La violencia en las universidades va desde humillaciones en clases hasta actitudes que se disfrazan de “atenciones especiales” de profesores a estudiantes. Y es más frecuente de lo que nos imaginamos: en Ecuador, 1 de cada 3 alumnas ha sufrido algún tipo de violencia por un integrante de la comunidad universitaria. Es decir, un docente, un administrativo, un compañero. La cifra sobre violencia en la universidad es del estudio De la evidencia a la prevención que encuestó a 23.261 estudiantes del país. 

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Ese alarmante número, incluso, podría ser mayor. Muchas universitarias, explica Ljubica Fuentes, coordinadora de la Coalición Feminista Universitaria, no saben que han vivido violencia. Fuentes dice que por su trabajo de activismo en este tema, hay jóvenes que la buscan para desahogarse, compartir en voz alta lo que les pasa dentro de clases, pero no pueden identificar qué les ha pasado, o por qué es violencia.  

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La abogada también dice que así como existen los casos de acoso, que son mucho más evidentes y judicializables, también hay situaciones sutiles. Entre los primeros visibles están: cuando un profesor le toca la pierna, la espalda, el hombro a una estudiante, le pide favores sexuales, o se le insinúa explícitamente para subirle puntos o hacerle pasar materias. Entre los segundos más difíciles de identificar están: miradas, tratos especiales o mensajes de texto a horas inapropiadas.

El estudio que entrevistó a más de 20 mil estudiantes en 16 universidades del país, y fue elaborado por PreviMujer y la Universidad San Martín de Porres de Perú, identificó seis tipos de violencia en los espacios académicos superiores: acecho, acoso, violencia psicológica, violencia económica, violencia física y violencia sexual. 

Para que puedas darte cuenta si tú o una compañera mujer o de la diversidad sexual vive algún tipo de violencia, te dejamos esta breve guía. 

Cómo identificar la violencia en la universidad

Si bien hay situaciones que claramente se identifican como acoso porque son explícitas, hay otras manifestaciones de violencia que se camuflan como preocupación, atención y en ocasiones hasta amor. 

Te dejamos cuatro ideas, relacionadas entre sí, que deberías tener en tu radar para detectar si una situación en la universidad es o no violencia. Puede ser útil si te está pasando a ti pero también si le pasa a una compañera. 

Consentimiento

Todas las interacciones deben darse desde el consentimiento. El consentimiento es acceder, permitir o estar de acuerdo con algo. 

Ljubica Fuentes dice que es muy importante recordarlo porque hay situaciones que parecen casuales y no lo son. “Yo no he visto un profesor nunca que diga: ¿te puedo saludar tocando el brazo, no te molesta? o ¿te puedo escribir en la noche? Y eso es precisamente el consentimiento, preguntar si se puede, si te molesta, si estás de acuerdo con cualquier acción que se salga del marco profesional, como lo es una relación profesor-estudiante”, dice.

Instinto

Una primera alerta de que algo no está bien, y podría ser violencia, es si te sientes incómoda con alguna situación. Viviana Maldonado, directora PreViMujer, recalca que “si algo me incomoda o me estoy sintiendo mal, ya estoy siendo afectada”. No importa la situación ni el contexto. 

Fuentes agrega que, aunque muchas veces los docentes justifican cosas —como un comentario inapropiado disfrazado de cumplido, un acercamiento físico, o un abrazo— diciendo que no fue con intención de incomodar o de cruzar una línea, hay que analizarlo. “Si no lo hace con esa intención ¿por qué te sientes incómoda? Debemos aprender a validar, nosotras como mujeres, lo que sentimos”. 

Si algo no te hace sentir bien, hay una razón detrás de eso.

Límites físicos

Otra pauta, explica Maldonado, es tener conciencia de que nadie puede tocar nuestro cuerpo: desde un dedo o el cabello hasta las piernas o espalda. Si alguien pasa esa línea, está transgrediendo tu integridad. Eso ya pone a la persona en una posición de vulnerabilidad.

