden movilizarse como  tortugas”, él sigue siendo “una lanzadera”

René Torres estudió economía en la Universidad Central y fue presidente de curso durante seis años. 

Cuando se graduó viajó a Chile a hacer una especialización en macroeconomía, y al regresar fue profesor en las universidades Central y Católica, gerente de un equipo de fútbol, rector de un instituto de radio y televisión, y asesor en una institución pública. Tuvo una vida muy activa. Por eso, dice, no poder caminar es difícil. “Es para volver loco a cualquiera pero yo he aceptado. Esta es mi vida, entre cuatro paredes”, dice. 

“Para mí se acabó el mundo exterior, pero he aceptado y no me he dejado dominar”. Con la decisión del Tribunal, Torres se siente “medio tranquilo” porque con todos los recursos interpuestos por la clínica pensó que en algún momento no iba a recibir una sentencia. 

Desde la caída hasta la sentencia han pasado cinco años. “Yo no pensé que iba a aguantar tanto”, dice Torres.  

Ahora, desde su cama, René Torres disfruta de “estar al día en las noticias”, leer la Constitución y ver en Youtube videos sobre historia. No usa lentes ni aparatos para los oídos “no he tenido mayores problemas ahora, sólo estoy esperando [que cumplan la sentencia]”. 

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Emilia Paz y Miño
Periodista y fotógrafa. Cubre temas de medio ambiente. También le interesan temas de género y derechos humanos.
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