El plano que abre Viernes Negro marca el tono y el homenaje que el filme quiere hacer al género del slasher. Marca también el camino que va a seguir la película, que es la más reciente de Eli Roth. Un plano en subjetivo, en que el alguien se dirige a una puerta como si fuera una amenaza: tambaleándose, con la respiración sonando con fuerza.
Así suelen empezar algunas películas de terror.
El inicio de Viernes Negro funciona como declaración de principios, como el gesto que dice: sé de dónde viene eso.
Sí, Eli Roth sabe lo que hace.
Si mucha gente piensa que Quentin Tarantino es un “animal de cine” —que sabe todo sobre las películas como ninguna otra persona en el mundo— es porque no se ha tomado la molestia de escuchar a Roth hablar sobre el cine que ha sido fundamental para él.
Él sabe de cine y mucho. En Viernes Negro pone en acción mucho del cine que ha consumido y conoce este director que le ha regalado a los fanáticos del horror películas como Cabin Fever, en 2002, y Hostel, en 2005.
Conversé con Roth, que es también guionista, productor y hasta actor —es una de las pocas cosas rescatables de esa terrible serie que fue The Idol— sobre este nuevo trabajo.
La tradición detrás de Viernes Negro
Viernes Negro viene de una larga línea de filmes en los que hay una tragedia, pasa un tiempo y aparece un asesino que viene a hacer “justicia” contra las personas que son responsables de la tragedia. Y, como debe ser, muchas de estas personas responsables son jóvenes.
No debe existir una película de horror del género del slasher que no incluya juventud. Y que no comience de una manera contundente, como en su momento lo hizo Halloween (1978), de John Carpenter: a través de una subjetiva que muestre en primera persona lo que un personaje está observando, como una especie de acosador.
“Amo esas películas. Amo los slashers, amo los slashers ambientados en festividades. Desde My bloody Valentine, April Fool’s Day, pero también The Prowler, Pieces. Amo Black Christmas, amo Blow out. Muchos de estos filmes empiezan con una perspectiva subjetiva y luego se puede identificar la festividad y el lugar dónde están”, dice Roth. Y con su comentario deja en claro que esa afición es parte fundamental de este trabajo.
El slasher tiene pasado, uno del que se va nutriendo esta película. “Todo viene de Mario Bava, de A Bay of Blood (1971), se puede rastrear eso hacia atrás con Peepping Tom (1960), puedes ir más atrás y más atrás. Pero Bava lo empezó, y luego siguió Black Christmas (1974), de Bob Clark; Halloween de John Carpenter, My Bloody Valentine (1981) de George Milhaka… todas estas cosas están en mi cerebro… pero también amo Five easy pieces (1970), de Bob Rafelson”.
Con la referencia a Rafelson empieza a surgir algo interesante en la conversación con Roth. Porque sale del género, completamente. Five easy pieces es un drama protagonizado por Jack Nicholson que para muchos críticos es considerada como una de las mejores películas jamás hechas, uno de los clásicos del Hollywood de los años 70, tanto por la historia, la dirección y la fotografía. «Cuando trabajé con mi director de fotografía, le dije que no quería que la cafetería se viera como una cosa oscura y con humo. Le dije que quería que se viera como Five easy pieces, quería esos colores, esas luces”, dice el realizador.
Hasta en el trabajo actoral, Roth buscó puntos de referencia que no fueran estrictamente los que se esperarían para una película de terror. El elenco de Viernes Negro está comandado por los veteranos actores Patrick Dempsey y Rick Hoffman, así como Gina Gershon. Pero sobre los actores jóvenes cae la fuerza del filme: Nell Verlaque, Jalen Thomas Brooks, Addison Rae, Milo Manheim y Gabriel Davenport.