Entonces, si alguien transgrede esos límites físicos, es una alerta de que podría estar ejerciendo violencia.

Relaciones de poder

La violencia siempre se da dentro de una relación de poder. Es decir, la ejerce alguien que es o se siente superior a la víctima: ya sea en un cargo jerárquico, de edad, de dinero, entre otros. El que tiene más poder se aprovecha de esa posición para perpretar las agresiones y, como está en esa posición, tiende a pensar que es inmune a las sanciones.

En el caso de las universidades, la relación de poder se da entre profesor y alumna. Él no solo tiene un cargo jerárquico, sabe más intelectualmente y gana más dinero, sino que su palabra pesa más que la de una alumna. 

Todos los tipos y manifestaciones de violencia siempre tienen el objetivo de controlar y hacer daño, dice Viviana Maldonado.

Un testimonio que Fuentes ha escuchado de varias estudiantes universitarias es la manera cómo docentes discriminan a sus alumnas mujeres. Frases como “bueno, aquí no se viene a conseguir marido” o “espero que sepan que esta no es una carrera para niñas”. La relación de poder se evidencia, por ejemplo, haciendo estos comentarios creyendo que pueden porque son los más poderosos dentro del salón de clases. 

Ljubica Fuentes, coordinadora de la Coalición Feminista Universitaria.

Ljubica Fuentes cuenta algunas denuncias de violencia en la universidad que recibe constantemente. Fotografía de Nicole Moscoso para GK.

Frases y actitudes que deberían alertarnos

Además de estar alerta del consentimiento, el instinto, los límites físicos y las relaciones de poder, hay ejemplos concretos que te pueden facilitar identificar la violencia en estos espacios. 

Te dejamos una lista construida con algunas preguntas de la investigación de PreViMujer y la Universidad San Martín de Porres, y la experiencia de las dos especialistas consultadas. 

Podría ser violencia:

  • Si te toca el hombro, espalda o cualquier parte de tu cuerpo sin tu consentimiento.
  • Si te humilla o hace sentir mal y lo justifica diciendo que “es por tu bien” o “lo hace porque te quiere mucho”.
  • Si te sigue, vigila o controla dónde estás sin que tú se lo pidas y lo justifica diciendo que es por “está preocupado por ti”.
  • Si coge tus cosas, como cuadernos, esferos, mochila, documentos o dinero sin tu permiso.
  • Si te hace —de forma insistente— llamadas telefónicas no deseadas, envía correos electrónicos, mensajes de voz, mensajes de texto o instantáneos.
  • Si publica mensajes, imágenes o videos en redes sociales en los que apareces tú sin tu consentimiento.
  • Si te hace comentarios ofensivos y denigrantes sobre tu cuerpo, apariencia o sexualidad.
  • Si intenta presionarte para que hablen de sexo cuando tú no quieres.
  • Si trata de controlarte para que no vayas a clases, fiestas, reuniones de estudio o que realices tus tareas o deberes.
  • Si es tu superior pero te hace comentarios que te hacen sentir incómoda como: “qué guapa que estaba hoy” o “la extrañé hoy que no vino a clase”.
  • Si no respeta tu espacio personal y se te acerca más de lo que quisieras, te abraza o toma del brazo sin que tú lo hayas consentido.
  • Si es tu profesor pero no te toma en cuenta nunca cuando quieres participar en clase.

Identificar la violencia en la universidad es más difícil 

Ljubica Fuentes explica que los casos de violencia de género se presentan especialmente en las universidades porque “cuando somos estudiantes, confundimos que es nuestro profesor con que es nuestro amigo”. Fuentes resalta que tener clara esta diferencia es fundamental para poder identificar qué comportamientos son apropiados y cuáles no. 

“Por ejemplo, ¿por qué un profesor te escribiría a las ocho de la noche a decirte ‘y mañana dónde va a almorzar’?”, dice Fuentes.

