A 3.200 metros de altura, en medio de un paisaje cubierto de afilado césped con numerosas y pequeñas flores amarillas, verdes puyas y árboles de papel —o polylepis de origen peruano, según los lugareños— se ubica la Escuela de Educación Básica Las Nieves. A las 10 de la mañana de un día mayormente despejado, el fuerte viento no ha impedido que los 38 estudiantes jueguen en el patio a la hora del recreo, lo hacen bajo la supervisión de los dos únicos docentes de la institución.
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Al sureste de Azuay, en la parroquia Las Nieves del Cantón Pucará, los niños y niñas son una población clave en la intervención que realiza Ayuda en Acción, una organización internacional que trabaja para dar oportunidades a quienes no las han tenido a causa de la pobreza. En este sitio como en el resto de parroquias intervenidas, la organización se encargó de crear un espacio seguro para las niñas y los niños con el objetivo de brindarles un lugar de recreación, unión y reconocimiento de sus derechos.
En 2019 implementaron un sistema para la provisión de agua potable a las más de 30 familias que habitan en la zona. Después, se pusieron en marcha los proyectos para la defensa y protección de los derechos de la infancia y adolescencia. La incidencia de esta organización, con más de 37 años de trabajo en Ecuador, es palpable.
Antes de comenzar la intervención en derechos de la niñez en las comunidades rurales de Azuay, el equipo técnico de Ayuda en Acción hace un diagnóstico de las limitaciones y oportunidades que tiene cada escenario. En todos los casos en el cantón Pucará, las niñas y niños han manifestado que no tienen un lugar seguro para jugar, explica Carla Llanos, técnica de derechos de niñez y adolescencia de la organización.
Por eso, una de las primeras intervenciones que se hace es crear o reconstruir un espacio seguro que funcione como sitio de reunión y una zona de juegos con materiales didácticos. Ahí se hacen las actividades y capacitaciones.
En esta parroquia de Azuay lograron hacerlo en la Escuela de Las Nieves, donde se rehabilitó una amplia aula que estaba abandonada. Los niños y niñas saben que este es su espacio de protección y confianza: se sueltan, juegan y ríen de la emoción.
“Son niños soñadores”, dice Ana María Jimbo, una de las docentes a cargo de 19 niños repartidos entre inicial y cuarto año de básica de la Escuela de Educación Básica Las Nieves. Mientras rodea la cancha en la que niños y niñas de distintas edades juegan un partido de indor, Jimbo dice que la escuela tiene algunos problemas, como las dificultades de la enseñanza unidocente y la malnutrición de los niños que afectan su desarrollo en todos los sentidos.
A pesar de esas primeras impresiones demuestra optimismo y afirma que trabajar en Las Nieves es una linda experiencia. Y así se siente para todos los visitantes.
Tan pronto llega al lugar Carla Llanos, técnica de derechos de niñez y adolescencia de la organización Ayuda en Acción, los niños dejan de lado la timidez y corren hacia ella. “Carlita, Carlita, ¿qué vamos a hacer hoy?”, dice alguno de los niños mientras abren un salón en donde hay materiales didácticos.
Hula hula, rompecabezas, cuentos, libros, pinturas, entre otras cosas son parte de este espacio seguro llamado “Club de los Derechos” que funciona desde 2021. Como su nombre lo indica, su objetivo es informar y capacitar sobre los derechos y oportunidades de la niñez.
Además, trabajan en la prevención de violencia. “Aprendí sobre mi derecho a la vida, a jugar, el respeto y también a que no me toquen si yo no les doy permiso”, dice Anthony Merchán, estudiante de octavo año. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la educación sexual es clave para prevenir futuros abusos. También les permite comprender cómo proteger sus derechos a lo largo de su vida y velar por ellos.
El impacto en el futuro de la niñez
“Ya quiero volver a ver a la Carlita”, dice un pequeña niña que viste un sombrero rosa y tiene un hula hula que entrega a Carla Llanos en sus manos. Más risas inundan el lugar.
A un costado del espacio seguro, Anthony Merchán balancea sus piernas que cuelgan de una silla y con las manos entrelazadas por la timidez y admite que de grande quisiera ser un profesional “quizá un futbolista profesional”, dice aún no del todo convencido.
Este precisamente es el anhelo de su madre, Rosa Cando, quien reconoce que la intervención de Ayuda en Acción ha marcado para bien a su familia, en varios niveles. Habla de otros programas que la organización ha implementado en esta zona como un sistema de agua potable que permite que accedan a este recurso como un derecho y no un privilegio, de las capacitaciones a la mujeres que han ayudado a consolidar emprendimientos y su liderazgo, y, sobre todo, de la ayuda con los niños y niñas de la comunidad.
“Eramos botados, no teníamos a nadie que nos ayude”, dice mientras reflexiona sobre el futuro. Dice que quiere que sus hijos tengan mejor salud, mejores oportunidades y que sean preparados. “Alguien en la vida, profesores, doctores…”. Lo más importante, concluye, es que “nuestros niños tengan todos sus derechos”.