El Protocolo para prevenir la violencia de género y discriminación en redacciones nació como una iniciativa de GK. Inicialmente buscaba ser solo para esta redacción, pero Isabela Ponce, la directora editorial y cofundadora del medio, vio que había un gran potencial para ser usado por otros medios del país.

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«¿Por qué no?”, pensó. Que el protocolo sea aprovechado por otros y así se puso manos a la obra.

GK no podía elaborar el Protocolo, porque no podía ser juez y parte. Es decir, no sería imparcial hacer un análisis propio sobre cómo tratar estos casos. Fue ahí cuando entró el Observatorio de Derechos y Justicia del Ecuador (ODJ).

Esta organización ya había trabajado en un protocolo de género para una universidad.

Las conversaciones para elaborar el Protocolo iniciaron en 2019. Y la idea, de hecho, está bastante alineada con el enfoque de género que GK busca priorizar en todas sus notas y coberturas. «De esto nace el protocolo, no nace de la nada», explica Isabela Ponce.

GK, como organización, prioriza contratar trabajadoras mujeres, cubrir temas relacionados con los derechos de las mujeres y busca que la mayoría de las notas que se hacen sean atravesadas por el enfoque de género. Entonces, el Protocolo era algo lógico, consecuente. 

Pero claro, una cosa es querer y otra encontrar los recursos para hacerlo realidad. Este proyecto necesitaba de un presupuesto. Y fue en este punto en el que la Embajada de Estados Unidos en Ecuador puso su grano de arena.

La Embajada abrió una convocatoria para que los alumni, es decir quienes ya habían participado en cursos y programas de la organización, desarrollaran un proyecto. La directora editorial de GK ya había sido parte de uno de los programas, y aplicó. «Yo ya había hablado con la embajada sobre mi interés en hacer cosas sobre género», explica Isabela Ponce. Y las cosas se dieron.

La importancia de un Protocolo de género

Doménica Rodríguez, coordinadora del área de género del Observatorio de Derechos y Justicia, explica que a ellos les interesó la idea de trabajar en este protocolo porque vieron que en realidad «en muchos espacios y en muchas áreas no existe esta herramienta que funcione como una hoja de ruta que puedan seguir, tanto las personas afectadas, como las personas que debe reaccionar frente a estas situaciones». Es decir, para saber qué acciones tomar para que no haya casos de violencia de género dentro de las redacciones, qué hacer cuando suceden, y cómo reaccionar después de que sucedan.

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El énfasis del Protocolo está en la prevención, explica Rodríguez. Pero conscientes de que la existencia de un documento no garantiza que los casos desaparezcan, también es importante tener claro cuáles son las consecuencias para quienes cometan este tipo de faltas.

Un Protocolo participativo

Para elaborar el Protocolo se hicieron encuestas anónimas, reuniones grupales, entrevistas individuales y se abrió un canal de Telegram para que, quien lo prefiriera, contara sus experiencias. La idea era recoger toda la información posible sobre los ambientes laborales en diferentes redacciones del país y así poder hacer un diagnóstico, saber qué requería atención urgente.

Era necesario tener este acercamiento con periodistas de distintas redacciones «porque ellos son quienes entienden mejor que nadie la situación«, explica Rodríguez. La idea de que fuera algo colaborativo era escuchar las diferentes historias de acoso y violencia que viven los periodistas en su ambiente laboral «y entender qué se necesita aún, qué hay que mejorar, qué hace falta y qué pasó para que un caso haya quedado en la impunidad», dice también Rodríguez. Esto, para buscar mecanismos para que un hecho así no vuelva a pasar, enfatiza la coordinadora de género del ODJ.

Además fue importante proteger las identidades y las historias durante todo el proceso, para construir este protocolo en base con experiencias reales. «De nada servía hacer un protocolo basándonos solo desde una estructura legal, debíamos hacerlo de una forma más humana que vaya más allá de lo jurídico«, dice Rodríguez.

Protocolo para prevenir la violencia de género y discriminación en redacciones.

Así fue la elaboración del Protocolo para prevenir la violencia de género y discriminación en redacciones.

Los hallazgos en el camino

«Las historias que escuchamos tocaron las fibras más sensibles de las personas que hicimos las entrevistas. Eran historias que uno no cree«, dice Doménica Rodríguez con preocupación, porque este proceso le abrió aún más los ojos sobre cómo la violencia en contra de las mujeres está tan presente en todos los espacios y es vista como algo tan normal.

Con las entrevistas que realizaron se dieron cuenta de que las relaciones de poder en las redacciones pueden ser muy desiguales y terminaban en casos de violencia de género que a veces era hasta difícil de identificar para las víctimas, porque no se daban cuenta de la gravedad. 

Las historias que escucharon los guió para el protocolo, sí. Pero también les dejó mucha preocupación. «Incluso en los departamentos de pasantías había muchas cosas que estaban mal», dice Rodríguez. 

Además, durante la investigación les sorprendió que la gente ya no se alarma por estos comportamientos, porque son parte de su día a día, porque sentía que no tenía con quien hablarlo, que no estaba protegida y que nadie iba a hacer nada porque estas actitudes eran tomadas más como burla que como una ofensa.

La socialización

Una vez que el Protocolo estuvo listo, el siguiente paso fue la socialización. La idea de esta fase era que la información pudiera llegar a distintas regiones del país.

«Se requería pensar en ir a diferentes ciudades, luego buscar un medio que estuviera dispuesto a prestarnos su espacio«, explica Isabela Ponce. Primero se debía escoger una redacción, pero además buscaban otros periodistas interesados y que trabajaran en esas ciudades para que participaran.

Las convocatorias se hicieron prácticamente uno a uno, escribiendo directamente a reporteros por Whatsapp. También se difundió en redes sociales. 

Junto con la Embajada de Estados Unidos las ciudades seleccionadas para socializar el Protocolo fueron Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja, Lago Agrio y Quevedo.

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En estas ciudades el primer contacto fue con otras redacciones con las que GK ya había trabajado antes o con las que tenía alguna alianza. 

También buscaron llegar a otras redacciones, pero «no en todas las puertas que tocamos hubo apertura«, dice Ponce.

Los talleres de socialización consistían en explicar desde lo más básico: qué es violencia de género, qué es un protocolo y cuál es su importancia, cómo se hace periodismo con enfoque de género, cómo identificar comportamientos violentos

Ahora el Protocolo ya está listo y si te interesa trabajar en un ambiente más seguro y aplicarlo a tu redacción, puedes descargarlo en este link

Camila Giron 150x150
Camila Girón
(1996). Periodista colombiana. Reportera de redes sociales y gestora de audiencias en GK.
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