Los límites deben ser claros. En la universidad suele haber profesores que se convierten en mentores, y eso no está mal. Es normal, explica Fuentes, pero la relación tiene que mantenerse profesional. 

Para explicarlo, da ejemplos. No es lo mismo que un profesor se acerque y diga “tengo una oportunidad de trabajo, usted es muy buena, ¿quisiera participar?” a que lo plantee con otro tono y diga “yo tengo una oportunidad de trabajo, podríamos salir a almorzar y tomarnos un café a ver si es que le interesaría tomarla”. 

Viviana Maldonado, directora PreViMujer, explica también que la dificultad para identificar casos de violencia de género en las universidades se da porque los agresores actúan de manera sutil, para confundir a las personas agredidas. Disfrazan sus intenciones de manipular con buenos tratos y atenciones. 

Viviana Maldonado

Viviana Maldonado, directora PreViMujer, habla sobre la violencia en la universidad. Fotografía de Camila Girón para GK.

A veces pueden justificar comportamientos violentos, como alzar la voz, hacer quedar en ridículo, e incluso los golpes, diciendo que es “por tu bien”, porque “me importas” o porque “quiero lo mejor para ti”, dice Maldonado. Estas tres frases pueden ser también banderas rojas de las intenciones del docente o la persona que ejerce la violencia. 

La directora de PreViMujer dice que “la trampa de los agresores es que precisamente ingresan por el lado más fino”. Y hace referencia a los tipos de violencia que son menos evidentes y que emplean el amor o la preocupación como excusa para permitir comportamientos abusivos. 

Con esta opinión coincide Ljubica Fuentes. Explica que “los depredadores siempre eligen un perfil vulnerable”. Aclara que las personas que sufren violencia, por lo general, no son personas extrovertidas. Son estudiantes que tienen miedo a hablar o preguntar, que no están rodeadas de amigos, no tienen una red sólida. A veces no tienen ni a su familia en la misma ciudad. Los agresores escogen conscientemente a estas personas que tienden a pasar desapercibidas porque están aisladas y no tienen a quién recurrir. 

Para Viviana Maldonado, si estos casos se siguen dando es porque las universidades “son el reflejo de la sociedad”. Mientras no cambiemos la forma en que las mujeres son vistas socialmente, casi como ciudadanas de segunda categoría, en espacios como las oficinas o universidades las agresiones y humillaciones se seguirán presentando.

Es necesario identificar la violencia a tiempo

Una de las conclusiones del estudio de PreviMujer y la Universidad San Martín de Porres es que “aunque existen muchas razones para faltar a la universidad, las estudiantes agredidas tienden a faltar más”. Dice que también tienden a sufrir más distracciones, agotamiento. Esto, en general, afecta su productividad. 

El estudio revela que el impacto es tan profundo que, de las estudiantes agredidas por algún miembro de la comunidad universitaria, el 29,1% dice tener sentimientos de impotencia y desesperanza; el 23,6% presenta dificultad para concentrarse en sus estudios, tareas y exámenes; mientras el 23,2% teme por su seguridad y el 15,5% disminuyó su rendimiento académico. 

Además según las encuestas realizadas para la investigación, las estudiantes agredidas por integrantes de la comunidad universitaria —es decir por otros estudiantes, profesores, administrativos o personal en general asociado a la universidad— se ausentan de sus clases, en promedio, 6,1 días al año.

Viviana Maldonado dice que una de las consecuencias de la violencia de género en las universidades es que las estudiantes tienden a cambiarse de la universidad o abandonar los estudios.

A las mujeres que viven violencia de género en las universidades también se les dificulta más ir al mismo ritmo que los demás porque su mente está alerta por las preocupaciones que genera el acoso. También porque están incómodas o sienten miedo de su profesor, esa figura que debería ser una guía.

Camila Giron 150x150
Camila Girón
(1996). Periodista colombiana. Reportera de redes sociales y gestora de audiencias en GK.
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