Y para prepararlos para el rol, Eli Roth les recomendó que vieran películas que nada tuvieran que ver con lo que iban a rodar. “Los chicos, me preguntaron: ¿qué debemos ver? Y yo les respondí que debían ver Sorcerer, de William Friedkin, para que no se estén quejando [durante el rodaje]. Y a las chicas les dije que debían ver Betty Blue, que vean lo que Béatrice Dalle [actriz] hizo a los 21 años. Les dije: ustedes tienen 22, ¿qué es lo que van a hacer?”.
Roth habla con la rapidez de alguien que sabe lo que va a decir. “Quería romper un poco sus cerebros”, dice.
Pero eso no sólo se produce con el elenco. Lo que Roth consigue en Viernes Negro, además de mezclar sangre y asesinatos con humor, es lanzar guiños que responden a otro tipo de películas. Es posible que sólo Eli Roth se permita hacer referencia a un clásico de Peter Greenaway en una película donde, minutos antes, un personaje es cortado a la mitad.
Sí, en una escena importante de Viernes Negro no se puede dejar de pensar en The Cook, the Thief, His Wife & Her Lover de Greenaway. Específicamente en una escena que Roth vio en el cine cuando tenía 18 años y que realmente le impactó. No hay manera de huir de lo que sucede en este filme de Roth, cuando varios personajes son colocados frente a una mesa y aparece Greenaway, viviendo en una película de terror.
“No conozco a nadie que sepa de Peter Greenaway, Jean-Jacques Beineix, William Friedkin, Bob Rafelson, o Toby Dammit, de Fellini, y del género del slasher. Usualmente es uno o lo otro. Pero mi cerebro es una batidora de todas esas cosas y todas aparecen cuando hago una película”,
¿Qué tiene que ver el humor con las películas de horror?
Roth siempre se ha caracterizado por un tipo de película de horror en el que —a pesar de los temas y tópicos que trate en cada una— hay espacio para el humor. No lo niega, va con él a todos lados. El personaje que interpreta en The Idol funciona porque es el único que genuinamente hace reír en ese bodrio mal dirigido que se pudo ver por HBO.
Esa relación con el humor tiene raíces profundas en él.
“El humor es parte de la vida. Soy judío y tenemos un sentido del humor muy negro, por nuestro pasado y por lo que está pasando ahora. Así es como hemos lidiado con el Holocausto y con los nazis. Por eso hacemos chistes”, dice.
Viernes Negro tiene muchos chistes. Y todos funcionan. Incluso en medio de las escenas en las que el asesino hace lo suyo, es posible encontrar bromas. Su aproximación a esto es clara:
“Mi humor es que siempre que estoy enfocado en una escena de muerte, no quiero que haya un chiste, pero sé que hay un chiste por ahí, en algún lugar. Y si puedo hacer un pequeño ajuste que le permita a la audiencia disfrutar de esa muerte y que no se sienta culpable, lo haré”, dice el director.
“No creo que debas forzar el humor, pero si el chiste está ahí, no huyas de él”, sentencia.
Sin embargo, hay una medida, una línea que no se debe pasar. Porque sigue siendo una película de horror que, entre otras cosas, busca entretener. “A veces lo haces demasiado. Se lo enseñas a la audiencia y, si haces demasiados chistes, la gente no se lo va a tomar en serio, va a pensar que es una película de Mel Brooks. Y no lo es, no quiero una parodia, pero tampoco quiero una película aburrida”, dice Eli Roth.
Tiene la experiencia de 10 películas dirigidas para saberlo, para entender que viene de una tradición en la que los filmes pueden y van a ser divertidos y se puede echar a la mano lo que se pueda para que esto se cumpla. Así, Viernes Negro cumple, tanto que sus ganancias a nivel mundial, hasta el momento, han duplicado su presupuesto de 15 millones de dólares.
Por eso no resulta una sorpresa que el propio Roth anunciara el pasado 30 de noviembre, a través de Instagram, que habrá una secuela de la película, con miras a estrenarse en 2025.
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