En medio de la preocupación por el agotamiento de los recursos naturales y los impactos negativos del cambio climático, las energías renovables se presentan como una solución prometedora para la sostenibilidad energética.
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Son inagotables, a diferencia de los combustibles fósiles convencionales —carbón, petróleo y gas natural. Se renuevan constantemente, por lo que son una alternativa ambiental y económicamente deseada.
En Ecuador, un país privilegiado por su riqueza natural y diversidad geográfica, las energías renovables han cobrado especial relevancia en los últimos años. La abundancia de radiación solar, la fuerza de sus vientos, el caudal de sus ríos y la actividad geotérmica, ha permitido desarrollar proyectos innovadores. Además, ha hecho posible la implementación de tecnologías limpias en el sector energético.
Energía solar
Es una de las fuentes renovables más asequibles y explotadas en el país.
La radiación solar en el territorio ecuatoriano es considerable, especialmente en la Costa y la Sierra. Como explican los investigadores Jorge Patricio Muñoz-Vizhñay, Marco Vinicio Rojas-Moncayo y Carlos Raúl Barreto-Calle de la Universidad Nacional de Loja, el valor medio aproximado de la radiación solar global en el Ecuador es de 4.575 watts por hora en un metro cuadrado cada día. Sería suficiente para dar energía a los hogares de mayor consumo de Nueva York, de acuerdo a este mapa de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Columbia.
Paneles de energía solar. Fotografía de Pexels.
Según los investigadores, hay un “océano azul” de potencial energía solar. “Esto quiere decir, que el potencial solar estimado con fines de generación eléctrica en el país es de 312 GW equivalente a 456 TWh año o 283 millones de barriles equivalentes de petróleo por año. Este valor equivale aproximadamente a quince (15) veces el potencial hidroeléctrico técnico y económicamente aprovechable del país”, escribieron en su artículo científico.
Sin embargo, afirman, a pesar de su alto potencial energético, “el desarrollo de la energía solar fotovoltaica es aún incipiente”: para 2017, reportaba la Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales no Renovables, la capacidad efectiva en este tipo de energía fue de 25,6 MW: el 0,34 % de la capacidad total del país.
Energía eólica
Otra fuente de energía renovable en auge es la eólica.
Las corrientes de aire que se generan en las zonas costeras y montañosas del país han sido aprovechadas mediante la instalación de aerogeneradores, que transforman la energía cinética del viento en electricidad.
Uno de los aerogeneradores que transforma la energía cinética del viento en electricidad. Fotografía de Pexels.
Los tres parques eólicos que tiene el país, en Loja y Galápagos, han demostrado su eficacia y potencial para abastecer de energía limpia a comunidades y sectores productivos. En enero de 2022, llegaron catorce aerogeneradores para el parque eólico Minas de Huascachaca, en Loja, el más grande del país y que contará con una capacidad de 50 megavatios de potencia.
Estos aerogeneradores (o turbinas eólicas) están compuestas por una torre alta y una hélice o rotor en la parte superior. Las turbinas se colocan en posición estratégica para aprovechar al máximo la fuerza del viento.
Cuando el viento sopla, las palas del rotor giran impulsadas por su fuerza. La velocidad del viento hace que las palas roten a mayor o menor velocidad, lo que genera un movimiento mecánico. Ese movimiento se transmite a través de una caja de cambios a un generador.
El generador convierte el movimiento mecánico en energía eléctrica. La electricidad generada es inicialmente corriente alterna (CA), pero se convierte en corriente continua (CC) a través de un sistema de rectificación. La corriente continua generada se transforma nuevamente en corriente alterna mediante el uso de un inversor.
Luego, se transporta a través de cables subterráneos o aéreos hasta una subestación cercana. Ahí se ajusta el voltaje y se conecta a la red eléctrica, para su distribución y consumo.
Energía hidroeléctrica
La energía hidroeléctrica es una de las fuentes renovables más utilizadas en Ecuador desde hace décadas.
La geografía del país, cruzada por numerosos ríos y cascadas, ha facilitado la construcción de represas y centrales hidroeléctricas, que aprovechan la fuerza del agua en movimiento para generar electricidad. Estas megaestructuras no han estado exentas de críticas y cuestionamientos.
Por ejemplo, el proyecto emblemáticos Coca Codo Sinclair, ubicada en la provincia de Napo, continúa con problemas de construcción. Esto ha hecho que no sea aún, años después de ser inaugurada, entregada al Estado. Varios expertos han señalado, además, que el acelerado proceso de sedimentación del río Coca es producto de malos estudios técnicos de aquella central. Aún así Coca Codo Sinclair entrega un promedio de 750 megavatios al sistema nacional interconectado y permitió cambiar la matriz energética del país (de una capacidad total de 1.500). Es la mayor obra construida en el país. Da más de 6.000 empleos directos y 15.000 indirectos.
Aún así, al estar generada por un ciclo de agua, la energía hidroeléctrica es mucho más limpia que la generada por combustibles fósiles, explica la Oficina para las Eficiencia Energética y Energías Renovables de los Estados Unidos de América.
El problema no es de la energía hidroeléctrica en sí, sino, más bien de la transparencia de los procesos de control y auditoría. Por ejemplo, Carolina Viola, politóloga y docente en la Universidad Católica del Ecuador le dijo a GK, que uno de los problemas con Coca Codo era la “permanente ausencia de información que se esconde, además, sin motivos muy claros”, bajo la respuesta de que era y es “confidencial y estratégica”.
Energía geotérmica
El Ecuador tiene un importante potencial geotérmico. Especialmente en la región de la Sierra. La actividad volcánica y la existencia de fuentes termales permiten aprovechar el calor del subsuelo para generar electricidad.
Proyecto de energía geotérmica Chachimbiro. Fotografía tomada de la cuenta de Flickr de Ciudad Yachay.
En 2019, empezó la construcción de la primera planta geotérmica del Ecuador, en Chachimbiro, provincia de Imbabura. La planta costó 60 millones de dólares, financiados con un crédito de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA) y producirá 50 megavatios.
Las plantas geotérmicas son altamente eficientes. No generan emisiones de gases de efecto invernadero, lo que las convierte en una alternativa importante a la hora de la transición energética y la mitigación del cambio climático.
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El impulso de las energías renovables en Ecuador (y en América Latina) no solo tiene beneficios ambientales, sino también económicos y sociales.
La diversificación de la matriz energética, con mayor participación de fuentes limpias, reduce la dependencia de la importación de combustibles fósiles y contribuye a la seguridad energética del país.
Además, la implementación de proyectos renovables impulsa la creación de empleo, promueve la transferencia de tecnología y fomenta la innovación en el sector energético.
Es importante destacar que el camino hacia una matriz energética sostenible no está exento de desafíos.
La inversión inicial requerida para la implementación de proyectos renovables puede ser alta, lo que implica la necesidad de políticas y mecanismos de financiamiento adecuados. También se requiere un marco normativo claro y estable, que promueva la participación del sector privado y genere incentivos para la inversión en energías renovables.
Las energías renovables se presentan como una alternativa viable y necesaria para enfrentar los desafíos energéticos y ambientales que afronta Ecuador y el mundo entero. La abundancia de recursos naturales renovables en el país, sumada a los avances tecnológicos y la conciencia creciente sobre la importancia de la sostenibilidad, brinda una oportunidad única para aprovechar y potenciar estas fuentes limpias de energía.
Es responsabilidad de todos, gobierno, empresas y sociedad en general, impulsar y apoyar el desarrollo de las energías renovables como una herramienta fundamental para construir un futuro más sostenible y resiliente.
